“Misterios Ocultos de TEOTIHUACÁN:
Entre la Historia y la Conspiración”.
Introducción:
En las profundidades de la antigua TEOTIHUACÁN, donde los rayos del sol se entrelazan con los secretos de los dioses, yacen misterios que han desafiado a la razón y alimentado las llamas de la conspiración. La majestuosa Pirámide del Sol, con sus escalones gastados por siglos de historia, guarda más que piedra y polvo.
¿Qué oscuros rituales se llevaron a cabo en su cima? ¿Por qué los antiguos sacerdotes susurraban invocaciones al viento? ¿Acaso la pirámide es un portal a dimensiones desconocidas? Las respuestas se ocultan en jeroglíficos inscritos en sus paredes, en los ojos de las estatuas que vigilan desde lo alto y en los ecos de los sacrificios.
En este libro, desentrañaremos los enigmas de la Pirámide del Sol. Desde teorías extraterrestres hasta pactos con seres ancestrales, ningún tabú quedará sin explorar. Prepárate para adentrarte en un mundo donde la historia se mezcla con la leyenda, y donde la verdad está oculta tras un velo de sombras.
Adelante, lector, únete a esta búsqueda de lo inexplicable. Porque en la Pirámide del Sol, la realidad y la ficción se funden en un abrazo eterno.
Este libro nació porque me encontré en el lugar preciso, a la hora exacta, pero yo era la persona equivocada y me enteré quizá de lo que no debía.
Capítulo 1.
La Cita. El Enigma Oculto
Acabo de colgar el teléfono y estoy temblando, me acerco a la ventana de la habitación en este discreto hotel. miro a La calle y unas pocas personas caminan presurosas protegiéndose del viento, estamos a mediados de octubre; pleno otoño; hoy está congelándose Berlín, o es el nerviosismo que me ¿congela hasta el alma?
En todo caso en unas horas salgo para México, a TEOTIHUACÁN. consulto mi teléfono. hoy 4 grados en Berlín; 29 grados en ciudad de México, clima seco. tengo una cita.
Desde hace días estoy intentando hablar con dos personas en México que al parecer tienen una información vital para mi investigación. así que voy para ciudad de México y luego al bosque de Chapultepec. y hoy por fin tengo la cita.
Por ahora estoy en Mitte en pleno centro de wedding en Berlín, desde la ventana a lo lejos alcanzo a ver el frente blanco de Zo y Willow donde un voluptuoso vestido de novia debe costar lo que yo me gano en un año con mi salario de profesor adjunto de…. dejémoslo así por ahora.
El Viaje.
Primero debo llegar a la Ciudad de México en un vuelo de un poco más de 14 horas, tengo la opción de viajar en KLM o en Aeroméxico; decido Aeroméxico para ir entrando en ambiente. Una vez en ciudad de México, si logras respirar (está a más de dos mil metros de altura), mientras vuelo creo revisare con más calma lo que me entrego el profesor Stoiber.
El zumbido constante del avión ofrecía una especie de confort que KARL MASER aprovechó mientras viajaba desde Berlín hasta Ciudad de México. Estaba sentado en la clase business, una medida de seguridad financiada por la organización para asegurarle comodidad y cierta privacidad durante el largo vuelo. Miró a su alrededor, asegurándose de que ningún pasajero estuviera demasiado cerca. Todo parecía normal, pero había algo en el aire que lo mantenía alerta.
Sacó de su bolso una libreta negra de cuero, marcada con una gran letra “B” en el centro. Este era el legado de su colega, el profesor Stoiber, quien le había entregado la libreta justo antes de morir en circunstancias misteriosas. KARL todavía podía ver el rostro angustiado de Stoiber mientras le deslizaba la libreta y una nota arrugada con un número de teléfono. Este número lo había puesto en contacto con los informantes en México, pero el contenido de la libreta seguía siendo un enigma que necesitaba resolver.
Abrió la libreta con cuidado, revelando las páginas llenas de símbolos y números aparentemente aleatorios. Stoiber siempre había sido meticuloso, y KARL sabía que cada trazo tenía un propósito. Estudió las páginas, pasando sus dedos por los caracteres grabados en el papel, tratando de encontrar un patrón. Los símbolos parecían familiarmente alienígenas, una mezcla de lo antiguo y lo futurista.
Mientras se concentraba, sintió un ligero escalofrío en la nuca. Alzó la vista y vio a un hombre de aspecto latino unas filas adelante. El hombre sostenía su teléfono móvil de una manera que parecía casual, pero KARL no pudo evitar notar el brillo sospechoso del lente de la cámara apuntando en su dirección. Trató de tranquilizarse, recordándose que estaba en un vuelo comercial y que las posibilidades de estar siendo seguido eran mínimas. Pero el rostro de Stoiber y sus últimas palabras resonaban en su mente: “No confíes en nadie.”
Respiró hondo y volvió a concentrarse en la libreta. Entre las páginas codificadas, encontró un párrafo que parecía más detallado. Reconoció algunas palabras en latín y griego antiguo, idiomas en los que Heinrich era un experto. Se dio cuenta de que estaba frente a una fórmula parcial, posiblemente relacionada con la tecnología energética de la Pirámide del Sol. La emoción del descubrimiento fue mitigada por lo imcompleto del texto. Faltaba una parte crucial.
La tensión en su cuello y hombros aumentaba, y KARL decidió echar un vistazo más discreto al hombre que, según su intuición, lo estaba fotografiando. Se levantó, fingiendo necesitar estirarse, y caminó hacia el baño. Al pasar junto al hombre, se percató de un rápido movimiento de manos y una mirada furtiva. Sin embargo, al entrar en el baño y mirarse en el espejo, se reprochó a sí mismo por ser paranoico.
Regresó a su asiento y cerró la libreta. Tomó un sorbo de agua y decidió que no podía permitirse dejar que la paranoia lo dominara. Necesitaba concentrarse en la misión. Le quedaban muchas horas de vuelo y debía utilizar ese tiempo sabiamente.
Volvió a sacar la libreta, esta vez acompañado de unos extensos documentos que Heinrich también le había entregado. Empezó a leerlos, notando que contenían notas detalladas sobre la construcción de la Pirámide del Sol y referencias a tecnologías perdidas. Los documentos eran fascinantes y revelaban una red de conocimientos ocultos, conexiones que Stoiber había hecho con civilizaciones antiguas y su aparente uso de energía avanzada.
A medida que leía, su mente no podía evitar divagar hacia el hombre de aspecto latino. ¿Y si de verdad estaba siendo seguido? Se forzó a calmarse, pensando que tal vez la falta de sueño y el estrés de las últimas semanas estaban jugando con su mente. Después de todo, la organización había tomado todas las precauciones necesarias para garantizar su seguridad. Se convenció de que cualquier sospecha era solo el resultado de su propia ansiedad.
Las palabras en los documentos empezaron a desdibujarse mientras sus párpados se hacían pesados. Decidió que un breve descanso podría ayudar a despejar su mente. Cerró los ojos, dejando que el zumbido del avión y la promesa de los secretos por descubrir lo llevaran a un ligero sueño. Pero incluso en su duermevela, la imagen del hombre con el teléfono y el legado de Stoiber no abandonaban su mente.
El avión aterrizó suavemente en la pista del Aeropuerto Internacional Benito Juárez. Mientras la aeronave se desplazaba hacia la terminal, KARL MASER observaba por la ventanilla la vastedad de la ciudad que pronto exploraría. La Ciudad de México, con su inmenso tamaño y su denso tráfico, se extendía hasta donde alcanzaba la vista. Había algo abrumadoramente fascinante en esa metrópolis llena de historia y misterio.
Una vez dentro de la terminal, KARL se apresuró a recoger su equipaje. La multitud de viajeros, la mezcla de idiomas y los anuncios constantes creaban un bullicio que le recordaba lo lejos que estaba de Berlín. Ajustó la correa de su maleta al hombro y se dirigió hacia la salida, siguiendo las instrucciones precisas de la organización.
Antes de salir del aeropuerto, se detuvo un momento para revisar sus mensajes. La organización le había enviado un itinerario detallado: debía dirigirse a la Central del Norte y tomar un autobús hacia TEOTIHUACÁN. Un hostal, el “Fungi Hostal”, ya estaba reservado para él. Era un lugar discreto, ideal para alguien que prefería no llamar la atención.
KARL salió del aeropuerto y tomó un taxi. Al conductor, un hombre de mediana edad con un bigote espeso y una mirada amigable, le pidió que lo llevara a la Central del Norte. El trayecto fue un caleidoscopio de imágenes: calles abarrotadas, vendedores ambulantes y una incesante actividad que le recordaba el vibrante corazón de la ciudad.
Llegaron a la Central del Norte y, tras pagar la tarifa, KARL se bajó del taxi. El edificio de la terminal de autobuses era imponente, con su estructura moderna y su flujo constante de personas entrando y saliendo. Compró su boleto y se dirigió a la plataforma de donde salía el próximo autobús hacia TEOTIHUACÁN. La espera fue breve, y pronto se encontró sentado junto a la ventana, observando cómo el paisaje urbano se transformaba en un entorno más rural a medida que se alejaban de la ciudad.
sonrió, ya voy en camino a TEOTIHUACÁN, me cuesta respirar, Berlín está a solo 30 metros de altura sobre el nivel del mar. y aquí estamos en las nubes.
El viaje en autobús fue una mezcla de excitación y tensión. La carretera serpenteaba a través de colinas y pequeños pueblos, ofreciendo vistas de una campiña mexicana pintoresca y auténtica. Cada kilómetro recorrido lo acercaba más a su destino, al misterio que Heinrich había dejado inconcluso.
Finalmente, el autobús llegó a TEOTIHUACÁN. Al bajar, KARL respiró hondo, dejando que el aire del lugar lo envolviera. La pequeña estación de autobuses estaba llena de turistas y lugareños, y la sensación de estar en un sitio histórico era palpable. Siguiendo las indicaciones de la organización, caminó hacia el “Fungi Hostal”, que se encontraba a unos minutos de la estación.
Fungi Hostal.
Me sorprendió el hotel al llegar, una casona de color entre rosa y fucsia con un portón negro, y unas ventanas diminutas en el segundo nivel y un par de macetas de alguna planta que no me pareció bien cuidada en el frente, la verdad a primera vista, no me agrado, eso sí, se veía una calle tranquila. pero que agradable sorpresa al ingresar, muy limpio, muy ordenado una estancia muy agradable con paredes muy altas en tablones de cerámica naranja grandes hasta el techo, y una chimenea acogedora, buenos sillones donde descansar, y sobre todo un gran colorido, “Las instalaciones gozan de figuras coloridas que hacen alusión a la cultura mexicana. ¡Me gustó eso!” ustedes entenderán, yo vengo de Alemania así que los colores me dejaron atontado. excelente atención, pero sobre todo tranquilidad, un gran respeto hacia la privacidad, te dejan tranquilo, no hay preguntadera, y eso me encantó, quería pasar lo más desapercibido posible. y sin duda ese hotelito, colmó mis expectativas de sobra, un saludo y un agradecimiento para ellos, sin duda un lugar para recomendar, si quieres paz y casi todo a mano, como dicen por allá, todo a la vuelta de la esquina.
El hostal era encantador en su simplicidad. Construido en estilo colonial, y detalles en madera, exudaba una calidez que le recordó por qué le gustaba tanto viajar. La recepción estaba atendida por una mujer de mediana edad que le dio la bienvenida con una sonrisa y le entregó la llave de su habitación.
“Bienvenido, profesor MASER. Su habitación está lista. Si necesita algo, no dude en pedirlo”, dijo en un inglés impecable.
KARL asintió y tomó la llave, agradecido por la amabilidad. Subió las escaleras de madera crujiente hasta su habitación. Al entrar, dejó caer su equipaje sobre la cama y se tomó un momento para apreciar la simplicidad acogedora del lugar. Desde la ventana, podía ver un pequeño patio interior lleno de plantas y flores, un refugio perfecto para relajarse.
Se sentó en la cama y sacó la libreta negra de cuero con la letra “B” en el centro. El viaje había sido largo, pero sabía que aún quedaba mucho por descubrir. Mientras se preparaba para sumergirse nuevamente en el código que Heinrich le había dejado, no podía dejar de sentir que cada paso lo llevaba más cerca de la verdad oculta bajo las piedras ancestrales de la Pirámide del Sol.
Antes de comenzar a descifrar el contenido de la libreta, se permitió unos minutos para respirar y planificar sus próximos pasos. Revisó nuevamente las notas que había tomado en el avión, asegurándose de que nada se le escapara. Sabía que el tiempo apremiaba y que la clave para desentrañar los secretos de la pirámide estaba más cerca de lo que jamás había estado.
TEOTIUACÁN.
La verdad pareciera que nadie sabe en realidad como se llama la ciudad. es decir, para nosotros los extranjeros se vuelve muy confuso, el taxista muy vivaracho me dice que se llama TEOTIHUACÁN de Arista, y bueno busco evidencias y si aparece ese nombre pero, la mayoría de los lugareños me hablan de sanjuán de TEOTIHUACÁN y que significa la ciudad de los dioses, pero me cuentan que hay un documento oficial que dice que por unas investigaciones recientes se sabe que no es la ciudad de los dioses sino la ciudad del sol; que ese nombre se lo pusieron en el siglo octavo los miembros de un pueblo venido de no sé dónde, pues no hay claridad, hay controversia de donde vinieron, y que este pueblo fue el que le puso el nombre, pues la cuidad ya “estaba construida” y había sido abandonada por quienes vivieron antes, es decir seguramente sus antiguos habitantes le tenían otro nombre, he encontrado referencia que le llamaban “puerta al cielo” o el “portal de los dioses” y claro de ese pueblo que estuvo antes del siglo octavo quienes eran, como dicen por aquí, “nian se sabe peladito”.
Claro; historias hay muchas, algunas sin sentido, otras de tradición oral, y otras más ocultas y que se hablan por lo bajo, en realidad no se sabe si son inventadas para atraer al turista o para desviar la atención a algo más importante.
me agradó la ciudad, limpia muy movida, gente en todas direcciones, cosa curiosa, nadie tiene afán, todos se lo toman con tranquilidad, el bus de las 8 sale a las 8 y media; no hay problema.
El Bosque de Chapultepec, Nace la intriga:
El sol de San Juan de TEOTIHUACÁN brillaba implacable mientras el profesor salía del hotel. Su camisa se pegaba a la espalda por el calor, y el aire vibraba con la energía de una ciudad que nunca dormía. El mapa en su mano temblaba ligeramente; El bosque de Chapultepec el lugar de la cita estaba a solo unos kilómetros.
El corazón del profesor latía como caballo desbocado. ¿Qué secretos ocultos aguardaban en las profundidades de la antigua estructura? ¿Por qué había sido citado aquí por dos extraños? La organización secreta, cuyos tentáculos se extendían por todo México, era un enigma. Se decía que controlaban los hilos del poder, manipulando gobiernos y ocultando verdades incómodas.
El miedo se entrelazaba con la emoción. Él sabía que estaba en peligro. La organización no toleraba intromisiones. Pero la sed de conocimiento lo impulsaba hacia adelante.
Cuando llegó al bosque, se plantó por un minuto frente a la gran reja negra de entrada vigilada por dos enormes leones que, claramente estaban fuera de lugar, no hay leones en México y nunca los ha habido; pero se veían realmente imponentes, majestuosos; abajo, a un costado un aviso del SEDEMA indicaba que un sector del parque estaba en mantenimiento.
bueno, ahora rumbo a la Fuente de Tláloc y debía buscar a diego rivera, no fue difícil llegar; la gente siempre amable le indicaba con lujo de detalles como llegar. encontrar a Diego Rivera; pan comido. ya conocía de su obra; en Alemania sus obras son motivo de estudio en muchas facultades de arte; pero definitivamente el tipo estaba loco, es decir es un verdadero genio, espectacular; ahora miraba el agua y escuchaba a lo lejos en no sé dónde, como el murmullo de un riachuelo que se me imaginó cristalino; aun tenia pegada a la espalda la camisa. una camisa azul claro, es la indumentaria que le pidieron llevara para poder reconocerlo, una camisa azul claro y pantalón blanco. pensó que vestido así todo el mundo estaría mirándolo, pero se sorprendió, había muchos pantalones blancos por todo lado, parece que aquí están de moda; sonrió.
Mientras miraba el agua dos turistas ya mayores se acercaron mientras tomaban fotos de todo. El anciano, con arrugas profundas y ojos astutos, le sonrió y le señalo el monumento.
Tiro tres o cuatro fotos.
Los ancianos se acercaron. el viejo estiró la mano para recibir el celular y con gesto suave rechazo el bolso colorido, mirándolo a los ojos le dijo
– “La pirámide no es solo un monumento antiguo”, susurró. “Es un portal. Los extraterrestres lo construyeron para comunicarse con nosotros”.
La mujer, un poco más joven, con una mirada feroz, mostró una insignia abriendo ligeramente su abrigo. “Somos los Guardianes de la Verdad”, dijo. “Nuestra misión es revelar lo que está oculto.
El viejo, tomándolo del brazo, señaló una banca justo en frente del mural de Diego Rivera y le dijo:
—Hijo, no todo son aulas de clase y laboratorios en las universidades —lo dijo con una risita mezclada con una tos seca—. Mira, en las sombras del mundo académico y los pasillos de las universidades más prestigiosas, existe una organización clandestina conocida como “Los Defensores de la Verdad”. Su misión: desentrañar los secretos ocultos que amenazan con cambiar la historia de la humanidad.
La doctora Elena Sinclair, una arqueóloga y científica norteamericana, lidera esta enigmática red. Ya la conocerás a su debido tiempo. Elena tiene un cabello oscuro y ojos penetrantes que denotan de inmediato una mente brillante y una pasión inquebrantable por la verdad. Ella ha dedicado su vida a descifrar los enigmas del pasado, y su obsesión la llevó a descubrir un mensaje cifrado en las antiguas inscripciones de la Pirámide del Sol en TEOTIHUACÁN, México.
Elena no trabaja sola. La organización tiene sucursales en todo el mundo, cada una dirigida por un especialista en su campo. En México, Elena Sinclair lidera personalmente un equipo de arqueólogos, lingüistas, matemáticos y varios investigadores famosos. Juntos, descifran jeroglíficos y desentrañan los secretos de las civilizaciones antiguas.
En Alemania, la sucursal está encabezada por el Dr. Markus Weber, un físico cuántico que busca conexiones entre la tecnología extraterrestre y los avances científicos modernos. Su laboratorio subterráneo en Berlín es un hervidero de teorías y experimentos. Weber es conocido por su capacidad para pensar fuera de los límites de la ciencia convencional, y sus investigaciones a menudo bordean lo imposible.
En Estados Unidos, la sede central se encuentra en un rincón olvidado de la Universidad de Stanford. Allí, la profesora Rachel Bennett, una experta en criptografía, trabaja incansablemente para descifrar los códigos que protegen los secretos ancestrales. Bennett ha descifrado algunos de los enigmas más complejos de la historia y su pasión por los códigos es igualada solo por su determinación de revelar la verdad.
—Es bueno que sepas que Elena tiene una hija que es una fiera. No querrás toparte con ella —continuó el viejo, con una chispa de respeto en sus ojos—. Se llama Lupe, una prodigiosa matemática, también forma parte de la organización. Lupe heredó la pasión de su madre por los enigmas y es la mente detrás de los algoritmos que desentrañan los mensajes codificados. A pesar de ser adoptada, su vínculo con Elena es inquebrantable, y aunque Elena es norteamericana, Lupe es y quiere seguir siendo mexicana.
Pero la joya de la corona es la sucursal en Egipto, dirigida por el Dr. Ahmed Al-Masri, un egiptólogo apasionado. Su equipo explora las pirámides y las tumbas, buscando pistas que conecten a los antiguos constructores con los extraterrestres. La leyenda dice que los faraones recibieron visitas de seres de otros mundos, y Los Defensores de la Verdad están decididos a demostrarlo. Al-Masri ha dedicado su vida a las tumbas del Valle de los Reyes, y sus descubrimientos han revolucionado la comprensión de la historia egipcia.
La organización se financia a través de donaciones anónimas de filántropos y universidades comprometidas con la búsqueda de la verdad. Pero también enfrentan amenazas de una sociedad secreta rival, los “Guardianes del Silencio”, que buscan mantener los secretos enterrados. Esta sociedad secreta opera desde las sombras, utilizando todos los medios a su disposición para impedir que Los Defensores de la Verdad revelen lo que ellos consideran peligrosos conocimientos prohibidos.
Elena y su hija Lupe, junto con sus aliados en todo el mundo, luchan contra el tiempo y las fuerzas oscuras que intentan silenciar la verdad. Los Defensores de la Verdad no solo buscan revelar el misterio de los extraterrestres, sino también proteger a la humanidad de las consecuencias devastadoras que podrían desencadenar. Cada descubrimiento, cada pieza de información desvelada, podría tener repercusiones incalculables para el futuro de la humanidad.
En las sombras, la red se reúne, decodifica y conspira. Cada miembro de la organización tiene un papel crucial en la compleja danza de información y secretos. Mientras el sol se pone sobre las pirámides, la verdad espera ser desvelada. Y así, en un pequeño rincón del mundo, un hombre mayor y un profesor universitario se preparan para un viaje que los llevará al corazón de uno de los mayores misterios de la humanidad, guiados por la incansable búsqueda de la verdad y la promesa de un futuro iluminado por el conocimiento.
Se levantó pesadamente del brazo de la dama que siempre guardaba silencio y miraba para todos lados
El profesor sintió un escalofrío; maldita sea, la camisa seguía pegada a su espalda.
Asintió, sintiendo la gravedad de su situación. ¿en qué lio se estaba metiendo? una risotada de los dos viejos, le sorprendió, reían como si acabaran de contar el mejor chiste de sus vidas, noto que varias personas miraron de reojo con evidente molestia, los viejos se alejaron del brazo riendo. que inteligentes, se escondían a la vista de todos, en un minuto nadie recordaría a dos viejos turistas riendo luego de ver las fotos que otro sujeto del montón les tirara con su viejo aifon. apretó el bolso de colores que aun tenia en la mano, lentamente tiro un par de fotos al agua de diego rivera, pidió a un par de señoras, evidentemente europeas que estaban cerca le tiraran una foto y se marchó en dirección contraria a los ancianos, las piernas le temblaban y seguía con la camisa pegada a la espalda.
Tenía ganas de abrir allí mismo el bolso de colores, pero en cambio, lentamente se alejó dispuesto a caminar los 20 minutos de regreso al fungi.
la camisa azul claro seguía fundida a su espalda y solo en ese momento se dio cuenta no era por el calor. sintió ganas de entrar al baño.
El Bolso de Colores y la segunda cita.
El profesor caminaba alejándose del bosque de Chapultepec, con el corazón acelerado. El sol se filtraba a través de las hojas, creando manchas de luz en el suelo. El aire estaba cargado de misterio y anticipación. ¿Qué contenía el bolso multicolor que los desconocidos le habían entregado?
El bolso era de un material extraño, suave al tacto, pero resistente. Los colores vibrantes parecían cambiar según la luz. El profesor lo sostenía con ambas manos, como si temiera que se desvaneciera en el aire.
Al llegar al hotel, franqueo la recepción con una sonrisa forzada. La habitación estaba en la parte de atrás, con vista a un pequeño jardín interior. Cerró la puerta tras de sí y se sentó en la cama. El bolso reposaba sobre la colcha, como un tesoro esperando a ser descubierto.
Con manos temblorosas, desató el cordón que cerraba el bolso. El interior estaba forrado con un material plateado, y en su centro yacía un antiguo pergamino. Las letras grabadas en él parecían pertenecer a un idioma olvidado. El profesor se preguntó si podría descifrarlo.
Junto al pergamino, encontró una serie de fotografías en blanco y negro. Mostraban excavaciones en la base de la Pirámide del Sol. Hombres con sombreros de ala ancha y picos trabajaban en la tierra. El profesor frunció el ceño. ¿Quiénes eran estos hombres? ¿Qué estaban buscando?
En el fondo del bolso, halló una memoria USB. Sin duda, contenía información crucial. también una libreta negra desvencijada y gastada por el uso, tenía una letra A repujada en el cuero, se notaba que era como un cuaderno de notas,. ya con algunas hojas medio sueltas, ya había visto una casi idéntica; fácilmente vio que estaba escrita en dos idiomas, inglés y alemán. ¿Sería la clave para desentrañar el enigma de la pirámide?
Un ruido afuera de su puerta le hizo erizar la piel; estaba jugando con candela, él ya lo había comprobado desde muy cerca. recordó cuando el profesor Hans Stoiber Murió en sus brazos con un estilete clavado en la espalda, y, quien en su agonía le entrego la nota que hoy lo tenía allí. en TEOTIHUACÁN. también le entrego una libreta casi idéntica a la que tenía en su mano en ese momento, solo que no tenía nada escrito, solo una serie de números y guiones que evidentemente era un código que debía que descubrir y develar.
Rápidamente miro por la ventana y vio a la pareja que había llegado casi al mismo tiempo con él y que se hospedaba en la habitación del frente, alejándose lentamente, a través del pequeño jardín, tomados de la mano. besándose.
Se dio cuenta que se estaba ahogando, se le había olvidado respirar, lentamente apoyo su espalda contra la pared y respiró lentamente. volvió a sentir ganas de ir al baño.
Nuevamente reparo en como la maldita camisa azul seguía pegada a su espalda. de un manotón se la quitó. arrojándola sobre la mesita que estaba en la habitación. se recostó en la cama mirando el bolso y su contenido, aun no quería revisarlo. no estaba listo, pero sabía que el tiempo apremiaba.
El profesor se sentía atrapado entre dos fuerzas opuestas: el gobierno que quería ocultar la verdad y la misteriosa organización internacional que haría cualquier cosa para evitar que se revelara el contenido del bolso. su colega muerto hace unos días en Berlín probaba que no estaban jugando y que estaban dispuestos a todo.
Su estómago con un gruñido que le pareció retumbaba en todo el hotel, le recordó que no había comido nada en todo el día. miro su reloj STOWA, un regalo de su padre ya muerto unos años atrás. faltaban casi dos horas para que se sirviera la cena en el hotel.
Sin saber cómo, se durmió; un sueño de vapor y sombras. un sueño sin descanso.
Abrió los ojos, le pareció escuchar un ruido en su puerta, aguardó en silencio en las sombras de su habitación; nada. estaba paranoico.
Se levantó lentamente, se puso una playera de los Doggers, y, tomando el bolso de colores lo arrojo bajo la cama. miro nuevamente su STOWA. – carajo, hace media hora que está abierto el restaurante. y se fue a cenar.
¿Qué decisiones tomaría el profesor? ¿Qué secretos se ocultaban en ese bolso multicolor? El destino de la humanidad podría depender de sus próximos movimientos.
El profesor KARL MASER estaba sentado en el restaurante, disfrutando de una cena tradicional mexicana. La atmósfera del lugar era cálida y acogedora, con luces suaves y música de mariachi tocando de fondo. A pesar de la tranquilidad del entorno, MASER no podía evitar sentirse inquieto. Había algo en el aire, una sensación de que estaba siendo observado.
Mientras saboreaba su platillo de mole poblano, MASER comenzó a observar a los otros comensales. Notó una pareja sentada en una mesa al otro lado del pequeño jardín. Era la misma pareja que se alojaba en la habitación frente a la suya en el hotel. La mujer, con su cabello oscuro y corto, y el hombre, de complexión atlética y mirada penetrante, parecían estar disfrutando de una conversación casual. Sin embargo, MASER no pudo evitar pensar que sus miradas se cruzaban con las suyas con demasiada frecuencia.
“Esa pareja… hay algo en ellos que no encaja,” pensó MASER mientras tomaba un sorbo de su bebida. “Parecen demasiado interesados en lo que hago.”
Apenas unos metros más allá, cerca de unas plantas que semi ocultaban su figura, un hombre vestido con un traje oscuro y una corbata discreta estaba absorto en su teléfono. Su postura era relajada, pero MASER notó que sus ojos se movían de vez en cuando, barriendo la sala con una precisión que denotaba algo más que simple curiosidad.
“¿Quién será ese hombre?” se preguntó MASER. “No parece un turista común. Está demasiado atento a su entorno.”
Mientras intentaba disfrutar de su cena, los pensamientos de MASER se desviaron hacia su madre, una talentosa pintora de vida salvaje de Puebla, México. Recordó las largas horas que pasaba observándola trabajar en su estudio, capturando con precisión y belleza la esencia de los animales que tanto amaba. Su madre había fallecido en un trágico accidente unos años atrás, dejando un vacío en su vida que nunca pudo llenar.
“Madre, ojalá pudieras ver en lo que me he convertido,” pensó MASER con tristeza. “Estoy viviendo una aventura que siempre soñé, buscando la verdad detrás de los misterios de la historia antigua, justo como tú siempre me alentaste a hacer.”
MASER había seguido los pasos académicos, convirtiéndose en un respetado profesor de historia antigua en Alemania. Sin embargo, su corazón siempre había pertenecido a las historias no contadas, a los misterios enterrados que los libros de texto ignoraban. La mezcla de su herencia alemana y mexicana le había dado una perspectiva única, combinando el rigor académico con una pasión ardiente por descubrir la verdad.
“Siempre supe que quería más que enseñar en un aula,” reflexionó MASER. “Quería ser un verdadero investigador de la historia, como decía mi colega. Y ahora, por azares del destino, estoy aquí, en TEOTIHUACÁN, a punto de desentrañar uno de los mayores misterios de la humanidad.”
El destino lo había llevado a TEOTIHUACÁN, la majestuosa ciudad de los dioses, para investigar los secretos de la Pirámide del Sol. Había recibido un mensaje por error, uno que revelaba secretos vetados por el gobierno mexicano y una organización secreta internacional. Este mensaje lo había puesto en el camino de una aventura peligrosa y emocionante.
“Estoy tan cerca de descubrir algo monumental,” pensó MASER con determinación. “No puedo dejar que esos extraños me detengan. Tengo que mantenerme alerta.”
La velada en el restaurante continuó, pero MASER no podía sacudirse la sensación de ser observado. Terminó su cena y se dispuso a regresar a la seguridad de su habitación, decidido a mantenerse vigilante y a continuar con su misión. Sabía que las respuestas que buscaba estaban al alcance de la mano, y estaba dispuesto a enfrentar cualquier desafío para revelarlas.
Mientras se levantaba para irse, echó un último vistazo a la pareja y al hombre con el teléfono. Sus miradas se cruzaron brevemente, pero MASER mantuvo la calma. Sabía que debía ser cauteloso, pero también estaba decidido a seguir adelante. Después de todo, su sueño de ser un verdadero investigador de la verdadera historia estaba más cerca de hacerse realidad que nunca.
Volvió lentamente. deteniéndose supuestamente a admirar la decoración, pero realmente quería ver si alguien lo seguía. nada.
Sin tocar el pergamino ni la libreta negra, coloco la usb en su Laptop de la manzanita y abrió la memoria 5 archivos Zip, todos clara e inequívocamente nombrados de la forma más sencilla posible: Zip 1 – Zip 2 – Zip 3 – Zip 4 y Zip 5. dramáticamente sencillo.
No había duda. un archivo texto y uno en formato de imagen; nombrados Zip 6 y Zip 7 respectivamente.
Respiro profundo, y…….doble clic.
Volvió a sentir ganas de entrar al baño. esta vez, también vomitó.
Aún tenía fresca en la memoria el momento en el que se vio enredado en este asunto.
Aquella tarde se dirigía sigilosamente al despacho de su colega y amigo quien lo había llamado repentinamente; escuchó su voz ronca y en casi en un susurro le dijo que lo vería en su despacho: date prisa. no entendía para que lo había llamado con tanta urgencia y sobre todo recomendándole máxima discreción y que entrara por la puerta de servicio, es algo fuera de lo normal, pero confiaba en su viejo amigo y así lo hizo.
El despacho del profesor Hans Stoiber estaba sumido en la penumbra. Las cortinas pesadas apenas dejaban filtrar la luz de la tarde. El aire olía a polvo y libros antiguos. con el corazón acelerado, empujó la puerta y entró.
Allí, en su escritorio, yacía el cuerpo de su colega, el Dr. Hans Stoiber. La sangre manchaba su camisa y se extendía por el suelo de madera. Un estilete, afilado como una aguja, emergía de su espalda. Stoiber gimió débilmente al ver a su colega y amigo.
—KARL … —susurró, la voz entrecortada por el dolor—. No hay tiempo. Escucha con atención.
El profesor se arrodilló junto a él, sintiendo la desesperación. Stoiber le entregó un papel arrugado y una libreta negra metida en una bolsa plástica. En el papel, las palabras estaban escritas con una caligrafía temblorosa:
“Pirámide de TEOTIHUACÁN. México. Encuentra a los Guardianes. Ellos tienen las respuestas. Cuidado con los Sombras.”.
un número telefónico,
un nombre: Ramón
una palabra: icniutli
Heinrich apretó el papel en su puño. Stoiber continuó:
—Los Guardianes son una antigua sociedad secreta. Protegen el conocimiento oculto sobre la pirámide. Pero hay otros que quieren mantenerlo en las sombras. No confíes en nadie. Ve a México. Encuéntralos. Descubre la verdad.
El profesor asintió, la mente girando. el profesor Stoiber cerró los ojos, y su respiración se volvió más débil. El joven que había saltado por la ventana era uno de los Sombras. ¿Qué oscuro secreto guardaba la Pirámide del Sol?
KARL MASER salió del despacho, el papel apretado en su mano; la libreta que tenía una letra B bien marcada en el cuero, reposaba en su bolsillo. El sol brillaba afuera, pero su mundo estaba lleno de sombras y peligro. Se dirigiría a México, enfrentaría a los Guardianes y a los Sombras. La verdad estaba esperando, y él estaba dispuesto a arriesgarlo todo para descubrirla.
De eso ya han pasado casi tres semanas. y ahora estaba en México y era claro que un gigantesco engranaje había empezado a girar.
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