“Enigmas en LA ESFINGE”.
Se despertó muy temprano, se preparó un café instantáneo, que encontró en la surtida alacena de la casa.
Se plantó con la cara al enorme ventanal que dejaba ver a los lejos las luces del centro de la ciudad. Algún helicóptero volaba a lo lejos pues veía su luz intermitente, aunque no escuchaba su motor. Tomo otro sorbo muy despacio, saboreándolo.
Se imaginó las sombras de la antigua meseta de Guiza, donde el tiempo se retuerce y los secretos se entrelazan con la piedra, y en donde las tres pirámides se alzan como guardianes silenciosos de un enigma ancestral. El viento del desierto susurrando historias prohibidas, y la luna, cómplice de oscuros pactos, iluminando sus contornos imponentes.
La Gran Pirámide de Keops, colosal y misteriosa, que parece desafiar las leyes de la física. Sus bloques de piedra, meticulosamente tallados, ocultan pasadizos secretos y cámaras selladas. ¿Qué conocimientos antiguos yacen en su corazón? ¿Qué alianzas se forjaron en su sombra?
También está La Pirámide de Kefrén, con su revestimiento de piedra oscura, evoca la figura de un faraón eterno. Se dice que su cima alberga un trono invisible, donde los conspiradores se reúnen para tramar sus intrigas. ¿Qué secretos guardan sus piedras gastadas por el tiempo?
Y un poco más allá La Pirámide de Micerino, la más pequeña pero no menos enigmática, esconde en su interior una oscuridad profunda. ¿Acaso es un portal a otros mundos? ¿O un refugio para aquellos que buscan respuestas prohibidas?
Y en el centro de este triángulo de poder, la Gran Esfinge, con su rostro enigmático y su mirada penetrante, observa desde la eternidad. ¿Es un guardián o un prisionero? ¿Qué secretos guarda bajo su cuerpo de león?
Los arqueólogos y académicos niegan las teorías conspirativas, pero los susurros persisten. ¿Quiénes fueron los constructores? ¿Qué tecnología olvidada les permitió alzar estas maravillas? ¿Y qué precio pagaron?
Para eso estaba allí, para eso había venido de tan lejos, y por eso se adentraría En el corazón de las vastas arenas del desierto, su destino lo llevaba al pie de la Gran Pirámide de Giza, donde yace la majestuosa Esfinge. El profesor cerro los ojos, pero pudo sentir Su mirada penetrante, tallada en piedra, observando el fluir del tiempo con una sabiduría ancestral. Los aldeanos susurran que la Esfinge es más que una simple escultura; es un guardián de secretos olvidados.
El profesor KARL MASER, una intrépido historiador e investigador, experto en lenguajes antiguos, llega a Giza con una misión: descifrar el enigma que rodea a la Esfinge. La leyenda dice que quien resuelva su acertijo obtendrá acceso a tesoros inimaginables. Pero el enigma es más que palabras talladas en piedra; es un desafío que ha desconcertado a generaciones. Y ahora en su poder tiene tres pedazos de un documento que se entrelazan entre sí, esos pergaminos están dando una información que nadie antes se imaginó. ¿Qué secreto oculta la Esfinge? ¿Por qué la cabeza de un faraón y el cuerpo de un león? Es su momento. Nada lo detendría. Por un instante su cerebro recibió el mensaje de alerta sobre el comportamiento de su esposa, la doctora en matemáticas Lupe Fernández, que estaba comportándose extraño y que estaba intentando disimularlo, y todo comenzó cuando vio a un antiguo compañero de la universidad. Bueno, no dejaría que eso lo detuviera o nublara su mente, ahora MAS QUE NUNCA necesitaba estar totalmente concentrado. – pan comido, y sonrió.
Siempre él le servía el café, pero parece que desde ese momento las cosas estaban cambiando.
Lupe lo miro extrañada y le pregunto directamente, como era su costumbre; – y por qué hoy no me serviste tú?
Él la miro, le sonrió y le dijo, ¿y porque dormiste así anoche y te levantas vestida así? Ella se miró y se notó desconcertada, como respuesta hizo un gesto subiendo sus hombros, él se rio y también subió sus hombros.
Bueno ahora voy a bañarme y alistarme, en unos minutos llegarán a recogernos para ir al laboratorio. – no quiero hacer esperar a AMIR, ah verdad que hoy no estará con nosotros, lo dijo sin darle importancia, se dirigió a la ducha tarareando una canción, desde dentro de la ducha alzo la voz.
Se sobresaltó por ese último comentario, pero KARL no estaba escuchándola, tarareaba la melodía mientras se duchaba. Respiró con los nervios a flor de piel, se sirvió el café, lo necesitaba.
El sol comenzaba a iluminar la ciudad de El Cairo, y KARL y Lupe estaban ya en la acogedora cocina de su casa en Al Azhar Park, preparando el desayuno. El aroma del café recién hecho llenaba el aire, y una bandeja con frutas frescas, pan recién horneado y queso local esperaba en la mesa.
Lupe asintió, sirviéndose un poco de yogur con miel y nueces.
KARL sonrió, sabiendo que este era uno de los temas favoritos de Lupe.
Lupe tomó un sorbo de café y continuó.
KARL añadió mientras untaba mantequilla en su pan.
Lupe asintió, su mirada perdida en pensamientos.
KARL se inclinó hacia adelante, interesado en seguir la conversación.
Lupe terminó su yogur y miró a KARL con seriedad.
KARL asintió, consciente de la magnitud de lo que podrían estar por descubrir.
Justo en ese momento, un automóvil se detuvo frente a la casa. Era el vehículo enviado por la organización para llevarlos al laboratorio.
Lupe asintió, sintiéndose lista para enfrentar lo que el día les deparaba. Con una última mirada a la tranquila casa, ambos salieron, listos para sumergirse en la historia y el misterio de la Gran Esfinge de Giza.
Prácticamente no hablaron durante el trayecto, estaban sumidos en sus pensamientos y sus temores.
En el moderno laboratorio de la organización en El Cairo, la atmósfera estaba cargada de expectación. KARL, Lupe y Ahmed y la doctora Sara Ibrahim se encontraban rodeados de equipos de alta tecnología. Monitores, escáneres y dispositivos de análisis llenaban la sala, creando un ambiente futurista en medio de la antigua ciudad.
Ahmed, con su bata de laboratorio, ajustó los controles de un escáner de alta resolución. “Esto nos permitirá ver los detalles más finos de los papiros,” explicó, mientras el dispositivo comenzaba a emitir un suave zumbido. “Vamos a comenzar con el fragmento que está en peor estado.”
KARL y Lupe observaban atentamente mientras el escáner proyectaba una imagen ampliada del primer fragmento en una gran pantalla. Las inscripciones, aunque antiguas y deterioradas, comenzaron a revelarse con una claridad sorprendente.
“Es fascinante,” murmuró Lupe, inclinándose hacia adelante. “Mira esos detalles en la escritura. Definitivamente son más antiguos de lo que pensábamos.”
Ahmed asintió, ajustando la imagen. “Usaremos un espectrómetro de gases para analizar la tinta y determinar su composición. Esto nos ayudará a fechar el pergamino.”
Mientras el espectrómetro trabajaba, KARL se acercó a otro monitor donde los otros dos fragmentos de papiro estaban siendo escaneados y analizados. “Si logramos unir estos fragmentos correctamente, podríamos descubrir algo monumental.”
Después de varias horas de trabajo meticuloso, los tres fragmentos fueron escaneados y analizados en detalle. Ahmed, con la ayuda de Lupe, comenzó a ensamblar digitalmente las imágenes en una sola.
“¡Lo tenemos!” exclamó Lupe emocionada. En la pantalla, los fragmentos unidos formaban un mapa detallado de lo que parecía ser un complejo sistema de túneles y pasajes secretos bajo la meseta de Giza.
KARL estudió el mapa con interés. “Esto es increíble. Estos túneles parecen conectar diferentes puntos clave, incluyendo las pirámides y la Esfinge. Y aquí,” señaló un pequeño nicho en la imagen, “parece haber una indicación de un nicho en el lomo de la Esfinge.”
Ahmed acercó la imagen. “Sí, parece que este nicho podría contener algo. Quizás una tablilla o algún artefacto importante.”
KARL asintió pensativo. “Si es así, podría ser la clave para entender el propósito real de la Esfinge y estos túneles. Necesitamos verificar esto en el lugar.”
Lupe miró a KARL con determinación. “Entonces, nuestra próxima tarea es explorar ese nicho. Pero debemos ser cautelosos. Si realmente contiene algo valioso, no seremos los únicos interesados en ello.”
Ahmed sonrió. “No se preocupen, ya he hecho los arreglos necesarios. Tenemos autorización para una inspección detallada de la Esfinge. Y mañana temprano, podemos comenzar nuestra exploración.”
KARL y Lupe intercambiaron una mirada de complicidad. Sabían que estaban a punto de desvelar uno de los secretos más grandes de la historia.
“Entonces, estamos listos,” dijo KARL, su voz firme. “Vamos a descubrir lo que realmente se esconde bajo la Esfinge de Giza.”
En el laboratorio, la intensidad del trabajo no había disminuido. Lupe y Ahmed revisaban algunos documentos antiguos y analizaban las nuevas imágenes del escáner, mientras KARL y Sara Ibrahim ajustaban algunos equipos.
En un momento dado, Sara se acercó discretamente a KARL y, en voz baja, le dijo: “Profesor, necesito hablar con usted en privado. Es urgente.”
KARL frunció el ceño, pero asintió. “Por supuesto, Sara. Vamos a buscar un momento.”
Poco después, Ahmed sugirió que él y Lupe fueran a buscar algunos libros y documentos adicionales en la oficina de al lado. “Regresamos en unos minutos,” dijo Ahmed, saliendo con Lupe.
Sara aprovechó la oportunidad. “Profesor, ahora que estamos solos, hay algo que necesito compartir con usted,” dijo, su voz ligeramente temblorosa. “Es sobre Lupe y Amir.”
KARL se volvió hacia ella, su atención completamente enfocada. “¿Qué pasa con ellos, Sara?”
Sara tomó un respiro profundo, tratando de ordenar sus pensamientos. “Lupe y Amir tienen una historia juntos. Fueron más que amigos en la universidad, y parece que esos sentimientos aún no han desaparecido del todo. Lo que quiero decir es que Amir sigue interesado en ella, y parece que Lupe tampoco ha olvidado su pasado.”
KARL se quedó en silencio por un momento, asimilando la información. “¿Y cómo afecta esto a nuestro trabajo aquí?”
Sara se mordió el labio, dudando por un instante. “No estoy segura de cómo podría afectarnos directamente, pero creo que es importante que lo sepa. Puede que haya momentos en los que sus sentimientos interfieran con la misión. Sólo quería que estuviera al tanto para que pueda manejar la situación de la mejor manera posible.”
KARL asintió lentamente. “Gracias por decírmelo, Sara. Aprecio tu honestidad. Me aseguraré de que esto no afecte nuestro trabajo.”
Sara le sonrió, aunque su expresión seguía siendo seria. “Espero que todo salga bien, Profesor. Sólo quería que supiera lo que está pasando.”
En ese momento, la puerta del laboratorio se abrió y Ahmed y Lupe regresaron con los libros y documentos que habían ido a buscar. KARL y Sara retomaron su trabajo rápidamente, sin dar señales de la conversación que acababan de tener.
Mientras continuaban trabajando en los papiros y los mapas, KARL no pudo evitar observar a Lupe con una nueva perspectiva. Sabía que tenía que mantenerse enfocado en la misión, pero la información que Sara le había revelado no dejaba de rondar en su mente. Él ya estaba sospechándolo desde hace un par de días, pero había optado por hacer la vista gorda, y por el momento así seguiría, aún no ha pasado nada, y la misión era más importante por el momento.
Después de horas de trabajo intenso, el ordenador finalmente emitió un pitido, señalando que había completado su análisis. En la pantalla aparecieron las pautas concretas de una cámara secreta y una entrada oculta. KARL, Lupe, Ahmed y Sara observaron con atención, tomando nota de cada detalle.
“¡Lo hemos conseguido!” exclamó Lupe, emocionada. “Ahora sabemos dónde buscar. El nicho encima de la Esfinge y la entrada oculta a la cámara.”
Ahmed asintió, con una expresión de satisfacción en su rostro. “Esto es increíble. Mañana nos dirigiremos a la Esfinge para investigar estos puntos específicos.”
KARL cerró la computadora y se estiró, sintiendo el alivio de haber hecho un gran avance. “Por hoy, hemos terminado. Vamos a almorzar y a relajarnos un poco. Necesitamos estar frescos para mañana.”
El grupo recogió sus cosas y se dirigió a un restaurante cercano, donde Ahmed había reservado una mesa. El lugar, un acogedor bistró con vistas al Nilo, ofrecía una atmósfera perfecta para descansar después de una jornada agotadora.
Mientras disfrutaban de sus comidas, Sara observó a su alrededor con una expresión preocupada. “Debemos estar atentos,” dijo en voz baja. “He tenido la impresión de que nos han estado siguiendo. No estoy segura de quién o por qué, pero debemos ser cautelosos.”
KARL frunció el ceño. “¿Tienes alguna idea de quién podría ser?”
Sara negó con la cabeza. “No estoy segura, pero podría ser alguien interesado en lo que estamos descubriendo. Este tipo de información atrae a todo tipo de personas, no siempre con buenas intenciones.”
Lupe miró a su alrededor, inquieta. “¿Crees que corremos peligro?”
Ahmed intervino, su voz calmada pero firme. “Es posible. Pero estamos en un lugar público y bien protegido. Aun así, debemos mantenernos vigilantes y no bajar la guardia.”
KARL asintió. “Tienes razón, Ahmed. Seremos cuidadosos. Mañana, cuando estemos en la Esfinge, debemos asegurarnos de que nadie nos siga ni interfiera con nuestro trabajo.”
El resto del almuerzo transcurrió en un ambiente más relajado, aunque la advertencia de Sara pesaba en el aire. Después de la comida, el grupo se dirigió de vuelta a su casa en Al Azhar Park, listos para descansar y prepararse para la misión del día siguiente.
Ahmed se retiró un momento y realizo varias llamadas, se le vio agitar un poco las manos con su interlocutor, luego regreso a la mesa.
El almuerzo transcurrió normalmente.
Estuvieron de acuerdo. Y rápidamente un auto diferente al que los llevo apareció para recogerlos; un tipo de camioneta blindada los recogió y con un carro escolta estuvieron pronto en la casa. Sin sobresaltos.
El conductor, le dijo que un auto permanecería en frente de la casa y otro a la vuelta de la esquina, que estaban seguros. Les deseo feliz tarde y se marchó en la camioneta.
KARL se dejó caer en el sofá y se quitó los zapatos, realmente estaba cansado, miro a Lupe que estaba mirando por entre las cortinas hacia la calle.
Esperemos que no sea tan grave. Dijo KARL y descalzo se fue a la cocina y regreso con el vino que había quedado de la cena del día anterior.
El profesor KARL MASER siguió en silencio, dos vinos fue su límite, y sin darse cuenta se durmió en el sofá, un sueño pesado, sombrío.
Abrió los ojos, un suave murmullo lo despertó. Se levantó en silencio, le dolía un poco la espalda, seguro por la posición en la que estaba durmiendo. Escuchó el murmullo de nuevo, miró su inseparable Stowa, eran las 11 de la noche, tenía la garganta seca, el murmullo seguía; sin hacer ruido se levantó y asomó a la habitación y pudo ver a Lupe hablando por teléfono en un tono muy bajo, movía su mano en gesto de reclamo. Alcanzó a ver encima de la cama una tarjeta de presentación. Juraría que era la que le había dado AMIR cuando llegaron al Cairo.
Frunció la frente. Él estaba seguro que las había puesto en su billetera.
Volvió sin hacer ruido al sofá donde había dormido casi 5 horas de un solo golpe. Se sentó, espero un minuto y luego de forma bastante sonora se desperezó y bostezó fuerte, un instante después Lupe apareció en la puerta de la habitación con una de sus tradicionales y muy pequeñitas pijamas.
Con tranquilidad y sin prisa, sin mirarla paso delante de la cama y se dirigió a su maletín, saco el manojo de notas, de dirigió a la puerta y mirándola le dijo.
– descansa debes estar rendida. En unas horas amanecerá y hoy iremos a la esfinge. Debemos estar concentrados. Sin más, salió de la habitación y le pareció ver un gesto de descanso en los enormes ojos almendrados de la hermosa poblana.
KARL estaba concentrado en sus notas en el despacho, el silencio de la noche solo interrumpido por el suave susurro del viento. La tenue luz de la lámpara de escritorio iluminaba los documentos dispersos frente a él. De repente, su teléfono vibró en la mesa, rompiendo la quietud. Al ver el nombre de la doctora Sara en la pantalla, se apresuró a contestar.
—Sara —dijo, tratando de no sonar demasiado alarmado.
—KARL, siento llamarte a esta hora, pero algo ha cambiado. Necesitamos que tú y Lupe se preparen. Pasaremos por ustedes en 20 minutos. Es vital que hagamos el recorrido esta misma noche.
—¿Qué ha sucedido? —preguntó KARL, sintiendo una oleada de adrenalina.
—No puedo explicarlo por teléfono, pero te aseguro que es crucial. Prepárense y bajen en 20 minutos —dijo Sara antes de colgar.
KARL guardó su teléfono y se apresuró a salir del despacho. Se dirigió a la habitación y encontró a Lupe aparentemente dormida. Se acercó y la sacudió suavemente para despertarla.
—Lupe, tenemos que irnos. La doctora Sara acaba de llamar. Pasarán por nosotros en 20 minutos. Es urgente.
Lupe abrió los ojos lentamente, parpadeando contra la luz. Al escuchar las palabras de KARL, se incorporó rápidamente.
—¿Qué ha pasado? —preguntó, ya en movimiento para prepararse.
—No lo sé exactamente. Sara solo dijo que es vital que hagamos el recorrido esta noche —respondió KARL, recogiendo sus cosas.
Lupe asintió, y en cuestión de minutos ambos estaban listos. Salieron de la casa justo a tiempo para ver las luces de un vehículo aproximándose. Sara los esperaba, su expresión grave, lo que aumentaba la tensión en el aire.
—Suban rápido, no hay tiempo que perder —les urgió.
Mientras el vehículo avanzaba hacia la pirámide, KARL no pudo evitar preguntarse qué nuevo misterio les aguardaba esa noche.
El vehículo avanzaba a toda velocidad por las calles desiertas. Sara giró en el asiento delantero para hablar con KARL y Lupe.
—Descubrimos algo increíble esta noche —comenzó Sara, su voz llena de urgencia—. Mientras explorábamos uno de los túneles bajo la pirámide, encontramos un pequeño agujero en la pared, no más de 10 por 10 centímetros. A través de este agujero, la luz de la luna pasa e ilumina claramente cuatro símbolos en una pared detrás del muro.
KARL y Lupe intercambiaron miradas intrigadas.
—¿Qué tipo de símbolos? —preguntó Lupe, inclinándose hacia adelante.
—No estoy completamente segura, pero por su diseño, parecen estar relacionados con algún tipo de alineación astronómica —respondió Sara—. Lo que sé con certeza es que esto no es una casualidad. La luz de la luna los ilumina perfectamente, y solo tenemos esta noche para observarlos antes de que la luna desaparezca.
KARL asintió, comprendiendo la gravedad del descubrimiento.
—¿Y cuál es tu teoría? —preguntó, queriendo entender más.
—Podría ser una clave o un mensaje dejado por los constructores de la pirámide. Algo que solo puede ser revelado bajo la luz de la luna en un momento específico —explicó Sara, con el ceño fruncido—. Si estamos en lo correcto, esos símbolos podrían ser cruciales para nuestra investigación.
El vehículo llegó a su destino, y el grupo salió apresuradamente. Se adentraron en los oscuros túneles bajo la pirámide, guiados por las linternas y la determinación de descubrir el significado de los símbolos.
Al llegar al lugar del hallazgo, Sara señaló el pequeño agujero en la pared. La luz de la luna, filtrándose a través del agujero, iluminaba claramente los cuatro símbolos misteriosos.
—Ahí están —susurró Sara, maravillada—. Ahora debemos averiguar qué significan antes de que sea demasiado tarde.
KARL y Lupe observaron los símbolos, conscientes de que estaban en presencia de un antiguo misterio que podría cambiar su comprensión de la pirámide y su propósito.
KARL, Lupe y Sara trabajaban rápidamente, documentando cada detalle de los símbolos iluminados por la luna. Mientras lo hacían, Lupe no pudo evitar pensar en la fecha actual y en lo que podría significar esa alineación planetaria.
—Sara, KARL, —dijo Lupe, rompiendo el silencio—, si mis cálculos no fallan y yo soy matemática, ¿se han dado cuenta de que estamos en pleno agosto? La Gran Conjunción de Júpiter y Saturno está programada para el 21 de diciembre de este año. Esa alineación planetaria es extremadamente rara. Y solo se repetirá hasta el 2040 y no será tan espectacular.
Sara se detuvo un momento, asimilando sus palabras.
—Tienes razón, —respondió, con una mezcla de asombro y preocupación—. Esa es una coincidencia demasiado grande para ignorarla. Podría ser que estos símbolos estén señalando esa fecha específica.
Lupe, mirando el cuarto símbolo, sintió una oleada de ansiedad.
—Si la alineación planetaria ocurre el 21 de diciembre de este año, y estos símbolos están relacionados con eso, podría significar que algo significativo, tal vez incluso catastrófico, está destinado a suceder en esa fecha —dijo, su voz temblando ligeramente.
KARL asintió, su mente trabajando a toda velocidad.
—Eso significa que solo tenemos unos pocos meses para entender este mensaje y posiblemente evitar una catástrofe —dijo—. Debemos trabajar sin descanso para descifrar el cuarto símbolo y comprender completamente lo que los antiguos constructores intentaban decirnos.
Sara miró a ambos con determinación renovada.
—Entonces no hay tiempo que perder —dijo—. Documentemos esto lo mejor que podamos y volvamos a nuestro centro de investigación. Necesitamos todos los recursos disponibles para desentrañar este misterio antes de que sea demasiado tarde.
El grupo trabajó con una sensación de urgencia y propósito, conscientes de que la cuenta regresiva para el 21 de diciembre había comenzado. La luz de la luna seguía iluminando los símbolos, como un recordatorio constante de la importancia de su misión.
El equipo trabajó con rapidez y precisión, documentando los símbolos antes de que la luz de la luna se desvaneciera. Cuando terminaron, la adrenalina todavía corría por sus venas.
—Ya son casi las 4 de la mañana —anunció Sara, mirando su reloj—. Debemos darnos prisa. La siguiente parte de nuestra misión es recuperar la tablilla que está en el nicho encima de la Esfinge.
KARL y Lupe asintieron, recogiendo sus equipos. La idea de escalar la Esfinge a esa hora de la madrugada les parecía surrealista, pero sabían que cada segundo contaba.
Salieron del túnel y se dirigieron hacia la imponente figura de la Esfinge. Bajo el cielo aún oscuro, la silueta de la Esfinge se alzaba majestuosa y enigmática. La luna empezaba a descender, bañando el monumento en una luz plateada.
—La tablilla está en un nicho oculto, justo encima de la cabeza de la Esfinge —explicó Sara mientras avanzaban—. Según nuestros registros, debería contener información crucial que podría ayudar a decodificar el cuarto símbolo.
Llegaron a la base de la Esfinge y comenzaron a escalar con cuidado. La estructura antigua y erosionada ofrecía pocos puntos de apoyo, pero su determinación les daba fuerza. Al alcanzar la parte superior, encontraron el nicho exactamente donde Sara había indicado.
KARL extendió la mano y, con cuidado, sacó una tablilla de piedra del nicho. La examinó brevemente a la luz de la linterna antes de pasarla a Lupe.
—Es más antigua de lo que imaginé —dijo Lupe, observando los grabados—. Pero parece estar en buen estado.
Sara asintió, su rostro iluminado por una mezcla de alivio y anticipación.
—Llevémosla de vuelta a nuestro centro de investigación. Necesitamos analizar esto con calma y en detalle. Esta tablilla podría ser la clave para desentrañar el misterio que rodea a la Gran Conjunción y al cuarto símbolo.
Con la tablilla en su posesión, el grupo descendió con cuidado de la Esfinge y se dirigió de vuelta a su vehículo. La luz del amanecer empezaba a teñir el horizonte, marcando el final de una noche llena de descubrimientos y nuevas preguntas. Sabían que el tiempo no estaba de su lado, y que cada momento era crucial en su búsqueda por evitar una posible catástrofe el 21 de diciembre.
Con la tablilla en su posesión, KARL, Lupe y Sara regresaron al vehículo. La adrenalina de la noche de descubrimientos aún corría por sus venas, pero el cansancio empezaba a hacerse notar. El viaje de regreso a la ciudad se hizo en silencio, cada uno sumido en sus propios pensamientos sobre lo que habían encontrado y lo que aún quedaba por descubrir.
Mientras el amanecer teñía el cielo con tonos anaranjados y rosados, el teléfono de KARL vibró. Era una video llamada de Ahmed Al-Masri. KARL aceptó la llamada, y el rostro sonriente de Ahmed apareció en la pantalla.
—¡Buenos días, equipo! —saludó Ahmed con entusiasmo—. He escuchado que han tenido una noche interesante. ¿Qué tal si nos reunimos para desayunar y discutir lo que han descubierto?
KARL miró a Lupe y Sara, quienes asintieron con cansancio, pero también con entusiasmo.
—Claro, Ahmed. Nos vendría bien algo de comida y un poco de tiempo para compartir nuestras ideas —respondió KARL.
—Perfecto. Los espero en el café de siempre en una hora —dijo Ahmed antes de colgar.
Al llegar a la ciudad, se dirigieron directamente al café donde Ahmed ya los esperaba. La vista del lugar familiar y el aroma a café recién hecho les levantaron el ánimo. Ahmed los recibió con abrazos y una mesa llena de delicias egipcias.
—Vamos, siéntense y cuéntenme todo —dijo Ahmed, sirviéndoles café.
Mientras desayunaban, KARL, Lupe y Sara compartieron sus experiencias de la noche anterior. Hablaron de los símbolos iluminados por la luna, la alineación planetaria y la misteriosa tablilla que habían recuperado. La mezcla de alegría y temor era palpable mientras discutían las posibles implicaciones de sus descubrimientos.
Ahmed escuchaba atentamente, asintiendo y haciendo preguntas ocasionales.
—Esto es increíble —dijo finalmente—. Pero también parece indicar que estamos ante algo mucho más grande de lo que imaginamos. Debemos estar preparados para lo que venga.
KARL, con una sonrisa cansada, levantó su taza de café.
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