En lo alto de la Montaña de los Sueños, un lugar mágico donde los deseos de los animales se convertían en realidad, vivía una comunidad diversa y trabajadora. Cada habitante tenía su propio sueño y trabajaba arduamente para alcanzarlo, pues sabían que, en esta montaña, el esfuerzo y la previsión eran claves para un futuro brillante.
Una liebre llamada Lila vivía allí. Era conocida por su velocidad y agilidad, pero también por su impaciencia. Lila siempre quería todo al instante y rara vez pensaba en el mañana. “¿Para qué trabajar tanto hoy si puedo hacerlo mañana?”, solía decir mientras saltaba alegremente por la pradera.
No muy lejos de Lila, en un pequeño hormiguero al pie de un gran roble, vivía una hormiga llamada Adri. Adri era diligente y siempre pensaba en el futuro. Desde muy joven, había aprendido que cada grano de arena y cada hoja que recogía eran esenciales para el bienestar de su colonia. Sus compañeras la admiraban por su dedicación y su capacidad para planificar con antelación.
En una cabaña cercana al riachuelo, un perro llamado Muñeco residía con su dueña, una niña llamada Clara. Muñeco era un perro leal y trabajador que ayudaba a Clara en todo lo que podía, desde recoger leña hasta cuidar el jardín. Clara y Muñeco eran inseparables, y juntos soñaban con construir un refugio para animales necesitados en la cima de la montaña.
Una mañana, mientras el sol despuntaba en el horizonte y los rayos dorados iluminaban la Montaña de los Sueños, Lila se encontraba descansando bajo un árbol. Observaba a Adri que, como de costumbre, estaba ocupada recolectando hojas y semillas para el invierno. Muñeco, por su parte, acompañaba a Clara al mercado, llevando en su lomo una cesta llena de productos frescos.
—Adri, ¿por qué trabajas tanto? —preguntó Lila con un bostezo—. El invierno está muy lejos, y hay tanto que disfrutar en el presente.
Adri, sin detenerse, respondió con calma:
—Lila, el trabajo que hacemos hoy nos asegura un mañana tranquilo. No sabemos cuándo llegará una tormenta o cuándo necesitaremos esos recursos. Es mejor estar preparados.
Lila frunció el ceño, pero no dijo nada. En cambio, se recostó sobre la hierba y observó las nubes que pasaban lentamente por el cielo.
Mientras tanto, en el mercado, Clara y Muñeco se encontraron con un viejo sabio llamado Don Zorro. Don Zorro era conocido por sus historias y su sabiduría. Al ver a Clara y Muñeco, les saludó con una sonrisa.
—¡Buenos días, Clara y Muñeco! —dijo Don Zorro—. ¿Cómo va vuestro proyecto del refugio para animales?
—Va bien, Don Zorro —respondió Clara—. Pero aún nos falta mucho por hacer. Hemos estado recolectando materiales y planeando la construcción, pero necesitamos más ayuda.
Don Zorro asintió pensativamente.
—La Montaña de los Sueños recompensa a aquellos que trabajan duro y planifican con antelación. Si siguen por ese camino, estoy seguro de que lograrán su objetivo. Además, no olviden pedir ayuda a los demás habitantes. La colaboración y el esfuerzo compartido son esenciales.
Clara y Muñeco agradecieron los consejos de Don Zorro y continuaron su camino, sintiéndose inspirados y motivados para seguir trabajando en su sueño.
De vuelta en la pradera, Lila decidió ir a buscar a Muñeco y Clara para jugar. Corría a toda velocidad, disfrutando del viento en su rostro y de la libertad que sentía. Al llegar al mercado, encontró a Muñeco y le dijo:
—¡Muñeco, vamos a jugar! El día es perfecto para una carrera o una aventura por la montaña.
Muñeco, aunque siempre dispuesto a divertirse, miró a Clara antes de responder.
—Lila, Clara y yo estamos ocupados recolectando materiales para el refugio. ¿Por qué no nos ayudas? Luego podremos jugar juntos.
Lila frunció el ceño nuevamente, pero esta vez aceptó a regañadientes. Ayudó a Muñeco y Clara a cargar la cesta con materiales, aunque su mente estaba en otra parte, pensando en todas las cosas divertidas que podía estar haciendo.
El tiempo pasó y el verano llegó a su fin. Las hojas comenzaron a cambiar de color y el aire se volvió fresco. Adri, la hormiga, había trabajado incansablemente durante toda la temporada, asegurándose de que su colonia estuviera bien abastecida para el invierno. Muñeco y Clara, con la ayuda de otros animales, habían avanzado significativamente en la construcción del refugio.
Un día, una gran tormenta se avecinó sobre la Montaña de los Sueños. Los vientos aullaban y la lluvia caía a cántaros. Los animales buscaron refugio, y Lila, que no había tomado ninguna precaución, se encontró atrapada sin un lugar seguro donde guarecerse.
Desesperada, corrió hacia el hormiguero de Adri, donde la hormiga la recibió con una mezcla de sorpresa y compasión.
—Adri, por favor, déjame quedarme contigo hasta que pase la tormenta —suplicó Lila—. No tengo ningún refugio, y no sé dónde más ir.
Adri, siempre dispuesta a ayudar, la dejó entrar.
—Lila, estás a salvo aquí. Pero espero que esta experiencia te enseñe la importancia de prepararse para el futuro. No siempre podemos vivir solo en el presente.
Lila asintió, avergonzada pero agradecida. La tormenta rugió durante varios días, pero Lila estuvo a salvo gracias a la previsión y el trabajo duro de Adri y su colonia.
Cuando finalmente la tormenta pasó, Lila salió del hormiguero con una nueva determinación. Había aprendido la lección de la manera difícil, pero estaba decidida a cambiar. Se acercó a Muñeco y Clara, quienes estaban ocupados reparando los daños causados por la tormenta en el refugio en construcción.
—Quiero ayudar más —dijo Lila con sinceridad—. Me he dado cuenta de que el trabajo duro y la previsión son esenciales. ¿Puedo unirme a ustedes?
Clara sonrió y Muñeco movió la cola alegremente.
—Claro que sí, Lila. Siempre necesitamos más manos. Juntos, podemos hacer grandes cosas.
Y así, en la Montaña de los Sueños, Lila, Adri, Muñeco y Clara continuaron trabajando juntos, cada uno aportando sus habilidades y aprendiendo del otro. Con esfuerzo y previsión, no solo lograron construir el refugio, sino que también fortalecieron los lazos de amistad y cooperación en su comunidad, asegurando un futuro brillante y lleno de esperanza para todos.
El otoño avanzaba en la Montaña de los Sueños, y con él, las preparaciones para el invierno se intensificaban. Los días eran más cortos y las noches más frías, pero el espíritu de colaboración y esfuerzo entre los animales crecía cada día.
Lila, la liebre, había tomado muy en serio su nueva actitud. Se levantaba temprano y se unía a Clara, Muñeco y Adri en sus tareas diarias. Aunque le costaba acostumbrarse al ritmo constante de trabajo, veía los resultados y eso la motivaba a seguir.
Una tarde, mientras Clara y Muñeco trabajaban en el refugio, Lila y Adri recolectaban hojas y ramas para reforzar las paredes. Adri notó que Lila trabajaba con dedicación, aunque a veces parecía distraída.
—Lila, veo que has cambiado mucho —dijo Adri mientras colocaba una rama en su lugar—. Estoy orgullosa de ti.
Lila sonrió, agradecida por las palabras de Adri.
—Gracias, Adri. Estoy aprendiendo mucho de ti y de todos aquí. Quiero estar preparada y ayudar a los demás, como tú me ayudaste a mí.
Mientras tanto, en la cima de la montaña, un grupo de aves observaba el progreso del refugio. Entre ellas estaba Piolín, un pequeño colibrí que siempre estaba al tanto de todo lo que ocurría en la Montaña de los Sueños. Decidió volar hasta el refugio para ofrecer su ayuda y también llevar noticias.
—¡Hola a todos! —dijo Piolín mientras aterrizaba suavemente sobre una rama cercana—. He visto cómo trabajan incansablemente y quiero ayudar. Además, tengo noticias importantes.
Clara, Muñeco, Lila y Adri se acercaron para escuchar.
—Gracias, Piolín. Siempre es bueno tener más ayuda. ¿Qué noticias tienes? —preguntó Clara.
Piolín tomó un respiro y comenzó a hablar.
—He oído rumores de que una gran nevada se acerca. Será una de las más fuertes en años. Debemos prepararnos lo mejor posible para asegurar que todos estemos a salvo.
La noticia dejó a todos en silencio por un momento. Una gran nevada significaba desafíos adicionales y la necesidad de acelerar los preparativos.
—Entonces, debemos trabajar aún más duro —dijo Muñeco con determinación—. Podemos hacerlo si todos colaboramos.
Clara asintió, y con un espíritu renovado, el grupo intensificó sus esfuerzos. Lila se encargó de recolectar más hojas y ramas, Adri organizó a las hormigas para reforzar el hormiguero, y Muñeco y Clara trabajaron sin descanso en el refugio.
Unos días después, mientras el grupo trabajaba, un nuevo amigo llegó a la Montaña de los Sueños. Se trataba de Bruno, un oso pardo que había oído hablar del espíritu colaborativo de la montaña y había decidido unirse. Bruno era grande y fuerte, y aunque algunos animales al principio se asustaron por su tamaño, pronto descubrieron que tenía un corazón amable y dispuesto a ayudar.
—Bienvenido, Bruno —dijo Clara con una sonrisa—. Nos alegra tenerte aquí. Cualquier ayuda es muy apreciada.
Bruno asintió y se unió al grupo, usando su fuerza para mover troncos y rocas que otros animales no podían mover. Con su ayuda, los trabajos avanzaron aún más rápido.
A medida que los días pasaban, la temperatura seguía bajando y el viento se volvía más cortante. Una tarde, mientras el grupo descansaba alrededor de una fogata improvisada, Lila no pudo evitar expresar sus preocupaciones.
—¿Creen que estaremos listos a tiempo? —preguntó—. La nevada suena aterradora y no quiero que nadie sufra.
Adri, siempre la voz de la razón, respondió con calma.
—Lila, hemos trabajado duro y seguiremos haciéndolo. Todos estamos poniendo nuestro mayor esfuerzo, y eso nos dará la mejor oportunidad de estar preparados. La previsión y el trabajo en equipo son nuestras mayores fortalezas.
Las palabras de Adri infundieron confianza en el grupo, y con un renovado sentido de propósito, continuaron trabajando hasta bien entrada la noche.
Unos días antes de que la nevada llegara, el grupo decidió hacer un último recorrido por la montaña para asegurarse de que todos los animales estuvieran preparados. Clara, Muñeco, Lila, Adri y Bruno se dividieron en equipos y comenzaron a visitar a cada uno de los habitantes de la Montaña de los Sueños.
En su camino, encontraron a varios animales que aún no estaban completamente preparados. Un grupo de ardillas había acumulado muchas nueces, pero no habían reforzado su nido contra el frío. Un par de castores había construido una presa sólida, pero necesitaban más material para asegurarla contra el hielo.
—No podemos dejarlos así —dijo Clara con determinación—. Ayudaremos a cada uno a prepararse antes de que llegue la nevada.
El grupo trabajó incansablemente, ayudando a las ardillas a reforzar su nido y a los castores a asegurar su presa. Incluso enseñaron a otros animales técnicas para mantenerse calientes y protegerse del frío.
En el último día antes de la nevada, todo parecía estar en su lugar. El refugio estaba listo, los animales estaban bien preparados y el espíritu de colaboración y esfuerzo había fortalecido los lazos de amistad en toda la Montaña de los Sueños.
Esa noche, mientras el viento comenzaba a soplar con más fuerza y las primeras nieves caían suavemente, Clara, Muñeco, Lila, Adri, Bruno y todos los demás animales se reunieron en el refugio. Alrededor de una cálida hoguera, compartieron historias, risas y esperanzas para el futuro.
—Hemos trabajado duro y nos hemos preparado bien —dijo Clara—. Pase lo que pase, sabemos que estamos juntos y eso nos dará la fuerza para enfrentar cualquier desafío.
Lila miró a sus amigos y sonrió, sintiéndose agradecida por la lección que había aprendido. El trabajo duro y la previsión no solo aseguraban un futuro seguro, sino que también creaban una comunidad unida y fuerte.
Y así, mientras la gran nevada cubría la Montaña de los Sueños con su manto blanco, los animales descansaron tranquilos, sabiendo que su esfuerzo y colaboración les habían preparado para enfrentar cualquier adversidad
La nevada había caído durante varios días, cubriendo la Montaña de los Sueños con una gruesa capa de nieve blanca y esponjosa. El viento rugía afuera, pero dentro del refugio, todos estaban cálidos y seguros. La gran fogata en el centro mantenía el lugar acogedor, y las provisiones acumuladas les aseguraban que no pasarían hambre.
Clara, Muñeco, Lila, Adri, Bruno y los demás animales pasaban los días contando historias, cantando canciones y compartiendo anécdotas. La camaradería y el espíritu de cooperación que habían cultivado durante los preparativos los mantenía unidos y fortalecía sus lazos de amistad.
Una tarde, mientras la tormenta seguía su curso, Lila se acercó a Clara con una expresión reflexiva en su rostro.
—Clara, he estado pensando mucho en todo lo que hemos hecho para prepararnos para esta tormenta —dijo Lila—. Me siento muy agradecida por haber aprendido la importancia del trabajo duro y la previsión. Sin eso, no estaríamos tan seguros y unidos como ahora.
Clara sonrió y puso una mano en el hombro de Lila.
—Todos hemos aprendido y crecido, Lila. El trabajo duro y la previsión son esenciales, pero también lo son la amistad y la colaboración. Juntos, podemos enfrentar cualquier desafío.
Muñeco, que estaba escuchando, asintió con entusiasmo.
—Es cierto. Cada uno de nosotros ha contribuido de diferentes maneras, y eso es lo que nos hace fuertes. Me siento orgulloso de ser parte de esta comunidad.
Adri, que estaba organizando algunas provisiones, se unió a la conversación.
—La Montaña de los Sueños nos ha enseñado una lección valiosa: cuando trabajamos juntos y planificamos con antelación, podemos superar cualquier adversidad. Estoy agradecida de tener amigos como ustedes.
Bruno, el oso, también intervino.
—Estoy de acuerdo. Aunque la tormenta ha sido dura, me siento afortunado de haber encontrado una comunidad tan solidaria y trabajadora. Todos hemos demostrado que el esfuerzo y la previsión son esenciales para un futuro seguro.
Los días pasaron, y finalmente, la tormenta comenzó a amainar. El viento se calmó y la nieve dejó de caer. Los animales, aunque todavía acurrucados en el refugio, sabían que pronto podrían salir y ver los resultados de su arduo trabajo.
Una mañana, cuando el sol asomó tímidamente entre las nubes, Clara se levantó y se acercó a la entrada del refugio. Al abrir la puerta, un resplandor blanco cegador iluminó el interior. La nieve cubría todo, pero el cielo despejado y el aire fresco anunciaban un nuevo comienzo.
—¡Miren! —exclamó Clara—. La tormenta ha pasado. Es hora de salir y ver cómo estamos.
Muñeco fue el primero en salir, seguido de Lila, Adri, Bruno y los demás animales. Al pisar la nieve crujiente, sintieron una mezcla de alivio y emoción. La Montaña de los Sueños, aunque cubierta de nieve, se veía hermosa y serena.
Los animales comenzaron a inspeccionar sus alrededores, asegurándose de que todo estuviera en orden. Se dieron cuenta de que su preparación había valido la pena. El refugio estaba intacto, y las provisiones bien almacenadas les habían permitido superar la tormenta sin problemas.
Lila, que había sido una de las más escépticas al principio, se sintió profundamente conmovida. Se acercó a Adri y le dio un abrazo.
—Gracias, Adri. Si no hubiera sido por ti y tu ejemplo, no habría aprendido la importancia de estar preparada. Me has enseñado una lección que nunca olvidaré.
Adri, sorprendida pero feliz, devolvió el abrazo.
—Todos hemos aprendido y crecido, Lila. Es un honor ser tu amiga y compañera en esta aventura.
Muñeco y Clara, observando la escena, intercambiaron una mirada de satisfacción. Sabían que habían logrado algo más que simplemente superar una tormenta. Habían creado una comunidad fuerte y unida, lista para enfrentar cualquier desafío futuro.
Con el paso de los días, los animales trabajaron juntos para despejar los caminos y asegurarse de que todos los refugios estuvieran en buen estado. La nieve comenzó a derretirse lentamente, y la primavera se insinuaba en el horizonte.
Un día, mientras Clara y Muñeco caminaban por la pradera, se encontraron con Don Zorro, el sabio de la montaña.
—¡Buenos días, Clara y Muñeco! —saludó Don Zorro—. He oído que superaron la gran tormenta con éxito. Estoy muy orgulloso de ustedes.
—Gracias, Don Zorro —respondió Clara—. Fue un desafío, pero gracias al trabajo duro y la previsión de todos, lo logramos.
Don Zorro asintió con aprobación.
—La Montaña de los Sueños siempre recompensa a aquellos que trabajan juntos y se preparan. Han demostrado que, con esfuerzo y colaboración, pueden lograr grandes cosas. Sigan así, y su comunidad florecerá aún más.
Con las palabras de Don Zorro resonando en sus corazones, Clara, Muñeco y los demás animales continuaron trabajando juntos, siempre recordando la importancia del trabajo duro y la previsión.
La primavera finalmente llegó, trayendo consigo un nuevo comienzo. Los animales, rejuvenecidos por su experiencia, se dedicaron a mejorar su comunidad y a planificar para el futuro. Plantaron árboles, cultivaron huertos y construyeron nuevas estructuras, asegurándose de que la Montaña de los Sueños siguiera siendo un lugar de esperanza y prosperidad.
Lila, ahora convertida en una líder respetada, organizó talleres para enseñar a otros animales la importancia de la previsión y el esfuerzo. Adri, siempre diligente, continuó guiando a su colonia con sabiduría y dedicación. Muñeco y Clara, con la ayuda de Bruno y otros amigos, finalmente completaron el refugio para animales necesitados, cumpliendo su sueño.
La Montaña de los Sueños se convirtió en un ejemplo brillante de lo que se puede lograr con trabajo duro, previsión y colaboración. Los animales vivían en armonía, apoyándose mutuamente y celebrando sus éxitos juntos.
Y así, la historia de Lila, Adri, Muñeco, Clara y todos los habitantes de la Montaña de los Sueños se convirtió en una leyenda que se contaba de padres a hijos. Una historia que enseñaba a todos que el trabajo duro y la previsión son esenciales para un futuro brillante y que, con amigos y colaboración, no hay desafío que no se pueda superar.
La moraleja de esta historia es que el trabajo duro y la previsión son esenciales para el futuro.
Y colorín colorín, este cuento llego a su fin. bueno mis amables oyentes. ¡hasta MAÑANA! CON UN NUEVO CUENTO CON MORALEJA.
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