“Misterios Ocultos de TEOTIHUACÁN:
Capítulo 5.
Los Archivos Perdidos.
Hallazgos que el Gobierno Quiere Ocultar.
El profesor ajustó su silla y tomó un sorbo de café antes de sumergirse en los archivos recientemente descifrados. Estos documentos, guardados celosamente durante siglos, contenían inscripciones y murales de los antiguos constructores de la Pirámide del Sol. Lo que encontró le heló la sangre: advertencias apocalípticas sobre el posible fin de la sociedad y la humanidad si no se tomaban medidas drásticas.
Pudo determinar que este archivo contenía dos grades partes.
Las primeras inscripciones eran poéticas, pero inquietantes. Describían un mundo donde la naturaleza misma se volvía contra sus habitantes. Los cielos, antes azules y serenos, se llenaban de nubes negras y tormentosas, desatando lluvias ácidas que devastaban los cultivos y envenenaban el agua. Las tierras fértiles se convertían en desiertos estériles, incapaces de sustentar la vida.
“Cuando los cielos lloren lágrimas de fuego y la tierra se desmorone bajo nuestros pies, sabrán los hombres que el fin está cerca. La gran madre se rebelará contra aquellos que la han lastimado, y su furia no tendrá piedad.”
Los murales mostraban ciudades en ruinas, edificios derrumbados y calles vacías. La humanidad, una vez próspera y avanzada, se reducía a pequeños grupos de supervivientes luchando por recursos escasos. El aire estaba contaminado, lleno de humo y polvo que ahogaban a cualquier ser viviente que osara inhalarlo. Las imágenes eran vívidas, casi palpables en su crudeza.
Otro conjunto de inscripciones detallaba cómo los océanos, que alguna vez fueron vastas fuentes de vida, se convertían en pozos de muerte. Los niveles del mar se elevaban, inundando ciudades costeras y desplazando a millones de personas. La salinidad del agua aumentaba, matando la vida marina y dejando vastos tramos de mar vacío y sin vida. Los sobrevivientes, en su desesperación, recurrían a la violencia y al caos para sobrevivir.
“Los océanos reclamarán las tierras de los hombres, y las aguas saladas se tragarán sus hogares. Los peces morirán en sus redes, y los barcos se convertirán en ataúdes flotantes. En su desesperación, los hombres se volverán contra sus hermanos, y la paz será un recuerdo lejano.”
Los registros también hablaban de un cambio climático catastrófico. Las temperaturas extremas, tanto frías como calientes, hacían imposible la vida en muchas regiones del planeta. Las estaciones, que antes seguían un ciclo predecible, se volvían caóticas e impredecibles. El verano ardía con un calor insoportable, y el invierno traía heladas mortales. Las tormentas y huracanes se volvían más frecuentes y destructivos, arrasando con todo a su paso.
“Cuando el hielo invada los trópicos y el fuego consuma los polos, sabrán los hombres que han perdido el equilibrio de la gran rueda. Las estaciones se volverán locas, y el clima será su verdugo.”
Uno de los murales más perturbadores mostraba a la humanidad sufriendo enfermedades y plagas sin precedentes. Virus y bacterias, antes controlados, se desataban con una ferocidad renovada. La falta de higiene y la escasez de recursos médicos provocaban pandemias que barrían con poblaciones enteras. Los cuerpos se amontonaban en las calles, y el miedo y la desesperación se apoderaban de los supervivientes.
“Las pestes caerán sobre los hombres como un manto oscuro, cubriendo la tierra con su veneno. Los sanos enfermarán, y los enfermos morirán. La ciencia fallará, y la esperanza se desvanecerá.”
Las inscripciones también advertían sobre el colapso social. Las estructuras de poder se desmoronaban, y la anarquía se apoderaba del mundo. Los gobiernos, incapaces de manejar la crisis, caían uno tras otro. Las sociedades se fragmentaban en facciones enfrentadas, y la guerra se volvía omnipresente. Los recursos vitales, como el agua y la comida, se convertían en moneda de cambio, y la violencia se volvía la única ley.
“Cuando los tronos se derrumben y los reyes se escondan, los hombres se alzarán en armas contra sus hermanos. La ley del más fuerte regirá, y la justicia será una sombra olvidada. El orden se convertirá en caos, y la paz será un sueño roto.”
El profesor se detuvo, respirando profundamente. Las palabras y las imágenes eran un recordatorio sombrío de lo que podría suceder si la humanidad no cambiaba su curso. La tecnología y el progreso habían traído consigo tanto promesas como peligros, y los antiguos constructores de la pirámide parecían haberlo sabido muy bien.
En otra sección del archivo, encontró un llamado urgente a la acción. Los constructores no solo habían advertido sobre el apocalipsis, sino que también habían dejado instrucciones sobre cómo evitarlo. Habían propuesto un regreso a un estilo de vida más armonioso con la naturaleza, un equilibrio entre el desarrollo humano y la preservación del planeta.
“Si los hombres desean evitar el destino oscuro, deben recordar los antiguos caminos. Deben honrar a la tierra y al cielo, vivir en equilibrio con el mundo natural. Solo entonces podrán encontrar la salvación y la paz duradera.”
Los murales y las inscripciones también sugirieron una colaboración global, una unión de todas las naciones y pueblos para enfrentar la crisis. Los constructores de la pirámide habían entendido que solo a través de la cooperación y la unidad se podría superar el desafío. Las divisiones y los conflictos internos solo acelerarían la caída.
“Los hombres deben unirse como uno solo, dejando de lado sus diferencias y rencores. Solo entonces podrán enfrentar las tormentas que se avecinan y salir victoriosos. La humanidad debe aprender a ser una sola familia, o perecerá como individuos aislados.”
El profesor se inclinó hacia atrás en su silla, asimilando todo lo que había leído. La humanidad estaba en una encrucijada, y las decisiones que tomará en los próximos años determinarán su destino. Los antiguos constructores de la Pirámide del Sol habían dejado un mensaje claro: la auto preservación requería un cambio drástico y urgente en la forma en que vivían y se relacionaban con el mundo.
Sabía que su misión era crucial. Debía compartir estos hallazgos con el mundo, despertar a las personas y a los líderes para que tomaran medidas antes de que fuera demasiado tarde. Con renovada determinación, el profesor se dispuso a compilar su informe, consciente de que su trabajo podría marcar la diferencia entre un futuro apocalíptico y uno de esperanza y renovación.
El profesor continuó desentrañando los secretos escondidos en los archivos. Después de la sombría visión del futuro de la humanidad, se encontró con una serie de documentos y murales que describían la vida cotidiana de los constructores de la Pirámide del Sol. Estas inscripciones ofrecían un vistazo fascinante a una civilización avanzada, rica en cultura y conocimientos, pero también marcada por un trágico destino.
Los constructores, conocidos como los ANUN – K – ATLAN, Que significa. los venidos de lejos. eran una civilización interestelar con habilidades tecnológicas y científicas muy avanzadas. Provenían de un planeta llamado Xylar, situado en un sistema solar doble y muy distante al otro lado de la galaxia. En Xylar, los ANUN – K – habían alcanzado un alto grado de desarrollo en diversas áreas: ingeniería, medicina, arte y filosofía. Vivían en ciudades flotantes, construidas con materiales ligeros, pero increíblemente resistentes. Estas ciudades eran autosuficientes, con sistemas de reciclaje y producción de energía sostenible.
“Los ANUN – K – ATLAN vivían en armonía con su entorno, utilizando la energía del sol y los vientos para alimentar sus ciudades. Sus logros en ingeniería permitían construir estructuras que parecían desafiar las leyes de la física, elevándose majestuosamente sobre los océanos y bosques de Xylar.”
En su vida cotidiana, los ANUN – K – valoraban el conocimiento y la creatividad. Los murales describían bibliotecas inmensas, llenas de libros y registros holográficos que contenían los saberes acumulados de milenios. Las escuelas y universidades eran centros de innovación y pensamiento crítico, donde los jóvenes ANUN – K – ATLAN eran educados no solo en ciencias y tecnología, sino también en artes y humanidades.
“La educación era el pilar de la sociedad ANUN – K -. Desde temprana edad, los niños eran alentados a explorar sus intereses y desarrollar sus talentos. Los maestros eran considerados los guardianes del futuro, honrados y respetados por su papel en la formación de las nuevas generaciones.”
El arte era una parte integral de la cultura ANUN – K -. Sus esculturas, pinturas y música reflejaban una profunda conexión con la naturaleza y el cosmos. Los festivales de arte eran eventos esperados con ansias, donde se celebraba la belleza y la creatividad en todas sus formas. Los ANUN – K – creían que el arte era una forma de comunicación universal, capaz de trascender las barreras del tiempo y el espacio.
“Los festivales de arte ANUN – K – ATLAN eran espectáculos impresionantes, llenos de colores vibrantes y sonidos armoniosos. Las esculturas parecían cobrar vida bajo la luz de las estrellas, y la música resonaba en el aire, creando una atmósfera mágica y envolvente.”
Sin embargo, a pesar de sus grandes logros, los ANUN – K – no eran infalibles. En su búsqueda de progreso y expansión, comenzaron a ignorar los límites naturales de su planeta. La explotación excesiva de recursos, la contaminación y el cambio climático comenzaron a afectar a Xylar de manera irreversible. Los ANUN – K – se dieron cuenta demasiado tarde de que su forma de vida estaba destruyendo el equilibrio ecológico de su hogar.
“La avaricia y la negligencia llevaron a los ANUN – K – a una crisis ambiental. Los cielos de Xylar, antes claros y azules, se volvieron grises y nublados. Los océanos, llenos de vida, se convirtieron en desiertos acuáticos. La tierra, fértil y verde, se transformó en un páramo árido. La civilización ANUN – K – ATLAN se enfrentaba a su propia extinción.”
En un último esfuerzo por salvar su especie, los ANUN – K – construyeron naves espaciales gigantescas y comenzaron a buscar refugio en otros lugares del cosmos. La Tierra se convirtió en una estación de tránsito para ellos, un lugar donde podían descansar y reabastecerse antes de continuar su viaje. Durante su estancia en nuestro planeta, los ANUN – K – observaron con preocupación cómo la humanidad repetía los mismos errores que ellos habían cometido.
“Los ANUN – K – llegaron a la Tierra, con la esperanza de encontrar un nuevo hogar. Sin embargo, al observar a los humanos, vieron reflejados sus propios fallos y temieron por el futuro de la Tierra. Decidieron dejar un legado, una advertencia para que la humanidad no siguiera el mismo camino destructivo.”
Las inscripciones y los murales en la Pirámide del Sol eran un intento de los ANUN – K – de comunicarse con las futuras generaciones humanas. Utilizaron su conocimiento avanzado para crear estos mensajes, esperando que algún día serían comprendidos y actuados en consecuencia. Querían advertirnos sobre los peligros de la sobreexplotación, la contaminación y la falta de respeto por el entorno natural.
“Los ANUN – K – ATLAN inscribieron sus advertencias en la piedra, esperando que los humanos aprendieran de su tragedia. Dejaron instrucciones claras sobre cómo vivir en armonía con la naturaleza, cómo respetar el equilibrio del ecosistema y cómo evitar la autodestrucción. Su mensaje era claro: ‘Aprendan de nuestro pasado para salvar su futuro.'”
A través de estas inscripciones, los ANUN – K – también compartieron sus conocimientos sobre tecnologías sostenibles y métodos de conservación ambiental. Dejaron planos detallados de sistemas de energía limpia, técnicas de agricultura regenerativa y métodos para purificar el aire y el agua. Creían que, con esta información, la humanidad podría evitar el destino que ellos habían sufrido.
“Las tecnologías y conocimientos de los ANUN – K – eran un regalo para la humanidad. Eran herramientas para construir un futuro sostenible, para reparar los daños y para asegurar la supervivencia a largo plazo del planeta. Los ANUN – K – esperaban que los humanos fueran más sabios y cuidadosos, aprendiendo de sus errores y creando un mundo mejor.”
El profesor se sintió abrumado por la magnitud de lo que había descubierto. Los ANUN – K – no solo eran constructores de una pirámide en México, tenían bases en diferentes puntos de nuestro planeta, Egipto, babilonia, Rusia, china, el Amazonas sino también guardianes de un conocimiento vital que podría cambiar el curso de la historia humana. Era su deber compartir esta información con el mundo, despertar la conciencia y motivar a la acción antes de que fuera demasiado tarde.
Con esta nueva comprensión, el profesor se dispuso a compilar su informe, decidido a hacer todo lo posible para que el mensaje de los ANUN – K – no se perdiera en el olvido. Sabía que la humanidad estaba en una encrucijada y que las decisiones tomadas en los próximos años determinarían el destino de futuras generaciones.
ahora aquí encajaban los recientes hallazgos en el video que recientemente la entregara Elena y lo descubierto en la piedra central.
En las sombras de la antigua pirámide de TEOTIHUACÁN, el profesor KARL MASER desenterró un secreto que amenazaba con alterar el curso de la humanidad. La piedra central, oculta bajo toneladas de piedra y siglos de olvido, guardaba una inscripción enigmática. Las palabras, talladas por manos alienígenas, resonaban con una advertencia escalofriante.
Elena, la directora del proyecto, le entregó un video clandestino. Las imágenes mostraban un pasillo recién descubierto, adornado con símbolos ancestrales. MASER, con su mente inquisitiva, descifró el mensaje: los Anun-K, extraterrestres que habían erigido la pirámide, anunciaban su regreso. No era una visita amistosa. Era una evaluación.
“¿Qué han hecho con nuestras enseñanzas??” susurraban las palabras talladas. “¿Han evolucionado o se han hundido en la oscuridad??”
El profesor calculó la fecha: del regreso.
El año 2120. Menos de un siglo para demostrar que la humanidad merecía su lugar en este mundo. Los Anun-K no tolerarían más abusos contra el planeta ni la destrucción de mundos vecinos. Su paciencia tenía límites.
MASER se sumió en la investigación, obsesionado con desentrañar los misterios de la piedra central. Su noche se llenó de símbolos, de teorías que se entrelazaban como hilos invisibles. ¿Qué legado dejaron los constructores?. ¿Qué sabiduría oculta se escondía tras las piedras?.
La humanidad estaba en la cuerda floja. El profesor, con su mirada cansada pero decidida, sabía que el tiempo se agotaba. Las sombras de TEOTIHUACÁN lo acechaban, y el futuro pendía de un hilo.
¿Podría la humanidad redimirse?. ¿O sería su última oportunidad, condenada a extinguirse como una vela en la noche?.
Solo el tiempo lo diría. Y mientras tanto, el profesor KARL MASER continuaba su búsqueda, desafiando los límites de la razón y enfrentándose a un destino incierto. El reloj avanzaba implacable, y la pirámide guardaba sus secretos en silencio, esperando el día del juicio final.
KARL MASER enfrentaba una dualidad inquietante. No solo descifraba los símbolos ancestrales tallados por los Anun-K, sino que también se hallaba atrapado en un dilema moral. El mensaje de los constructores extraterrestres no solo advertía sobre su regreso, sino que contenía una admonición más urgente: la preservación de la naturaleza y el respeto a toda forma de vida.
Las palabras grabadas en la piedra central resonaban en su mente como un eco ancestral:
“Humanos, custodios de la Tierra, escuchad: la balanza se inclina. Vuestras acciones han dejado cicatrices en la piel de Gaia. Los bosques lloran, los ríos sangran, y el aire se asfixia con vuestra imprudencia. ¿Olvidasteis que sois parte de un tejido interconectado?.”
MASER se sentía pequeño ante la magnitud de la advertencia. Los Anun-K no eran jueces implacables; eran guardianes de un equilibrio cósmico. Su mensaje era claro: la humanidad debía cambiar su rumbo o enfrentar consecuencias inimaginables.
“La Tierra es un jardín sagrado,” continuaba el mensaje. “Cada hoja, cada insecto, cada brizna de hierba tiene su propósito. Vuestra tecnología avanza, pero ¿a qué costo? ¿Acaso no veis que la codicia y la indiferencia amenazan la red de la vida?.”
El profesor reflexionaba sobre su propia responsabilidad. ¿Había sido un buen custodio? ¿Había enseñado a sus alumnos a amar la naturaleza o solo a desentrañar sus secretos? Las palabras de los Anun-K lo atormentaban.
“La Tierra no es vuestra posesión; sois sus huéspedes. Cada extinción, cada vertido tóxico, es una herida en su piel. No olvidéis que estáis tejidos en su historia, como hilos en un tapiz cósmico.”
La advertencia final resonaba como un trueno.
“Si persistís en la ceguera, si seguís ignorando el latido de la Tierra, nuestra paciencia se agotará. El año 2120 se acerca. ¿Seréis dignos de permanecer?.”
MASER sabía que no podía enfrentar este desafío solo. Debía difundir el mensaje, despertar la conciencia colectiva. La humanidad debía recordar su papel como guardianes, como parte de un todo más grande.
Así, en esa habitación bajo las sombras de TEOTIHUACÁN, el profesor KARL MASER se convirtió en un mensajero. Sus palabras resonarían en las mentes y corazones de aquellos dispuestos a escuchar.
“Preservad la naturaleza. Respetad la vida en todas sus formas. El reloj avanza, y la Tierra aguarda nuestra respuesta. El futuro está en nuestras manos.”
Su computador seguía traduciendo y completando el algoritmo y había algo que aún no entendía. y definitivamente era lo que inquietaba al profesor MASER; ¿por qué las palabras hablaban de cosas recientes, acaso la pirámide no estaba abandonada desde hace cientos de años, es claro que siguen observándonos y que hace poco tiempo vinieron y vieron el desastre en el que está el mundo?.
La pirámide de TEOTIHUACÁN, con sus piedras gastadas por el tiempo y sus pasillos silenciosos, parecía un relicario olvidado. Sin embargo, el profesor KARL MASER sabía que las piedras no eran mudas; sus inscripciones hablaban en susurros ancestrales.
Las palabras talladas en la piedra central resonaban con una urgencia inquietante.
“No os engañéis, humanos. No somos meras ruinas. Somos testigos. Observadores silenciosos de vuestro devenir.”
MASER se preguntaba cómo era posible. ¿Cómo podían los Anun-K, esos seres cósmicos que habían esculpido la pirámide hace milenios, ¿seguir interesados en nuestra historia? ¿Acaso no habían partido, dejándonos a merced del tiempo y la erosión?.
El mensaje continuaba.
“Hemos regresado. Nuestros ojos han visto vuestros logros y vuestras atrocidades. La Tierra, nuestra creación compartida, llora. Los bosques arden, los mares se ahogan en plástico y la vida se extingue en un suspiro.”
MASER sentía el peso de la responsabilidad. ¿Qué habíamos hecho con su legado? ¿Habíamos aprendido algo de sus enseñanzas? Los Anun-K no eran dioses vengativos; eran guardianes de un equilibrio frágil.
“La pirámide es un faro,” continuaba el mensaje. “Un faro que señala vuestra evolución. Pero también es un reloj. El año 2120 se acerca. ¿Habéis cambiado? ¿O seguís cegados por vuestra codicia y egoísmo?.”
MASER miró al cielo estrellado. ¿Qué dirían los Anun-K al ver nuestras guerras, ¿nuestra explotación desmedida? ¿Cómo justificaríamos la destrucción de la naturaleza, la indiferencia ante el sufrimiento ajeno?.
“La Tierra es un organismo vivo,” “Cada acto reverbera en su piel. No sois dueños, sino inquilinos. Vuestra oportunidad se agota. El juicio se acerca.” el mensaje continuó, revelando una historia que parecía sacada de una leyenda olvidada.
Su computador indicó que era el momento de abrir el archivo de imágenes codificadas, el profesor le dio las indicaciones y línea a línea en segundo plano. pixel por pixel unas imágenes del pasado empezaron a formarse mientras el mensaje continuaba con terrible exactitud.
“Hace milenios, antes de que vuestros primeros ancestros caminaban sobre la Tierra, existió una civilización conocida como Tarta. Esta civilización, a pesar de su avanzada tecnología y grandes avances, fue condenada a desaparecer por no respetar el pacto sagrado de cuidar y preservar el planeta.”
Imágenes de Tarta, mostrando ciudades brillantes con enormes templos y edificios que se alzaban hacia el cielo. estaban llenando sus ojos; Estas estructuras eran de una belleza impresionante, construidas con materiales que parecían deslumbrar a la luz del sol. Los habitantes de Tarta eran maestros de la ingeniería, capaces de construir máquinas colosales y sistemas de energía que rivalizaban con cualquier cosa que los humanos modernos pudieran imaginar.
“Los tartanos desarrollaron tecnologías que hoy consideraríais imposibles. Poseían el poder de controlar el clima, de viajar grandes distancias en un instante, y de manipular la materia a niveles subatómicos. Sin embargo, a pesar de sus logros, no lograron superar su arrogancia y avaricia. Su desdén por la naturaleza, su explotación desenfrenada de los recursos, y su falta de respeto por el equilibrio del planeta los condenaron.”
Aparecieron imágenes de la decadencia de Tarta: vastas zonas desérticas donde una vez florecieron frondosos bosques, océanos contaminados y cielos oscurecidos por la polución. Los tartanos, cegados por su propio poder, continuaron su camino de destrucción sin detenerse a considerar las consecuencias. Y así, su civilización, a pesar de todas sus maravillas tecnológicas, colapsó bajo el peso de su propia irresponsabilidad.
“No sirvieron de nada sus enormes edificios, ni sus poderosas máquinas. Cuando llegó el juicio, no hubo lugar donde esconderse. La naturaleza, a la que tanto habían despreciado, reclamó su venganza. Y así, Tarta fue borrada de la faz de la Tierra. Sus ciudades se convirtieron en ruinas y sus tecnologías se desvanecieron en el polvo del olvido.”
El profesor KARL MASER observaba con asombro y temor, sintiendo el peso de esta advertencia. Las imágenes cambiaron, mostrando los escasos vestigios que quedaban de Tarta: fragmentos de sus edificios, algunas máquinas rotas enterradas en la tierra, y antiguos escritos que solo unos pocos eruditos podían interpretar. y ahora él era uno de ellos.
“Vosotros, humanos, no sois los primeros sobre la Tierra,” continuó el mensaje. “Y si no aprendéis de los errores de aquellos que os precedieron, tampoco seréis los últimos. El tiempo de la evaluación está cerca. Si no demostráis que habéis aprendido a vivir en armonía con el planeta, compartiréis el destino de Tarta.”
El mensaje de los extraterrestres era claro: la humanidad debía cambiar su rumbo, debía empezar a respetar el equilibrio natural y trabajar en conjunto para preservar la Tierra. La advertencia era un último llamado a la acción, una oportunidad para corregir el camino antes de que fuera demasiado tarde.
“Tenéis el poder de evitar la tragedia,” decía el mensaje. “Aprovechad vuestra oportunidad. Demostrad que podéis superar vuestras diferencias y trabajar unidos por un bien mayor. Si lográis esto, podréis asegurar un futuro para vuestra especie. Pero si falláis, el destino que os aguarda será el mismo que el de Tarta.”
Las imágenes pararon, dejando al profesor sumido en un profundo silencio. miro a su alrededor con miedo, comprendiendo la gravedad de la situación. No se trataba solo de un descubrimiento científico, sino de un llamado a la acción urgente y vital.
El profesor KARL MASER se levantó, con una mirada decidida y llena de propósito. Sabía que la tarea que tenían por delante no sería fácil, pero también comprendía que era posible. Había esperanza, y con el esfuerzo conjunto de toda la humanidad, podrían cambiar su destino.
Sabía que debía compartir esta verdad. No solo para salvarnos, sino para recordarnos nuestra conexión con todo lo que vive. Así, en las sombras de TEOTIHUACÁN, MASER se convirtió en un mensajero de dos mundos: el antiguo y el futuro.
Tomó una decisión, era el momento de empezar a transmitir el mensaje. el tiempo se agota.
Salió como un zombi. lentamente recorrió las instalaciones, los científicos a su alrededor lo miraban con disimulo, se apartaban rápidamente, nadie quería interrumpir su camino aun que todos sabían que no iba a ninguna parte, era claro que estaba luchando con su interior.
Sin darse cuenta en que momento subió las escaleras y llego a la terracita de descanso, una ligera llovizna le refresco la cara y lo saco de su letargo. sirvió maquinalmente una taza de café, y busco un lugar donde sentarse, observo una figura sentada entre las sombras en una mesa un poco separada de los demás.
Reconoció a Elena, no dudo. era el momento de enfrentarla.
Lentamente se encamino a la mesa y sin esperar a ser invitado, sin saludar con una voz ronca, la encaro.
Estoy terminando un archivo falta y nada más. pero es hora de que todos sepan lo fundamental lo verdaderamente importante, y en este caso voy a empezar por el final.
La miro en silencio, tomo un largo trago de café, sostenía la taza entre las dos manos para que no se notara que estaba temblando.
Yo tampoco sé si será lo correcto, y no hay ninguna forma correcta de comunicarlo, solo hay que decirlo y ya.
Se levantó de la mesa, prepararé la información que voy a compartir, seré breve y directo, ya le dije que no hay ninguna forma correcta. solo lo diré y ya.
Se alejó en silencio, despacio y sin mirar atrás.
Completó la información; envió el consolidado a su hermano mayor, por las dudas. y se acostó en su cuarto con la luz apagada. estaba cansado, muy cansado.
No supo cuánto tiempo paso. hasta que una luz roja se prendió encima de la puerta de su habitación y una voz de hombre suave pero firme dijo.
Reunión general en el auditorio central, en 20 minutos, carácter obligatorio.
Reunión general en el auditorio central, en 20 minutos, carácter obligatorio.
Reunión general en el auditorio central, en 20 minutos, carácter obligatorio.
Sonó una breve alarma, la voz se silenció, pero la luz roja siguió brillando. no se levantó, no tena afán, tenía 20 minutos, disfrutar la agonía que estaba sintiendo, estaba más solo que nunca, tuvo que correr al baño, vomito de nuevo.
Se lavó la boca, y con pasos pesados se dirigió al auditorio, se sentía más viejo ya no era un hombre de 40 años, ahora en este momento era un anciano de 40 años.
No sabía dónde estaba el auditorio, pero siguió a varios colegas que se adentraban en un pasillo que desembocó en el auditorio.
El auditorio, era una sala acogedora y bien equipada, era el corazón del complejo. Con capacidad para unas 150 personas, esa noche albergaba a un poco más de 100 científicos y personal del refugio, todos reunidos en anticipación del discurso del profesor MASER.
Las paredes del auditorio estaban decoradas con murales que representaban escenas de descubrimientos científicos y civilizaciones antiguas, recordando a todos, la grandeza de la búsqueda del conocimiento. Una suave iluminación cálida emanaba de los apliques de las paredes, creando un ambiente acogedor y propicio para la reflexión y el diálogo. En el techo, una serie de luces ajustables iluminaban suavemente la plataforma central, donde un podio de madera oscura se erguía como el punto focal de la sala.
Las sillas, dispuestas en hileras simétricas, eran cómodas y ergonómicas, con pequeñas mesas plegables que permitían a los asistentes tomar notas. Los asientos estaban orientados hacia una pantalla grande al fondo del escenario, lista para proyectar cualquier material de apoyo que el profesor MASER pudiera necesitar.
El podio estaba equipado con un micrófono de alta calidad, que garantizaba que cada palabra del profesor se escuchara con claridad en todos los rincones del auditorio. A su lado, una mesa auxiliar contenía una laptop conectada a la pantalla de proyección, lista para mostrar imágenes y documentos relevantes al discurso. Junto al podio, una jarra de agua y un vaso de cristal estaban preparados, reflejando el cuidado y la atención al detalle que caracterizaban al equipo del refugio.
El profesor MASER se dirigió lentamente hasta situarse detrás del podio, sin invitaciones, sin presentaciones en ese momento todo sobraba. su figura destacándose bajo la luz tenue. Desde su posición, podía ver claramente a todos los presentes, algunos rostros conocidos Elena sentada en primera fila al lado de una bella joven de rasgos arrogantes también, colegas dedicados a la misma misión de desentrañar los misterios del pasado y proteger el futuro. Los murmullos y susurros se disiparon lentamente cuando el profesor se aclaró la garganta y se preparó para hablar. La expectación en el aire era palpable, y todos los ojos estaban fijos en él, esperando las palabras que podrían cambiar el curso de sus vidas y quizás el destino de la humanidad.
Con una última mirada al auditorio, KARL MASER tomó una respiración profunda y comenzó su discurso, consciente de la importancia de cada palabra que estaba a punto de pronunciar.
Estimados colegas, amigos y defensores del conocimiento.
Nos encontramos en un momento crucial de nuestra existencia, en el umbral de una revelación que sacude los cimientos de todo lo que creíamos saber. Hoy, no hablo solo como científico, sino como un ser humano consciente de la gravedad de la información que hemos descubierto. Nos enfrentamos a una verdad que trasciende las fronteras de nuestro entendimiento y que nos obliga a replantear nuestra relación con nuestro planeta y con nosotros mismos.
En los últimos meses, nuestros esfuerzos han desentrañado secretos antiguos, ocultos en las profundidades de la Pirámide del Sol y en la vasta red de conocimientos ancestrales que hemos explorado juntos. Hemos descifrado códigos, traducido inscripciones y, lo más importante, hemos encontrado pruebas de una antigua civilización, los Anun K., cuyos orígenes se pierden en el tiempo. Esta civilización no solo visitó nuestro planeta, sino que dejó un mensaje claro y contundente: somos custodios de la Tierra, y nuestro papel es protegerla, no destruirla.
Hace apenas unas horas, logré descifrar un mensaje crucial escondido en uno de los archivos que encontramos. Este mensaje, aunque devastador, es también una llamada urgente a la acción. Los Anun K. volverán. No será una visita amistosa ni una oportunidad para intercambiar conocimientos. Vendrán a evaluarnos, a juzgar nuestras acciones y nuestro manejo del planeta que nos confiaron. Si no hemos superado nuestras diferencias y aprendido a respetar y cuidar la naturaleza, ellos vendrán a exterminarnos. Nos darán la oportunidad de redimirnos, pero si fallamos, borrarán nuestra existencia de la faz de la Tierra, tal como hicieron con una civilización anterior.
La fecha de su llegada es el año 2120, en menos de cien años. Esto no es una profecía lejana ni una amenaza abstracta; es una realidad inminente que debemos enfrentar. Nos queda poco tiempo, pero aún tenemos la oportunidad de cambiar el rumbo de nuestra historia.
Hoy, aquí, en este refugio, estamos ante un dilema que puede definir el futuro de nuestra especie. Tenemos el conocimiento, los recursos y la capacidad de influir en el mundo. Si trabajamos juntos, si unimos nuestras mentes y corazones, podemos empezar a reparar el daño que hemos causado. Debemos actuar ahora, con urgencia y determinación, para proteger nuestro hogar y asegurar un futuro para las generaciones venideras.
Sé que esta noticia es abrumadora y que muchos de ustedes sienten una mezcla de incredulidad y desesperación. Pero también sé que dentro de cada uno de nosotros hay una chispa de esperanza y una fuerza indomable para luchar por lo que es correcto. Hemos elegido dedicarnos a la ciencia no solo para entender el mundo, sino para mejorarlo. Esta es nuestra oportunidad de cumplir con ese propósito de manera más significativa que nunca.
Nuestros descubrimientos nos han dado las herramientas necesarias para comenzar este cambio. Hemos identificado tecnologías antiguas que pueden ayudar a restaurar el equilibrio de nuestros ecosistemas. Tenemos el conocimiento para desarrollar energías limpias y sostenibles que pueden reemplazar nuestra dependencia de los combustibles fósiles. Podemos reforestar nuestras selvas, limpiar nuestros océanos y reducir la contaminación que asfixia a nuestra tierra.
Pero no podemos hacerlo solos. Necesitamos la cooperación de todas las naciones, de todos los pueblos y de todas las disciplinas. Debemos comunicar esta verdad a los líderes del mundo, a las organizaciones internacionales y a cada individuo que habita este planeta. Debemos inspirar un movimiento global que trascienda las barreras políticas, culturales y económicas. Este es un esfuerzo colectivo, y cada acción cuenta.
Entiendo que muchos de ustedes están agotados por el trabajo incansable y las dificultades que hemos enfrentado. Pero quiero recordarles que estamos en el umbral de algo extraordinario. Tenemos el poder de cambiar el destino de la humanidad. Esta misión no es solo científica; es moral y ética. Estamos luchando por el futuro de nuestros hijos, por el legado de nuestra especie y por el derecho de la Tierra a prosperar.
Aún queda un archivo por abrir, una pieza más del rompecabezas que puede contener información vital para nuestra misión. Pero incluso sin ese último fragmento, tenemos suficiente conocimiento para empezar a actuar. No podemos esperar más. Cada día que pasa es un día perdido en nuestra lucha por la supervivencia y la redención.
Les pido a todos que se unan a mí en este esfuerzo. Utilicen sus habilidades, sus conocimientos y su pasión para contribuir a este gran objetivo. Informen a sus contactos, publiquen sus hallazgos, colaboren con otros investigadores y, sobre todo, no pierdan la esperanza. La tarea es monumental, pero no imposible.
Hemos sido elegidos por el destino para ser los portadores de esta verdad y los iniciadores de un cambio trascendental. Miremos esta responsabilidad no como una carga, sino como un honor. Juntos, podemos enfrentar cualquier desafío. Juntos, podemos proteger nuestro hogar y asegurar un futuro para todos.
“Compañeros,” dijo KARL, su voz resonando con firmeza en el auditorio, “este es nuestro momento. No podemos permitir que los errores del pasado se repitan. Debemos trabajar juntos, desde ahora mismo, para asegurar que el juicio que se avecina nos encuentre preparados. Tenemos una oportunidad única, y no podemos desperdiciarla.”
Gracias por su dedicación, su coraje y su compromiso. Este es solo el comienzo de un viaje que puede definir el futuro de la humanidad. No tengo dudas de que, con su ayuda, podemos lograr lo imposible. El tiempo de actuar es ahora. No hay más opciones. Este es nuestro momento.
Vamos a salvar el planeta, a proteger nuestra especie y a demostrar que somos dignos custodios de la Tierra. Gracias.
Hubo un momento de silencio sepulcral en el auditorio mientras los científicos asimilaban estas palabras.
no hubo aplausos, no había nada que aplaudir. algunos ojos llenos de lágrimas lo seguían; otros no se atrevían a alzar la cara, era una mezcla de vergüenza, miedo, desesperanza.
Se marchó en silencio; tenia trabajo que hacer.
Quedaba un archivo por abrir.
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