El aire estaba lleno de emoción y expectativa en el gran salón de la Biblioteca Central. Era el día del Encuentro Cultural de Escuelas, un evento anual en el que varios colegios de la ciudad se reunían para celebrar diferentes expresiones artísticas, desde la música y la danza hasta el teatro y, por supuesto, la lectura. Este año, uno de los eventos más esperados era el concurso de lectura, donde los estudiantes más apasionados por los libros podían compartir sus obras favoritas y competir por un premio especial.
Entre la multitud de niños de diferentes escuelas, se encontraba Clara, una niña de doce años, del Colegio Nueva Esperanza. Clara no era la más habladora de su clase ni la que destacaba en deportes o arte, pero había algo que la hacía especial: su amor por los libros. Desde pequeña, Clara había encontrado en la lectura un refugio y una manera de viajar a lugares que nunca había imaginado. Cada vez que abría un libro, sentía que entraba en un mundo nuevo, lleno de aventuras y personajes fascinantes.
—Clara, ¿estás lista para el concurso de lectura? —preguntó su amigo Andrés, quien estaba inscrito en el concurso de dibujo.
—Creo que sí —respondió Clara, ajustando sus gafas—. Estoy un poco nerviosa, pero me emociona mucho compartir mi libro favorito.
Clara había elegido una novela juvenil que la había inspirado desde el momento en que la leyó por primera vez. Era un libro lleno de enseñanzas sobre la amistad, la valentía y la importancia de nunca rendirse, un mensaje que ella misma quería transmitir a los demás.
El evento comenzó con una introducción de los organizadores, quienes dieron la bienvenida a los participantes de todas las escuelas. El salón estaba decorado con coloridos estandartes de las diferentes instituciones, y los alumnos se paseaban entre las mesas de exposición, donde se mostraban proyectos culturales y artísticos de cada colegio.
—Este año, queremos celebrar el poder de la lectura —dijo la señora Ramírez, la organizadora principal—. Los libros nos permiten soñar, viajar y aprender. A través de ellos, las puertas del conocimiento y la imaginación se abren para todos nosotros.
Clara sintió una chispa de emoción cuando escuchó esas palabras. Sabía que tenía mucho que decir sobre cómo los libros la habían acompañado en momentos difíciles y cómo habían influido en su vida.
El concurso de lectura se llevaría a cabo en un escenario especial, donde los participantes leerían un extracto de su libro favorito y luego explicarían por qué esa obra era importante para ellos. Clara había practicado su presentación varias veces frente al espejo, pero aún sentía mariposas en el estómago al pensar en hablar frente a tanta gente.
—No te preocupes, lo harás genial —dijo Andrés, dándole un suave empujón para animarla—. Recuerda que hablas de lo que amas, y eso siempre sale bien.
—Gracias, Andrés —dijo Clara con una sonrisa—. Eso es lo que intentaré recordar.
Mientras tanto, otros participantes también se preparaban para sus momentos en el escenario. Había niños y niñas de diferentes escuelas, cada uno con su propio estilo y personalidad. Algunos estaban claramente nerviosos, mientras que otros parecían ansiosos por demostrar sus habilidades de lectura.
Clara observó a una niña de otra escuela, llamada Camila, que estaba repasando su libro con expresión decidida. Parecía tranquila, pero también concentrada. Camila era una de las participantes más reconocidas del concurso, ya que había ganado el año anterior. Clara sabía que sería una competencia difícil, pero en lugar de sentirse intimidada, decidió enfocarse en disfrutar la experiencia.
Cuando llegó el turno de Camila, la niña subió al escenario con confianza y comenzó a leer un pasaje de un libro de aventuras. Su voz era clara y expresiva, y cautivó al público con su interpretación. Al terminar, recibió una ovación de aplausos.
—Vaya, es muy buena —susurró Andrés, admirado.
—Sí, lo es —admitió Clara, sintiendo una ligera presión en su pecho.
Finalmente, el momento de Clara llegó. La señora Ramírez llamó su nombre y, con las manos un poco temblorosas, Clara subió al escenario, sosteniendo con fuerza su libro favorito. Respiró hondo y miró al público, compuesto por estudiantes, maestros y algunos padres que habían venido a apoyar a sus hijos.
—Hola a todos, mi nombre es Clara —comenzó, tratando de sonar tranquila—. Hoy quiero compartir con ustedes un libro que ha sido muy especial para mí. Se llama “El Jardín de los Sueños”, y es una historia sobre cómo la amistad y la valentía pueden ayudarnos a superar cualquier obstáculo.
A medida que Clara comenzó a leer un extracto del libro, su nerviosismo fue desapareciendo poco a poco. La historia, que había leído tantas veces en su habitación, fluía con naturalidad, y pronto sintió que estaba transportando al público a ese mundo mágico del que tanto disfrutaba.
Después de leer el extracto, Clara levantó la vista y continuó con su explicación.
—Este libro me enseñó que, aunque a veces podemos sentirnos solos o inseguros, siempre hay algo dentro de nosotros que nos da la fuerza para seguir adelante. A través de los libros, podemos aprender lecciones valiosas, explorar mundos nuevos y descubrir partes de nosotros mismos que no conocíamos. Por eso, para mí, la lectura ha sido como abrir una puerta a nuevas posibilidades.
El público la escuchaba en silencio, absorbido por sus palabras. Clara, que al principio había estado nerviosa, ahora se sentía segura de sí misma. Sabía que lo que estaba diciendo venía directamente de su corazón.
Al finalizar, Clara recibió aplausos cálidos, lo que le hizo sentir una gran satisfacción. Había logrado compartir su amor por la lectura con todos los presentes, y eso era lo que realmente importaba.
Cuando regresó a su asiento, Andrés la recibió con una gran sonrisa.
—¡Lo hiciste increíble! —exclamó—. ¡Estuviste genial!
Clara se sintió aliviada y feliz. Independientemente de los resultados del concurso, había logrado lo que se propuso: mostrarle a todos el poder que los libros tenían para abrir puertas y cambiar vidas.
Después de su presentación, Clara sintió una gran mezcla de emociones. Por un lado, estaba orgullosa de haber superado sus nervios y haber hablado desde el corazón sobre su amor por los libros. Por otro lado, la competencia seguía siendo intensa, y aunque había hecho lo mejor que podía, no estaba segura de cómo se comparaba con los otros participantes.
Mientras Clara esperaba los resultados junto a Andrés, la competencia continuaba. Otros estudiantes subieron al escenario para leer fragmentos de sus libros favoritos, algunos con voces fuertes y seguras, mientras que otros parecían tan nerviosos como ella lo había estado al principio. La lectura de Camila, la chica de la escuela rival, seguía en la mente de Clara. Había sido tan impresionante que no podía evitar sentir una pequeña sombra de duda.
—¿Crees que tengo alguna posibilidad de ganar? —le susurró a Andrés, mientras un niño de otra escuela leía un poema clásico.
—¡Claro que sí! —respondió Andrés, siempre positivo—. Hablaste desde el corazón, y eso es lo más importante. La gente lo notó, lo sentí.
Clara sonrió levemente, pero todavía le costaba sentirse completamente confiada. A lo largo del evento, observó cómo los demás competidores también ponían todo su esfuerzo en sus presentaciones. Cada lectura tenía algo especial, y Clara no podía evitar admirar el talento de sus compañeros.
Sin embargo, a medida que avanzaba la competencia, Clara comenzó a notar que algunas presentaciones, aunque técnicas y bien ejecutadas, carecían de la conexión emocional que ella sentía por sus libros. Los participantes que leían de manera perfecta, con voces claras y sin errores, parecían más centrados en la forma que en el fondo.
Cuando llegó el turno de un niño llamado Lucas, de una escuela cercana, su lectura fue impecable, pero cuando le pidieron que explicara por qué había elegido ese libro, su respuesta fue vaga.
—Me gusta este libro porque es popular —dijo simplemente, sin mucha pasión en su voz.
El jurado asintió educadamente, pero Clara pudo ver que no estaban tan impresionados como lo habían estado con otras presentaciones. Y fue en ese momento cuando Clara se dio cuenta de algo importante: más allá de la competencia técnica, lo que realmente importaba en el amor por la lectura era la conexión personal, la capacidad de sentir y compartir algo profundo con los demás.
Mientras pensaba en eso, Camila, la participante que había destacado por su habilidad, se le acercó durante el descanso. Clara no esperaba que hablara con ella, ya que la veía como una competidora fuerte, pero Camila sonrió de manera amistosa.
—Oye, lo hiciste muy bien —dijo Camila, con una calidez inesperada—. Me gustó mucho cómo hablaste sobre la importancia de la lectura en tu vida.
Clara, sorprendida por el gesto, le devolvió la sonrisa.
—Gracias, lo mismo digo. Tu lectura fue increíble. Parecías tan segura allá arriba.
—Sí, pero lo que dijiste me hizo pensar —continuó Camila—. A veces, me concentro tanto en la forma en que leo que olvido por qué elegí ese libro en primer lugar. Me encantan los libros, pero me diste una nueva perspectiva sobre cómo compartir ese amor con los demás.
Las palabras de Camila hicieron que Clara se sintiera más segura de lo que había logrado. A pesar de las diferencias en sus estilos, había una conexión entre ellas a través de la lectura. Ambas comprendían el poder que los libros podían tener en la vida de una persona.
—Supongo que a veces nos olvidamos de por qué comenzamos a amar la lectura —dijo Clara—. Es fácil enfocarse en hacerlo bien, pero lo importante es cómo nos hace sentir.
—Exactamente —respondió Camila—. Me alegra haber escuchado tu presentación. Me inspiraste a ser más honesta sobre por qué amo los libros.
El encuentro con Camila no solo le dio a Clara una nueva amiga, sino que también reforzó su confianza. Ya no se trataba de ganar el concurso, sino de lo que la lectura significaba para ella y para los demás. Los libros no solo eran historias en papel, eran puertas a emociones, experiencias y mundos que nunca hubiera conocido sin ellos.
El jurado continuó evaluando a los últimos participantes, y Clara y Camila compartieron algunos momentos más charlando sobre sus libros favoritos. Aunque venían de escuelas diferentes, habían encontrado un terreno común: su amor por las palabras y las historias.
Finalmente, los presentadores del concurso anunciaron que los jueces habían tomado una decisión. Todos los estudiantes se reunieron en el auditorio, y la señora Ramírez subió al escenario para hablar.
—Este año, la competencia ha sido especialmente difícil —comenzó—. Hemos visto presentaciones impresionantes y lecturas llenas de pasión. Pero lo que más hemos valorado es la capacidad de cada uno de ustedes para transmitir su amor por los libros, porque la lectura no es solo una habilidad técnica, es una experiencia que cambia nuestras vidas.
Clara respiró hondo, preparada para escuchar el veredicto final. Sabía que, independientemente del resultado, ya había ganado algo importante: la comprensión de que la lectura es mucho más que palabras en una página; es una conexión con uno mismo y con los demás.
Con el corazón latiendo rápidamente, Clara esperó mientras la señora Ramírez se preparaba para anunciar los ganadores del concurso de lectura. A su alrededor, los estudiantes intercambiaban miradas nerviosas y emocionadas. Aunque había dejado de preocuparse por ganar, Clara no podía evitar sentir cierta expectación por lo que estaba a punto de suceder.
—Como dije antes, lo que hemos valorado más que nada es la capacidad de los participantes para transmitir su amor por los libros —continuó la señora Ramírez, mirando a los estudiantes—. La lectura es una puerta hacia nuevos mundos, y hoy hemos visto cómo ustedes han logrado abrir esas puertas para todos nosotros.
Clara apretó las manos sobre su regazo, esperando pacientemente. Sabía que había hecho lo mejor que podía y que había sido honesta con su presentación, lo cual era lo más importante para ella. Recordó las palabras de Camila, quien también la había inspirado al resaltar la importancia de no solo leer bien, sino de conectar con lo que se leía.
—Este año, hemos decidido otorgar dos premios especiales —dijo la señora Ramírez, captando la atención de todos—. El primero es para la mejor interpretación técnica, por su habilidad para leer con claridad y precisión.
Clara escuchó el nombre de Camila cuando fue anunciado, y sonrió para sí misma. Sabía que Camila merecía ese reconocimiento por su impecable lectura. Camila subió al escenario con una sonrisa orgullosa, y recibió una medalla brillante que colgaba con orgullo alrededor de su cuello.
—Y ahora —dijo la señora Ramírez, girando hacia el público—, el segundo premio es el “Premio a la Conexión Emocional”, para el participante que mejor supo transmitir la importancia de la lectura en su vida y en la de los demás.
Clara escuchó su nombre, y por un momento no pudo creerlo. ¿Había ganado un premio por compartir su amor por los libros? Se levantó, sintiendo que sus piernas temblaban ligeramente, pero una enorme sonrisa cruzó su rostro mientras caminaba hacia el escenario.
Los aplausos llenaron el auditorio cuando Clara recibió su medalla, pero lo que realmente le llenó de alegría fue el reconocimiento de que había logrado algo especial. Al compartir su experiencia con los libros, había tocado el corazón de los demás y les había mostrado cómo la lectura podía abrir puertas en sus vidas.
Después de que los premios fueron entregados, los participantes se reunieron en el patio de la biblioteca para una pequeña celebración. Clara se encontraba hablando con Andrés, quien seguía emocionado por su triunfo.
—¡Sabía que lo lograrías! —dijo Andrés con entusiasmo—. ¡Hablaste tan bien sobre lo que significa la lectura para ti! Estoy muy orgulloso.
—Gracias, Andrés —respondió Clara, aún sonriendo—. La verdad es que no esperaba ganar, pero me alegra mucho que las personas valoren lo que la lectura significa para mí.
En ese momento, Camila se acercó, con su medalla también colgando en el cuello. Ambas se miraron y sonrieron, sabiendo que, aunque habían sido competidoras, compartían algo más profundo: el amor por los libros.
—Felicidades, Clara —dijo Camila, dándole un abrazo—. Te lo mereces. Tu presentación me hizo recordar por qué empecé a amar los libros en primer lugar.
—Gracias, Camila. Y tú también lo hiciste increíble —respondió Clara—. Creo que ambas aprendimos algo hoy: leer no se trata solo de hacerlo bien, sino de lo que sentimos al hacerlo.
Ambas niñas rieron, felices de haber encontrado en los libros no solo una forma de aprender y crecer, sino también una manera de conectar con los demás. El día había sido una celebración de la lectura, pero también de la amistad y el entendimiento.
Mientras las actividades del Encuentro Cultural llegaban a su fin, Clara caminó entre las mesas de exposición, observando los diferentes proyectos de las escuelas. Se sentía diferente, más segura de sí misma, como si al compartir su amor por los libros hubiera abierto una puerta no solo para los demás, sino también para ella misma.
Antes de irse, se despidió de Camila y de sus otros compañeros con la promesa de seguir compartiendo recomendaciones de libros y mantenerse en contacto. Clara se sentía agradecida no solo por el premio, sino por todo lo que había aprendido ese día.
—Los libros son realmente mágicos —pensó Clara mientras caminaba hacia la salida con Andrés—. No solo nos muestran nuevos mundos, sino que nos ayudan a entender mejor el nuestro.
Al regresar a casa, Clara colocó la medalla en su escritorio, justo al lado de su estantería llena de libros. Cada libro, cada historia, representaba una puerta a una nueva aventura, una nueva lección o un nuevo sentimiento. Y Clara sabía que, sin importar cuántas puertas se le abrieran en la vida, los libros siempre serían su mayor compañero y su mayor fuente de inspiración.
moraleja El amor por la lectura abre puertas.
Y colorín colorín, este cuento llego a su fin. bueno mis amables oyentes. ¡NOS VEMOS MAÑANA! CON UN NUEVO CUENTO CON MORALEJA.
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