El cazador de almas perdidas – Creepy pasta 179. Historias de Terror
Decisiones difíciles.
El silencio reinaba en la pequeña habitación de la nueva sede de la purga en Cochabamba. María había estado esperando este momento desde que Asha le había dado su primera lección como aprendiz. Ahora, debía enfrentar a Fabián, debía ser honesta con él, pero no era una conversación fácil. Sabía que las cosas habían cambiado desde que se había convertido en aprendiz de Asha. Ella también había cambiado. Pero, sobre todo, sabía que Fabián no sería capaz de comprender todo lo que había ocurrido en su ausencia.
Cuando Fabián entró en la habitación, María lo miró con determinación, aunque una parte de ella todavía temblaba por dentro. Estaba cansada de sentir miedo, pero aún más cansada de sentir que su vida no tenía sentido más allá de sus visiones. Fabián, por su parte, podía notar la tensión en el aire. Algo había cambiado en María, algo profundo.
—Tenemos que hablar, Fabián —dijo María en voz baja, mientras lo miraba con ojos serios.
—Lo sé, lo he notado desde que regresé —respondió él, tratando de suavizar la situación, pero sintiendo el peso que emanaba de su amada.
María respiró hondo, buscando las palabras, pero lo que tenía que decir no podía ser suavizado.
—Me cansé de ser solo la clarividente, la herramienta que todos usan cuando necesitan respuestas, pero que nadie toma en cuenta cuando las decisiones importantes se toman —su voz temblaba ligeramente, pero sus palabras eran firmes—. Asha me ofreció una salida, Fabián. Me ofreció la oportunidad de ser más que eso, de retomar el control de mi vida. Y acepté. Ahora soy su aprendiz.
Los ojos de Fabián se abrieron con sorpresa, y su corazón se detuvo un instante. Lo que María le estaba diciendo no solo era inesperado, sino peligroso. Sabía cómo era Asha, y conocía el peligro que representaba estar bajo su influencia.
—¿Su aprendiz? ¿Qué significa eso, María? ¿Qué te ha hecho? —preguntó, intentando controlar el pánico que comenzaba a invadirlo.
María lo miró a los ojos, sin apartar la vista. Sabía que este era el momento para ser completamente honesta.
—Significa que ya no seré esa sombra que todos ignoran. Significa que voy a ser fuerte, que voy a poder protegerte a ti y a mí. Asha me está enseñando a controlar mi poder, pero también me está enseñando a enfrentar el miedo. Estoy cansada de vivir con miedo, Fabián. Cansada de esconderme. Cansada de fingir. Y no voy a seguir haciéndolo —su voz se quebró por un momento—. Estoy harta de que no podamos caminar juntos sin temor, de que tengas que mentir al Vaticano. Ya no quiero eso. Quiero una vida con propósito, y Asha me está mostrando el camino.
Fabián estaba atónito. Las palabras de María le golpeaban como una tormenta. La mujer que amaba, la razón por la que seguía soportando su doble vida, ahora había caído en las garras de Asha. Pero había algo más detrás de todo esto, algo que no terminaba de entender.
—María… ¿Qué significa todo esto para nosotros? —preguntó, con la voz entrecortada por la confusión—. Sabes que mi lealtad está dividida, que todo lo que he hecho ha sido por ti. Pero Asha… ella solo trae oscuridad. No podemos huir de lo que somos.
María, con lágrimas en los ojos, se acercó a él y tomó su mano con fuerza. Sabía lo que Fabián pensaba, y sabía que tenía razón en parte, pero ella no podía echarse atrás.
—Tatiana siempre dice que haría cualquier cosa por Drex. No importa las consecuencias, lo haría porque lo ama. Y nosotros… —María tragó saliva— nosotros somos iguales, Fabián. No importa lo que tengamos que hacer, lo haremos. Si Tatiana está dispuesta a consumir 350 corazones humanos para salvar a Drex, nosotros también podemos tomar decisiones difíciles para salvarnos. Asha nos está ofreciendo eso. Una salida, una solución definitiva. ¿No lo ves? —su voz era una mezcla de súplica y convicción.
Fabián la miró horrorizado. El peso de lo que estaba diciendo María era abrumador. Consumir 350 corazones humanos… ¿en qué se había convertido todo esto?
—María, eso es… es una barbaridad. ¿Cómo podemos justificar algo así? —susurró, temblando ante la magnitud de lo que su amada le estaba proponiendo—. Esto… esto va más allá de todo lo que somos.
—Lo sé —respondió María, apretando con más fuerza su mano—. Pero, Fabián, si no lo hacemos, el destino nos va a devorar. Siempre vamos a estar huyendo. Siempre vamos a vivir con miedo. Si Asha nos puede ayudar, entonces debemos aceptarlo. Ya no quiero vivir más en las sombras. Quiero ser libre, quiero que estemos juntos sin tener que escondernos.
Fabián sintió que el mundo se derrumbaba a su alrededor. No sabía qué hacer. Amaba a María con todo su ser, pero la idea de vender sus almas a Asha y seguir este camino oscuro lo aterraba.
—No sé si puedo, María… —susurró, cerrando los ojos, luchando contra las lágrimas—. No sé si puedo seguir adelante con esto.
María lo abrazó con fuerza, sintiendo el peso de sus propias decisiones, pero sabiendo que no había vuelta atrás.
—Lo haremos juntos, Fabián. Como siempre hemos hecho todo. Lo haremos por nosotros, por nuestro amor —le susurró al oído—. Asha no nos controla. Nosotros tomamos esta decisión. Tú y yo. Y juntos, vamos a encontrar la libertad.
La conversación entre María y Fabián fue interrumpida abruptamente por la imponente presencia de Asha, quien, como una sombra calculadora, se acercó a ellos. La intensidad en la mirada de Asha hizo que ambos se tensaran de inmediato. María sintió un escalofrío recorrerle la espalda, sabiendo que el juicio de su maestra estaba por caer.
—Querida María, querido Fabián —dijo Asha con un tono suave, pero cargado de poder—. ¿Interrumpo algo importante?
Fabián intentó mantener la compostura, pero era evidente que sus pensamientos estaban en caos. No había forma de huir de esta situación, de esquivar la inminente realidad que Asha traía consigo. Amaba a María, y ya había cruzado líneas que nunca habría imaginado cruzar. El pecado ya estaba hecho, no había vuelta atrás.
—No, Archicondesa —respondió Fabián, bajando la mirada con respeto, aunque sabía que eso no lo salvaría.
Asha sonrió satisfecha, su mirada fija en Fabián como un depredador que observa a su presa. Se acercó lentamente a él, y con una mano suave, pero firme, le levantó el mentón, obligándolo a mirarla a los ojos.
—Así que, Fabián, dime… ¿Estás dispuesto a hacer lo que sea necesario para estar con María? ¿O simplemente serás otro que se pierde en la lista de aquellos que no pudieron seguir el ritmo? —preguntó, con una mezcla de burla y seriedad en su tono.
Fabián sintió el peso de la pregunta en su pecho. No tenía opción. Su vida, su fe, sus votos, todo se había desmoronado, y todo por ella. Pero la amaba, la amaba profundamente. Y, aunque la sombra de Asha lo envolviera, no podía simplemente alejarse ahora.
—Haré lo que sea necesario —respondió, con la voz firme, aunque con el miedo aún presente en sus ojos.
Asha, satisfecha, dejó escapar una risa suave, complacida por la sumisión que veía en él. Sabía que este hombre estaba completamente bajo su control, y eso solo haría más fácil el proceso de moldear a María a su antojo.
—Bien, querido Fabián, mi amado Seraph te espera en la sala de operaciones de la purga. No lo hagas esperar más —dijo, liberándolo de su agarre.
Fabián, sintiendo el alivio momentáneo de la liberación, se inclinó levemente y salió de la habitación, sabiendo que no había escapatoria. María observó en silencio cómo Asha dominaba la situación. Sabía que su maestra había jugado perfectamente sus cartas.
—Ven, querida María. Es hora de encontrarnos con mi amado Seraph —dijo Asha, tomando a su aprendiz del brazo y conduciéndola hacia la sala de operaciones.
Cuando llegaron, el ambiente estaba cargado de tensión. Vambertoken, con su imponente figura, observaba un anuncio publicitario en una pantalla junto a Tatiana y Drex. La frialdad en sus ojos indicaba que estaba completamente concentrado en lo que veía.
—Querida Tatiana, querido Drex —saludó Asha al entrar, manteniendo siempre esa falsa cortesía que la caracterizaba.
María observó la escena con una mezcla de asombro y admiración. Era increíble cómo Asha parecía controlar todo a su alrededor, cómo cualquier cosa que deseaba, la obtenía sin esfuerzo alguno. Y ahora, estaban todos presenciando el resultado de uno de los movimientos más oscuros de Asha: el reality show que había organizado para conseguir los 350 corazones humanos necesarios para el ritual de Drex.
En la pantalla, el anuncio mostraba imágenes impactantes de personas siendo seleccionadas para participar en lo que parecía ser una competencia extrema en una isla desierta. Las recompensas eran altísimas, pero lo que nadie sabía era el precio que pagarían. Asha, con su habilidad para manipular el mundo humano, había creado un espectáculo macabro que aseguraría el éxito del ritual de Drex sin levantar sospechas.
—Es fascinante, ¿verdad? —susurró Asha al oído de María, mientras observaban el anuncio—. Todo lo que uno desea está solo a un susurro de distancia, si sabes cómo pedirlo.
María no podía evitar sentir una mezcla de admiración y deseo. Asha era la personificación de todo lo que ella aspiraba a ser. Controlaba su destino, su entorno, a los que la rodeaban, y lo hacía con una facilidad que parecía casi divina. María también quería ese poder. Quería ser más que solo la clarividente, más que solo la sombra que todos usaban y desechaban. Quería ser como Asha.
—Algún día, querida María, serás capaz de lograr lo que yo logro —dijo Asha, notando el fervor en los ojos de su aprendiz—. Pero para eso, primero debes aprender a controlarlo todo. Tus emociones, tus deseos, tus miedos… y cuando lo hagas, el mundo estará a tus pies.
María asintió, sintiendo cómo cada palabra de Asha se clavaba en su mente, moldeándola, dándole forma a sus ambiciones. Ella también quería ese control. Quería ser capaz de hacer cualquier cosa por Fabián, sin miedo, sin límites.
Mientras el anuncio terminaba y el silencio caía sobre la sala, Vambertoken se levantó y dirigió una mirada fría a todos.
—La purga está a punto de comenzar de nuevo. No hay margen de error esta vez —dijo con voz grave—. Mi hermosa Kadupul, encárgate de los preparativos. Que no haya contratiempos.
Asha sonrió con satisfacción, inclinándose levemente ante su amado Seraph.
—Como desees, mi amado Seraph —respondió, antes de girarse hacia María—. Vamos, querida María. Tenemos mucho trabajo por hacer.
María la siguió, sabiendo que su vida estaba a punto de cambiar para siempre. Estaba lista para abrazar su destino. Estaba lista para convertirse en todo lo que siempre había deseado ser. Y aunque el camino era oscuro, no le importaba. Asha le había mostrado el poder, y ahora, lo deseaba con todo su ser.
Gracias por acompañarnos en este viaje al terror. ¡Nos vemos en el próximo episodio!”
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