‘El cazador de almas perdidas’. Creepy pasta 37.
Revelaciones y Alianzas en Pisac – El Honor de la Pluma Morada.
El sol ya estaba alto en el cielo cuando Drex, Diana, Tiranus, y Auxplex finalmente descendieron las últimas colinas que los separaban del campamento temporal de Oricalco. Las fuerzas de élite de Oricalco, aún en formación, vigilaban con atención el perímetro, asegurando que no quedara ninguna amenaza residual de la Muerte Plata. Pero, incluso entre la seguridad del campamento, la atmósfera estaba cargada de tensión y anticipación.
La Fría Bienvenida de Vambertoken.
El grupo fue recibido con respeto por los soldados de Oricalco, que hicieron una reverencia cuando vieron al Archiconde Vambertoken emergiendo de su tienda de campaña, protegido del sol por una gruesa capa negra. Vambertoken, como siempre, mantenía su expresión fría e impenetrable, pero sus ojos brillaban con un interés calculador mientras observaba al grupo acercarse.
—Bienvenidos—, dijo Vambertoken, su voz cortante como una hoja—. Veo que han completado su misión. La Muerte Plata ha sido erradicada.
Drex asintió, agotado pero satisfecho.
—Así es. Los Judgairmon han caído, y la Killa Rawa ha sido asegurada—, respondió Drex, entregando un leve resumen de la batalla.
Vambertoken esbozó una sonrisa que no alcanzó sus ojos.
—Excelente trabajo—, dijo con un tono de aprobación que parecía más dirigido a sí mismo que a los demás—. La Killa Rawa es un artefacto demasiado poderoso para dejarlo en manos equivocadas. No querríamos que algún vampiro Archiconde, por ejemplo, se hiciera con él.
La insinuación sarcástica no pasó desapercibida para nadie. Auxplex, sosteniendo la Killa Rawa con ambas manos, miró a Vambertoken con recelo. Sabía que el artefacto era peligroso, pero también sabía que no quería entregarlo, ni siquiera al Archiconde.
La Sagrada Pluma Morada.
Vambertoken observó la reticencia en los ojos de Auxplex y sonrió con un aire de superioridad. Lentamente, extendió su mano, revelando una pluma morada que descansaba en su palma. La pluma, pequeña pero increíblemente vívida, brillaba con un resplandor sagrado que hizo que todos los presentes contuvieran la respiración.
—Tal vez no lo sabías, Auxplex—, dijo Vambertoken con su habitual tono sarcástico—, pero he sido parte de las tribus de los Sabios Chamanes del Perú durante más tiempo del que podrías imaginar. Esta pluma morada fue entregada a mí por tu propio tatarabuelo hace 150 años. Desde entonces, he ocupado mi lugar entre los Sabios Chamanes de estas tierras.
Auxplex miró la pluma, sus ojos llenos de asombro e incredulidad. Sabía lo que esa pluma representaba. Era un símbolo de honor, de confianza y, sobre todo, de sabiduría. Solo aquellos considerados dignos por los ancianos chamanes podían recibirla, y su padre, el máximo chamán del Perú, siempre le había hablado de su importancia. Verla en manos de Vambertoken fue un golpe inesperado, uno que sacudió sus creencias más profundas.
—Mi… mi tatarabuelo—, murmuró Auxplex, tratando de procesar lo que acababa de escuchar.
Vambertoken asintió lentamente, disfrutando de la sorpresa en los ojos de Auxplex.
—Así es—, continuó—. He sido un aliado de las tribus durante más tiempo del que podrías imaginar. Y hoy, como ha sido tradición durante generaciones, mi papel sigue siendo el mismo: asegurar que los artefactos de gran poder, como la Killa Rawa, no caigan en manos equivocadas.
El Dilema de la Killa Rawa.
Auxplex, aunque asombrado por la revelación, no pudo evitar sentirse aún más reticente a entregar la Killa Rawa. Sabía que Vambertoken tenía un historial de manipulación y control, y no quería que el artefacto cayera en sus manos, sin importar el pasado que compartiera con su familia.
—Entiendo lo que estás diciendo—, dijo Auxplex lentamente—, pero este artefacto es peligroso. No sé si debería confiarlo a nadie, ni siquiera a ti.
Vambertoken, lejos de parecer ofendido, asintió con una expresión que parecía mezclar aprobación y desdén.
—Es natural que dudes—, dijo—. Pero no soy yo quien te pide que confíes en mí. Tu padre, el máximo chamán del Perú, quien ha sido mi aliado durante muchas décadas, entiende la importancia de lo que está en juego. Si quieres, puedes pedirle consejo.
Auxplex frunció el ceño, y con una mezcla de temor y respeto, sacó su teléfono para comunicarse con su padre. Los minutos que siguieron estuvieron llenos de un silencio tenso mientras Auxplex explicaba la situación y recibía una respuesta que parecía haberle afectado profundamente.
—Mi padre… mi padre dice que debo hacerlo—, dijo Auxplex finalmente, con voz temblorosa—. Dice que, como su hijo, mi deber es continuar la alianza que ha existido entre nuestra familia y tú, Vambertoken.
Vambertoken extendió su mano hacia Auxplex, esperando pacientemente mientras este le entregaba la Killa Rawa. Auxplex lo hizo con un visible conflicto interno, pero finalmente dejó que el artefacto pasara a las manos del vampiro Archiconde.
Vambertoken tomó la Killa Rawa con un aire de gran solemnidad. La examinó brevemente, sus ojos brillando con un conocimiento antiguo mientras revisaba su estado.
—Perfecto—, murmuró—. Parece que no ha sufrido ningún daño irreparable. Los poderes que encierra han sido sellados nuevamente. Esto asegura que no podrá ser utilizado por ninguna fuerza oscura en un futuro cercano.
Después de un momento, Vambertoken levantó la mirada y devolvió la Killa Rawa a Auxplex.
—Esta reliquia—, dijo—, pertenece a tu gente. No permitas que caiga en manos equivocadas nuevamente. Protege este artefacto con tu vida, Auxplex, como lo harían tus ancestros.
Auxplex recibió la Killa Rawa con una mezcla de alivio y respeto, sintiendo el peso de la responsabilidad que acababa de asumir.
Un Vínculo Reforzado.
La atmósfera en el campamento comenzó a relajarse después de esta intensa interacción. Drex observaba a Vambertoken con ojos llenos de desconfianza y admiración. La revelación del pasado de Vambertoken había cambiado su percepción del vampiro, pero también había reforzado su convicción de que, aunque Vambertoken era un aliado poderoso, no era alguien en quien confiar ciegamente.
Diana, siempre más pragmática, rompió el silencio con una sonrisa y una palmada en la espalda de Auxplex.
—Parece que siempre hay más de lo que vemos a simple vista—, dijo—. Pero al final del día, estamos juntos en esto. No importa cuántos siglos tengas de experiencia, seguimos siendo un equipo.
Tiranus asintió, su mirada pasando de Vambertoken a Auxplex y luego a Drex.
—La fuerza de un equipo no radica solo en sus habilidades individuales—, añadió—. Sino en cómo esas habilidades se combinan y complementan. Juntos, somos más fuertes de lo que cualquiera de nosotros podría ser solo.
Auxplex, aunque aún afectado por la revelación, esbozó una sonrisa agradecida. Sentía que su vínculo con Drex, Diana y Tiranus se había fortalecido. Habían pasado por una batalla difícil, y aunque sus caminos pronto se separarían, sabían que siempre podrían contar con los otros.
—Gracias—, dijo Auxplex, sus ojos brillando con sinceridad—. A todos ustedes. No habría podido hacer esto sin su ayuda. Y sé que no importa lo que venga después, estaremos listos para enfrentarlo.
Drex asintió, su expresión endureciéndose al recordar lo que todavía tenían que hacer.
—Tenemos que regresar a Colombia—, dijo—. Hay cosas que debemos resolver, y Maria nos está esperando.
El Encubrimiento de Oricalco.
Vambertoken, habiendo observado la interacción con su característica calma, intervino nuevamente, ahora con un tono más formal.
—Oricalco se encargará de encubrir todo lo que ha ocurrido aquí—, dijo—. El mundo no debe saber lo que ha sucedido en Pisac. Todo será restaurado a su estado original, como si nada hubiera pasado.
Drex no pudo evitar sentir una mezcla de alivio y preocupación ante esas palabras. Sabía que Oricalco era experto en mantener en secreto los eventos sobrenaturales, pero también comprendía que este encubrimiento era parte de una red mucho más grande de manipulaciones y silencios que mantenían el equilibrio entre las fuerzas ocultas del mundo.
Vambertoken se volvió hacia Drex, con una expresión que, aunque era fría, tenía un matiz de sinceridad.
—Tatiana ha terminado con las pequeñas células de la Muerte Plata que quedaban en Colombia—, informó—. La amenaza ha sido eliminada por completo. Puedes regresar a tu hogar con la certeza de que la Muerte Plata ya no será un problema.
Drex asintió, agradecido por la información, pero también sabiendo que el regreso a casa significaba enfrentar otros desafíos, tanto personales como profesionales. Aunque la batalla en Pisac había terminado, el mundo siempre tenía más complicaciones en la tienda.
El Legado de la Killa Rawa.
Antes de que el grupo se despidiera de Vambertoken y el campamento de Oricalco, Auxplex fue llamado por su padre, el máximo chamán del Perú. El anciano chamán, un hombre de apariencia imponente, pero con una calidez en su mirada que contrastaba con la severidad de su posición, recibió a Auxplex y a los demás en una tienda ceremonial que había sido erigida cerca del campamento.
—Hijo mío—, dijo el anciano chamán, su voz profunda y llena de sabiduría—, has hecho bien en confiar en los aliados correctos. La Killa Rawa ha sido un peligro, pero ahora está nuevamente bajo nuestra protección.
Auxplex, con la Killa Rawa en sus manos, inclinó la cabeza en señal de respeto.
—Padre, haré todo lo posible por protegerla—, respondió—. No permitiré que vuelva a caer en manos equivocadas.
El anciano chamán asintió con aprobación.
—Lo sé, hijo mío. Y por eso, la Killa Rawa permanecerá aquí, bajo mi cuidado, en el lugar donde pertenece. Tú regresarás a tus deberes con la certeza de que este artefacto sagrado estará seguro.
Auxplex, aunque aliviado, también sintió el peso de la separación. Sabía que entregar la Killa Rawa a su padre era lo correcto, pero también sabía que esa responsabilidad continuaría siendo parte de él, incluso si no llevaba el artefacto consigo.
El anciano chamán se volvió hacia Drex, Diana, y Tiranus, sus ojos mostrando un profundo respeto.
—Ustedes han demostrado ser verdaderos aliados—, dijo—. No solo han luchado por su causa, sino que han respetado nuestras tradiciones y protegido lo que es sagrado para nosotros. Por eso, siempre serán bienvenidos en estas tierras. La Killa Rawa ha encontrado su guardián, y nosotros encontramos nuevos amigos.
La Despedida y el Regreso a Casa.
Con la misión cumplida y las revelaciones asimiladas, Drex, Diana y Tiranus se prepararon para regresar a Colombia. El campamento de Oricalco se desmantelaba rápidamente, y Vambertoken, con su habitual eficiencia, organizaba la retirada de las fuerzas.
Antes de partir, Drex se acercó a Auxplex, extendiendo su mano.
—Esto no es un adiós—, dijo—. Estoy seguro de que nos volveremos a encontrar. Hay mucho más en juego en este mundo, y es bueno saber que tenemos amigos en lugares tan lejanos como Perú.
Auxplex tomó la mano de Drex, estrechándola con firmeza.
—Cuenten conmigo siempre—, respondió—. La lucha nunca termina realmente, pero con aliados como ustedes, sé que podemos enfrentarlo todo.
Diana y Tiranus también se despidieron de Auxplex, ambos sintiendo que habían formado un vínculo que trascendía la simple camaradería. Habían compartido una batalla intensa y habían aprendido a confiar el uno en el otro de maneras que solo podían entender aquellos que habían luchado codo a codo.
Finalmente, el grupo de Drex abordó el vehículo de Oricalco que los llevaría al aeropuerto para su regreso a Colombia. Mientras el vehículo se alejaba del campamento, Drex miró por la ventana, observando cómo el sol comenzaba a ocultarse detrás de las montañas peruanas.
Sabía que el viaje de regreso sería largo y que, una vez en Colombia, habría otras responsabilidades que enfrentar. Maria los estaba esperando, y había promesas que cumplir. Pero también sabía que, por primera vez en mucho tiempo, sentía que la balanza se inclinaba a su favor. Habían derrotado a la Muerte Plata, y aunque el costo había sido alto, el mundo era un lugar más seguro.
Un Nuevo Amanecer.
El avión que los llevaba de regreso a Colombia despegó con suavidad, dejando atrás las tierras de Perú y llevando consigo a los héroes que habían enfrentado una de las mayores amenazas sobrenaturales del continente.
Durante el vuelo, Drex reflexionó sobre todo lo que había aprendido en este viaje. Vambertoken era un aliado formidable, pero también uno que debía ser observado con cautela. Auxplex había demostrado ser un chamán digno de su herencia, y la revelación de que Vambertoken tenía la confianza de las tribus chamanes durante más de un siglo había sido un giro inesperado, uno que cambiaría la forma en que Drex veía la dinámica entre las fuerzas sobrenaturales.
Diana, sentada junto a él, parecía estar sumida en sus propios pensamientos, pero de vez en cuando le lanzaba una sonrisa, recordándole que, a pesar de todo, seguían siendo un equipo, fuertes y unidos.
Tiranus, por su parte, se había quedado dormido, agotado después de la intensa batalla y el esfuerzo telequinético que había utilizado. Aún así, incluso en su descanso, mantenía una apariencia de alerta, como si siempre estuviera preparado para lo que pudiera venir.
Mientras el avión surcaba los cielos nocturnos, Drex dejó que el cansancio lo venciera, sabiendo que, aunque el futuro era incierto, habían hecho lo correcto en Pisac. La Killa Rawa estaba a salvo, y con ella, uno de los mayores poderes que el mundo había visto.
El regreso a Colombia marcaba el final de una batalla, pero Drex sabía que las guerras más importantes estaban aún por librarse. Con sus aliados a su lado, y con la experiencia que habían ganado, estaba listo para enfrentarlas.
Gracias por acompañarnos en este viaje al terror. ¡Nos vemos en el próximo episodio!”
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