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El cazador de almas perdidas – Creepypasta 318.

Marcas al Amanecer.

La tenue luz del amanecer comenzaba a iluminar la habitación, pero Tatiana no estaba lista

para enfrentarse al día. Sabía que la jornada en la Purga sería agotadora, y antes de

enfrentarse a ella, necesitaba algo más. Su cuerpo aún ardía por las marcas de la noche

anterior, pero ese dolor no era suficiente. Quería más.

Drex se encontraba a su lado, observando a Tatiana con calma, pero con esa intensidad en

sus ojos que ella conocía tan bien. Ambos sabían que no había tiempo que perder, pero

también sabían que esos momentos eran cruciales para Tatiana. La urgencia del día solo

hacía que lo que compartían fuera más intenso.

—Hoy será duro, Drex, —murmuró Tatiana, su voz baja pero cargada de deseo—.

Necesito que me dejes algo más para recordar durante el día.

Drex asintió, ya entendiendo lo que ella quería. Sabía que Tatiana necesitaba sentirlo, que

las marcas en su piel le ayudarían a mantenerse fuerte mientras lidiaba con el caos de la

Purga. Sin dudarlo, la tomó con firmeza y la colocó sobre sus rodillas, sus nalgas

completamente expuestas. Tatiana dejó escapar un suspiro de anticipación, sabiendo que

él no se contendría.

La primera nalgada fue firme, enviando un calor inmediato a través de su piel. Tatiana cerró

los ojos, permitiendo que esa sensación se extendiera por su cuerpo. No era solo el dolor lo

que buscaba; era el placer que venía con cada contacto, la sensación de ser llevada al

límite, pero con el control absoluto que solo Drex podía darle.

—Más fuerte, —pidió Tatiana, su voz entrecortada mientras sentía el ardor crecer en sus

nalgas.

Drex obedeció sin dudar, aumentando la intensidad de las nalgadas. Cada vez que su mano

descendía sobre las nalgas de Tatiana, el calor y el dolor se mezclaban en una

combinación que la hacía temblar. Tatiana gemía con cada contacto, su cuerpo

respondiendo de inmediato a la mezcla de dolor y placer.

—No pares, —jadeó, aferrándose a las sábanas mientras la sensación de ardor se

intensificaba—. Haz que lo sienta todo el día.

Drex continuó, sin detenerse, sus manos recorriendo su piel con la precisión que solo él

podía manejar. Cada nalgada era más fuerte que la anterior, pero Tatiana no se quejaba. Lo

necesitaba, lo quería. El dolor se convertía en placer, y cada vez que su piel se enrojecía

más, más cerca sentía que estaba de llegar al clímax.

Tatiana sabía que su piel estaría marcada durante horas, y esa idea la excitaba aún más.

Sabía que esas marcas no eran solo un placer culposo, sino un recordatorio de lo que podía

soportar, de la fuerza que tenía para enfrentar el día.

—Más rápido, Drex, —jadeó Tatiana, sabiendo que el tiempo apremiaba, pero también

queriendo alargar ese momento tanto como fuera posible.

Drex, sin detenerse, inclinó su cuerpo hacia adelante, dejando que sus labios rozaran

suavemente la espalda baja de Tatiana. Sus manos continuaban trabajando, dejando una

sensación de ardor en su piel. Tatiana podía sentir cómo el clímax se acercaba, su cuerpo

temblando bajo el toque firme de Drex.

Tatiana, aún apoyada sobre las rodillas de Drex, sintió cómo su cuerpo seguía ardiendo

bajo las nalgadas. Cada impacto había sido un recordatorio de lo que necesitaba, pero

mientras su piel aún ardía, giró la cabeza hacia el reloj y vio que el tiempo se les estaba

escapando.

—No es suficiente, Drex, —dijo Tatiana con urgencia, su voz entremezclada con deseo y

la presión del tiempo—. Quiero más, pero casi no tenemos tiempo.

Drex la miró con esa calma controlada que siempre mantenía, pero en sus ojos brillaba algo

más. Sabía que no había mucho tiempo, pero también sabía exactamente lo que ella

quería. Sin decir una palabra, la tomó firmemente por las caderas y la acomodó sin

esfuerzo, levantándola ligeramente y colocándola en una posición que le permitía penetrarla

rápidamente.

Tatiana jadeó, sus manos aferrándose a las sábanas cuando sintió la fuerza de Drex dentro

de ella. No había tiempo para delicadezas. Ambos lo sabían. Drex comenzó a moverse con

intensidad, cada embestida llena de urgencia, mientras Tatiana trataba de maximizar cada

segundo que les quedaba. Sus caderas se movían al ritmo de él, apretando y respondiendo,

mientras el placer se acumulaba rápidamente, pero el tiempo seguía en su contra.

—Más rápido, Drex, —jadeó ella, su respiración entrecortada mientras su cuerpo

reaccionaba a la intensidad del momento.

Drex, sintiendo la presión, aumentó la velocidad y la fuerza de sus embestidas, sus manos

firmemente agarradas a las caderas de Tatiana. La piel de ella aún ardía por las nalgadas

anteriores, y cada movimiento hacía que su cuerpo temblara con el dolor y el placer

entremezclados. Tatiana sabía que el clímax estaba cerca, pero también sabía que tenían

que apresurarse.

Finalmente, cuando ambos llegaron al límite, Tatiana sintió cómo su cuerpo explotaba en

una ola de placer. Un gemido profundo escapó de sus labios, mientras Drex alcanzaba el

clímax al mismo tiempo. Sus cuerpos temblaron al unísono, y aunque sabían que el tiempo

seguía corriendo, ese momento de liberación fue suficiente para ambos.

Sin perder un segundo más, Tatiana se levantó rápidamente, aún jadeando por la

intensidad del encuentro. Drex se quedó mirándola por un segundo, sus ojos recorriendo su

cuerpo marcado, pero ambos sabían que no podían quedarse más tiempo allí.

—Debemos arreglarnos, —dijo Tatiana, mientras comenzaba a vestirse apresuradamente.

Pero antes de que pudiera ponerse completamente de pie, Drex se acercó a ella, sin perder

la oportunidad de darle una última serie de nalgadas.

Las nalgadas cayeron con fuerza, haciéndola soltar un grito ahogado de placer. Tatiana

se estremeció con cada impacto, el sonido de su piel enrojecida llenando la habitación.

—¡Drex! —jadeó ella, entre gemidos de dolor y satisfacción—. ¡Casi no tenemos tiempo!

Pero Drex sabía que esos últimos momentos la marcarían aún más. Cada nalgada era una

promesa, un recordatorio de lo que llevaban dentro.

Tatiana, con una sonrisa pícara en su rostro, se giró hacia Drex mientras se ajustaba la

ropa.

—Hoy usaré esa ropa interior especialmente delgada, —dijo, mientras se inclinaba para

recoger el resto de su ropa—. Cada paso que dé me va a recordar esto… y voy a

disfrutar cada segundo.

Drex, sabiendo exactamente lo que eso significaba, asintió. La idea de Tatiana caminando

todo el día, con su piel rozando el uniforme, llevando el recuerdo de lo que acababan de

compartir, lo excitaba más de lo que estaba dispuesto a admitir. Pero no podía evitar una

sonrisa mientras la observaba.

Mientras ambos se vestían, Tatiana rompió el silencio.

—Sobre la cacería de anoche… —comenzó ella, su voz algo más relajada ahora—. Esos

corazones que me comí… los pedacitos pequeños que arranco siempre me saben

mejor. No sé por qué.

Drex la miró, y por un momento, su habitual control pareció flaquear. Carraspeó antes de

hablar.

—Te ves… increíble cuando lo haces. —admitió él, su voz más baja de lo normal. Tatiana

lo miró con curiosidad, notando la leve incomodidad en su tono. Drex no solía hablar de sus

deseos más internos, pero en ese momento, parecía que algo en él cedía.

—¿Qué? —preguntó ella, inclinándose hacia él, sonriendo con picardía—. ¿Es un fetiche?

Drex frunció el ceño, pero no pudo evitar una leve sonrisa.

—No lo llamaría fetiche, —dijo, claramente incómodo—. Pero hay algo en cómo te ves

cuando lo haces…

Tatiana rió suavemente mientras terminaba de vestirse.

—Entonces… ¿te gusta verme comer corazones?

Drex desvió la mirada por un momento, antes de mirarla de nuevo. Sus ojos eran intensos,

pero ahora había una vulnerabilidad en ellos.

—Es algo más que eso, —admitió, con una voz más baja—. Es la forma en que te

mueves… cómo tomas esos pedacitos… No sé. Hay algo increíblemente atractivo en

ello.

Tatiana lo miró con interés, sonriendo con una mezcla de sorpresa y satisfacción.

—Bueno, Drex, ahora sé cómo mantenerte feliz en las cacerías.

Drex no dijo nada más, pero sus ojos lo decían todo. La complicidad entre ambos se había

profundizado aún más. Mientras se terminaban de arreglar para salir, Tatiana sabía que,

con las marcas que llevaba en su piel y con la promesa de ese roce constante con su

uniforme, Drex estaría pensando en ella durante todo el día, igual que ella en él.

Gracias por acompañarnos en este viaje al terror. ¡Nos vemos en el próximo episodio!”

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