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El Cazador de Almas Perdidas – Creepypasta 3

La Wicca de Caacupé

El Llamado a Caacupé

Después de los eventos que sacudieron el pequeño pueblo sin nombre, Drex Holcux sabía que su trabajo estaba lejos de haber terminado. La amenaza de las Wicca no había sido completamente eliminada; solo había tocado la superficie de un problema mucho más profundo. Sabía que tendría que enfrentarse a la fuente de ese mal, y que Caacupé sería el escenario donde todo se desataría.

Drex recibió el mensaje de María González poco después de dejar el pueblo. No necesitó leerlo dos veces para comprender la gravedad de la situación. Las brujas estaban concentrando sus fuerzas en Caacupé, bajo el liderazgo de una poderosa sacerdotisa que había logrado escapar de sus ataques anteriores. Esta vez, María no estaría sola; su hermana, Tatiana, también estaría involucrada.

Tatiana González, a diferencia de María, tenía un vínculo estrecho con la organización conocida como Oricalco. Aunque ambas hermanas compartían habilidades místicas y un profundo conocimiento de lo sobrenatural, Tatiana había elegido un camino diferente, más militarizado, y su relación con Drex había sido tensa desde el principio. Sabía que Tatiana lo consideraba poco más que una bestia incontrolable, y ese desprecio no hacía más que agudizarse con el tiempo.

Sin embargo, esta misión no estaba bajo la jurisdicción de Oricalco, lo que significaba que Tatiana necesitaba la ayuda de Drex, una realidad que debía ser difícil de aceptar para ella. Pero la amenaza que representaba la sacerdotisa Wicca era demasiado grande como para dejar que los resentimientos personales se interpusieran.

Drex se dirigió hacia Caacupé, con la determinación de cerrar este capítulo y de neutralizar la amenaza antes de que pudiera causar más daño. Sabía que el enfrentamiento sería brutal, pero también sabía que no podía fallar.

Llegada a Caacupé: El Reencuentro

La ciudad de Caacupé estaba envuelta en una inquietante calma cuando Drex llegó al atardecer. Las sombras de los edificios se alargaban en la luz menguante, y el ambiente estaba impregnado de una sensación de peligro inminente. Mientras conducía por las calles casi desiertas, Drex podía sentir la tensión en el aire, una tensión que solo se incrementaba cuanto más se acercaba al centro de la ciudad.

Finalmente, se detuvo frente a una casa antigua en las afueras, el lugar donde María había indicado que se encontrarían. Cuando salió de la camioneta, no pasó mucho tiempo antes de que María apareciera en la puerta, su rostro mostrando alivio al verlo.

—Drex, me alegra que hayas llegado —dijo María, su tono reflejando la urgencia de la situación—. Las cosas se están complicando más de lo que habíamos previsto.

Drex asintió, sabiendo que no había tiempo para rodeos. Pero antes de que pudiera responder, una figura emergió de las sombras detrás de María. Tatiana, con su cabello oscuro y su expresión severa, lo observaba con una mezcla de desagrado y desafío.

—Así que el gran cazador ha decidido bendecirnos con su presencia —dijo Tatiana, su tono ácido—. ¿Estás seguro de que puedes controlar tus instintos, lobo? No queremos que te conviertas en un problema más.

Drex la miró fijamente, sin dejarse provocar. Sabía que Tatiana siempre buscaba la manera de irritarlo, de poner a prueba su paciencia. Pero también sabía que no podía permitirse perder el control, no cuando había tanto en juego.

—Estoy aquí para cazar a la sacerdotisa, no para discutir contigo, Tatiana —respondió Drex con calma, aunque su voz llevaba un filo que no pasó desapercibido—. Así que hagamos esto rápido.

María intervino antes de que la situación pudiera escalar.

—Por favor, ambos —dijo, colocando una mano en el brazo de su hermana—. Sabemos que esto es más grande que nuestras diferencias. Necesitamos trabajar juntos si queremos detener a la sacerdotisa. Tatiana, Drex es nuestro mejor aliado en esto. Y Drex, necesitamos tu experiencia y habilidades más que nunca.

Tatiana soltó un leve suspiro, aunque no dejó de lado su hostilidad. Drex podía ver en sus ojos que, aunque relutante, Tatiana comprendía la necesidad de su presencia.

—De acuerdo —dijo Tatiana finalmente, cruzando los brazos—. Pero no olvides, lobo, que estoy observando cada uno de tus movimientos.

La Caza Comienza

La primera etapa de su misión era localizar el refugio de la sacerdotisa Wicca. Drex, junto con María y Tatiana, se dirigió hacia las colinas que rodeaban Caacupé, donde las brujas habían establecido un círculo de poder. Durante el camino, Tatiana no dejó de lanzar comentarios sarcásticos, criticando todo, desde la manera en que Drex caminaba hasta sus habilidades como cazador. A pesar de todo, Drex se mantuvo centrado en la misión.

—Deberías agradecer que estemos aquí para ayudarte, Holcux —dijo Tatiana mientras avanzaban por el bosque—. Sin nuestras habilidades, ya habrías caído en una trampa.

Para demostrar su punto, Tatiana usó una de sus habilidades místicas. Extendió su mano hacia un lobo que los observaba desde una distancia segura, sus ojos brillando con una luz sobrenatural. Drex reconoció la señal; Tatiana estaba proyectando su conciencia en el lobo, utilizando el animal como un conducto para su propio poder. El lobo se acercó, sus ojos brillando con la presencia de Tatiana.

—¿Ves? —dijo Tatiana, su voz saliendo de la boca del lobo—. A diferencia de ti, puedo controlar lo que soy. Tú, en cambio, estás a merced de la luna.

Drex no respondió, pero sus ojos se estrecharon. Sabía que Tatiana estaba tratando de provocarlo, de hacerle perder el control. Pero no iba a darle el gusto.

María, notando la creciente tensión, intervino de nuevo.

—Tatiana, ya basta —dijo, su tono firme pero conciliador—. Necesitamos enfocarnos en la misión. Hay más en juego que nuestras diferencias personales.

Tatiana se desvaneció del cuerpo del lobo, regresando a su propio cuerpo con una expresión de desdén.

—Como digas, hermana. Pero que quede claro: estoy aquí solo porque no hay otra opción.

El Refugio de la Sacerdotisa

Finalmente, llegaron a un claro oculto en el bosque, donde el aire se volvía denso con la energía mística. Las Wicca habían estado utilizando este lugar como un sitio de invocación, y Drex podía sentir el rastro de poder oscuro que impregnaba el área. Las piedras del círculo estaban cubiertas de símbolos grabados, y el suelo aún mostraba las marcas de los rituales recientes.

—Aquí es donde la sacerdotisa entrena a sus aprendices —dijo María en voz baja, observando el lugar con una mezcla de tristeza y determinación—. Está utilizando su poder para enseñarles hechizos que no pueden controlar, sabiendo que sus invocaciones se saldrán de control.

Drex asintió, comprendiendo el peligro que representaba esa situación. No solo era una amenaza inmediata para Caacupé, sino también una estrategia a largo plazo para desestabilizar la región.

—No podemos dejar que continúe con esto —dijo Drex, su tono firme—. Necesitamos encontrar a la sacerdotisa y neutralizarla antes de que cause más daño.

Tatiana asintió, aunque con una expresión endurecida.

—Estoy de acuerdo. Pero no será fácil. Esta mujer es poderosa, y no se enfrentará a nosotros directamente. Usará a sus aprendices como peones, sabiendo que no están preparados para lo que están invocando.

Drex apretó los puños, sintiendo la tensión en el aire. Sabía que la situación era peligrosa, pero también sabía que no podían retroceder ahora.

—Tenemos que movernos rápido —dijo Drex—. Si dejamos que se prepare, será mucho más difícil detenerla.

Tatiana asintió de nuevo, aunque el desagrado en sus ojos no se había desvanecido. Sabía que necesitaban a Drex, pero eso no hacía que le gustara más la situación.

—Entonces, vamos a cazar —dijo Tatiana, su tono desafiante—. Pero no bajes la guardia, lobo. Esta vez, la presa podría ser más peligrosa de lo que piensas.

Drex la miró fijamente, aceptando el desafío en sus palabras, y juntos avanzaron hacia el corazón del refugio de la sacerdotisa.

La Confrontación

Al adentrarse en el refugio, la energía oscura se intensificó. Drex podía sentir el pulso de poder que emanaba del centro del lugar, donde la sacerdotisa Wicca estaba preparando su próximo ritual. El ambiente era sofocante, cargado de una tensión que amenazaba con estallar en cualquier momento.

Cuando finalmente llegaron al centro del refugio, encontraron a la sacerdotisa rodeada de sus aprendices. Las jóvenes brujas, que claramente no comprendían el alcance de los

hechizos que estaban siendo obligadas a invocar, se veían asustadas y confusas. La sacerdotisa, en cambio, mostraba una calma peligrosa, con una sonrisa fría que no llegaba a sus ojos.

—Así que han venido a detenerme —dijo la sacerdotisa, su voz resonando en el claro—. Qué predecible.

Drex dio un paso adelante, su mirada fija en la mujer que tenía frente a él.

—Esto termina aquí —dijo Drex, su voz baja pero cargada de una amenaza implícita—. No permitiré que continúes con esto.

La sacerdotisa se rió, un sonido que no tenía alegría.

—¿De verdad crees que puedes detenerme, lobo? Mis aprendices pueden no estar listas, pero yo lo estoy. Y no dejaré que te interpongas en mis planes.

Tatiana, que había estado observando en silencio, dio un paso al frente, sus ojos brillando con una luz peligrosa—Estás jugando con poderes que no comprendes del todo —dijo Tatiana, con una voz que apenas contenía su desprecio—. Y cuando esto se te escape de las manos, no habrá nadie que pueda salvarte.

La sacerdotisa mantuvo su sonrisa, pero había una chispa de desafío en sus ojos.

—Eres arrogante, hija de Oricalco —respondió la sacerdotisa—. Crees que porque tienes acceso a conocimiento antiguo, puedes venir aquí y dictar lo que es correcto y lo que no. Pero yo he estudiado estas artes durante años, y sé lo que estoy haciendo.

María, que había estado en silencio, intervino para calmar las tensiones crecientes.

—No es necesario que esto termine en violencia —dijo María, su voz suave pero firme—. Sabemos que no quieres que tus aprendices sufran. Déjalas ir, y podemos resolver esto de otra manera.

Pero la sacerdotisa ya no estaba dispuesta a negociar. Con un gesto de su mano, las aprendices, que habían estado temblando de miedo, comenzaron a moverse torpemente hacia el centro del círculo. Era evidente que no estaban bajo su propio control, sino que estaban siendo manipuladas por la voluntad de la sacerdotisa.

—¡No! —gritó María, tratando de avanzar hacia las aprendices, pero Tatiana la detuvo con un brazo.

—Es demasiado tarde para ellas —dijo Tatiana, sus ojos fijos en la sacerdotisa—. Ya están bajo su control.

Drex sabía que el tiempo se estaba agotando. No podían permitir que la sacerdotisa completara el ritual que claramente estaba preparando. Con un movimiento rápido, desenfundó su chokuto y se lanzó hacia el centro del círculo.

La sacerdotisa lo vio venir y comenzó a cantar en un idioma antiguo, sus palabras llenas de un poder oscuro que hacía que el aire alrededor de Drex vibrara. Las aprendices, ahora completamente bajo su control, intentaron interceptarlo, pero Drex las esquivó con una agilidad sobrehumana. Sabía que no debía herirlas; eran víctimas, no enemigos.

Pero mientras esquivaba a las aprendices, la sacerdotisa comenzó a manifestar un poder más allá de lo que Drex había anticipado. Unas sombras comenzaron a materializarse alrededor del círculo, tomando formas que parecían surgir de las pesadillas más oscuras. Eran entidades invocadas por los hechizos que las aprendices habían lanzado sin comprender, y ahora estaban fuera de control.

Tatiana, viendo la gravedad de la situación, extendió sus manos y comenzó a recitar un contrahechizo, intentando disipar las sombras antes de que se volvieran demasiado poderosas. Pero incluso ella sabía que el tiempo no estaba de su lado.

—¡María! —gritó Tatiana, mientras luchaba por mantener el control de la situación—. ¡Necesitamos más tiempo!

María asintió y, con un gesto rápido, lanzó un hechizo que envolvió a las aprendices en una burbuja de energía protectora, separándolas de la influencia de la sacerdotisa. Aunque no podía liberarlas por completo, al menos había limitado su poder temporalmente.

Drex aprovechó el momento de distracción y lanzó un ataque directo contra la sacerdotisa. La chokuto cortó el aire y se dirigió hacia su objetivo con precisión mortal. Pero la sacerdotisa, anticipando el ataque, levantó una barrera mágica que desvió el golpe en el último segundo.

—¡Eres rápido, lobo! —se burló la sacerdotisa, aunque había una pizca de sorpresa en su voz—. Pero no lo suficiente.

Drex sabía que no podía dejarse intimidar. Volvió a atacar, pero cada vez que su espada se acercaba a la sacerdotisa, esta levantaba otra barrera o desataba un rayo de energía oscura para desviar sus ataques.

—¡Tatiana! —gritó Drex, necesitando desesperadamente apoyo.

Tatiana, con su energía agotándose, lanzó una última descarga de poder hacia la sacerdotisa, rompiendo una de sus barreras justo a tiempo para que Drex pudiera atravesar su defensa y cortar su túnica ceremonial. La sacerdotisa retrocedió, herida, pero aún no vencida.

—¡Esto no ha terminado! —gritó la sacerdotisa, y con un movimiento de su mano, las sombras que había invocado comenzaron a rodearla, envolviéndola en una neblina oscura que la ocultó de la vista.

Antes de que Drex pudiera reaccionar, la sacerdotisa se desvaneció en la oscuridad, dejando atrás solo el eco de su risa y las sombras que se disolvían lentamente en el aire.

Consecuencias y Retiro

El campo de batalla quedó en silencio, salvo por los gemidos de las aprendices, que ahora, liberadas del control de la sacerdotisa, caían al suelo, exhaustas y confundidas. Tatiana y María se acercaron a Drex, observando el lugar donde la sacerdotisa había desaparecido.

—Se ha ido —dijo Tatiana con un tono de frustración—. ¡La maldita se escapó!

Drex apretó los dientes, sabiendo que la misión no había sido un éxito completo. Habían detenido el ritual, pero la amenaza aún persistía. La sacerdotisa podría regresar, y esta vez estaría más preparada.

—Hicimos lo que pudimos —respondió María, intentando calmar a su hermana—. Al menos, hemos salvado a estas jóvenes. Eso cuenta para algo.

Pero Tatiana no estaba tan dispuesta a aceptar esa respuesta.

—Esto no es suficiente —dijo, mirando a Drex con desdén—. Deberías haber sido más rápido, más letal. Ahora ella está suelta, y quién sabe lo que hará a continuación.

Drex no respondió de inmediato. Sabía que Tatiana estaba enojada, pero también sabía que había hecho todo lo que estaba en su mano para detener a la sacerdotisa.

Fue entonces cuando María soltó un gemido de dolor y se llevó una mano al costado. Drex se giró hacia ella, viendo la mancha roja que comenzaba a extenderse por su ropa. Tatiana también lo notó y corrió hacia su hermana, su expresión de preocupación reemplazando su ira.

—¡María! —exclamó, arrodillándose junto a ella—. ¿Cuándo te hirieron?

María sonrió débilmente, su rostro pálido por la pérdida de sangre.

—Debió haber sido durante el enfrentamiento… No lo sentí hasta ahora.

Tatiana maldijo en voz baja y comenzó a aplicar presión sobre la herida para detener el sangrado.

—Tenemos que llevarte a un lugar seguro para que puedas sanar —dijo, su voz temblando ligeramente—. Esto es más grave de lo que parece.

Drex observó la escena en silencio, sintiendo una mezcla de culpa y frustración. Había intentado proteger a todos, pero aún así, María había resultado herida.

—Volvamos al pueblo —dijo finalmente Drex, su voz firme—. Necesitamos salir de aquí antes de que las cosas empeoren.

Tatiana asintió, sabiendo que Drex tenía razón. Con cuidado, ayudó a María a ponerse de pie, aunque la herida claramente le estaba causando mucho dolor. Drex se colocó al otro lado, apoyando a María mientras comenzaban el largo camino de regreso.

El regreso fue lento y silencioso, con la preocupación por la seguridad de María dominando los pensamientos de todos. Cuando finalmente llegaron al borde del bosque y vieron las luces de Caacupé a lo lejos, Tatiana dejó escapar un suspiro de alivio.

—Debemos descansar y planear nuestro próximo movimiento —dijo Tatiana, su tono más controlado pero aún cargado de tensión—. Pero primero, María necesita atención médica.

Drex asintió, sabiendo que la misión debía esperar hasta que María estuviera fuera de peligro.

Despedida y Promesa

De vuelta en la casa de Caacupé, Drex y Tatiana llevaron a María al interior, donde pudieron tratar su herida con más cuidado. Aunque la herida era seria, no parecía ser mortal, y Tatiana, con su conocimiento de primeros auxilios y magia curativa, logró estabilizar a su hermana.

—Necesitará reposo durante un tiempo —dijo Tatiana, sin apartar la vista de María—. No podremos hacer nada más hasta que se recupere.

Drex asintió, sabiendo que ahora todo dependía de la salud de María. Pero también sabía que la sacerdotisa seguía suelta, y que era solo cuestión de tiempo antes de que intentara algo nuevamente.

—Cuando María esté mejor, necesitamos estar listos para lo que venga —dijo Drex, su tono firme—. Esta no es la última vez que enfrentaremos a esa mujer.

Tatiana lo miró con seriedad, sin rastro de la hostilidad que había mostrado antes. Sabía que Drex tenía razón, y que, aunque le desagradaba admitirlo, necesitarían su ayuda nuevamente.

—Estoy de acuerdo —dijo Tatiana—. Pero primero, debemos asegurarnos de que María esté bien. Después de eso, podremos planear nuestro próximo paso.

Drex observó a María, que dormía profundamente, su rostro pálido pero tranquilo. Sabía que ella había sido crucial para evitar un desastre, y que necesitaban darle el tiempo necesario para recuperarse.

—Lo haré —dijo finalmente Drex—. Estaré esperando su llamada.

Tatiana asintió, y con eso, Drex se despidió en silencio, dejando la casa y dirigiéndose hacia la oscuridad de la noche.

Mientras caminaba hacia su camioneta, Drex reflexionó sobre lo que había sucedido. Habían evitado un desastre, pero la amenaza seguía latente. Sabía que su caza estaba lejos de terminar, pero también sabía que, pase lo que pase, estaba dispuesto a enfrentarlo.

La luna brillaba sobre Caacupé mientras Drex arrancaba el motor y se alejaba, dejando atrás a las hermanas González con la promesa de regresar cuando fuera necesario. Sabía que su camino lo llevaría a enfrentarse a más peligros, pero también sabía que tenía aliados en los que podía confiar.

Y mientras las sombras se alargaban en la carretera, Drex se preparó para lo que vendría, sabiendo que su caza estaba lejos de haber terminado.

Gracias por acompañarnos en este viaje al terror. ¡Nos vemos en el próximo episodio!”

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