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El cazador de almas perdidas – Creepypasta 258.

El Regalo de Asha.

La ceremonia de la manada y el ritual habían culminado, y Drex y Tatiana se entregaron al deseo en el claro, dejando que la salvajidad de su amor resonara en la oscuridad sin restricciones. A la mañana siguiente, se vistieron con la ropa limpia que Drex había dejado en la camioneta y se dirigieron a la sede de la Purga. Como siempre, se despidieron con un beso en las puertas antes de ir cada uno a sus respectivas tareas. Tatiana se encaminó a su clase de magia arcana con Vambertoken, mientras Drex se dirigió a los patios.

La lección de magia arcana comenzó como de costumbre, bajo la atenta mirada de Asha y María, quien siempre seguía las directrices de Asha con precisión. Vambertoken impartía la clase con su habitual frialdad y precisión, pero Tatiana no podía ignorar la mirada fija de Asha en ella, como si cada gesto estuviera siendo evaluado.

Al final de la clase, cuando Tatiana se disponía a irse, Asha se acercó con una sonrisa que no alcanzaba sus ojos. —Tatiana querida, un momento. —Su voz, suave pero cargada de una condescendencia que Tatiana conocía bien—. Debo felicitarte por tu matrimonio con Drex. Mi Seraph y yo hemos decidido darte un regalo especial.

Tatiana sintió la tensión en su estómago, pero se obligó a mantener la calma. Sabía que cada palabra de Asha llevaba un propósito oculto, siempre calculado. —Gracias, Asha —respondió con una leve inclinación de cabeza, intentando disimular su incomodidad.

—Oh, Tatiana querida, estoy segura de que este regalo te emocionará. —Asha mantenía una expresión casi amable, aunque sus ojos brillaban con malicia—. He guardado grabaciones del ritual de Drex en la isla, donde devoró los 350 corazones. Instalé cámaras que captaron cada detalle, cada transformación y cada grito. —Hizo una pausa, deleitándose en su relato—. Y dado que la isla se hundió por un pequeño accidente minero, este video es lo único que queda.

Tatiana sintió un escalofrío, pero hizo un esfuerzo por mantener su expresión neutra. —Es… interesante. —Respondió con frialdad, aunque le costaba ocultar su tensión.

Asha se inclinó un poco más, su voz volviéndose más íntima, casi como si compartiera un secreto especial. —Pienso que podrías verlo con Drex, tú querido esposo, como una película de romance. —Sonrió, disfrutando del peso de sus palabras—. ¿No te parece perfecto para recordar la intensidad de su historia de amor? Podrían revivir juntos cada momento.

Tatiana tragó saliva, sintiendo la intención detrás de las palabras de Asha: una tortura psicológica bajo el disfraz de un gesto íntimo. —Sería un honor, Asha —dijo, forzando una sonrisa que apenas ocultaba su incomodidad.

Asha, satisfecha, continuó, su tono suave como un cuchillo afilado. —Y, por supuesto, hay un segundo regalo. Mi Seraph y yo hemos decidido darte algo que realmente puede beneficiarte: la oportunidad de aprender Atlante. —Hizo una pausa, observando la reacción de Tatiana—. Mi familia, los Latshiktor, dominan este idioma pre diluviano. Quiero que lo aprendas para que puedas leer mis libros y descubrir secretos que podrían beneficiarte, especialmente sobre los licántropos.

Tatiana sintió cómo se apretaba el nudo en su estómago. Sabía que aceptar implicaba adentrarse más en las intrincadas redes de Asha, pero rechazar no era una opción. —Acepto, Asha. Gracias por la oportunidad.

—Así me gusta, querida Tatiana. —Asha chasqueó los dedos, y una sierva emergió de las sombras—. Ella será tu instructora. Es la encargada de enseñar a hablar a los recién nacidos en mi familia. Estoy segura de que aprenderás rápido. —Su tono, aunque condescendiente, era incisivo.

Tatiana asintió con respeto, aunque su incomodidad era evidente. —Entendido.

Con una sonrisa satisfecha, Asha se retiró, dejando a Tatiana con la instructora. Desde la distancia, Vambertoken observó con su típica frialdad. No se involucraba en los detalles que Asha manejaba; para él, solo los resultados eran importantes.

Poco después, Vambertoken se acercó a Tatiana con la misma frialdad e indiferencia. —Tatiana, la reunión con el Consejo de Ancianos Vampíricos será esta tarde, por videollamada en el centro de comunicaciones de la sede de la Purga. —Su voz no mostraba emoción alguna—. Quiero la sede vacía. Todos deben salir. Asegúrate de que se cumpla.

—Entendido —respondió Tatiana, consciente de la seriedad de la orden.

Con las instrucciones claras, Tatiana se retiró, sabiendo que lo que se avecinaba no era solo una simple reunión. Las implicaciones eran profundas, y las órdenes que había recibido marcaban un cambio inminente.

Después de la tensa conversación con Asha y las instrucciones de Vambertoken, Tatiana se dirigió al Centro de Operaciones de La Purga. Usó el comunicador para contactar a Raúl y a Lía. —Raúl, Lía, tienen un día libre. Informen a sus equipos y asegúrense de que todos salgan de la sede lo antes posible —ordenó, con firmeza.

Lía captó el tono serio de Tatiana. —¿Todo está bien, Tatiana?

—Todo bajo control —respondió Tatiana, manteniendo la calma mientras su mente analizaba las implicaciones de la reunión que se avecinaba.

Tras confirmar que los equipos estaban al tanto, Tatiana se dirigió al área donde siempre se encontraba el equipo de Lía. Al llegar, divisó a Drex entre sus compañeros, y este, al verla acercarse con la memoria en la mano, arqueó una ceja, intrigado.

—¿Qué pasa? —preguntó Drex, observándola con una mezcla de curiosidad y preocupación.

Tatiana esbozó una leve sonrisa y le mostró la pequeña memoria. —Asha ya sabe de la boda. Como regalo, nos dio la grabación de lo que pasó en la isla, el ritual de los 350 corazones. —Hizo una pausa, su voz calmada—. Y me va a enseñar Atlante, para que pueda aprender sobre los licántropos y sus secretos.

Anuel, que estaba cerca escuchando la conversación, no pudo evitar intervenir con su tono característico y su sonrisa traviesa. —¡¿Así que ustedes se casaron y nadie me dijo nada?! —exclamó—. Drex, ¿en serio? Casándote en secreto y sin invitaciones. No me lo esperaba de ti.

Drex no pudo evitar reír ante el comentario de Anuel. —Ya sabes cómo es esto. Las cosas se dan como se pueden.

—¡Eso no me lo pierdo yo! —continuó Anuel, riendo y dándole una palmada en el brazo a Tatiana—. Aunque no estuve en la boda, que sepan que me deben una celebración, ¿eh?

Lía y Óscar, que habían estado observando la conversación, se acercaron para felicitar a la pareja. —¡Felicidades, chicos! —dijo Óscar, estrechando la mano de Drex, mientras Lía, con una sonrisa curiosa, observaba el anillo que Tatiana llevaba.

—Tatiana, cuéntanos, ¿cómo fue todo? —preguntó Lía, con interés genuino.

Tatiana, con una sonrisa que revelaba la felicidad del momento, comenzó a relatar lo ocurrido, omitiendo solo los detalles más íntimos. —Fue en el claro donde siempre entrenamos. Drex se arrodilló frente a todos, y no me lo esperaba para nada. —Sus ojos brillaban al recordar el momento—. Estaba tan nervioso como yo, pero cuando me entregó el anillo, supe que era el momento perfecto. —Hizo una pausa y miró a Drex con ternura—. La luna estaba llena, y aunque no podíamos invitar a muchos, fue… perfecto.

Lía, Anuel y Violeta escucharon con atención, mostrando una mezcla de emoción y curiosidad. Anuel, fiel a su estilo, no dejó de bromear. —Y dime, ¿qué tan romántico fue Drex? Porque aquí entre nosotras, no me lo imagino siendo todo dulce.

Tatiana rió suavemente. —Tendrás que imaginarlo, Anuel. —Miró de nuevo a Drex y sus miradas se cruzaron como si fuera la primera vez que se veían, una conexión palpable—. Pero fue más de lo que podría haber soñado.

Mientras las mujeres compartían risas y comentarios, Drex se removió, un poco incómodo con tanta atención. Óscar, por su parte, permanecía cerca, aunque su incomodidad también era evidente.

Cuando la conversación se calmó, Drex tomó la memoria y miró a Anuel con una sonrisa desafiante. —Si realmente quieres conocer al monstruo de Puma Punku y entender lo que vio Andrés, deberás ver esto. Es lo mismo que Asha implantó en su mente, así que no será fácil.

Anuel alzó las cejas, mostrando su emoción. —¿Así que es ese video del que todos hablan? ¡Perfecto! —Se giró hacia Violeta, que había estado escuchando con atención—. ¿Te animas a una tarde de chicas viendo películas? Parece que esta va a ser la mejor proyección de terror.

Violeta asintió, sonriendo ante la propuesta. Andrés, que observaba desde un rincón, sintió alivio al ver que Violeta formaba un vínculo con Anuel. Verla hacer amistades en el equipo era una señal de que se estaba integrando.

Antes de que se dispersaran, Lía se acercó a Tatiana. —¿Te parece bien si yo también veo el video? Parece que todos están interesados en ver ese proceso.

Tatiana levantó una ceja, ligeramente perpleja. —Claro, Lía, si quieres, habla con Anuel. Ella ya lo está organizando.

Con todo listo, Drex tomó la mano de Tatiana, sus miradas se encontraron, y en un gesto íntimo, susurró: —Hoy es nuestro día, amor.

Tatiana sonrió, sintiendo cómo la calidez llenaba su pecho al escuchar esas palabras. —Entonces, vamos a aprovecharlo al máximo. —Drex la abrazó con fuerza, y ambos se despidieron del equipo, asegurándose de que todo estuviera en orden.

Mientras se alejaban, Drex y Tatiana, con menos de ocho horas de casados, salieron de la sede de La Purga, listos para disfrutar de su luna de miel en medio de las sombras que siempre los rodeaban. Cada instante juntos era un respiro necesario antes de enfrentar las tormentas que inevitablemente se avecinaban.

Con Drex y Tatiana alejándose, Lía observó cómo el ambiente en el equipo se relajaba tras las felicitaciones y la emoción de la boda. Sin embargo, su atención se dirigió rápidamente a Anuel, quien guardaba la memoria con un brillo intrigado en sus ojos. —Anuel —dijo Lía, acercándose con una sonrisa cómplice—, cuando termines de ver eso, no te olvides de pasarme la memoria. Yo también quiero ver qué es lo que tantos temen.

Anuel levantó la mirada, con una sonrisa traviesa. —Claro, Lía. Te lo pasaré en cuanto termine. —Hizo una pausa y se encogió de hombros—. Aunque después de ver esto, espero que sigas teniendo estómago para aguantarme. —Guiñó un ojo, mostrando su acostumbrada actitud despreocupada, aunque su curiosidad era evidente.

Violeta, que había estado cerca escuchando, se giró hacia Andrés con una sonrisa, ahora mucho más cómoda en el equipo. —Nos vemos luego, Andrés. —Dijo con un tono animado—. Anuel y yo vamos a ver esa película de terror que todos mencionan.

Andrés le devolvió la sonrisa, observando cómo ella y Anuel se alejaban. Por primera vez en mucho tiempo, sentía un verdadero alivio al ver que Violeta estaba encontrando su lugar, sus propias amistades. Recordaba los primeros días cuando Violeta aún estaba perdida, temerosa de lo que significaba ser parte de este mundo; verla ahora con la confianza para relacionarse le daba la certeza de que había un futuro para ella, uno que no estuviera teñido de sombras.

Andrés tomó una respiración profunda y decidió que era momento de encontrar su propia paz. —Es hora de hablar con Dios —susurró, sintiendo que necesitaba ese momento de reflexión. Sabía que la catedral de Quito era el único lugar donde podía buscar respuestas y un refugio espiritual en tiempos de duda.

Mientras se dirigía hacia la salida, Óscar y Lía se encargaron de asegurarse de que todos los agentes de Oricalco evacuaran la sede, cumpliendo con las órdenes de Tatiana. Óscar se detuvo por un momento y miró a Lía, su rostro mostrando una mezcla de preocupación y resolución. —Tres días consecutivos de descanso… —murmuró, sabiendo lo que significaba.

Lía asintió, compartiendo la misma preocupación. —En La Purga, eso solo significa una cosa —respondió en voz baja, pero con firmeza—. Se avecina una batalla, y no será nada fácil.

Óscar y Lía se aseguraron de cerrar la sede, quedándose en silencio por un momento mientras observaban cómo los agentes salían. La calma que precedía a una tormenta siempre era la más inquietante, pero también la que les daba la certeza de que estaban preparados para cualquier cosa.

Finalmente, tras un último vistazo, se retiraron, dejando la sede vacía, sabiendo que la paz de esos tres días era solo el preludio de algo mucho más grande y peligroso que aguardaba en las sombras.

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