El cazador de almas perdidas – Creepypasta 176. Historias de Terror
La Favorita de Asha.
La mañana siguiente a la conversación entre Tatiana y María amaneció con una tensión palpable. María, con el corazón acelerado, caminaba por los pasillos oscuros de la sede temporal de la Purga, completamente inmersa en sus pensamientos. Sabía que interceder ante Asha por su hermana era un riesgo inimaginable. La vampiresa no haría nada sin pedir algo a cambio, y el miedo de lo que podría exigir a Tatiana la carcomía por dentro.
Finalmente, María llegó a los aposentos de Asha. Tomó un respiro profundo antes de tocar la puerta. Asha, que siempre parecía anticipar todo, ya estaba esperando. Su presencia imponente llenaba la habitación con una sensación de poder abrumador. María no pudo evitar un escalofrío al ver la sonrisa satisfecha que Asha le dedicaba.
—¿Qué es lo que deseas de mí, querida? —preguntó Asha con ese tono dulce y venenoso que solo ella podía manejar.
María tragó saliva. Sabía que no había vuelta atrás.
—Tatiana… necesita tu ayuda, Asha. Para el ritual del tótem… —comenzó, temiendo las repercusiones de sus palabras—. No puede hacerlo sola.
Los ojos de Asha brillaron con una emoción que María no supo descifrar. Se cruzó de brazos, disfrutando del momento.
—Ah, así que finalmente viene a mí en busca de ayuda. Sabía que lo haría tarde o temprano. —Asha se acercó a María, sus pasos elegantes, casi flotando sobre el suelo—. ¿Y qué está dispuesta a ofrecer a cambio?
María sintió el nudo en su garganta apretarse más. Sabía que Asha no haría esto por pura generosidad. Pero antes de que pudiera responder, Asha sonrió de nuevo, esta vez más ampliamente, como si ya hubiera decidido.
—No te preocupes, María. Hablaré con Tatiana cuando ella lo desee. Después de todo, ¿qué tipo de Archicondesa sería si no mostrara un poco de… benevolencia de vez en cuando? —dijo con un toque de sarcasmo en la voz.
María no se atrevió a respirar hasta que Asha giró y se encaminó hacia la puerta.
—Ven, querida, es hora de reunirse con mi Seraph. No querrás llegar tarde a la clase de magia arcana. —Asha abrió la puerta y salió, dejando a María con un sentimiento de alivio que no se atrevía a confiar del todo.
Asha apresuró su paso por los pasillos, María siguiéndola de cerca. La devoción que Asha mostraba hacia Seraph era inconfundible. Todo en ella, desde su comportamiento hasta sus pensamientos, estaba orientado hacia él. Era un amor tan oscuro y profundo que casi resultaba enfermizo. Pero Vambertoken, desde sus aposentos, ya sabía que su esposa no lo dejaría solo por mucho tiempo.
Cuando llegaron a los aposentos de Vambertoken, Asha no esperó un segundo para entrar. Encontró a su Seraph sentado, absorto en sus propios pensamientos, aunque levantó la vista cuando las dos mujeres entraron.
—Mi Seraph —dijo Asha suavemente, inclinándose ligeramente hacia él en una reverencia que solo hacía cuando estaban solos o en compañía de quienes consideraba insignificantes—. La clase está a punto de comenzar, pero antes, hay algo que debes saber.
Vambertoken la observó con una mirada que transmitía control absoluto sobre la situación.
—¿Y de qué se trata, mi Kadupul? —preguntó con frialdad.
—Tatiana desea hablar contigo. Parece que necesita nuestra ayuda para algo importante —respondió Asha, complacida, como si ya hubiera anticipado ese momento.
Vambertoken no se sorprendió en lo más mínimo. Sabía que algo como esto eventualmente sucedería. Sus ojos se encontraron con los de Tatiana cuando ella entró nerviosa, intentando reunir la valentía para decir lo que tanto le pesaba.
Tatiana, a pesar de todo, no tenía muchas opciones. Se acercó lentamente a Asha y Vambertoken, sintiendo la presión de su presencia, como si el aire mismo hubiera dejado de fluir a su alrededor. Apretó los puños y, tomando aire, comenzó:
—Necesito su ayuda para realizar el ritual del tótem. Drex no puede hacerlo solo. Yo no puedo hacerlo sola.
El silencio que siguió a sus palabras fue sofocante. Vambertoken la observó, su expresión inmutable.
—Sabía que este momento llegaría —dijo Vambertoken finalmente—. El tótem Atlante es una herramienta poderosa, y su estabilidad no se consigue fácilmente. Pero si este es tu deseo, te ayudaremos.
Tatiana, incapaz de contener el alivio y la emoción que sentía, se dejó caer de rodillas, las lágrimas brotando de sus ojos. La inmensidad del peso que había estado cargando durante días, semanas, finalmente se desvanecía.
—Gracias… gracias —susurró.
Asha, aún con su sonrisa enigmática, la miraba con una mezcla de superioridad y curiosidad.
—No me agradezcas todavía, Tatiana. Esto no ha terminado —dijo Asha suavemente.
Vambertoken la observó con detenimiento y luego ordenó:
—Mi Kadupul, haz los preparativos para el ritual. Pero que no haya juegos esta vez. Quiero que esto se haga rápido y sin contratiempos.
Asha asintió, inclinándose hacia su Seraph.
—Por supuesto, mi Seraph. Todo será como lo has ordenado.
Con una devoción inquebrantable, Asha ya comenzaba a planear los siguientes pasos. Aunque su interés real no residía en Drex ni en Tatiana, su atención siempre estaba en María. Este movimiento le daba la excusa perfecta para consolidar el control que anhelaba sobre su favorita.
Tatiana, recuperándose un poco, levantó la vista hacia Vambertoken. Sabía que acababa de obtener lo que más necesitaba, pero en el fondo, también sabía que no había sido gratis. No hubo una petición explícita, pero algo se había dado a cambio, algo que aún no comprendía del todo.
—Recomponte, Tatiana —le dijo Vambertoken con frialdad—. No podemos retrasarnos más. La clase de magia arcana aún no ha comenzado.
Tatiana asintió, limpiando las lágrimas de su rostro mientras se levantaba del suelo, su cuerpo aún temblando. Pero Asha no iba a dejar que el momento se desvaneciera tan fácilmente.
—Ya que estamos aquí, hagamos de esta clase algo más… interesante —dijo Asha con una sonrisa maliciosa. Extendió una mano hacia Tatiana, y en un instante, un ataque arcano voló en su dirección.
Tatiana apenas tuvo tiempo de reaccionar, utilizando lo que había aprendido durante los meses de entrenamiento para esquivar el ataque inicial. Asha, claramente disfrutando el combate, no iba a hacerle las cosas fáciles. A pesar de contenerse, cada movimiento de Asha era preciso y letal, como si estuviera jugando con su presa.
Tatiana, desesperada y furiosa, logró reunir todas sus fuerzas y, en un momento de pura adrenalina, lanzó un golpe que conectó con Asha. El impacto fue mínimo, pero lo suficiente para detener el combate.
Asha se detuvo, sorprendida, y luego sonrió, como si hubiera ganado algo más importante que la batalla.
—Bien hecho, Tatiana. Pero si me tocas de nuevo… te mataré.
Tatiana, aún jadeante, asintió. Sabía que Asha hablaba en serio.
El respeto que Asha acababa de mostrarle era casi peor que cualquier amenaza.
Tatiana salió de la sala de entrenamiento con el corazón acelerado, aún incrédula por lo que acababa de ocurrir. La mañana había empezado llena de dudas y miedos, pero ahora, después de lo que parecía un sueño, tenía la ayuda de los vampiros más poderosos para salvar a Drex. Y, como si fuera poco, había logrado lanzarle un golpe a Asha, la mismísima Archicondesa, y había sobrevivido para contarlo.
Cuando salió al pasillo, Drex ya estaba esperando. Tatiana se lanzó hacia él, rodeándolo con sus brazos y besándolo con una intensidad que casi lo dejó sin aliento. Drex, desconcertado por el repentino gesto, la miró a los ojos, buscando respuestas.
—Lo hicimos, Drex… ¡Lo hicimos! —exclamó Tatiana, aún jadeante, mientras se separaba apenas unos centímetros de él para mirarlo a la cara—. Hablé con Vambertoken y con Asha. Vamos a hacer el ritual. Nos van a ayudar. ¡No puedo creerlo!
Drex, sorprendido, trató de asimilar las palabras de Tatiana. Él había pasado días atormentado por la incertidumbre, sin saber si deberían tomar el camino del ritual. Pero ahora, con la ayuda de esos poderosos vampiros, las cosas parecían más… posibles. Aun así, había un peso moral enorme sobre sus hombros.
—¿Cómo? ¿Vambertoken aceptó ayudar… sin pedir nada a cambio? —preguntó Drex, entre incrédulo y cauteloso. Sabía que nada venía gratis en el mundo de los vampiros.
Tatiana asintió, con una sonrisa amplia y temblorosa en su rostro.
—No lo puedo creer tampoco. Pensé que nos iban a pedir algo, algo terrible, pero no… No sé por qué, Drex, pero él aceptó. Vambertoken simplemente quiere que se haga rápido, sin más juegos —respondió Tatiana, aún con la euforia de la noticia.
Drex la abrazó con fuerza, tratando de procesar todo lo que acababa de escuchar. Era una mezcla de alivio y miedo. Sabía que esto era solo el comienzo, que el ritual estaba lleno de desafíos, y el precio sería alto, no solo en términos de sacrificio físico, sino también emocional.
—Tatiana… —dijo Drex, separándose ligeramente de ella y mirándola a los ojos—. Sé lo que esto significa para ti. Sé que todo lo que has hecho ha sido por mí, y… sé lo que esto implica.
Tatiana lo miró con ternura, acariciando su rostro. Habían llegado tan lejos juntos, y ella haría cualquier cosa por él.
—Lo único que importa es que te salves, Drex. No me importa lo que cueste, no me importa lo que tengamos que hacer. Lo único que quiero es que estés bien, que podamos seguir juntos. —Las palabras de Tatiana eran sinceras, pero también reflejaban la desesperación de alguien que estaba dispuesta a hacer lo impensable por amor.
Drex asintió lentamente, pero el peso de lo que estaba a punto de hacer aún lo carcomía por dentro.
—Pero, ¿y los corazones, Tatiana? —preguntó Drex, con la voz quebrada—. Son 350 personas. No sé si puedo vivir con eso. No sé si puedo justificarlo solo porque quiero estar contigo.
Tatiana lo miró, su corazón apretándose. Sabía que Drex siempre había sido moralmente íntegro, y esta decisión lo destrozaba por dentro. Pero ella también entendía que si no tomaban este camino, lo perdería, y no podía soportar esa idea.
—Lo sé, Drex. Sé que es un sacrificio terrible. Pero si no lo hacemos… te perderé. Y no puedo vivir con eso. —Tatiana estaba al borde de las lágrimas—. No quiero que sufras, no quiero que sigas siendo consumido por esa bestia.
Drex la abrazó de nuevo, hundiendo su rostro en el cuello de Tatiana, intentando encontrar consuelo en su cercanía. Sabía que ella tenía razón. Si no tomaba una decisión, el tótem lo consumiría, y sería solo cuestión de tiempo antes de perder el control por completo. Pero el precio… el precio era altísimo.
—No sé si soy lo suficientemente fuerte para esto, Tatiana —confesó Drex con voz baja y rota.
—Lo eres —susurró Tatiana—. Lo eres, Drex. Hemos llegado hasta aquí juntos, y lo haremos juntos hasta el final. No estás solo.
Drex se apartó un poco, mirándola a los ojos, buscando esa fuerza que siempre había encontrado en ella.
—Te amo, Tatiana. Haré lo que sea necesario, pero lo haré por ti. No podría soportar perderte —dijo, su voz cargada de emoción.
Tatiana lo besó suavemente en respuesta, sintiendo que, aunque el camino por delante era oscuro y lleno de sacrificios, al menos lo harían juntos. Pero ambos sabían que el ritual sería solo el comienzo.
Asha, tras su breve, pero intensa clase con Tatiana, se dirige de nuevo a sus aposentos, su elegante caminar tan firme como siempre, pero con una mirada de satisfacción que refleja su victoria sobre el día. No podía permitirse estar desarreglada, especialmente ahora que no solo era una Vambertoken, sino una Latshiktor Vambertoken. Cada aspecto de ella debía gritar perfección y poder. Su Seraph merecía lo mejor de ella, siempre.
Mientras caminaba, seguida de cerca por su querida María, Asha planeaba su próximo movimiento. El control sobre María era algo que había estado tejiendo con cuidado, pero no podía simplemente quebrarla como había hecho con otros. Sabía que la clarividencia de María solo funcionaba en almas libres, y por eso no podía usar sus métodos de tormento habituales. Necesitaba una estrategia más sutil.
Una vez en sus aposentos, mientras Asha comenzaba a cambiarse de vestido, decidió atacar emocionalmente a su querida María, una estrategia que había estado perfeccionando durante semanas. Sabía exactamente cómo manipularla, cómo empujar cada botón hasta que María aceptara su nuevo destino.
—Querida María, no puedo evitar preguntarme cuánto tiempo más podrás mantener tu posición junto a mí —dijo Asha suavemente mientras se ajustaba el nuevo y más lujurioso vestido. Su tono no era amenazante, pero había una crueldad disfrazada en cada palabra—. Tu hermana querida, Tatiana, ha mostrado un dominio impresionante sobre el collar de los cinco sellos. El Querido Drex pronto controlará el poder atlante del tótem. Fabián y Julián se han convertido en piezas clave para mi querido Seraph en el Vaticano. Y tú… si no fueras… se interrumpió Asha a sí misma, dejando que María completara sus palabras con sus propios miedos alojados en lo profundo de su mente…
—Pero no me malinterpretes… —prosiguió Asha, acercándose lentamente a María—. Eres la mejor clarividente de toda Latinoamérica. Con la guía adecuada… conmigo como tu maestra… podrías ser algo más que solo una protegida. Podrías ser sublime.
María intentó resistir. Había pasado por mucho, había sobrevivido hasta ahora. Pero Asha, con su perfecta mezcla de poder y seducción, tenía la habilidad de desarmar incluso las voluntades más fuertes. Y María lo sabía. En el fondo de su mente, la tentación de convertirse en algo más, algo grande, comenzaba a calar profundamente.
Asha sonrió, viendo la lucha interna de María.
—Si decides seguir este camino, Querida María, serás mi aprendiz. Juntas, llevaremos tus poderes a niveles que jamás habrías imaginado. O puedes seguir siendo… lo que eres ahora. Un peón más. Pero si Tatiana sigue creciendo en poder, si Fabián y Julián son piezas clave para mi Seraph, ¿dónde quedarás tú?
María respiró profundamente, intentando aclarar sus pensamientos. Sabía que Asha la estaba manipulando, pero sus palabras resonaban con una verdad incómoda. A pesar de todo, ella no quería ser un peón. No quería ser simplemente una protegida, un adorno en el esquema de Asha. Quería más.
Finalmente, Asha regresó a su espejo, ya vestida de nuevo, impecable como siempre. La habitación estaba impregnada con una energía opresiva, y Asha, observando su reflejo, lanzó una última frase antes de salir de la habitación.
—Tienes la capacidad de ser más que esto, Querida María. Solo tienes que decidir qué lado de la historia quieres escribir. Ahora, ve, prepárate. Nuestra jornada apenas comienza.
Con esas palabras, Asha salió de la habitación, dejando a María sola, devastada por la realidad que había escuchado, pero a la vez, atraída por la promesa de poder y relevancia. Sabía que había caído en la trampa, pero la promesa de Asha era demasiado tentadora como para ignorarla.
A partir de ese día, María sería más que una protegida. Sería la nueva aprendiz de Asha, con todo lo que eso implicaba. Y en lo profundo de su ser, sabía que no había vuelta atrás.
Gracias por acompañarnos en este viaje al terror. ¡Nos vemos en el próximo episodio!”
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