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El cazador de almas perdidas – Creepy pasta 150. Historias de Vampiros

Secuelas de la Primera Cacería.

 El sol aún no salía completamente cuando Tatiana y Drex llegaron a la sede temporal de la Purga en el Colegio de Wiccas en Ciudad de México. El aire fresco de la madrugada cargaba con la tensión habitual de una nueva jornada, pero algo más se había acumulado sobre los hombros de Tatiana. Desde que activó el tercer sello del collar, algo en su interior había cambiado, como si las energías del tótem hubieran dejado una marca más profunda de lo que esperaba. No se lo había dicho a nadie, ni siquiera a Drex, pero las miradas de las estudiantes Wicca, cada vez que entraban, se volvían más penetrantes, casi inquisitivas.

Drex se dio cuenta de que Tatiana estaba más inquieta de lo habitual. Se acercó, poniéndole la mano en la espalda mientras entraban.

—“¿Te sientes bien?” —preguntó en un tono bajo, sin querer llamar la atención.

Tatiana asintió, pero había una tensión en su gesto que Drex no pasó por alto. Sentía que las miradas seguían cada paso de Drex, y algo en ella hervía, un instinto de protección o quizás celos que la llenaban de una inquietud profunda.

—“Estás inquieta, lo noto. ¿Qué pasa?” —insistió Drex, deteniéndose un momento antes de que se separaran.

Tatiana suspiró, sintiendo que debía decir algo. No podía permitir que esa sensación la distrajera durante las lecciones de magia arcana que tendría con Vambertoken, especialmente con lo que estaba en juego.

—“Es solo… esas miradas. Siento que cada vez que venimos, todas las Wiccas te observan de una manera… que me incomoda. Y con lo del collar… todo es más intenso.” —confesó finalmente, su voz cargada de frustración.

Drex la miró con una mezcla de sorpresa y ternura. Se acercó a ella, inclinándose para dejar un beso suave en su frente.

—“Sabes que para mí solo existes tú, Tatiana. Lo que sea que estén pensando esas chicas no importa. Solo tú. Además, estamos en esto juntos, y con lo que has hecho con el tercer sello, confío en que todo irá bien.” —le dijo, con una seguridad que Tatiana deseaba sentir también.

Ella asintió, devolviéndole el beso antes de alejarse para dirigirse a su lección con Vambertoken. Aún podía sentir esas miradas, pero las palabras de Drex le daban algo de consuelo.

Entró en la sala de entrenamiento donde Vambertoken ya la esperaba, la atmósfera en la habitación cambió inmediatamente, cargándose con la energía arcana que emanaba del vampiro.

—“Llegas temprano,” —dijo Vambertoken con una sonrisa apenas perceptible, pero sus ojos la evaluaban, sabiendo que algo pasaba.

—“He tenido un par de días difíciles,” —respondió Tatiana mientras se acercaba. “El tercer sello… no sé cómo describirlo, pero siento que me está afectando de maneras que no esperaba.”

Vambertoken la observó en silencio por un momento, como si midiera sus palabras antes de hablar.

—“Es normal que lo sientas así,” —respondió finalmente—, “cada una de las cinco capas del collar es una barrera, no solo para contener el poder del tótem, sino para protegerte a ti también. Cada sello requiere algo distinto de ti, y el tercero… es el que te vincula más profundamente con Drex y con el tótem. Las emociones son un filtro, pero también una fuente de poder. Tienes que aprender a manejarlo, o te consumirá.”

Tatiana lo escuchaba atentamente, sabiendo que Vambertoken nunca exageraba con sus advertencias.

—“Pero aún tienes dos capas más que aprender a controlar,” —continuó—, “y no puedes permitir que ninguna de ellas te desequilibre. Por eso debes alternarlas, usarlas en diferentes momentos para evitar que una sola capa te consuma. No se trata solo de proteger a Drex, sino de protegerte a ti también.”

Tatiana asintió, sabiendo que había más en juego de lo que podía comprender en ese momento.

—“¿Y cómo se supone que haga eso?” —preguntó, su voz apenas un susurro.

—“Eso lo aprenderás con Ixplex,” —dijo Vambertoken, “pero en esta clase vamos a centrarnos en algo más práctico. Necesitas aprender a generar ataques de energía pura. No solo para protegerte, sino para apoyar a Drex en el campo de batalla.”

Tatiana lo miró, y aunque sentía la presión del tercer sello, sabía que aprender lo que Vambertoken le enseñaría sería crucial.

El Peso del Acuerdo.

Julián había llegado a la sede temporal de la Purga en Ciudad de México después de que Drex le pidiera que hablara con Fabián y María. No tenía toda la información, pero Drex había sido claro: algo había ocurrido, algo que los había afectado profundamente, y necesitaban a alguien que los ayudara a procesarlo.

Caminó hacia la sala donde Fabián y María lo esperaban, y cuando abrió la puerta, inmediatamente sintió la atmósfera densa y cargada de culpabilidad y dolor. Ambos estaban sentados, inclinados hacia adelante, con los rostros ocultos entre las manos. La angustia era palpable en cada rincón de la habitación.

Julián se sentó frente a ellos, sin decir una palabra al principio, esperando que ellos comenzaran a hablar. El silencio se prolongó, pero ninguno de los dos parecía dispuesto a romperlo. Fabián levantó la cabeza primero, su rostro desencajado, con los ojos enrojecidos y vidriosos.

—”Julián… no sabemos cómo empezar,” —dijo Fabián con la voz rota, como si cada palabra le costara un esfuerzo monumental.

María seguía con la cabeza baja, incapaz de mirar a Julián a los ojos. El sacerdote los miraba con profunda compasión, aunque aún no entendía qué era lo que había ocurrido.

—”Empiecen desde el principio,” —sugirió Julián suavemente—, “Drex me pidió que hablara con ustedes, pero no sé qué ha pasado. Solo sé que están sufriendo, y que esto va más allá de lo que cualquiera de nosotros esperaba.”

Fabián se pasó una mano temblorosa por el cabello, sin saber cómo poner en palabras lo que habían vivido. Finalmente, fue María quien habló primero.

—”Todo empezó cuando Drex nos dijo que, si queríamos que él usara sus cacerías para alimentar nuestro talismán… nosotros debíamos cazar por él.” —La voz de María apenas era audible, como si cada palabra fuera una confesión que la atormentaba.

Julián frunció el ceño, ahora más confundido que antes. Sabía que Drex cazaba, y sabía que el tótem y el collar de Tatiana tenían algo que ver, pero no entendía qué tenía que ver todo eso con María y Fabián.

—”Cazar… ¿a qué te refieres, María?” —preguntó Julián con cautela.

Fabián levantó la cabeza, su rostro mostrando una mezcla de vergüenza y desesperación.

—”Tuvimos que… matar, Julián. Matar a alguien para que Drex pudiera alimentarse. Él necesita los corazones… es parte de lo que es. Y nosotros, nosotros lo hicimos… pero no solo lo hicimos por Drex…” —Fabián tragó saliva con dificultad, sintiendo el peso abrumador de sus palabras—, “también usamos la sangre para recargar nuestro talismán.”

Julián se quedó en silencio por unos momentos, procesando lo que acababa de escuchar. El silencio en la sala era opresivo. Finalmente, Julián exhaló lentamente, sintiendo el dolor de sus amigos como si fuera suyo.

—”¿Mataron a alguien… para Drex?” —preguntó en un tono bajo, intentando mantener la calma, aunque las palabras le quemaban en la garganta.

—”Sí,” —susurró María, sus lágrimas comenzando a caer nuevamente—, “y fue horrible. No teníamos elección, Julián. Si Drex no come, si no se alimenta… sabemos lo que pasará con él. Pero usar esa muerte para nuestro propio beneficio… eso fue lo que nos destruyó.”

El silencio volvió a caer sobre la sala, y Julián sintió el peso de la situación. No solo habían matado, sino que también habían manchado su amor con sangre. La caza para Drex ya era un acto terrible, pero usar la sangre para recargar el talismán que Asha les había dado había sido un golpe demasiado fuerte para ellos.

—”Fabián, María…” —comenzó Julián, con la voz temblorosa pero firme—, “entiendo que lo hicieron por Drex. Sé que no es algo que hubieran querido hacer, pero… ustedes no son asesinos. Esto fue una situación imposible, pero aún pueden elegir no perderse en esto.”

Fabián apretó los puños, sus ojos llenos de lágrimas.

—”¿No lo entiendes, Julián?” —dijo con un tono desesperado—, “somos responsables de una vida humana. ¡Tomamos una vida! ¡Le arrancamos el corazón a esa persona! ¿Cómo podemos seguir adelante después de algo así?”

María sollozaba en silencio, incapaz de soportar el peso de lo que habían hecho.

—”Y lo peor,” —continuó Fabián—, “es que no lo hicimos solo por Drex… lo hicimos porque queríamos proteger nuestro amor. Porque queríamos seguir usando el talismán y vivir esta mentira donde podemos estar juntos sin que nadie nos reconozca. Nos dejamos consumir por nuestra necesidad… por nuestro egoísmo.”

Julián sintió que su corazón se rompía al escuchar esas palabras. Se dio cuenta de que esto no era solo una cuestión de culpa por una muerte, sino de una traición a sí mismos. Fabián, un sacerdote, había roto sus votos por amor, y ahora ese amor estaba teñido de sangre.

—”Sé lo que han hecho… y sé lo difícil que es cargar con esa culpa,” —dijo Julián, su voz ahora un poco más fuerte—, “pero lo que hicieron, lo hicieron por amor. No fue por maldad. No fue por egoísmo. Fue porque querían estar juntos, y en el mundo en el que vivimos, nada es fácil. Ustedes tienen algo que Drex no tiene… aún tienen su humanidad. No dejen que esto los consuma.”

—”¿Y cómo lo hacemos, Julián?” —preguntó María, levantando la mirada, sus ojos llenos de lágrimas—, “¿Cómo seguimos adelante después de esto?”

—”No hay una respuesta fácil,” —respondió Julián—, “pero sé que pueden encontrar una manera. Tal vez empiecen por no usar el talismán más. No dejen que este sea el fin de lo que son. Drex… él vive de esta manera, pero ustedes no tienen que hacerlo. Aún pueden elegir.”

Fabián y María se quedaron en silencio, sus mentes procesando las palabras de Julián. Sabían que tenían que tomar decisiones difíciles, pero también sabían que no podían seguir por el mismo camino.

—”Gracias, Julián,” —dijo finalmente Fabián, su voz temblorosa pero agradecida—, “necesitábamos escuchar eso. No sabemos si podremos dejar todo esto atrás, pero… intentaremos no perdernos.”

Julián asintió, aunque sabía que no sería fácil. Habían cruzado una línea, pero todavía había una oportunidad para regresar, para no perderse completamente en la oscuridad.

Gracias por acompañarnos en este viaje al terror. ¡Nos vemos en el próximo episodio!”

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