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El cazador de almas perdidas – Creepy pasta 104.

 El Ojo de la Tormenta.

Habían pasado cuatro días desde que Tatiana había regresado de Paititi con el agua sagrada que había salvado a Drex de los efectos devastadores del Tótem Atlante. Aunque Drex ya se encontraba físicamente recuperado, la sombra del Tótem seguía presente, latente en el fondo de sus pensamientos, y su relación con Tatiana parecía haber cambiado desde aquel día en la isla.

Se encontraban en la choza de Auxplex, almorzando juntos en una atmósfera de tranquilidad. Drex, Tatiana, y María estaban sentados en una mesa de madera sencilla, mientras el viento suave acariciaba los árboles alrededor de la aldea. Auxplex, agradecido por todo lo que Drex había hecho por él y su aldea, les ofrecía un banquete en su honor. Después de todo, para Auxplex, Drex no era solo un aliado, sino un hermano de alma.

—Este lugar es tan pacífico como lo recordaba —comentó Drex, rompiendo el silencio mientras masticaba una pieza de carne cocida a la perfección—. Gracias, hermano. Siempre es bueno volver aquí.

Auxplex asintió con una sonrisa de satisfacción.

—Sabes que siempre serás bienvenido aquí, Drex. Esta aldea es tu hogar tanto como el mío.

Tatiana, sentada junto a Drex, lo observaba con una mirada que combinaba alivio y amor. Aunque había sobrevivido a la experiencia con el Tótem, el peso de todo lo ocurrido seguía colgando sobre ellos, pero ambos lo enfrentaban juntos. Con cada día que pasaba, parecía que su relación se volvía más profunda y estable, incluso en medio del caos en el que vivían.

María, por otro lado, permanecía más callada que de costumbre, su mente claramente distraída. Tras lo ocurrido con Fabián, se encontraba en un estado emocional complicado. Ver la conexión entre Tatiana y Drex le dolía más de lo que le gustaría admitir, pero no podía evitar sentirse feliz por su hermana.

—Parece que ustedes dos finalmente han encontrado su ritmo, ¿no? —comentó María, con un toque de sarcasmo en su voz—. No todos tenemos la fortuna de encontrar ese tipo de conexión en medio de tanta locura.

Tatiana y Drex intercambiaron una mirada antes de que Tatiana suspirara, sabiendo que las palabras de María tenían una verdad oculta en ellas.

—No ha sido fácil —admitió Tatiana, acariciando suavemente la mano de Drex sobre la mesa—. Todo lo que hemos pasado nos ha unido, pero también nos ha puesto a prueba. Esto no es ningún cuento de hadas, María. Pero sí, lo que tenemos es fuerte.

Drex asintió, su voz grave pero sincera.

—Tatiana y yo… hemos aprendido a confiar el uno en el otro de una manera que va más allá de lo que imaginábamos. Y aunque este camino es peligroso, preferimos enfrentarlo juntos.

María soltó una pequeña risa amarga y miró hacia abajo, removiendo su comida en el plato sin mucho interés.

—Qué bueno para ustedes. Me alegra que puedan vivir esa conexión —dijo, con un tono de ligera ironía—. A veces me pregunto si yo podré tener algo así algún día. Pero bueno… parece que ya lo arruiné con Fabián.

Tatiana frunció el ceño y miró a su hermana, sabiendo que, aunque María intentaba restarle importancia, la situación era mucho más profunda.

—María, lo que pasó con Fabián… ¿fue solo un capricho o realmente sientes algo por él? —preguntó Tatiana con delicadeza, buscando la verdad en los ojos de su hermana.

María dejó escapar un largo suspiro, dejando caer el tenedor sobre el plato. Se llevó las manos al rostro por un momento antes de mirar a su hermana y a Drex con una expresión de cansancio y vulnerabilidad.

—No fue un capricho, Tatiana —respondió finalmente—. Lo que siento por Fabián… es amor. Es real. Pero ya lo he perdido. No puedo seguir engañándome pensando que lo recuperaré. Y es duro, porque verlo ahora, sabiendo que no puedo tenerlo… me rompe el alma.

Drex, que hasta entonces había estado en silencio, intervino con cautela.

—Pero, María, ¿no crees que en parte lo que ocurrió fue por tus decisiones? No es la primera vez que actúas así, poniendo tus deseos por encima de todo.

María lo miró fijamente, su expresión endureciéndose, aunque sus ojos delataban el dolor que sentía.

—No puedes compararlo con lo que pasó con Sebastián, Drex. Esto es diferente. —Tomó una respiración profunda, tratando de mantener la compostura—. Sí, cometí errores, lo sé. Pero lo que siento por Fabián no es un capricho ni un juego. Es amor. Y aunque lo haya perdido, no puedo evitar sentirlo.

Tatiana asintió, entendiendo el dilema de su hermana. Sabía lo difícil que era lidiar con emociones tan complejas en un mundo donde la traición y la supervivencia eran moneda corriente.

—Mira, María —comenzó Tatiana, suavizando su tono—, sé que es difícil. Pero también tienes que entender que Fabián tiene sus propios demonios que enfrentar. No puedes forzar una relación basada en lo que pasó entre ustedes…

Antes de que pudieran continuar, la puerta de la choza se abrió ligeramente, y Auxplex entró con una expresión más seria de lo habitual.

—Lamento interrumpir, pero hay algo que debo compartir con ustedes —dijo Auxplex, tomando asiento junto a ellos—. He estado reflexionando sobre lo que ha estado ocurriendo en los últimos días, y no puedo ignorar lo que mi intuición me está diciendo.

Los tres lo miraron con preocupación, sabiendo que Auxplex rara vez se mostraba tan reservado.

—Mi padre… y Vambertoken han desaparecido. Ambos se fueron a Paititi, como saben. Pero he comenzado a sospechar que lo que están haciendo allí es mucho más peligroso de lo que pensábamos. Vambertoken siempre ha sido un manipulador, pero mi padre… ya no es el hombre que yo conocía. Hay algo oscuro en todo esto, algo que va más allá de la búsqueda de poder.

Tatiana, Drex, y María intercambiaron miradas inquietas.

—¿Estás diciendo que tu padre está… implicado en algo más? —preguntó Tatiana con cautela.

Auxplex asintió lentamente.

—Creo que lo que Vambertoken y mi padre están haciendo en Paititi es parte de un plan mayor, algo que no podemos comprender del todo. Y si llega el momento en que deba enfrentarme a mi propio padre… necesito saber que puedo contar con ustedes. No puedo hacerlo solo.

Drex, Tatiana, y María asintieron, comprendiendo la gravedad de la situación. Auxplex era como familia para ellos, y no dejarían que enfrentara lo que fuera que estaba por venir solo.

—Siempre contarás con nosotros, Auxplex —dijo Drex, su voz firme y decidida—. Pase lo que pase.

Tatiana tomó la mano de Drex, asintiendo.

—No te dejaremos solo.

María, aunque más reservada, también mostró su apoyo.

—Estamos contigo, Auxplex. En lo que sea que venga.

Gracias por acompañarnos en este viaje al terror. ¡Nos vemos en el próximo episodio!”

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