El cazador de almas perdidas – Creepy pasta 122.
El Precio del Conocimiento.
María y la Llamada a Tatiana.
El sonido tenue de la ciudad de México se colaba por las ventanas del pequeño apartamento donde María esperaba, nerviosa. Fabián estaba en camino a reunirse con el cardenal, y aunque confiaba en él y en el plan que habían diseñado con Julián, no podía evitar sentirse inquieta. Fabián había estado bajo una presión tremenda, y la posibilidad de que algo saliera mal la mantenía en un estado de constante ansiedad.
Para despejar su mente, decidió aprovechar el momento para llamar a su hermana, Tatiana. Hacía tiempo que no hablaban, y necesitaban ponerse al día. Sabía que Tatiana estaba en medio de una misión peligrosa, pero también sabía que, como siempre, encontrarían la forma de hablar con total sinceridad.
María tomó el teléfono y, después de unos momentos de duda, marcó el número de Tatiana. Tardó unos segundos en contestar, pero cuando escuchó la voz de su hermana al otro lado de la línea, una sensación de alivio la invadió.
—Tatiana, ¿cómo estás? —preguntó María con suavidad, aunque sabía que su hermana estaba lidiando con algo mucho más complicado de lo que ella imaginaba.
Tatiana respiró profundamente antes de responder.
—Ha sido… complicado —admitió—. Estamos a punto de hacer algo muy delicado. Drex y yo vamos a encontrarnos con la Bruja Roja. Es una misión bajo las órdenes directas del Archiconde Ramírez. Nadie puede saber lo que estamos haciendo, y mucho menos el Consejo Latinoamericano Vampírico.
María sintió una punzada de preocupación, pero también sabía que Tatiana siempre había sido fuerte, incluso en las situaciones más difíciles.
—Eso suena peligroso —dijo María, intentando no sonar alarmada—. ¿Cómo te sientes con todo esto?
Tatiana se quedó en silencio por un momento, sabiendo que podía ser completamente honesta con su hermana.
—La verdad… estoy agotada. Esta misión ha sido intensa, y aunque Drex ha sido un apoyo constante, todo lo que implica el tótem está empezando a afectarnos a ambos. Es como si la presión de lo que llevamos dentro nos estuviera consumiendo poco a poco. —Tatiana hizo una pausa—. ¿Y tú? ¿Cómo está Fabián?
María suspiró, sintiendo el peso de sus propias preocupaciones.
—Está mejor, creo. Está yendo a hablar con el cardenal ahora mismo, siguiendo un plan que Julián le ayudó a desarrollar. Pero he visto cómo se ha roto, Tatiana. Ha perdido su fe, y aunque estamos intentando encontrar una salida, temo que no sea suficiente.
El silencio se extendió entre las hermanas por unos segundos, pero luego Tatiana rompió la tensión con un susurro suave.
—Sé lo difícil que puede ser cargar con ese tipo de dolor. Fabián es fuerte, y si alguien puede salir adelante, es él. Pero no tienes que hacerlo sola, María. Sabes que siempre estaré aquí para ti.
María sonrió, aunque Tatiana no podía verla. Esa conexión entre ellas, esa honestidad mutua, era lo que las había mantenido juntas a pesar de todas las adversidades.
—Gracias, Tatiana. Significa mucho para mí —respondió María, su voz más calmada—. Cuídate, por favor. Todo lo que estás haciendo parece peligroso, pero sé que eres increíblemente capaz.
Tatiana soltó una risa suave.
—Lo intentaré. Hablaremos pronto, lo prometo. Pero ahora tengo que concentrarme. Estamos a punto de entrar en la fase más crítica de esta misión.
Tatiana y Drex: La Misión con la Bruja Roja.
Tatiana colgó el teléfono y se volvió hacia Drex, quien estaba ajustándose las correas de su chaqueta con un aire de concentración absoluta. Sabían que lo que estaban a punto de hacer era peligroso, no solo por la misión en sí, sino porque estaban rompiendo una orden directa del Consejo Latinoamericano Vampírico. Nadie debía hablar con la Bruja Roja, Fabiola, bajo ninguna circunstancia. Pero el Archiconde Ramírez había diseñado un plan específico, y ellos debían seguirlo al pie de la letra.
—¿Lista? —preguntó Drex, mirándola de reojo.
Tatiana asintió, tomando una profunda inspiración.
—Sí, pero debemos ser extremadamente cuidadosos. Nadie puede saber que estamos aquí. Y Fabiola… no va a ser fácil de manejar.
Drex hizo una mueca.
—Nunca pensé que lo fuera. Pero si esto nos lleva a las esmeraldas de alma, vale la pena el riesgo.
El viaje hasta el lugar donde Fabiola estaba confinada fue tenso y lleno de precauciones. Se aseguraron de tomar rutas secundarias, evitando cualquier contacto con personas que pudieran reconocerlos. Ramírez había sido claro: cualquier desliz podría costarles la misión y exponerlos al Consejo.
Finalmente, llegaron al lugar. Un edificio antiguo, casi olvidado, que servía como prisión para aquellos demasiado peligrosos para ser liberados, pero demasiado valiosos para ser destruidos. Fabiola estaba entre esos prisioneros.
Con un gesto de Drex, entraron en el edificio. Cada paso resonaba en el silencio, y el peso de la misión se hacía más palpable a cada segundo.
Cuando llegaron a la celda de Fabiola, la encontraron sentada en una vieja silla de madera, con una sonrisa burlona en el rostro. Sus ojos, afilados como dagas, se posaron sobre ellos con una intensidad que los hizo sentir como si ya supiera todo lo que planeaban.
—Así que finalmente vienen a verme —dijo Fabiola, con un tono sarcástico—. Me preguntaba cuándo se atreverían a romper las reglas del Consejo.
Tatiana mantuvo su compostura, recordando las instrucciones de Ramírez. Todo debía parecer una negociación tensa, como si liberar a Fabiola fuera un precio demasiado alto.
—Necesitamos información, Fabiola —dijo Tatiana con frialdad—. Sabemos que tienes conocimiento sobre las esmeraldas de alma. Necesitamos que nos digas dónde encontrarlas.
Fabiola soltó una risa suave, casi burlona.
—¿De verdad crees que voy a darte esa información sin nada a cambio? —susurró Fabiola, mientras sus ojos se posaban en Drex con interés—. Sé lo que eres, licántropo. Y sé que tú y Tatiana tienen algo… interesante entre ustedes. ¿De verdad crees que voy a dejar pasar una oportunidad como esta?
Drex apretó los puños, pero Tatiana le lanzó una mirada que lo calmó. Sabían que Fabiola intentaría llevarlos al límite, jugar con sus emociones.
—Lo que pides es demasiado —dijo Tatiana, intentando mantener el control de la conversación—. Liberarte está fuera de toda negociación.
Fabiola se inclinó hacia adelante, sonriendo con malicia.
—Oh, no te preocupes, querida. Ya sé que Ramírez tenía planeado ofrecerme mi libertad desde el principio. Solo quiero asegurarme de que estamos en la misma página. Me darás lo que quiero, y te daré las esmeraldas de alma. Pero primero, debes ir a Cabo Cristales. Allí encontrarás una cueva. Dentro, estarán las esmeraldas que buscas, pero no será fácil llegar hasta ellas. El lugar está lleno de trampas… y criaturas que no te lo pondrán fácil.
Drex intercambió una mirada con Tatiana. Sabían que no había otra opción.
—Dame las instrucciones para llegar a la cueva correcta —exigió Tatiana.
Fabiola sonrió ampliamente, disfrutando de su pequeña victoria.
—Claro, querida. Pero recuerda, si no vuelves con las esmeraldas, no habrá trato. Y ustedes dos… sigan cuidando esa pequeña relación. Me divierte ver cómo intentan ocultarla.
Tatiana contuvo su irritación y asintió.
—Trato hecho —dijo con frialdad.
El Plan Se Pone en Marcha.
Después de finalizar la tensa conversación con Fabiola, Tatiana y Drex salieron del edificio con el peso de la misión aún más grande sobre sus hombros. Sabían que estaban jugando con fuego, pero también sabían que no tenían más opción.
Tatiana sacó su teléfono y marcó el número de Vambertoken.
—Hemos hablado con la Bruja Roja. Ya tenemos las instrucciones para llegar a las esmeraldas. Nos dirigimos a Cabo Cristales ahora mismo —informó Tatiana.
Vambertoken, quien estaba terminando sus obligaciones como Pluma en la aldea de Ausplex, sonaba complacido.
—Excelente trabajo, Tatiana. Esto es solo el comienzo. Sigan con el plan, y pronto veremos los frutos de todo esto. Recuerden, el control del tótem es solo una parte del verdadero objetivo.
La noche había caído en lo profundo del paraje solitario, y Tatiana y Drex se habían dado el lujo de permitirse un momento para ellos. Mientras el brillo de las estrellas iluminaba el paisaje, ambos se dejaron llevar por una atracción que había estado latente durante mucho tiempo. La tensión acumulada, el peligro constante, y la presencia del tótem que parecía siempre amenazarlos se desvanecieron por un breve instante. Tatiana, siempre astuta y reservada, se había permitido bajar la guardia, permitiendo que su risa resonara en la oscuridad de la noche.
Su conexión con Drex era innegable, y aunque habían estado atrapados en un mundo de peligro y misterio, esa noche, solos en su refugio temporal, ambos se dejaron llevar por una pasión desenfrenada. La lujuria llenó el aire, mientras sus cuerpos se entrelazaban, olvidando, aunque fuera solo por unas horas, todo lo que les rodeaba. El tótem, ese oscuro objeto que tantas veces había trastocado sus emociones, parecía inofensivo bajo la luz de las estrellas. Pasaron la noche en una especie de paraíso privado, donde el único sonido era el de sus respiraciones entrelazadas. El paraje, casi como si fuera una Isla de Pascua perdida, los envolvía en una burbuja de tranquilidad.
Todo el caos y la oscuridad que los había rodeado se desvaneció. En ese momento, el mundo era solo para ellos. La paz se instaló, y ambos sintieron, aunque fuera por poco tiempo, lo que era la felicidad sin restricciones. Al amanecer, la luz filtrada por las nubes iluminaba Caño Cristales con una claridad casi sobrenatural.
Tatiana y Drex, sintiéndose ligeros, como dos jóvenes enamorados en un viaje de ensueño, disfrutaron del paisaje con la intensidad de quienes han visto el abismo y han regresado para apreciar las pequeñas maravillas de la vida. El viento marino acariciaba sus rostros mientras caminaban por las arenas suaves, y las aguas cristalinas reflejaban el cielo con un brillo espectacular. Era un día perfecto. Sin embargo, la realidad pronto los alcanzó.
Su misión era clara, y había llegado el momento de descender a la cueva que les había indicado la bruja. El lugar, oculto entre las rocas y las sombras de Caño Cristales, tenía una entrada estrecha y oscura, apenas visible a simple vista. Mientras se adentraban, Drex, con sus sentidos agudizados, podía oler el peligro que acechaba.
El aire en la cueva era pesado, cargado de humedad y de algo más, algo primigenio y oscuro. Finaliza la entrada de la cascada en cabo cristales del texto que di y la recolección de los 10 cristales después que Drex y Tatiana enfrenten a los devorados que viven en la cueva, deja que Tatiana muestre sus primeros conocimientos arcanos aprendidos de Vambertoken y que Drex use su Chokuto para no causar tanto ruido como las 9 milímetros.
Gracias por acompañarnos en este viaje al terror. ¡Nos vemos en el próximo episodio!”
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