La Cámara de la Máquina, El Comienzo del Fin.
KARL se despertó de pronto, miró su Stowa, las 7 de la mañana. Lupe dormía a su lado vestida. Sentía tenía un suave olor a vino.
La verdad él no se dio cuenta a qué horas ella llegó, ya no le importaba.
Se levantó y se metió en la ducha. El agua fría lo termino de despertar, sintió como la puerta se abrió y entro Lupe desnuda y con una sonrisa en el rostro.
Mientras Lupe se bañaba le llegó esa vana y sutil sensación de que algo andaba mal, realmente ella estaba cansada de la noche de amor con Amir, y no tenía ganas, pero sería raro que no buscara a KARL y no quería atraer sospechas. Pero era la segunda vez que el la rechazaba, alguna luz de alerta brillaba en su interior, nunca la había rechazado en la ducha. Pero seguro eran exageraciones de ella, la verdad si era tarde; y estos últimos días habían sido muy estresantes y duros, era lógico que él no quisiera. Sacudió su cabellera. – deja de hacerte ideas locas, todo está bien; se dijo así misma y escuchó a KARL pidiéndole se diera prisa.
El auto ya los esperaba hacia unos minutos, salieron riendo, extrañamente KARL se sintió liberado, ya no le importaba lo que hiciera Lupe. Esta noche terminaría con esta tontería. Necesitaba concentrarse.
El equipo estaba ansioso por desvelar los secretos de la sexta y última tabla. Se habían reunido en el laboratorio, rodeados por las otras tablas ya traducidas y el enigmático cubo. La atmósfera estaba cargada de expectación, pues todos sabían que esta tabla podría contener las respuestas definitivas.
Sara tomó la sexta tabla con cuidado y comenzó a descifrar los antiguos símbolos. Poco a poco, las palabras empezaron a tomar forma.
“Esta tabla describe los pasos para abrir la cámara secreta”, anunció Sara, su voz temblando ligeramente por la emoción. “Dice que dentro de la cámara se encuentra el mecanismo que puede salvar al mundo, pero para acceder a ella, necesitamos dos varillas de un material especial, el mismo del cubo. Deben ser insertadas en dos ranuras específicas para activar la entrada.”
KARL frunció el ceño. “¿Varillas? No vimos ninguna varilla en los nichos. Solo encontramos las tablas y el cubo.”
Sara continuó leyendo. “La tabla menciona que las varillas deben estar en los mismos nichos de donde sacamos las tablas y el cubo. Deben tener alrededor de una pulgada de grosor y medir aproximadamente un metro y medio de largo. Sin ellas, no podremos abrir la cámara.”
Amir, que había estado escuchando atentamente, se levantó de su asiento. “¿Es posible que las hayamos pasado por alto? Quizás estaban ocultas entre la arena o en un compartimento que no vimos.”
Lupe asintió. “Es probable. Debemos regresar y revisar los nichos nuevamente. No podemos permitirnos dejar ninguna piedra sin voltear.”
KARL se levantó, decidido. “No hay tiempo que perder. Si estas varillas son la clave para abrir la cámara, debemos encontrarlas cuanto antes.”
El equipo se dirigió rápidamente hacia el sitio de excavación. El sol comenzaba a descender en el horizonte, tiñendo el cielo de tonos naranjas y púrpuras. Cuando llegaron, se encontraron con los trabajadores aún limpiando los últimos restos de arena del área del arco.
“Necesitamos revisar los nichos nuevamente”, explicó KARL a los trabajadores. “Estamos buscando dos varillas de metal, aproximadamente de una pulgada de grosor y un metro y medio de largo.”
Los trabajadores asintieron y comenzaron a inspeccionar los nichos con detenimiento. Tras unos minutos de búsqueda, uno de ellos exclamó: “¡Aquí hay algo!”
Con sumo cuidado, extrajeron una varilla larga y delgada, hecha del mismo material extraño que el cubo. Pronto, encontraron la segunda varilla en otro nicho.
KARL sostuvo una de las varillas, observando su superficie lisa y brillante. “Estas son las llaves que necesitamos”, dijo con determinación. “Ahora, tenemos todo lo necesario para abrir la cámara secreta.”
Aprovechando que estaban allí, el equipo utilizó los escáneres y las indicaciones de la tabla para buscar el túnel que los conduciría a la cámara. Las instrucciones eran precisas y, tras un análisis detallado, descubrieron una losa removible en el piso bajo el arco.
Con un esfuerzo conjunto, lograron levantar la losa, revelando una oscura abertura que conducía a unas escaleras que descendían casi 100 metros. Con linternas en mano, comenzaron el descenso. La emoción y el nerviosismo se mezclaban en el aire mientras avanzaban lentamente.
Al llegar al fondo de las escaleras, se encontraron con un pasillo estrecho que parecía extenderse hacia las entrañas de la Tierra. Sin embargo, su camino estaba bloqueado por un derrumbe de piedras y escombros. Era evidente que el pasillo había colapsado hace mucho tiempo.
“Esto no lo esperábamos”, murmuró Sara, observando el bloqueo con una mezcla de frustración y determinación.
KARL asintió, calculando mentalmente el tiempo que llevaría despejar el pasaje. “Esto va a llevar tiempo. Debemos informar al equipo de limpieza y prepararnos para una excavación a fondo.”
Uno de los técnicos examinó el derrumbe y sacudió la cabeza. “Podría tomar al menos dos semanas despejar este pasillo. Es un trabajo delicado y no podemos apresurarlo sin riesgo de causar más daños.”
KARL suspiró y se giró hacia el resto del equipo. “Paciencia, amigos. Estamos más cerca que nunca, pero no podemos permitirnos errores. Volvamos y organicemos nuestros recursos. Este descubrimiento es demasiado importante para apresurarlo.”
De regreso en el laboratorio, el equipo se sentía una mezcla de emoción y frustración. Habían hecho grandes avances, pero el obstáculo del derrumbe les recordaba que el camino hacia la verdad no sería fácil.
Lupe dejó caer su mochila en el suelo y se dejó caer en una silla, suspirando. “Dos semanas… eso es mucho tiempo.”
KARL asintió, tomando asiento a su lado. “Lo sé, pero debemos ser pacientes. Aprovechemos este tiempo para estudiar más a fondo lo que ya tenemos.”
Sara y Amir se unieron a ellos alrededor de la mesa principal, donde el misterioso cubo y las varillas recién descubiertas yacían cuidadosamente envueltas.
Sara tomó una de las varillas, observándola con detenimiento. “Estas varillas son fascinantes. Siento que aún no hemos descubierto todos sus secretos.”
Amir, siempre el curioso, comenzó a inspeccionar el cubo nuevamente. “¿Recuerdan lo que dijo la sexta tabla sobre la necesidad de estas varillas para abrir la cámara? Quizás hay algo más que deberíamos notar.”
Mientras inspeccionaba la varilla, KARL notó algo peculiar. “Miren esto,” dijo, señalando una pequeña muesca en una de las puntas de la varilla. “¿Vieron esta muesca? Parece que fue hecha deliberadamente.”
Sara tomó la varilla y examinó la muesca más de cerca. “Es cierto. Y miren esto,” añadió, mostrando la punta de la varilla donde había un pequeño orificio de apenas un par de milímetros de diámetro. “¿Podría ser alguna especie de llave?”
Lupe, que había estado observando en silencio, se levantó y comenzó a revisar la otra varilla. “Esta también tiene una muesca y un orificio similar. Definitivamente no es una coincidencia.”
Amir se inclinó hacia el cubo y comenzó a inspeccionar sus superficies nuevamente. “Quizás hay algo en el cubo que corresponda a estas muescas y orificios.”
Después de unos minutos de cuidadosa observación, Amir encontró lo que buscaba. “Aquí, miren,” dijo, señalando una pequeña hendidura en el cubo. “Estas muescas coinciden perfectamente con las varillas.”
Con cuidado, KARL tomó una de las varillas y la alineó con la hendidura en el cubo. Lentamente, insertó la varilla, que encajó con un leve clic. “Es como una cerradura,” murmuró KARL, impresionado.
Sara tomó la segunda varilla y repitió el proceso en el otro lado del cubo. Al insertarla, el cubo emitió un suave brillo y un zumbido apenas audible. “Parece que hemos activado algo,” dijo Sara, sus ojos brillando de emoción.
Lupe y Amir observaron con asombro mientras el cubo se iluminaba más intensamente, proyectando un pequeño holograma en el aire. En el holograma, se podían ver símbolos y diagramas complejos que parecían explicar el funcionamiento de la cámara y el mecanismo.
KARL, tomando notas frenéticamente, miró a los demás. “Esto es increíble. Estas varillas no solo son llaves físicas, sino también llaves para desentrañar el conocimiento que necesitamos.”
Amir asintió, mirando el holograma con fascinación. “Parece que tenemos mucho trabajo por delante. Pero con esta información, estamos un paso más cerca de comprender cómo activar la máquina.”
Lupe, a pesar de la tensión que había sentido antes, se permitió una sonrisa. “Tal vez esas dos semanas no sean solo de espera. Podemos usar este tiempo para estudiar a fondo estos nuevos datos.”
Sara, con una mirada de determinación, añadió: “Tenemos que hacerlo. No solo por nosotros, sino por el futuro de la Tierra.”
Con un plan claro en mente y nuevas pistas por seguir, el equipo se sintió revitalizado. Aunque el camino aún estaba lleno de desafíos, la esperanza de encontrar la cámara y activar la máquina les daba la fuerza para seguir adelante.
Mientras el equipo continuaba analizando los nuevos datos proyectados por el cubo, el teléfono de Sara comenzó a sonar. Todos levantaron la vista, interrumpidos de su intenso estudio. Sara sacó el teléfono de su bolsillo y vio el nombre en la pantalla: Ahmed.
“Es Ahmed,” dijo, respondiendo la llamada y poniéndola en altavoz para que todos pudieran escuchar.
“¡Sara! Buenas noticias,” la voz de Ahmed sonaba emocionada. “La reunión en el Pentágono fue un éxito. Están completamente a bordo con nuestra investigación y desean apoyar en todo lo necesario.”
Un suspiro de alivio y emoción recorrió el grupo. Ahmed continuó, “Están entusiasmados, pero también asustados por lo que hemos descubierto. Quieren que el profesor MASER viaje cuanto antes a Washington para explicarles los pasos a seguir y cómo podemos trabajar juntos para evitar el desastre.”
KARL asintió, comprendiendo la gravedad de la situación. “Eso es excelente, Ahmed. ¿Cuándo quieren que vuele a Washington?”
“Lo antes posible,” respondió Ahmed. “Idealmente, mañana por la mañana. He reservado un vuelo para ti y Sara. También quieren que el jefe de ingenieros de excavación nos acompañe. Ha sido fundamental en este proyecto y su experiencia será invaluable en las reuniones.”
KARL asintió de nuevo, dándose cuenta de la importancia de contar con el jefe de ingenieros. “Entendido. Gracias, Ahmed.”
Sara colgó el teléfono y miró al equipo. “Bueno, parece que tenemos apoyo oficial. Además, Ahmed quiere que viaje también el jefe de ingenieros.”
Lupe y Amir intercambiaron miradas curiosas. Amir se atrevió a preguntar, “¿Quién es el jefe de ingenieros? No lo hemos visto mucho por aquí últimamente.”
Sara sonrió tímidamente. “Es mi esposo, Tomás. Ha estado supervisando la excavación del túnel y asegurándose de que todo esté en orden.”
La sorpresa fue evidente en las caras de Lupe y Amir. “¡Tu esposo!” exclamó Lupe, riendo. “¡No nos habías dicho nada! Ahora entiendo por qué siempre está tan pendiente de los detalles.”
KARL se unió a las risas. “Bueno, parece que tenemos un equipo aún más fuerte de lo que pensábamos. Tomás ha hecho un trabajo increíble con la excavación. Será una gran ventaja tenerlo con nosotros en Washington.”
Amir sonrió, bromeando, “Entonces, ¿cómo es trabajar con tu esposo en una misión tan importante?”
Sara se ruborizó ligeramente, pero respondió con una sonrisa, “Es un desafío, pero también una bendición. Él es extremadamente competente y comprometido. Estoy muy orgullosa de él.”
Con las bromas y risas disipando un poco la tensión, el equipo se dispuso a dejar todo listo para la presentación. KARL comenzó a recopilar sus notas y a ordenar los documentos necesarios para su viaje. “Vamos a trabajar toda la noche si es necesario,” dijo, decidido. “Tenemos que asegurarnos de que todo esté claro y bien documentado.”
Sara, Lupe y Amir se unieron en la tarea, revisando y organizando los datos obtenidos de las tablas y el cubo. Tomás, mientras tanto, se preparaba para el viaje y aseguraba que el equipo de excavación pudiera continuar sin problemas durante su ausencia.
El ambiente en el laboratorio era de frenética actividad, pero también de camaradería y esperanza. Sabían que el destino de la Tierra podía depender de su trabajo y no estaban dispuestos a fallar.
A media tarde, Sara se levantó y se estiró, sintiendo la tensión en sus músculos después de horas de trabajo. “Creo que es momento de irme a casa y alistar el equipaje de Tomás y mío,” dijo con una sonrisa cansada. “Tenemos un día largo por delante.”
KARL asintió, reconociendo la necesidad de prepararse para el viaje. “Sí, Sara, ve a prepararte. Lupe, ¿podrías ayudarme con mi equipaje mientras termino de preparar los documentos? Será más rápido si trabajamos juntos.”
“Claro, KARL,” respondió Lupe, intentando mantener la calma.
Amir, bostezando y estirándose, se disculpó con una sonrisa perezosa. “Con su permiso, yo me voy a dormir a mi casa. Tengo varios sueños atrasados y necesito recuperar energía.”
Todos rieron ante el comentario de Amir. “Descansa bien, Amir,” dijo KARL. “Nos vemos mañana.”
Sara se despidió y se marchó, mientras KARL y Lupe se dirigían a la casa de KARL. Durante el camino, KARL se mantuvo en silencio, su mente ocupada con lo que tenía que decirle a Lupe. Ella, por su parte, se sentía inquieta, sin saber qué esperar.
Una vez en la casa, KARL comenzó a preparar los documentos mientras Lupe organizaba el equipaje. Finalmente, KARL se acercó a ella, su expresión seria.
“Lupe, necesitamos hablar,” dijo, rompiendo el silencio.
Lupe se giró, sintiendo un nudo en el estómago. “¿De qué quieres hablar, KARL?”
KARL respiró hondo, sabiendo que era un momento delicado. “Sé lo que ha estado pasando entre tú y Amir.” de hecho tengo algo que es tuyo y sé que estás buscando desde hace días, metió la mano al bolsillo y saco la ropa interior de Lupe que había recogido bajo el escritorio en el laboratorio.
El rostro de Lupe se tornó pálido, la sorpresa y el miedo reflejados en sus ojos. “KARL, yo…”
KARL levantó una mano para detenerla. “No voy a hacer una escena aquí, pero quiero que sepas que lo sé. Lo descubrí hace bastante tiempo. Es claro que todo acabó entre nosotros, pero ahora mismo necesitamos mantenernos enfocados en la misión. Después, resolveremos esto.”
Lupe asintió, las lágrimas asomando en sus ojos. “Lo siento tanto, KARL. No quería que esto sucediera.”
KARL se acercó y le puso una mano en el hombro. “Lo hablaremos más tarde, Lupe. Ahora, vamos a concentrarnos en salvar el mundo.”
Con eso, ambos continuaron con sus tareas, con una mezcla de emociones pesando en el ambiente. La tensión era palpable, pero sabían que tenían un propósito mayor que los obligaba a seguir adelante, al menos por el momento.
Antes de salir para al aeropuerto donde se encontraría con Sara y tomás, KARL la miró a los ojos y le dijo: no me acompañes al aeropuerto, aprovecha esta semana para darte una buena luna de miel con Amir, para que cuando volvamos podamos concentrarnos en encontrar la cámara y poner a funcionar esa máquina, es lo único que importa; lo dijo con amargura. Dio la vuelta y se marchó.
El viaje de KARL, Sara y Tomás desde El Cairo hasta Washington D.C. fue largo, pero sin contratiempos. Salieron temprano en la mañana, abordando un vuelo directo desde El Cairo hasta Nueva York. El vuelo duró aproximadamente doce horas, durante las cuales aprovecharon para revisar notas, discutir estrategias y, cuando fue posible, descansar un poco.
El avión aterrizó en el aeropuerto John F. Kennedy, donde tuvieron una escala de tres horas. Durante ese tiempo, aprovecharon para estirar las piernas y tomar un café rápido antes de abordar el siguiente vuelo. La escala les permitió discutir algunos detalles finales sobre lo que presentarían en el Pentágono.
El vuelo de Nueva York a Washington D.C. fue corto, de apenas una hora. A pesar del cansancio acumulado, el grupo estaba lleno de adrenalina y expectativas por la reunión que se avecinaba. Llegaron al aeropuerto de Washington Dulles a primeras horas de la noche, donde un coche oficial ya los estaba esperando para llevarlos directamente a su hotel.
KARL observó por la ventana del coche mientras recorrían la ciudad, recordando su última visita a Washington D.C. Habían pasado muchos años desde entonces, y las circunstancias eran completamente diferentes. Ahora, no solo estaban allí para una misión académica, sino para presentar descubrimientos que podrían cambiar el curso de la humanidad.
“Es increíble estar aquí,” comentó Sara, rompiendo el silencio. “¿Alguna vez imaginaste que nuestros trabajos nos llevarían al Pentágono?”
KARL sonrió. “No de esta manera. Pero aquí estamos, y debemos aprovechar esta oportunidad al máximo.”
Tomás, quien había estado en silencio durante la mayor parte del viaje, asintió. “Tenemos que estar preparados. Lo que estamos a punto de revelar es de una magnitud impresionante.”
El coche llegó al hotel, donde fueron recibidos por un equipo que se encargaría de su comodidad y seguridad. Después de registrarse, se dirigieron a sus habitaciones para descansar un poco antes de la gran reunión del día siguiente.
Antes de separarse, KARL miró a sus compañeros de equipo. “Descansemos bien esta noche. Mañana es un día crucial.”
Sara y Tomás asintieron, y se dirigieron a sus respectivas habitaciones. KARL se quedó un momento en el pasillo, reflexionando sobre todo lo que había sucedido y lo que estaba por venir. Con una mezcla de nerviosismo y determinación, finalmente entró en su habitación, listo para enfrentar el siguiente capítulo de su increíble aventura.
El 2 de septiembre, en lo máximo del verano, aunque apenas eran las 8 de la mañana ya el sol estaba radiante, el informe del clima hablaba de 30 grados centígrados, estarían rondando los 86 Fahrenheit como mínimo sería un día caluroso. Sara, KARL y Tomás se encontraban en una sala de conferencias del Pentágono, rodeados de altos mandos militares y científicos. La atmósfera estaba cargada de tensión y expectación. Sara, con su habitual calma y determinación, se levantó para comenzar la presentación.
“Gracias por recibirnos,” comenzó Sara, dirigiéndose a la audiencia. “Lo que estamos a punto de compartir con ustedes es de suma importancia para la seguridad de nuestro planeta. Durante nuestras excavaciones en la Esfinge, descubrimos un artefacto de una civilización que existió hace aproximadamente 50,000 años. Este artefacto, junto con las inscripciones en las tablas de piedra, nos ha llevado a una conclusión alarmante.”
Sara hizo una pausa, permitiendo que sus palabras calaran en la audiencia. “El 21 de diciembre, habrá una alineación planetaria entre Saturno y Júpiter. Según nuestros cálculos y las inscripciones antiguas, esta alineación tiene el potencial de desviar un asteroide de su órbita y dirigirlo hacia la Tierra. Las probabilidades de que esto ocurra y teniendo en cuenta los datos proporcionados por los constructores y los Anun ka que según tengo entendido ya son conocidos por ustedes y si le sumamos los datos que apenas hace un par de días la nasa corroboró son indiscutiblemente acertadas, la destrucción de la tierra será un hecho. Esto es real y no podemos ignorarlo.”
La sala quedó en silencio, los rostros de los presentes reflejaban una mezcla de incredulidad y preocupación.
Sara continuó, “Además, hemos descubierto referencias de los llamados los Anun Ka. Según las inscripciones, estos seres ayudaron a los humanos en su desarrollo y construyeron una máquina capaz de desviar el asteroide y salvar a la humanidad. La máquina, según los textos, se activa mediante una combinación específica de frecuencias y espejos que coinciden con la alineación planetaria.”
Sara mostró una serie de gráficos y datos técnicos en la pantalla. “Aquí pueden ver la alineación exacta de Júpiter y Saturno el 21 de diciembre. Las inscripciones en las tablas de piedra detallan las frecuencias necesarias y el procedimiento para activar la máquina. Es crucial que actuemos rápidamente para descifrar completamente estas instrucciones y preparar la activación.”
La gravedad de la situación era evidente, y todos sabían que el tiempo era esencial. Se movían extremadamente inquietos.
Con un gesto dirigido a Tomas; Sara les dijo, – aquí con nosotros está el jefe de excavaciones, quien más acertado para explicarles cómo vamos con las excavaciones.
Tomás, el ingeniero, se levantó para continuar con la explicación.
“Además de este descubrimiento, hemos encontrado un túnel recientemente excavado bajo la Esfinge, a más de 100 metros de profundidad,” explicó Tomás, mostrando un mapa del sitio en la pantalla. “Este túnel parece llevar a una cámara secreta que podría contener más información crucial sobre esta antigua civilización y sus conocimientos astronómicos. Es imperativo que apoyemos las excavaciones para acceder a esta cámara y obtener cualquier información adicional que pueda ayudarnos a prevenir este desastre.”
Tomás hizo una pausa, mirando a la audiencia con seriedad. “Necesitamos su apoyo para continuar con estas excavaciones. El tiempo es esencial, y cada día cuenta.”
Reitero. “Necesitamos su ayuda,” dijo con firmeza. “El túnel que lleva a la cámara secreta está obstruido por un derrumbe y estimamos que tardaremos unas dos semanas en limpiarlo. Además, los escáneres han revelado la existencia de otra serie de cámaras que aún no hemos podido abrir debido a la dificultad de las excavaciones y la falta de recursos y apoyo. Es posible que estas cámaras contengan tecnología de los Anun Ka que podría ser crucial para nuestra misión.”
La sala permaneció en silencio por un momento antes de que uno de los altos mandos hablara. – gracias doctora “Entendemos la gravedad de la situación. Su informe y el del ingeniero son más que claros y sustentados. Evaluaremos sus hallazgos y consideraremos el apoyo necesario para las excavaciones.”
Sara y Tomás intercambiaron una mirada de alivio y determinación. Sabían que el camino por delante sería difícil, pero estaban más decididos que nunca a desentrañar los secretos de la Esfinge y proteger a la humanidad de un posible cataclismo.
Mientras Sara y Tomás hablaban, KARL observó la sala en la que se encontraban. Era el Centro de Conferencias del Pentágono, un lugar imponente y lleno de historia. Las paredes estaban adornadas con retratos de antiguos líderes militares y emblemas de las distintas ramas de las fuerzas armadas. La tecnología de última generación se integraba perfectamente con la arquitectura clásica, creando un ambiente que reflejaba tanto tradición como innovación. KARL no pudo evitar sentir el peso de la responsabilidad que recaía sobre ellos en ese momento crucial.
No pudo evitar recordar la primera vez que estuvo en el Pentágono, hace menos de un año. La sensación que tuvo al llegar a este majestuoso edificio aún estaba fresca en su memoria.
El Pentágono, con su imponente estructura de cinco lados, es uno de los edificios más emblemáticos y estratégicamente importantes del mundo. Inaugurado en 1943, es la sede del Departamento de Defensa de los Estados Unidos y alberga a miles de empleados militares y civiles. Su diseño único no solo simboliza la fuerza y la estabilidad, sino que también optimiza la eficiencia operativa, permitiendo que las distancias dentro del edificio sean mínimas a pesar de su vasto tamaño.
KARL recordó cómo se sintió abrumado por la magnitud del lugar al entrar por primera vez. Esa vez también había venido para ponerlos al corriente de los Anun ka y la máquina de energía limpia y gratis para el mundo. Mientras caminaba por los pasillos, KARL no podía dejar de pensar en la importancia del trabajo que se realizaba allí. Cada decisión tomada en esas salas tenía el potencial de impactar no solo a los Estados Unidos, sino al mundo entero. Ahora, de vuelta en el Centro de Conferencias del Pentágono, KARL sentía el peso de la responsabilidad que recaía sobre ellos en ese momento crucial.
Ahora Se encontraba en la imponente sala de conferencias del Pentágono, un lugar donde decisiones cruciales se tomaban a diario. Los dignatarios, científicos, y altos mandos militares estaban reunidos, esperando escuchar a KARL MASER. La tensión en el aire era palpable, pero KARL estaba listo para transmitir un mensaje poderoso.
KARL se levantó de su asiento y se dirigió al podio. Respiró hondo y comenzó su discurso.
“Señoras y señores, buenos días. Nos encontramos en un momento crucial de nuestra historia, uno que definirá el futuro de la humanidad. Hace poco más de dos años, comenzamos una misión que nos llevó a descubrir verdades ocultas durante milenios. En las profundidades de la Gran Pirámide y bajo la Esfinge, hemos encontrado pruebas irrefutables de una civilización antigua, los constructores, quienes fueron ayudados por seres de otro mundo, los Anun Ka.
Estos seres dejaron un legado, un conocimiento que ahora tenemos la responsabilidad de interpretar y utilizar. Las tablas de piedra que hemos descifrado nos han revelado la inminente amenaza de un asteroide de treinta kilómetros que se dirige hacia la Tierra. Un impacto que, según nuestros cálculos, causaría una devastación sin precedentes, superando incluso la que acabó con los dinosaurios.
Este es un momento de gran temor y de incertidumbre. Pero también es un momento de esperanza y de determinación. Los Anun Ka no solo nos advirtieron del peligro, sino que también nos dejaron una herramienta, una máquina que puede desviar el asteroide y salvar nuestro planeta. Pero esta máquina no puede ser activada por una sola persona, ni por un solo equipo. Requiere la colaboración y el esfuerzo conjunto de toda la humanidad.
Es nuestra responsabilidad, como científicos, militares, líderes y ciudadanos del mundo, unirnos en esta causa común. No podemos permitirnos el lujo de fallar. La historia nos ha enseñado que, cuando enfrentamos adversidades, el espíritu humano es capaz de superar cualquier obstáculo. Esta es una batalla que debemos ganar.
Quiero destacar el increíble trabajo de mi equipo. Sara Ibrahim y Tomás Hassan a quienes ya conocen han sido fundamentales en descifrar las antiguas inscripciones y en coordinar nuestros esfuerzos. Allá en el Cairo se quedaron aun trabajando casi sin dormir Amir Al Sayad, cuyo talento y dedicación en el laboratorio han sido invaluables, y la doctora en matemáticas Lupe Fernández, cuya inteligencia y pasión nos han guiado en cada paso del camino. Su compromiso y sacrificio han sido la columna vertebral de nuestros avances.
La victoria del grupo que trabaja en la Pirámide y la Esfinge no es solo nuestra. Será la victoria de la humanidad. Hemos llegado hasta aquí gracias al trabajo incansable y a la colaboración de muchos. Pero necesitamos más. Necesitamos que cada uno de ustedes, en sus respectivas capacidades, contribuya a esta misión.
No debemos rendirnos. No podemos rendirnos. Si los Anun Ka dejaron una forma de evitar esta catástrofe, es nuestra responsabilidad descubrirla y utilizarla. Es un legado que nos dejaron, un legado de esperanza, de lucha y de supervivencia.
Hoy les pido su apoyo, su compromiso y su determinación. Juntos, podemos y debemos salvar nuestro planeta. La historia recordará este momento no solo por la amenaza que enfrentamos, sino por cómo la humanidad se unió para superarla.
Con voz entre cortada por la emoción el profesor KARL MASER, concluyó su intervención;
Gracias.”
KARL se apartó del podio, su discurso resonando en la sala. La mezcla de temor y esperanza en los rostros de los presentes era evidente. Había plantado la semilla de la acción y la determinación. La misión continuaba, y con la colaboración de todos, había una oportunidad de éxito.
Ahmed se acercó al grupo con una sonrisa de satisfacción. Les dio un fuerte abrazo a cada uno, empezando por KARL, luego Sara, y finalmente Tomas. Sus ojos brillaban de orgullo y emoción mientras sostenía una tablet en la mano.
“Quiero mostrarles algo”, dijo Ahmed, sosteniendo la tablet frente a ellos.
En la pantalla, las caras emocionadas de Amir y Lupe aparecieron, conectados en una video llamada desde El Cairo. Ambos tenían lágrimas en los ojos, sus rostros reflejando una mezcla de alivio y gratitud.
“¡Lo lograron!”, exclamó Amir, con la voz quebrada. “Sus palabras… Sus palabras resonaron hasta aquí. Gracias por hacernos sentir parte de esto, incluso a la distancia”.
Lupe, con la voz también temblorosa, añadió, “Estamos tan orgullosos de todos ustedes. Y KARL… Tus palabras fueron exactamente lo que necesitábamos escuchar. Gracias”.
KARL, conmovido por la escena, asintió con una sonrisa cálida. “Esto es solo el comienzo. Todos somos parte de este esfuerzo, y no descansaremos hasta asegurarnos de que nuestro trabajo dé frutos”.
Ahmed, visiblemente emocionado, les permitió unos momentos más para intercambiar palabras de ánimo y gratitud antes de desconectar la llamada.
“Es hora de descansar”, dijo Ahmed suavemente. “Han hecho un trabajo increíble hoy. Mañana será un nuevo día lleno de desafíos, pero por ahora, se merecen un buen descanso”.
El grupo se dirigió al hotel, sintiendo una mezcla de cansancio y esperanza. Sabían que la verdadera batalla estaba por comenzar, pero esa noche, se permitieron un momento de paz y camaradería, agradecidos por la oportunidad de luchar por el futuro de la humanidad juntos.
Apenas pasaba el medio día, así que KARL decidió ser el anfitrión el ya conocía la ciudad, Sara y Tomas venían por primera vez, vamos chicos dejen las caras largas ya tengo un lugar listo para invitarlos a almorzar. Aproveche que tenemos unas conexiones especiales aquí en Washington lo dijo con una sonrisa burlona y realizó el gesto de las comillas con ambas manos. Vamos déjense atender que eso no duele.
Antes que Sara y Tomas tuvieran tiempo de pensarlo un auto con chapa oficial los llevaba raudamente hacia The Capital Grille. Es un lugar muy agradable, con un menú fantástico.
Ahmed nos alcanzara allí, se quedó a firmar algunos autógrafos, todos rieron liberando la tensión de las horas pasadas. – crees que de verdad nos apoyaran? Pregunto Sara mientras tomaba la mano de tomas.
Estoy seguro que sí. No tienen remedio la nasa está confirmando en estos momentos las probabilidades con los datos que les entregamos hoy.
Tan pronto llegaron los llevaron a una mesa privada un poco aislada muy discreta, con una hermosa vista. Sin dilación y sin que tuvieran tiempo de pensar les llegó a la mesa una deliciosa botella de Moët Rosé Impérial, Brut, Champagne, N.V.: Una champaña rosada exclusiva. Que solo se utiliza para momentos especiales, un servicio de mesa, les sirvió y se retiró rápidamente.
Tomas alzo la delicada copa y observó el burbujeante y rosado brebaje, y añadió – realmente se me hace agua la boca, ya veo en que se gastan los impuestos. Sara y KARL se tambalearon de risa. Entonces brindemos dijo KARL.
Una suave y conocida voz sonó a sus espaldas; – hey no me dejen, decía entre dientes, el sonriente Ahmed, ya estoy con ustedes.
Risas y en un santiamén la copa e Ahmed estaba lista. Brindaron por la vida, por la esfinge, por el espacio, por los Anun ka, y claro por la máquina. Fue un almuerzo más que compañeros y amigos, eran camaradas, hermanos, eran un equipo.
Descansaremos un par de días, pero estaremos en contacto con Amir y Lupe que nos contarán os progresos. Yo creo en dos o tres días tendremos reunión con estos hombres de negro nuevamente; todos rieron; y veremos qué pasa.
KARL le hizo una seña a Ahmed que carraspeó un poco y luego con voz solemne, mirando a Sara y Tomas, dijo. – por sugerencia del benemérito profesor aquí presente, KARL hizo una pequeña venia, los llevaremos ahora al hotel para que se cambien y se refresquen, a las 7 de la noche irán a recogerlos a ustedes, señalo a Sara y a Tomas, para llevarlos a una cena romántica, exclusiva para ustedes dos y de ahí a la suite imperial de noche de bodas, la orden es clara. No pueden volver a aparecer sino hasta la tarde de mañana, trasnochados y con muchas ojeras, los hombres se sacudieron de risas y Sara se tapó la cara avergonzada. – es una orden añadió Ahmed.
Tomás tomando las manos de Sara. Le dijo. – ya ves mi amor, es nuestro jefe y nos está dando una orden directa, así tenemos que obedecer. Miró a KARL y a Ahmed y les guiño el ojo. Nuevamente las risotadas, la cara de vergüenza y risa de Sara los hacía reír aún más.
Sara añadió entre risas, – claro Tomás que sacrificado eres. Las risotadas fueron mayores.
Y así terminó de a poco ese momento. Olvidando el temor que les embargaba.
KARL se sentó en un sillón espectacularmente cómodo, en la terracita que tenía en su habitación. Era un décimo piso. Se alegró de estar solo el resto de la tarde noche. La mañana siguiente también la tenía para él.
Un discreto golpecito en la puerta le llamó la atención, abrió y el servicio de habitación le entró un carrito con una jarra hermética de esas que conservan la temperatura. El servicio le lleno una suculenta taza de café humeante y oloroso que le reconfortó, – café mexicano como lo solicitó señor. Que lo disfrute, y tan discreto como llegó, se marchó dejando el carrito y la jarra por si deseaba más café.
Volvió a la silla en la terraza con la taza de café, se quitó los zapatos, se estiró y sin más se disfrutó sorbo a sorbo el café.
Cerro los ojos. Fueron casi dos días completos de paz, de estar alejados de la parafernalia de reuniones y misterios de aliens, y de amores. Paz total. Pero nada es eterno.
Ahmed les anunció que tendrían una charla esa misma Tarde por video llamada con Lupe y Amir que al parecer encontraron algo más.
Miró su Stowa y eran las 11 de la mañana tenía un poco más dos horas antes de la video llamada, que se programó a las 2 de la tarde.
Decidió almorzar poco saludable, dar una tranquila caminata a un par de calles del hotel he ir a comerse una deliciosa y grasienta hamburguesa del tamaño de una locomotora con una Coca-Cola. Bien fría.
Se puso sus zapatos, deportivos, que no combinaban con sus vaqueros, y salió.
El viaje en el ascensor duro unos pocos segundos, pero le pareció una eternidad, nunca le habían gustado los ascensores al iniciar y acabar el movimiento el siempre sentía un extraño vacío en el estómago, es como si todo le diera vueltas en un segundo, la sensación era muy breve, pero a él no le agradaba.
Bajó al lobby del hotel, donde los sonidos de la ciudad de Washington le dieron la bienvenida.
Mientras cruzaba el elegante vestíbulo, sus ojos se encontraron con Sara y Tomas, quienes también parecían estar disfrutando de un breve descanso.
“¡KARL!”, llamó Sara, con una sonrisa radiante. “Justo íbamos a dar un paseo. Tomas y yo queríamos estirar las piernas antes de la video llamada con Lupe y Amir”.
“¡Sara, Tomas! Qué coincidencia”, respondió KARL, acercándose a ellos. “Yo también pensaba salir a almorzar. Estoy antojado de una hamburguesa bien jugosa. ¿Qué les parece si vamos juntos? Así intercambiamos ideas mientras comemos”.
Tomas asintió con entusiasmo. “Me parece una excelente idea. Necesitamos algo de energía para la reunión de esta tarde”.
Los tres salieron del hotel y caminaron por las calles vibrantes de Washington. La mañana soleada y el ambiente bullicioso les ofrecían un respiro bienvenido de sus responsabilidades. Finalmente, encontraron un pequeño restaurante de hamburguesas, cuyo aroma irresistible los atrajo como un imán.
Se sentaron en una mesa junto a la ventana, desde donde podían observar el ir y venir de la gente. Un camarero joven y amable tomó sus órdenes rápidamente, y en pocos minutos, las hamburguesas recién hechas y las bebidas refrescantes llegaron a su mesa.
“Necesitaba esto”, dijo KARL, dando un mordisco a su hamburguesa. “A veces, lo simple es lo mejor”.
Sara y Tomas asintieron, disfrutando también de sus comidas. La conversación fluyó con naturalidad, pasando de temas triviales a discusiones más profundas sobre los próximos pasos de su investigación.
“Entonces, ¿cuál creen que será el mayor desafío cuando regresemos a El Cairo?”, preguntó Sara, limpiándose una mancha de salsa de la comisura de los labios.
“Definitivamente, el despejar el túnel y asegurar que todas las piezas del mecanismo estén en su lugar”, respondió KARL. “Pero también necesitamos estar atentos a cualquier pista adicional que nos pueda ayudar a activar la máquina”.
“Y no debemos olvidar la importancia de mantener la moral alta entre el equipo”, añadió Tomas. “Especialmente ahora que sabemos que estamos tan cerca de un descubrimiento crucial”.
La charla continuó mientras terminaban sus comidas, sintiendo que cada bocado les daba fuerzas renovadas para enfrentar los desafíos que les esperaban. Cuando terminaron, pagaron la cuenta y se dirigieron de regreso al hotel, donde se prepararon para la video llamada.
A las dos en punto, se encontraban en una sala de conferencias privada del hotel, la pantalla grande frente a ellos mostrando a Ahmed en una esquina y el rostro familiar de Lupe y Amir desde El Cairo. Ambos parecían cansados, pero determinados.
“¡Hola a todos!”, saludó Lupe con una sonrisa. “¿Listos para ponernos al día?”
“Absolutamente”, respondió KARL. “Empecemos”.
“Antes que cualquier cosa, las excavaciones van muy adelantadas”, comenzó Amir. “De hecho, creemos que tardarán un poco menos de lo que habíamos calculado. Tal vez en unos tres o cuatro días más ya estará despejado el túnel”.
“Eso es fantástico”, dijo Sara, visiblemente aliviada. “¿Algo más que debamos saber?”
“Sí, de hecho, hicimos un hallazgo inesperado”, añadió Lupe, con emoción en su voz. “Encontramos una pequeña cámara lateral mientras excavábamos”.
La cámara en El Cairo giró, mostrando una mesa llena de piezas de alfarería y joyería de oro y otros materiales diversos. Había también una buena cantidad de tablas escritas, ánforas y otros artefactos. El asombro era evidente en los rostros de todos en Washington.
“Es como una cápsula del tiempo”, dijo Amir, mientras la cámara seguía mostrando los tesoros. “Un verdadero tesoro, de más de 50 mil años, de una época en la que se suponía que los humanos eran poco más que homínidos”.
“Esto es increíble”, dijo Tomas, con los ojos abiertos de par en par. “¿Han tenido oportunidad de analizar alguno de estos artefactos?”
“No mucho, aún”, respondió Lupe. “Queríamos mostrarles todo antes de empezar un análisis detallado. Pero ya sabemos que estos objetos cambiarán mucho de lo que creemos saber sobre la historia antigua”.
KARL asintió, su mente corriendo con las implicaciones del descubrimiento. “Lo más importante ahora es documentar todo meticulosamente. Cada pieza, cada tabla, cada detalle. Este descubrimiento puede proporcionar claves vitales para entender más sobre la máquina y sobre cómo enfrentarnos al peligro que se avecina”.
“Exactamente”, concordó Amir. “Estamos tomando todas las precauciones necesarias. Nada se moverá de su lugar sin ser registrado adecuadamente”.
Sara tomó la palabra. “Este hallazgo puede ser una pieza clave en todo el rompecabezas. No solo por los artefactos en sí, sino por la información que puedan contener”.
“Y por supuesto”, añadió KARL, “tenemos que asegurarnos de que el equipo esté motivado y bien coordinado. No podemos permitirnos errores en esta etapa crítica”.
La video llamada continuó, con ambos equipos discutiendo los siguientes pasos y estableciendo un plan detallado para el análisis de los artefactos y la continuación de las excavaciones. La sensación de trabajar contra el tiempo les pesaba, pero también estaban impulsados por la esperanza y la determinación de salvar el futuro.
Al finalizar la llamada, KARL, Sara y Tomas se quedaron un momento en la sala de conferencias, reflexionando sobre lo que acababan de ver.
“Tienen un verdadero tesoro en sus manos”, dijo Tomas, rompiendo el silencio. “Y no solo en términos de valor arqueológico”.
“Sí”, asintió Sara. “Cada pieza de ese tesoro puede ser la clave para salvarnos a todos”.
KARL tomó un respiro profundo. “Entonces, asegurémonos de estar listos para apoyar a nuestro equipo en todo lo que necesiten. El trabajo más difícil aún está por venir”.
Ahmed que no había hablado mucho durante la teleconferencia le dijo, creo que vuestra labor aquí a concluido no sé si están listos para regresar al Cairo y apoyar a Lupe y Amir.
La noticia provocó un estallido de alegría entre KARL, Sara y Tomas. “¡Eso es genial!”, exclamó KARL. “Ya tenemos todo empacado y estamos listos para partir”.
“Sí”, añadió Sara con una sonrisa. “Washington es hermosa, pero ya estamos extrañando el polvo de El Cairo”.
Tomas asintió. “Exactamente, es hora de volver al trabajo. Tenemos tanto por hacer”.
Ahmed sonrió. “Perfecto. Entonces, mañana por la mañana partirán de regreso. Tengan un buen vuelo y cuídense. Nos vemos pronto en El Cairo”.
Al día siguiente, el equipo se encontraba en el aeropuerto, listos para abordar el vuelo de regreso. La emoción era palpable mientras se preparaban para regresar al lugar donde se había desatado toda esta aventura. El vuelo privado de la fuerza aérea de los estados unidos transcurrió sin contratiempos, y al aterrizar en El Cairo, fueron recibidos con una cálida bienvenida por parte de su equipo local.
De vuelta en El Cairo, el equipo se dirigió inmediatamente al laboratorio. Lupe y Amir estaban allí para recibirlos, con sonrisas en sus rostros y la emoción reflejada en sus ojos. Habían pasado días intensos trabajando en las excavaciones y en el análisis de los artefactos, y ahora estaban ansiosos por compartir sus avances.
“¡Bienvenidos de nuevo!”, exclamó Lupe, abrazando a cada uno de ellos. “Tenemos tanto que contarles”.
“Sí”, añadió Amir, estrechando las manos de KARL, Sara y Tomas. “El trabajo ha avanzado mucho. Tenemos nuevos hallazgos y teorías que discutir”.
“Excelente”, respondió KARL, sintiéndose revitalizado por la energía del equipo. “Vamos a ponernos al día y a seguir adelante. Cada segundo cuenta”.
El equipo se reunió en el laboratorio, compartiendo los detalles de los últimos descubrimientos y desarrollando un plan de acción para las próximas etapas de la excavación. Había un aire de determinación y esperanza, sabiendo que cada paso los acercaba más a la solución que necesitaban.
El regreso a El Cairo marcaba un nuevo capítulo en su misión. Con renovada energía y un espíritu de colaboración, estaban listos para enfrentar los desafíos que venían y descubrir los secretos que podrían salvar a la humanidad.
En un momento dado Amir se acercó a KARL,
KARL lo miró y con un gesto detuvo las palabras de Amir:
Después de la excitante reunión de bienvenida y de ponerse al día con los últimos descubrimientos, todos se retiraron para descansar. Lupe optó por un pequeño y discreto hotel a unas cuadras del laboratorio, mientras que KARL regresó a su casa.
En medio de la madrugada, el sonido insistente del teléfono despertó a KARL. Medio adormilado y malhumorado, contestó. Era Amir, cuya voz denotaba urgencia.
“KARL, acaban de informar que Tomás y el equipo de excavaciones han terminado de despejar el túnel”, dijo Amir, apenas conteniendo su emoción. “A pocos metros más allá, encontraron una inmensa pared de metal, como la puerta gigante de una bóveda de banco, pero absolutamente lisa y con símbolos grabados”.
KARL se incorporó de golpe, la adrenalina sustituyendo el sueño. “¿Estás seguro? ¿Símbolos?”
“Sí, KARL. Un auto pasará a recogerte en cinco minutos. Ya les avisaron a todos y están en camino”.
En cuestión de minutos, KARL estaba listo y esperando. El auto llegó puntualmente y lo llevó al sitio de excavación. El amanecer aún no había despuntado cuando llegó, encontrándose con Sara, Tomas y el resto del equipo, todos ansiosos por explorar el nuevo hallazgo.
Al bajar del auto, KARL vio a Amir y Lupe esperándolos. Lupe le dedicó una sonrisa nerviosa, reflejo de la mezcla de emoción y tensión del momento.
“Vamos”, dijo KARL, guiando al equipo hacia el interior del túnel. La linterna en su mano iluminaba el camino, revelando la complejidad del trabajo que el equipo de excavación había realizado.
Finalmente, llegaron a la inmensa pared de metal. Era impresionante, una superficie lisa y perfectamente pulida, con símbolos grabados en su superficie. KARL se acercó lentamente, estudiando los símbolos con fascinación.
“Es increíble”, murmuró Sara. “Nunca había visto algo así”.
“Estos símbolos…”, dijo KARL, “parecen similares a los que encontramos en las tablas. Pero hay algo más. La disposición es diferente”.
“¿Podría ser un tipo de código?”, sugirió Tomas.
KARL asintió. “Podría ser. Necesitamos documentar esto con precisión. Amir, prepara el equipo de escaneo. Lupe, asegúrate de que todo esté registrado. No podemos perder ni un solo detalle”.
Mientras el equipo se ponía a trabajar, KARL sintió una mezcla de temor y esperanza. Estaban más cerca que nunca de desentrañar los secretos de los Anun Ka y la máquina. Pero con cada descubrimiento, también se acercaba la sombra de la profecía y el peligro inminente.
Después de documentar minuciosamente la pared de metal y los símbolos grabados, el equipo se reunió para discutir los próximos pasos. KARL no podía evitar sentir una creciente ansiedad. Cada momento era crucial, y el peso de la responsabilidad era palpable.
“Tenemos que descubrir cómo abrir esta puerta”, dijo KARL. “Si los símbolos son una especie de código, debemos encontrar la forma de descifrarlo. Lupe, Amir, ¿alguna idea?”
Lupe se adelantó, con una expresión pensativa. “Creo que los símbolos podrían ser una combinación específica que activa un mecanismo de apertura. Si comparamos estos símbolos con los que ya hemos descifrado en las tablas, podríamos encontrar la clave”.
Amir asintió. “Tiene sentido. Pero debemos proceder con cautela. No sabemos qué tipo de mecanismo podría estar involucrado. Podría ser peligroso”.
KARL asintió, sintiendo el peso de las palabras de Amir. “De acuerdo. Nos tomaremos nuestro tiempo. Documentaremos todo y trabajaremos juntos para descifrar este código. No podemos permitirnos cometer errores”.
Con un plan en marcha y una nueva determinación, el equipo se preparó para enfrentar el desafío que tenían ante ellos. El amanecer comenzaba a despuntar, y con él, una nueva esperanza de descubrir los secretos que podrían salvar a la humanidad.
El equipo pasó horas documentando y estudiando los símbolos de la puerta de metal. Lupe, con su mente matemática y analítica, examinaba cada detalle, buscando un patrón. Finalmente, mientras repasaba los símbolos, algo captó su atención.
“Esperen un momento”, dijo Lupe, señalando una parte de la puerta. “Aquí hay una secuencia de siete recuadros, cada uno con un símbolo diferente. Pero el recuadro número cuatro está vacío”.
Todos se acercaron, examinando la puerta con renovada atención. La secuencia era clara, pero el recuadro vacío planteaba un misterio.
“¿Qué significa esto?”, preguntó Tomas, frunciendo el ceño. “¿Es una especie de clave?”
KARL se quedó pensativo, tratando de conectar los puntos. “Si es una clave, necesitamos averiguar qué símbolo falta”.
Amir asintió, sus ojos brillando con comprensión. “Es como un código. Pero sin el símbolo correcto, no podremos activarlo”.
De repente, KARL tuvo un destello de inspiración. “¡El cuarto símbolo!”, exclamó. “Hemos visto este patrón antes. El cuarto símbolo es el que se nos ha aparecido repetidamente en nuestras investigaciones”. ¿Recuerdan el cuarto símbolo? Todos afirmaron con la cabeza, – correcto, y ¿qué símbolo falta aquí en la secuencia, que numero? Pues el número cuatro, lo dijeron en coro Lupe y Sara. – exacto falta el cuarto símbolo.
Sara lo miró con una mezcla de asombro y esperanza. “¿Estás seguro, KARL?”
“Sí”, dijo KARL con firmeza. “Tiene que ser. Todo apunta a ese símbolo. Es la pieza que falta”.
El equipo se movilizó rápidamente. Con la ayuda de los registros y las notas, reprodujeron el cuarto símbolo con precisión. Lo grabaron en una placa de metal y se prepararon para colocarlo en el recuadro vacío.
Con manos temblorosas por la anticipación, KARL levantó la placa y la colocó en su lugar. Por un momento, todo quedó en silencio. Luego, un suave zumbido comenzó a resonar desde la puerta.
Un suave zumbido resonó, pero la puerta no se movió.
“Algo no está bien”, dijo KARL, frunciendo el ceño. “Tal vez el material no es correcto”.
Amir asintió. “Puede ser. Intentemos con otro material”.
Al día siguiente, mandaron tallar el símbolo en roca y lo colocaron en el recuadro vacío. Esta vez, ni siquiera hubo un zumbido. La puerta permaneció completamente inmóvil.
Desanimados, el equipo se sentó en el suelo frente a la puerta, tratando de encontrar una solución.
Mientras repasaban sus opciones, KARL recordó algo. “El cubo… ¿tiene algún símbolo grabado en sus caras?”
Amir asintió, sus ojos brillando con una nueva comprensión. “Sí, el cuarto símbolo está en una de las caras del cubo”.
Sara rápidamente revisó las fotos del cubo en su laptop. “Aquí está”, dijo, señalando la imagen del símbolo en una de las caras del cubo. “Es el mismo símbolo que necesitamos”.
KARL miró el cubo con renovada esperanza. “El cubo tiene la misma forma y tamaño que el recuadro de la puerta. Y es del mismo material”.
Decidieron tomarse un descanso para comer y refrescarse antes de regresar con el cubo al día siguiente. La tensión en el aire se relajó un poco mientras se dirigían a sus respectivas casas.
Esa noche, KARL, Sara, y Tomas compartieron una cena tranquila, reflexionando sobre los eventos recientes. La conversación giró en torno a las posibles implicaciones del descubrimiento y cómo podrían utilizar el cubo para abrir la puerta.
Ya ninguno quería esperar más, la noche fue eterna.
A primera hora de la mañana siguiente, el equipo se reunió nuevamente frente a la gran puerta. Con cuidado, KARL levantó el cubo los miro a todos y lo colocó en el recuadro vacío.
Un profundo zumbido resonó desde la puerta. Esta vez, el sonido fue más fuerte y constante. Lentamente, la puerta de metal comenzó a deslizarse hacia un lado, revelando la cámara oculta detrás de ella.
El equipo contuvo la respiración mientras la oscuridad de la cámara era iluminada por sus linternas. Lo que encontraron dentro dejó a todos sin palabras.
En el centro de la cámara, había una estructura compleja, llena de mecanismos y dispositivos que parecían más avanzados que cualquier cosa que hubieran visto antes. Las paredes estaban cubiertas de inscripciones y diagramas, y en un pedestal central, descansaba una esfera brillante.
“La cámara de la máquina…”, susurró KARL, asombrado. “Lo hemos encontrado”.
Sara, con los ojos llenos de lágrimas de emoción, se volvió hacia KARL. “Lo hemos logrado. Ahora tenemos una oportunidad”.
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