El cazador de almas perdidas – Creepy pasta 81.
La Noche en el Templo.
La brisa de la noche soplaba suavemente sobre la Isla de Pascua mientras Drex y Tatiana caminaban de regreso al templo. Después de su encuentro con Alexia y las revelaciones sobre el tótem atlante, las emociones entre ambos estaban cargadas de tensión. Sin embargo, la oferta de Alexia de pasar la noche en el templo para descansar antes de que el líder llegara al día siguiente les brindaba una oportunidad única de detenerse un momento y procesar todo lo que estaba ocurriendo.
Alexia había sido extrañamente hospitalaria, mostrándoles la habitación donde pasarían la noche. Era un espacio amplio, adornado con símbolos arcanos y decoraciones que parecían hechas para bloquear cualquier sonido. La licántropa les explicó que el diseño de las habitaciones en el templo garantizaba que cualquier ruido dentro no escapara, asegurando privacidad total.
—Tendrán esta noche para ustedes —dijo Alexia con una leve sonrisa—. Descansen. Mañana, el líder les entregará lo que buscan.
Tatiana asintió, agradecida por la cortesía de Alexia, aunque sus emociones estaban enredadas entre el resentimiento y la gratitud. Sabía lo que Alexia significaba para Drex, pero también entendía que su relación con él era única, profundamente enraizada en todo lo que habían pasado juntos. Esta noche, en esa habitación completamente aislada, era una oportunidad para reconectar con Drex.
Cuando Alexia los dejó solos en la habitación, Tatiana suspiró y se acercó a Drex, sus ojos reflejando una mezcla de cansancio y deseo.
—Creo que necesitamos esto —murmuró Tatiana mientras sacaba dos frascos de pociones del interior de su chaqueta.
Drex arqueó una ceja, reconociendo los frascos de alquimia que habían usado en misiones anteriores. Estas pociones no eran simples estimulantes; estaban diseñadas para amplificar las emociones al máximo, intensificando cada sensación y pensamiento hasta un punto casi abrumador.
—¿Estás segura de que es una buena idea? —preguntó Drex, aunque en el fondo sentía el mismo impulso que Tatiana. Después de todo lo que habían pasado, una noche de pasión y conexión emocional podía ser justo lo que necesitaban.
Tatiana asintió, con una pequeña sonrisa en sus labios.
—Lo necesito, Drex. Necesito sentirte, a ti, no a tus dudas o a tu bestia interna. Quiero conectarme contigo. Y creo que tú también lo necesitas.
Drex tomó uno de los frascos y, sin decir una palabra, lo destapó. Tatiana hizo lo mismo con el suyo, y ambos bebieron el contenido en un solo trago. La poción tenía un sabor amargo, pero en cuestión de segundos, ambos comenzaron a sentir sus efectos.
La Fragilidad de Tatiana.
La poción hizo efecto rápidamente en Tatiana, mucho más rápido que en Drex, debido a su naturaleza humana. En cuestión de minutos, sus emociones estaban a flor de piel, su mente inundada por una oleada de deseo y vulnerabilidad. De repente, se sintió incapaz de contener lo que había estado guardando dentro durante tanto tiempo.
—Drex… —dijo Tatiana, su voz temblando ligeramente mientras lo miraba a los ojos—. Necesito decirte algo.
Drex, sintiendo la intensidad en su voz, se acercó a ella y le tomó las manos. Podía ver la lucha interna en sus ojos, la mezcla de emociones que estaba a punto de desbordarse.
—Dime, Tatiana. Estoy aquí.
Tatiana lo miró con una expresión de fragilidad que rara vez mostraba. Siempre había sido fuerte, calculadora, la estratega del equipo. Pero en este momento, bajo los efectos de la poción, dejó caer su guardia por completo.
—Tengo miedo, Drex —confesó, su voz quebrándose—. Tengo miedo de que, en el fondo, aún ames a Carolina. Cada vez que hablas de ella, siento que una parte de ti sigue aferrada a su recuerdo. Y me duele pensar que nunca seré suficiente para ti.
Drex sintió un nudo en el estómago. Sabía que la relación que había tenido con Carolina era importante, que había marcado su vida de una manera que ninguna otra lo había hecho. Pero también sabía que ahora era diferente, que Tatiana era su presente.
—Tatiana… —empezó Drex, pero ella lo interrumpió, sus ojos llenos de lágrimas.
—No puedo evitarlo. No puedo dejar de pensar que, si Carolina estuviera viva, tú estarías con ella y no conmigo. Y eso me destroza.
Drex sintió el dolor en sus palabras y la abrazó con fuerza. La poción amplificaba todo, desde el dolor hasta el deseo, y en ese momento sintió la necesidad de calmarla, de hacerle entender que sus temores no tenían fundamento.
—Carolina fue mi pasado —dijo Drex, su voz firme—. Pero tú eres mi presente, Tatiana. Lo que tengo contigo es real, es lo que me mantiene en pie cada día. Si sigo aquí, luchando, es por ti. Haré lo que sea necesario para proteger este presente, para protegerte a ti.
Tatiana sollozó suavemente en su pecho, sus emociones desbordadas por la intensidad de la poción y por la sinceridad de las palabras de Drex.
—¿Incluso usar el tótem? —preguntó Tatiana, levantando la mirada.
Drex sabía lo que implicaba esa pregunta. Sabía que usar el tótem atlante era una decisión peligrosa, pero si significaba proteger a Tatiana y su futuro juntos, no dudaría en hacerlo.
—Si es necesario para mantenerte a salvo, no dudaré en usarlo —respondió Drex, mirándola directamente a los ojos—. No me importa el costo si con ello puedo asegurarte un futuro seguro.
Tatiana, aún inundada por las emociones intensificadas de la poción, lo miró con deseo y amor profundo. Su fragilidad había sido expuesta, pero la seguridad que Drex le brindaba en ese momento era lo único que necesitaba.
La Bestia Lujuriosa.
Los efectos de la poción seguían creciendo, y mientras Drex y Tatiana permanecían abrazados, una chispa de lujuria comenzó a encenderse en Tatiana. Era como si una corriente eléctrica recorriera su piel, haciendo que cada caricia, cada roce, se sintiera como un fuego abrasador.
Tatiana dejó de llorar y, en lugar de eso, miró a Drex con una intensidad casi animal. Su deseo, amplificado por la poción, la hacía actuar con una urgencia que nunca había sentido antes. Sin pensarlo, lo empujó suavemente hacia la cama y se lanzó sobre él, sus labios encontrándose con los de Drex en un beso cargado de pasión y hambre.
Drex, sorprendido por la rapidez con la que la poción había afectado a Tatiana, sintió cómo la lujuria también comenzaba a aflorar en él. Sus manos recorrieron el cuerpo de Tatiana con una necesidad casi primitiva, respondiendo a su voracidad.
Los dos cuerpos se entrelazaron en una danza de deseo y pasión, y la habitación, que estaba aislada para que ningún sonido saliera, se llenó de gemidos y susurros de placer. Tatiana, completamente consumida por la poción, se movía sobre Drex con una ferocidad que rayaba en lo salvaje, su cuerpo buscando satisfacer cada deseo lujurioso que emergía de lo más profundo de su ser.
Drex, aunque afectado también por la poción, mantuvo un control suficiente para asegurarse de que Tatiana estuviera bien. Pero, al mismo tiempo, disfrutaba de la intensidad de sus emociones, de la forma en que la poción les permitía experimentar su amor y deseo de una manera más cruda, más real.
El Verdadero Propósito de Vambertoken.
En medio de este torbellino de emociones y lujuria, ambos comenzaron a darse cuenta de algo que hasta entonces había estado oculto bajo la superficie. La mente de Drex, nublada por el placer y la poción, comenzó a conectar los puntos. Vambertoken, el vampiro que los había enviado en esta misión, tenía un propósito oculto. No se trataba solo de recuperar el objeto sellado.
—Tatiana… —murmuró Drex entre jadeos, intentando aclarar sus pensamientos.
Tatiana, aún completamente sumergida en la pasión, se detuvo un momento, lo suficiente como para escucharlo.
—Vambertoken… él sabía lo que iba a pasar aquí —dijo Drex, su voz entrecortada—. Esta misión no es solo sobre el objeto. Quería que estuviéramos aquí… juntos, para que nuestra relación floreciera.
Tatiana, aún agitada por la poción, comenzó a procesar lo que Drex decía. Las piezas encajaban. Vambertoken sabía lo que estaba haciendo al enviarlos juntos en esta misión. Sabía que, al fortalecer su vínculo, él tendría más control sobre ambos. Sabía que, mientras estuvieran unidos emocionalmente, serían más fáciles de manipular.
—Quiere que dependamos el uno del otro —dijo Tatiana, comprendiendo finalmente las intenciones del vampiro—
Tatiana inhaló profundamente mientras las piezas comenzaban a encajar en su mente. Vambertoken no solo los había enviado a la Isla de Pascua para recuperar un objeto; su plan tenía un propósito más sutil y mucho más calculado. Mientras Drex la miraba con la respiración entrecortada, ella se dio cuenta de que todo esto era una estrategia para fortalecer el lazo entre ellos, para asegurarse de que su relación se volviera tan poderosa que serían incapaces de desobedecer al vampiro.
—Sabe que si estamos juntos… será más fácil controlarnos —susurró Tatiana, sus ojos entrecerrados por la mezcla de emociones y la lujuria que aún bullía en su interior.
Drex asintió. Ahora todo tenía sentido. Vambertoken había planeado este viaje, sabiendo que si él y Tatiana se afianzaban como pareja, el vampiro podría aprovechar ese vínculo emocional para asegurarse de que lo obedecieran. Era una manipulación brillante y perversa.
Pero mientras sus mentes brillantes comprendían la magnitud de la manipulación de Vambertoken, también sintieron una especie de liberación. Sí, tal vez el vampiro los había empujado en esta dirección, pero eso no cambiaba el hecho de que lo que sentían el uno por el otro era real, más fuerte que cualquier control externo.
Tatiana, con una mirada llena de pasión y determinación, tomó la cara de Drex entre sus manos.
—Que Vambertoken haga lo que quiera —dijo ella, su voz ahora más firme, más segura—. No me importa si quiere controlarnos o manipularnos. Lo que siento por ti es real, Drex. Si estar contigo significa ser parte de sus planes, entonces que así sea.
Drex sintió una mezcla de alivio y deseo incontrolable. La intensidad de la noche, la emoción amplificada por la poción, y la revelación de Vambertoken lo hicieron sentir una especie de libertad salvaje.
—No importa lo que él quiera —murmuró Drex, acercándose a ella—. Nada de eso importa mientras te tenga a ti. Lucharé por nosotros, por este amor. Si eso significa seguirle el juego a Vambertoken, lo haré, pero no porque él me controle, sino porque te amo a ti.
Tatiana, invadida por una lujuria ardiente y una conexión emocional más fuerte que nunca, dejó que sus emociones tomaran el control. Se lanzó sobre Drex con una voracidad que pocas veces había mostrado, y los dos volvieron a entregarse a la pasión de la noche, sus cuerpos entrelazados en una danza cargada de deseo y amor.
Esa noche, en la habitación insonorizada del templo, fue como un volcán de emociones, una explosión de amor, deseo y compromiso entre ellos. Ambos sabían que estaban siendo manipulados por fuerzas externas, pero en ese momento, eso no les importaba. Estaban juntos, y nada más era relevante.
A la Mañana Siguiente.
Cuando el sol de la mañana entró por las pequeñas aberturas de la habitación, los dos yacían en silencio, exhaustos pero tranquilos. La pasión de la noche anterior había disminuido, pero el vínculo que habían forjado era más fuerte que nunca. Tatiana se giró lentamente hacia Drex, sus dedos rozando suavemente su pecho.
—¿Qué vamos a hacer ahora? —preguntó Tatiana, su voz suave pero cargada de significado.
Drex respiró hondo, sabiendo que la misión aún no había terminado.
—Recuperamos el objeto, se lo entregamos a Vambertoken, y después decidimos qué hacer —respondió Drex—. Pero pase lo que pase, no dejaremos que él nos controle. Este vínculo es nuestro, no suyo.
Tatiana asintió, contenta con la respuesta, y juntos se levantaron para prepararse para el encuentro con el líder del templo.
El Encuentro con el Líder del Templo.
Poco tiempo después, Drex y Tatiana se encontraron de nuevo con Alexia, quien los guio hacia una sala central del templo donde el líder los recibiría. La energía en el templo era tranquila, pero cargada de poder. Cada paso que daban hacia la sala les recordaba que estaban en un lugar donde lo sobrenatural y lo antiguo convergían.
Cuando finalmente llegaron, fueron recibidos por un hombre de aspecto imponente, aunque su expresión irradiaba serenidad. Estaba vestido con túnicas antiguas, y aunque su apariencia era humana, Drex y Tatiana sabían que él no lo era.
—Bienvenidos —dijo el líder, con una voz suave pero llena de autoridad—. Alexia me ha hablado de ustedes, y sé por qué están aquí.
Tatiana y Drex intercambiaron miradas mientras el líder continuaba.
—Vambertoken ha pagado su deuda —dijo el líder, su tono un poco más frío ahora—. Y a cambio de eso, les entregaré lo que han venido a buscar. Sin embargo, que esto quede claro: este será el último trato que tengo con él. No quiero volver a escuchar su nombre en este templo.
Alexia, que permanecía cerca, se mantuvo en silencio, observando con atención cada palabra del líder. Había una historia entre él y Vambertoken que no estaba del todo clara para Drex y Tatiana, pero eso no les preocupaba en ese momento.
El líder extendió la mano y les entregó un pequeño cofre sellado. El objeto que tanto habían buscado estaba ahí, escondido bajo capas de sellos mágicos que impedían que lo vieran o lo tocaran directamente.
—Aquí está —dijo el líder—. No intenten abrirlo. Su destino no es para ustedes, sino para quien se los ha pedido. Llévenlo con cuidado y entréguenselo a Vambertoken.
Tatiana tomó el cofre con delicadeza, sintiendo el peso de la magia que lo envolvía. Aunque había muchas preguntas en su mente sobre lo que contenía, sabía que no era su lugar descubrirlo.
—Gracias —dijo Tatiana, inclinando levemente la cabeza en señal de respeto.
El líder les dedicó una última mirada, su rostro calmado pero lleno de advertencias no dichas.
—Cuando deseen, son bienvenidos a regresar a este templo. Pueden encontrar paz aquí, como muchos otros lo han hecho antes que ustedes.
Tatiana y Drex intercambiaron una mirada rápida. Aunque la oferta de paz era tentadora, ambos sabían que su destino estaba lejos de la tranquilidad de un retiro. El mundo exterior los llamaba, y aún quedaban muchas batallas por pelear.
Con una última reverencia, ambos se dieron la vuelta y comenzaron a caminar hacia la salida, con Alexia siguiéndolos de cerca.
La Llamada a Vambertoken.
Cuando salieron del templo, la mañana estaba en su punto más alto, y la luz del sol bañaba la Isla de Pascua con una calidez que contrastaba con la intensidad de las emociones que habían vivido la noche anterior.
Tatiana sacó su teléfono y marcó el número de Vambertoken. Después de unos segundos, la voz suave pero calculadora del vampiro respondió.
—¿Lo tienen? —preguntó Vambertoken sin preámbulos.
—Sí —respondió Tatiana—. Tenemos el objeto. Vamos de regreso.
Hubo una pausa al otro lado de la línea antes de que Vambertoken respondiera.
—Excelente. Los esperaré en Nazca. Hay algo más que quiero discutir con ustedes cuando lleguen.
Tatiana colgó el teléfono, su expresión volviéndose pensativa. Sabía que Vambertoken siempre tenía un plan, y aunque habían cumplido su parte, todavía quedaba mucho por resolver.
Drex, que había estado escuchando la conversación, se acercó a Tatiana y le tomó la mano.
—Lo enfrentaremos juntos —dijo Drex, sus ojos llenos de determinación.
Tatiana lo miró y asintió.
—Siempre juntos.
Con el cofre sellado en sus manos y un futuro lleno de incertidumbre, Drex y Tatiana se prepararon para lo que les esperaba en Nazca, sabiendo que su vínculo, aunque puesto a prueba, sería lo que los mantendría fuertes frente a cualquier manipulación que Vambertoken pudiera intentar.
Gracias por acompañarnos en este viaje al terror. ¡Nos vemos en el próximo episodio!”
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