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El cazador de almas perdidas – Creepy pasta 110.

El Pacto del Tótem.

El aire frío de la mañana aún envolvía las ruinas de Pisac mientras Vambertoken y Tatiana continuaban su conversación en un rincón apartado del campamento. La luz tenue del sol apenas iluminaba sus rostros, pero la intensidad de la charla era palpable. Vambertoken, con su porte inmutable y su tono siempre calmado, seguía explicando su propuesta mientras Tatiana lo escuchaba con atención, aunque también con cierta desconfianza.

—La idea es simple —dijo Vambertoken, señalando con suavidad—. Ya hemos utilizado el medallón una vez para contener los poderes del tótem, pero en esa ocasión fue destruido en el combate final con La Muerte Plata aquí mismo, en Pisac. No quiero que volvamos a depender de algo tan frágil.

Tatiana asintió, recordando vívidamente aquel momento. El medallón había sido un último recurso para contener el poder devastador del tótem, pero al final, no había sido suficiente. La batalla en Pisac había sido brutal, y el medallón había sido destruido durante la última confrontación contra los líderes de La Muerte Plata. Ese instante marcó un antes y un después en la batalla, pero también dejó a Drex vulnerable ante el inmenso poder del tótem.

—Lo que te propongo —continuó Vambertoken, con un tono más persuasivo— es una forma de controlar ese poder sin tener que destruir el medallón o cualquier otro artefacto. Podrías regular el flujo de energía que Drex recibe del tótem, evitando que lo consuma. El poder estaría bajo tu control… y el de él, claro.

Tatiana mantuvo la vista fija en el vampiro. Sabía que la propuesta de Vambertoken tenía sentido, pero también era consciente de lo que implicaba aceptar la ayuda de alguien como él. El poder que Vambertoken ofrecía no venía sin precio, y Tatiana no estaba segura de querer estar tan vinculada a un ser como él.

—Es una oferta interesante —dijo Tatiana finalmente, manteniendo la voz firme—, pero no puedo dejar de preguntarme qué ganarías tú con esto.

Vambertoken sonrió, su expresión apenas cambiando, pero sus ojos revelando algo más profundo.

—Lo que siempre busco, Tatiana: equilibrio. Si Drex pierde el control, pondrá en peligro más que su vida. Y no quiero que las fuerzas que estamos enfrentando, particularmente aquellas conectadas a Paititi, se fortalezcan aún más con ese caos. Esto es por el bien de todos nosotros.

Tatiana bajó la vista, sopesando las palabras del vampiro. Era verdad que las batallas recientes habían sido cada vez más difíciles, y la sensación de estar al borde del colapso nunca la abandonaba. Además, enfrentaban enemigos que parecían estar siempre un paso por delante. Ella misma había sentido su propia debilidad al confrontarlos. Y aunque no lo admitiría en voz alta, comenzaba a darse cuenta de que también necesitaba más poder si quería proteger a Drex y al equipo.

—Si lo deseas —añadió Vambertoken—, puedo enseñarte magia arcana. Con tu talento y habilidades, no me cabe duda de que podrías aprender rápidamente. Y con ese conocimiento, serías mucho más capaz de enfrentarte a los enemigos que están por venir.

Tatiana lo miró directamente a los ojos. La tentación estaba allí, clara y directa. Sabía que aprender magia arcana la haría más fuerte, pero también que significaba adentrarse en un mundo del que no habría vuelta atrás. Por otro lado, sentía el peso de su responsabilidad hacia Drex y el equipo. Si Vambertoken realmente podía ayudarla a controlar el poder del tótem, entonces tal vez valdría la pena.

Mientras tanto, no muy lejos de allí, Drex observaba la larga conversación entre Tatiana y Vambertoken. La desconfianza crecía en su interior con cada minuto que pasaba. No le gustaba ver a Tatiana tan cercana al vampiro, y aunque sabía que ella podía cuidarse sola, no podía evitar sentir que algo no iba bien. La sola idea de que Tatiana pudiera involucrarse más profundamente con Vambertoken le provocaba un nudo en el estómago.

Cuando la conversación finalmente terminó, Tatiana se acercó a Drex. Su semblante estaba serio, y Drex supo de inmediato que algo importante había ocurrido.

—Tenemos que hablar —dijo Drex, su tono más duro de lo habitual.

Tatiana asintió, anticipando lo que vendría.

Se apartaron del bullicio del campamento y se adentraron en un rincón más tranquilo, donde el viento susurraba entre las ruinas. Drex no esperó a que ella hablara primero.

—No me gusta esto —dijo de inmediato—. No confío en Vambertoken, y mucho menos me gusta que esté tan cerca de ti. ¿Qué te ofreció?

Tatiana lo miró con calma, pero no pudo evitar notar la preocupación en los ojos de Drex. Sabía que esto era difícil para él, pero también comprendía que necesitaban toda la ayuda posible.

—Me ofreció su ayuda para controlar el tótem —respondió Tatiana, sin rodeos—. Quiere crear un vínculo que nos permita regular el poder sin depender de artefactos frágiles. Además… me ofreció enseñarme magia arcana.

Las palabras cayeron pesadamente entre ellos. Drex endureció el gesto, y por un momento, Tatiana pensó que se alejaría sin más. Pero en lugar de eso, él dio un paso hacia ella, su mirada ahora intensa y cargada de emociones.

—No puedes estar considerando eso, Tatiana —dijo Drex, su voz más baja pero llena de determinación—. La magia arcana… Si te adentras en ese mundo, no hay vuelta atrás. Y Vambertoken… No puedes confiar en él. Siempre tiene un motivo oculto.

Tatiana lo sabía, claro que lo sabía. Pero también sentía el peso de la responsabilidad sobre sus hombros. Si no tomaba esa oportunidad, ¿cómo podría proteger a Drex y asegurarse de que el tótem no lo destruyera? La duda la corroía, pero estaba dispuesta a hacer cualquier cosa por él.

—Drex —dijo suavemente, su tono firme—, lo hago por ti. No puedo arriesgarme a perderte, y si Vambertoken está dispuesto a ayudarme, entonces no tengo más opción. Necesitamos poder. Si no lo acepto, no sé cómo podremos enfrentarnos a lo que viene.

Drex la miró fijamente durante unos segundos, sus emociones revolviéndose en su interior. Sabía que Tatiana tenía razón en parte. Los enemigos a los que se enfrentaban eran poderosos, y el poder del tótem era una espada de doble filo. Pero aceptar la ayuda de Vambertoken… eso era jugar con fuego.

Finalmente, después de un largo silencio, Drex suspiró.

—No me gusta esto, Tatiana —admitió—. No confío en Vambertoken, y no me gusta que vayas a aprender magia arcana con él. Pero… si crees que es lo mejor, lo aceptaré. Solo te pido una cosa: ten cuidado. No dejes que te controle.

Tatiana asintió, sabiendo lo difícil que era para Drex aceptar algo así.

—No lo haré —prometió ella—. Juntos, podemos controlar el poder del tótem. Y no dejaré que Vambertoken me use.

Drex asintió, aunque la preocupación seguía presente en sus ojos. Sabía que la decisión estaba tomada, pero eso no hacía que se sintiera mejor al respecto. Ambos decidieron que se pondrían a disposición de Vambertoken para aprender a controlar el tótem. Pero la sombra de lo que esto implicaba no los abandonaría fácilmente.

Mientras tanto, en otro rincón del campamento, Julián caminaba en busca de Fabián. Sabía que el sacerdote había pasado por muchas cosas en las últimas semanas, y como su antiguo maestro, sentía la necesidad de hablar con él. Había algo que no terminaba de entender sobre el cambio en Fabián, pero también sabía que había que tratar la situación con delicadeza.

Fabián estaba solo, revisando algunos documentos junto a una fogata cuando Julián se acercó.

—Fabián —dijo Julián, con una mezcla de firmeza y calidez en su voz—. Necesitamos hablar.

Fabián levantó la vista y, al ver a su antiguo maestro, sonrió levemente.

—Julián —respondió—. Por supuesto, hablemos.

Ambos se sentaron junto a la fogata, el crepitar de las llamas proporcionando un ambiente cálido y relajado, aunque la conversación que tendrían estaba lejos de ser ligera.

—He notado un cambio en ti —comenzó Julián, sin rodeos—. Algo ha ocurrido, y aunque sé que estás lidiando con muchas cosas, siento que hay algo más. ¿Qué está pasando, Fabián?

Fabián mantuvo la compostura, sabiendo que Julián estaba buscando respuestas. Sabía que su maestro merecía saber la verdad, pero también que había cosas que no podía revelar. Especialmente el secreto que compartía con María.

—Han pasado muchas cosas, Julián —dijo Fabián, eligiendo cuidadosamente sus palabras—. Las batallas, la presión de las últimas semanas… Me han cambiado, sí.

Fabián hizo una pausa mientras buscaba las palabras adecuadas. Sabía que Julián no dejaría que las respuestas superficiales fueran suficientes, pero al mismo tiempo, debía proteger su secreto con María.

—He tenido que enfrentarme a mis propios demonios —continuó Fabián—. Hay cosas que… no puedo compartir del todo, pero lo que puedo decirte es que he encontrado paz. He llegado a un entendimiento conmigo mismo y con lo que ha pasado. Me he reconciliado con ciertas partes de mi vida que antes me atormentaban.

Julián lo miró en silencio, analizando cada palabra. Sabía que Fabián no le estaba diciendo todo, pero también entendía que presionarlo demasiado solo lo alejaría.

—Siempre fuiste un hombre con una profunda espiritualidad —dijo Julián, suavizando su tono—. Pero te noto… distinto. Como si algo dentro de ti hubiera cambiado. ¿Es realmente paz lo que has encontrado?

Fabián sostuvo la mirada de su antiguo maestro. Había respeto y afecto genuino entre ambos, pero también una distancia que parecía insalvable en ese momento.

—Sí, Julián —respondió Fabián, con una serenidad que sorprendió al veedor—. Lo es. He pasado por mucho, y he cometido errores, pero he aprendido de ellos. Y ahora estoy listo para seguir adelante.

Julián asintió lentamente, aunque aún con dudas en su mente. Sabía que no podía forzar a Fabián a hablar, pero tampoco podía ignorar la sensación de que algo más estaba ocurriendo.

—Lo único que te pido —dijo finalmente Julián— es que no pierdas tu camino. El poder, la responsabilidad, la tentación… todas estas cosas pueden nublar el juicio de cualquier persona, incluso el más fuerte de nosotros. Solo recuerda que no estás solo en esto. Si alguna vez necesitas hablar o necesitas ayuda, estoy aquí.

Fabián sonrió, agradecido por las palabras de su antiguo maestro.

—Gracias, Julián. Lo recordaré.

La conversación terminó en ese tono de respeto mutuo, aunque Julián seguía sintiendo que había un velo de misterio alrededor de Fabián. No obstante, decidió darle el espacio que parecía necesitar. Ambos se levantaron y se despidieron con un apretón de manos, una señal de que, aunque el camino de Fabián era incierto, siempre tendría un apoyo en Julián.

Mientras tanto, Oscar, Lía y Raúl habían terminado de recoger los equipos de Oricalco. El campamento estaba casi completamente desmantelado, y el equipo se preparaba para partir hacia su siguiente destino. Cerca de una de las tiendas, Diana observaba el trabajo con una sonrisa de satisfacción en su rostro. Habían cumplido su misión y, por el momento, había un respiro en la constante tensión de las batallas.

Oscar se acercó a ella, seguido de Lía y Raúl, quienes aún parecían animados a pesar del agotamiento de las últimas horas.

—Todo está listo —dijo Oscar, con su tono siempre profesional pero relajado—. El equipo está empacado y los hombres están listos para partir.

Diana asintió, agradecida por su eficiencia.

—Buen trabajo, todos ustedes —respondió ella, con un gesto de aprobación—. No podríamos haberlo hecho sin la coordinación de ustedes tres.

Lía sonrió ampliamente, mientras que Raúl asintió en silencio, siempre más reservado pero claramente orgulloso de lo que habían logrado.

—Es un alivio tener un respiro después de todo lo que ha pasado —comentó Lía, cruzando los brazos—. Pero me imagino que esto es solo el comienzo. Siempre parece haber algo más esperando en el horizonte.

Diana rió suavemente, comprendiendo el sentimiento.

—Así es. Siempre hay algo más. Pero por ahora, debemos aprovechar este pequeño descanso. No sabemos cuánto durará.

Raúl, que hasta ese momento había estado en silencio, finalmente habló.

—Lo importante es que estamos juntos en esto. Mientras sigamos unidos, no importa lo que venga. Lo enfrentaremos juntos.

Diana lo miró, asintiendo en aprobación. Sabía que sus palabras eran ciertas. En ese momento, el equipo era más fuerte que nunca, y aunque el futuro era incierto, su unión les daba la ventaja que necesitaban para enfrentarlo.

Con todo preparado, el grupo estaba listo para marchar hacia su próximo destino, dejando atrás las ruinas de Pisac, pero con la certeza de que las próximas batallas serían aún más desafiantes.

La noche se acercaba lentamente, cubriendo el campamento con un velo de oscuridad. Drex observaba desde la distancia cómo Tatiana se preparaba para su encuentro con Vambertoken. Aunque había aceptado su decisión, no podía evitar sentir una creciente inquietud en su interior. Sabía que el vampiro siempre jugaba con ventaja, y temía lo que su influencia podría significar para Tatiana. Pero ahora, más que nunca, debía confiar en ella y en las decisiones que tomaba.

Y así, con el campamento desmantelado y los destinos inciertos, el equipo de Oricalco se preparaba para enfrentar los desafíos que aún estaban por venir, mientras los secretos seguían enterrados, esperando el momento adecuado para salir a la luz.

Gracias por acompañarnos en este viaje al terror. ¡Nos vemos en el próximo episodio!”

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