Historias de vampiros 144 Los Regalos de la Oscuridad

El cazador de almas perdidas – Creepy pasta 144. Historias de Vampiros

Los Regalos de la Oscuridad.

Llegada a la Sede.

El aire en la escuela de Wiccas de Ciudad de México estaba impregnado de magia ancestral, y aunque muchos no lo notarían, Julián sentía ese poder vibrar en las paredes. Cada paso que daba lo acercaba más a las profundidades donde la Purga tenía su sede temporal. Él, como los demás, estaba preparado para una reunión estratégica más, un paso más en la constante guerra contra Ragnarok. Sin embargo, había algo en el ambiente que no encajaba. La tensión era diferente. Vambertoken nunca permitía que sus planes quedaran tan expuestos, y la sensación de que algo se avecinaba no le permitía quitarse de la cabeza el nombre de su hija: Laura.

El simple hecho de pensar en Laura hacía que el aire se volviera pesado, y la culpa que arrastraba desde su conversión seguía oprimiendo su pecho. A pesar de ser vampira, a pesar de todo lo que había cambiado en ella, Laura seguía siendo su razón de ser, el motor que lo mantenía leal a la Purga y, sobre todo, a Vambertoken.

Mientras atravesaba los últimos pasillos, las sombras se alargaban a su alrededor, como si la magia misma estuviera jugando con él, tensando el momento antes de la inevitable revelación. Llegó a la sala subterránea, donde los rostros conocidos de la Purga lo esperaban en silencio, dispuestos para lo que sería una de las reuniones más importantes de sus vidas.

La Sorpresa de Vambertoken.

Vambertoken estaba sentado en el centro de la sala, su mirada afilada recorriendo a cada uno de sus agentes más cercanos. Nadie en la sala sabía lo que estaba por venir, pero todos lo presentían. El vampiro, tan calculador como siempre, los había reunido no solo para planificar los siguientes pasos contra Ragnarok, sino para algo mucho más personal.

El silencio se rompió cuando Vambertoken se puso de pie, su figura imponente llenando la habitación con una autoridad incuestionable.

—Antes de entrar en materia —comenzó, su tono tan frío como siempre—, hay algo que deben saber.

Todos lo miraron expectantes, pero sin mostrar debilidad. El aire se volvió aún más denso, y la tensión en la sala era palpable. Vambertoken no solía hacer gestos personales, por lo que lo que estaba a punto de decir no sería cualquier cosa.

—Julián —dijo, girando su atención hacia su agente más antiguo—, he considerado lo que has sacrificado por la Purga y por tu hija, Laura.

Julián sintió cómo cada músculo de su cuerpo se tensaba al escuchar el nombre de su hija. No sabía qué esperar, pero las palabras de Vambertoken siempre traían consecuencias.

—He decidido que es momento de que Laura tenga un rol más importante —continuó el vampiro—. Estoy en proceso de abrir un ministerio para vampiros convertidos, y quiero que ella lo dirija.

Julián parpadeó, procesando lo que acababa de escuchar. La posibilidad de que su hija dirigiera un ministerio, de tener más poder en el mundo vampírico, era algo que jamás había esperado. Pero lo que Vambertoken dijo después fue lo que realmente lo desarmó.

—Esto significa que podrás visitarla con más frecuencia, bajo una cuartada perfecta. Al menos una o dos veces al mes.

El impacto de esas palabras fue devastador para Julián. La idea de ver a su hija regularmente, de tener una razón legítima para estar cerca de ella sin levantar sospechas, era algo que jamás había imaginado.

Vambertoken, con su sonrisa enigmática, sabía exactamente lo que estaba haciendo. Había renovado la devoción de Julián con un solo movimiento.

—¿Qué me dices? —preguntó, aunque ya conocía la respuesta.

—Haré lo que sea necesario —respondió Julián, su voz temblando apenas, pero con una resolución renovada.

Un Obsequio para Tatiana.

Una vez que la conversación con Julián terminó, Vambertoken giró su atención hacia Tatiana, que había estado esperando pacientemente en la sala, su mente siempre centrada en Drex y el tótem que ambos compartían.

—Tatiana —dijo, mientras sacaba de entre sus pertenencias un libro antiguo, cubierto de polvo y con símbolos que no reconocía—. He conseguido algo que te será de gran ayuda. Este libro atlante contiene información sobre los licántropos y los tótems mayores. Sospecho que el tótem que Drex lleva es uno de los tres tótems más poderosos de la licantropía.

Tatiana miró el libro, con asombro, pero también con una cierta preocupación.

—¿Cómo…? No entiendo… —murmuró, observando los grabados arcaicos en la portada.

—Es un texto extremadamente raro. Solo unos pocos conocen su existencia. Pero no te preocupes, Pizarro, el maestro traductor del Vaticano, conoce este lenguaje. Con su ayuda, podríamos descubrir más sobre cómo controlar el poder del tótem y, tal vez, cómo ayudar mejor a Drex.

Tatiana sabía que aquello era un regalo valioso, pero también sentía el peso de la responsabilidad que traía consigo. Cualquier error podría costarles caro.

—Gracias —dijo, con la voz firme, mientras tomaba el libro en sus manos—. Haré lo que sea necesario para desentrañar sus secretos.

Vambertoken asintió, sabiendo que había sembrado la semilla correcta. Ahora, quedaba en manos de Tatiana utilizar el conocimiento que el libro escondía.