El cazador de almas perdidas – Creepypasta 300.
La Jefe Ogro Rompe las Reglas.
El día en la sede de La Purga transcurría con la misma energía agitada de siempre. Anuel, como de costumbre, no dejaba de hablar sobre los planes para su próxima fiesta. Las bromas, los juegos y las anécdotas que prometía hacían que las risas llenaran la sala del equipo de Lía.
—¡Esta fiesta va a ser la mejor del siglo! —gritaba Anuel, con una sonrisa de oreja a oreja—. ¡Tres licántropos, Violeta más afilada que nunca, y Lía por fin dispuesta a soltarse! —Rió con esa típica explosión de energía que la caracterizaba—. No puedo esperar para ver todo lo que va a pasar.
Pero mientras la emoción se apoderaba de la mayoría, Óscar, el novio de Lía, no podía evitar sentirse algo inseguro. Desde que se había convertido en vampiro hacía menos de un año, aún le costaba encontrar su lugar en el equipo, y pensar en estar en una fiesta con tres licántropos lo incomodaba profundamente.
—¿De verdad es buena idea tener a tres licántropos en tu fiesta, Anuel? —preguntó Óscar, su tono de preocupación contrastaba con el ambiente alegre—. No sé, no termina de convencerme… especialmente cuando yo mismo apenas controlo mis instintos a veces.
Anuel soltó una carcajada, completamente despreocupada como siempre.
—¡Oh, por favor, Óscar! —respondió Anuel sin perder el ritmo—. No seas tan tenso. Vamos, ¡eres vampiro! Además, si puedes lidiar con Lía, créeme, sobrevivirás a esto. —Le lanzó una mirada cómplice a Lía, que se mantenía en silencio, observando la conversación con una sonrisa oculta.
Drex, que hasta ese momento había estado escuchando desde un rincón, se mantuvo en silencio, pero no pudo evitar sonreír al ver la naturalidad con la que Anuel dominaba la situación. Claro, Anuel no era alguien que supiera de límites, y mucho menos cuando se trataba de fiestas.
—Drex, dime algo —dijo Anuel, de repente, girándose hacia él con los ojos brillantes de entusiasmo—. ¿No vas a traer a la Jefa Ogro a mi fiesta? —La sonrisa pícara en su rostro era inconfundible—. ¡Dime la verdad! ¿Es que acaso ya tienen una fiesta privada planeada entre ustedes dos?
Antes de que Drex pudiera responder, la puerta se abrió y Tatiana, la Jefa Ogro, entró en la sala con su paso firme y seguro. La sala entera pareció detenerse por un instante al notar su presencia. Pero a diferencia de otras ocasiones, Tatiana no estaba molesta por los comentarios de Anuel. Al contrario, una sonrisa juguetona se dibujó en sus labios, algo que sorprendió a todos los presentes.
Drex ya sabía lo que venía, y decidió no intervenir, dejando que Tatiana manejara la situación a su manera.
—¿Qué dices, Anuel? —dijo Tatiana mientras se acercaba a ella con una calma peligrosa—. ¿Una fiesta privada?
Antes de que Anuel pudiera responder, Tatiana se inclinó rápidamente y le robó un beso en los labios, atrapándola completamente desprevenida. Anuel, la mujer que nunca había mostrado un atisbo de vergüenza o duda, quedó congelada. Un rubor intenso subió por sus mejillas, y por primera vez, Anuel no supo cómo reaccionar.
La sala entera quedó en silencio, salvo por una risa aguda que se escapó de los labios de Violeta, quien parecía disfrutar cada segundo del espectáculo.
—¿Qué… qué fue eso? —murmuró Anuel, sus ojos abiertos de par en par. Era la primera vez en mucho tiempo que alguien había conseguido ponerla incómoda, y por supuesto, Tatiana era la única capaz de hacerlo.
Tatiana, aún con esa sonrisa juguetona, se apartó de Anuel y dijo con tranquilidad:
—No iremos a tu fiesta, Anuel, porque no hay nadie allí que pueda seguirnos el ritmo. Ni siquiera tú. —Tatiana hizo una pausa y añadió en voz baja—. Créeme, si vinieras a nuestra fiesta, no podrías soportarlo.
La sonrisa de Tatiana tenía un toque de picardía, y eso solo hizo que Anuel se sintiera aún más desconcertada. Por primera vez, la reina de las fiestas se encontraba en una situación donde no tenía el control.
Violeta, desde su rincón, soltó una risa irónica.
—Oh, esto es demasiado bueno. —dijo Violeta, cruzándose de brazos mientras disfrutaba del momento—. ¿Qué pasa, Anuel? ¿Te sonrojaste? ¿O es que la Jefa Ogro te robó el protagonismo?
Anuel, intentando recomponerse, soltó una risa nerviosa.
—Bueno, bueno… No me esperaba eso. —Anuel se encogió de hombros, recuperando lentamente su actitud desenfadada—. Pero… ¡oye! Sigo siendo la reina de las fiestas, ¿verdad?
Tatiana, sin embargo, se había acercado por un motivo más importante. Con su tono más serio, se dirigió directamente a Lía y al resto del equipo.
—Dejando las bromas a un lado, estoy aquí por un asunto oficial. —Tatiana miró a Lía, quien ya se había incorporado de su asiento—. Vambertoken y Asha me pidieron que te transmitiera un mensaje, Lía. No están completamente satisfechos con cómo capturaste al prisionero misterioso, pero me pidieron que te diera una felicitación oficial.
El silencio volvió a apoderarse de la sala. Lía parpadeó, desconcertada.
—¿Felicitación? —preguntó, como si esa palabra no tuviera sentido en el contexto de su vida—. Eso no ocurre… nunca.
Tatiana asintió, con un toque de orgullo en su voz.
—Es la primera vez en nueve siglos que ocurre algo así. Felicitaciones, Lía. Has demostrado un trabajo en equipo que no se había visto antes. Y todo se debe a tu equipo. —Tatiana miró a Violeta, Óscar, y Anuel—. No fue solo tu logro, fue el esfuerzo de todos ustedes. Y Vambertoken lo reconoce.
Lía permaneció en silencio, asimilando lo que acababa de escuchar. Mientras tanto, Anuel, que ya había recuperado su actitud habitual, alzó las manos al aire con entusiasmo.
—¡Esto es increíble! —exclamó Anuel, con una sonrisa—. ¡Ahora tenemos otra razón más para que esta fiesta sea inolvidable! —Le lanzó una mirada a Lía—. Tú, Lía, eres oficialmente la estrella de la noche. ¡No puedes faltar!
Lía, aún procesando la felicitación inesperada, dejó escapar una pequeña sonrisa.
—No te preocupes, Anuel. Esta vez no pienso faltar.
Antes de salir de la sala, Tatiana se acercó a Drex, su mirada cargada de una intensidad que solo él conocía. Sin decir una palabra, lo tomó por el cuello y lo besó con una pasión que dejó a todos en la sala conteniendo la respiración. No fue un beso tímido ni reservado, sino uno que hablaba de la complicidad y la fuerza de su relación. Al separarse, Tatiana le sonrió, pero antes de dar media vuelta, levantó ligeramente la mano, dejando ver el anillo con un rubí carmesí en su dedo. Un gesto silencioso, pero cargado de significado.
Drex le devolvió la sonrisa, mientras ella, con esa seguridad implacable, se alejaba de la sala sin mirar atrás. Toda la habitación quedó en silencio por unos segundos, procesando lo que acababa de pasar.
Lía, aún impactada por la felicitación inesperada de Vambertoken, inhaló profundamente antes de dirigirse al grupo. Nunca había recibido elogios en su vida, y menos en nueve siglos, pero sabía que la misión casi se arruina por su culpa, y era su equipo el que la había salvado.
—Quiero… agradecerles —dijo Lía, manteniendo su tono firme, pero con un toque de vulnerabilidad—. Sé que casi arruiné todo, pero ustedes me respaldaron. Sin ustedes, esto no habría sido posible. —Hizo una pausa, mirando a Violeta, Óscar y Anuel—. Gracias por salvarme.
El grupo asintió, sabiendo que esas palabras significaban más de lo que Lía normalmente permitía mostrar.
Anuel, que aún trataba de recomponerse del beso que le había robado Tatiana, se sacudió el desconcierto y, con su típica audacia, lanzó una mirada desafiante a Drex.
—Espera, espera… —dijo Anuel, con una sonrisa traviesa—. ¿Qué pasó anoche entre ustedes dos? La Jefa Ogro nunca está tan de buen humor, y ahora me has dejado en ridículo en mi propio juego. —Las risas volvieron a llenar la sala—. Vamos, Drex, ¿qué hiciste?
Violeta, Óscar, y Lía se giraron hacia Drex, con miradas curiosas. Todos querían saber qué había transformado a Tatiana en alguien tan… diferente.
Drex sonrió, dándose cuenta de que la atmósfera juguetona de Tatiana había logrado contagiarlo también. Decidió que podía jugar un poco con la intriga que se había generado.
—Bueno, Anuel —dijo Drex, con un brillo en los ojos—. La noche empezó cazando a cinco personas, arrancando sus corazones y comiéndolos. Eso nos abrió el apetito para el resto de la velada. —Hizo una pausa, sabiendo que todos estaban escuchando atentamente—. Si estás lista para una noche así en tu fiesta, avísame. Así es como empieza una verdadera noche de licántropos.
El silencio se rompió con una carcajada ahogada de Anuel, quien apenas podía procesar lo que acababa de escuchar.
—¡¿Cinco corazones?! —exclamó, con los ojos muy abiertos—. ¡Oh Dios, y tengo a tres licántropos en mi fiesta! ¡Esto va a ser increíble!
Anuel se giró hacia el resto del grupo, aún asombrada por lo que Drex había descrito.
—¡Y no solo eso! —continuó, con la misma energía desbordante—. Lía, Óscar, Violeta… y hasta Raúl ya me confirmaron que vendrán. —Sonrió con picardía—. También habrá otros 30 vampiros, 7 humanos… ¡y dos de Oricalco que ni siquiera sabemos qué son! Esto… esto va a ser la mejor fiesta de todas.
Drex, con una sonrisa tranquila, observó cómo la emoción de Anuel subía a un nuevo nivel, mientras en la sala todos procesaban la revelación de lo que había sido una noche típica para un licántropo. El tono relajado y juguetón que Tatiana había dejado a su paso continuaba influyendo, y la expectativa por lo que vendría en la fiesta de Anuel solo crecía.
El silencio que había seguido a la explicación de Drex se rompió de nuevo, pero esta vez fue Óscar quien, fiel a su estilo despreocupado y con un toque de ironía, tomó la palabra. Se rascó la cabeza, y con una sonrisa torcida, se giró hacia Anuel, claramente divertido, pero también un poco preocupado.
—Oye, Anuel… —dijo, sacudiendo ligeramente la cabeza—. Si vas a tener a tres licántropos en esa fiesta, creo que deberías estar muy pendiente de que no se terminen comiendo a los humanos, ¿no? —Hizo una pausa dramática, levantando las cejas—. Digo, ya sabemos cómo empieza una verdadera noche de licántropos…
La sala estalló en risas, con Anuel y Violeta riendo más fuerte que nadie. Lía se llevó la mano a la frente, incapaz de ocultar su sonrisa mientras sacudía la cabeza. Óscar, siendo el ex pandillero que era, sabía exactamente cómo ponerle el toque justo de sarcasmo y burla a la situación, aunque en el fondo, su advertencia no estaba del todo fuera de lugar.
Anuel, con las lágrimas saliéndole de los ojos de tanto reír, golpeó ligeramente a Óscar en el brazo.
—¡Ay, no me digas eso! —dijo, secándose las lágrimas—. Ahora voy a tener que marcar bien a los humanos para que no terminen en el estómago de alguno de estos cazadores profesionales… —La risa aún le sacudía los hombros—. Pero, oye, con lo intensa que será la noche, ¿quién sabe?
Óscar se encogió de hombros, sonriendo con complicidad.
—Solo te digo… Ya te veo peleando con Tiranus para que no use a un humano como aperitivo. ¡Eso sí sería un show digno de ver! —Soltó otra carcajada, claramente disfrutando del caos potencial que se imaginaba en esa fiesta.
Drex sonrió al escuchar la conversación, sin poder evitar su propia risa. Sabía que las palabras de Óscar eran medio en broma, pero también medio en serio. El ambiente relajado entre todos hacía que la expectativa por la fiesta de Anuel creciera aún más, ahora con el detalle añadido de tener que “proteger” a los humanos invitados.
Anuel, con su energía habitual, sacudió la cabeza aún riendo.
—Pues entonces tendré que ponerme a hacer una lista de no comestibles para la fiesta… —dijo, claramente bromeando—. ¡Si quieren sobrevivir, más les vale estar en esa lista!
Las risas continuaron en la sala, y aunque había un toque de ironía en todo, la verdad era que esa noche prometía ser todo un espectáculo… especialmente con tres licántropos de por medio.
Lía, finalmente recuperando la compostura, se volvió hacia Óscar, aún con una sonrisa en los labios.
—Tú siempre con tus advertencias oportunas… —murmuró, sacudiendo la cabeza—. Aunque, debo admitir, con todo lo que hemos escuchado hoy… tal vez deberíamos estar un poco preocupados.
Óscar le guiñó un ojo, manteniendo su actitud relajada.
—Nah, Lía. Solo mantente cerca de los vampiros. Nos llevamos mejor con los humanos… la mayoría de las veces.
Gracias por acompañarnos en este viaje al terror. ¡Nos vemos en el próximo episodio!”
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