El Cazador de Almas Perdidas – Creepy pasta 56.
El Futuro entre Sombras.
Drex observaba las calles de Bogotá desde la ventana de su apartamento, pero su mente no estaba allí. Los días que habían seguido al evento en La Vega habían sido una mezcla de ansiedad, incertidumbre y silencio. Tatiana y María habían regresado a Bogotá, y aunque Drex había decidido darles espacio, la distancia física no lograba silenciar sus pensamientos.
Cada noche, las imágenes de esa cacería volvían a su mente: los gritos, la sangre, y sobre todo, la mirada de Tatiana. Sabía que lo que ella había presenciado era mucho más de lo que cualquier humano podía manejar fácilmente, pero también sabía que, si quería que las cosas funcionaran entre ellos, debía darle tiempo. No obstante, la idea de perderla lo angustiaba, y era algo que no podía sacarse de la cabeza.
Ese día, un mensaje de Vambertoken había llegado a su teléfono. El mensaje era claro y conciso: Vambertoken iba a ser el nuevo Archiconde de Purga para toda América, y en cuatro días se llevaría a cabo su nombramiento oficial. Quería la presencia de todos los involucrados, incluyendo a Drex.
La política sobrenatural nunca había sido algo que interesara demasiado a Drex, pero este evento en particular era diferente. Vambertoken, quien había sido un jugador clave en muchas de las decisiones recientes que habían sacudido el mundo vampírico y licántropo, estaba tomando un poder aún mayor. Y Drex sabía, al igual que muchos otros, que Vambertoken ya no era el mismo vampiro que solían conocer. Había cambiado, y ese cambio lo hacía mucho más peligroso.
La llamada de María.
Mientras procesaba todas esas noticias, su teléfono vibró. Era María.
—Drex, ¿te gustaría venir a almorzar? —preguntó ella con su habitual tono suave—. Creo que sería bueno para todos nosotros pasar un rato juntos después de todo lo que ha ocurrido.
Drex vaciló por un momento. Sabía que ver a Tatiana no iba a ser fácil después de lo que había pasado en La Vega, pero también sabía que no podía seguir evitándolo. Si había una oportunidad de sanar lo que había ocurrido entre ellos, debía aprovecharla.
—Claro, iré en una hora —respondió Drex.
Se preparó rápidamente, eligiendo una ropa más informal que lo hiciera sentir cómodo pero también apropiado para la ocasión. Mientras conducía hacia la casa de María y Tatiana, sus pensamientos iban y venían, oscilando entre la esperanza y el temor de lo que la reunión podría traer.
La sorpresa en la casa de Tatiana.
Al llegar a la casa, Drex tocó la puerta, esperando encontrar a María. Sin embargo, para su sorpresa, quien abrió la puerta fue Tatiana, luciendo tranquila, pero con una energía que denotaba una profunda reflexión interna.
—Hola, Drex —dijo Tatiana, esbozando una pequeña sonrisa—. Pasa, tenemos que hablar.
Drex, confundido, entró a la casa, pero no vio señales de María. Se detuvo en el pasillo y miró a Tatiana con una ceja levantada.
—Pensé que María estaría aquí —dijo.
Tatiana cerró la puerta con calma y caminó hacia la sala, indicándole que la siguiera.
—No. Esta fue idea mía, aunque fue María quien me sugirió que empezara con el plan —respondió Tatiana—. Quiero que cenemos juntos, solo tú y yo. Necesitamos hablar.
Drex sintió cómo una ola de tensión lo atravesaba. No sabía qué esperar de esta conversación, pero lo cierto era que, desde el incidente en La Vega, todo se había vuelto incierto.
Tatiana se sentó en la mesa del comedor y lo invitó a hacer lo mismo. Cuando Drex se sentó frente a ella, sintió la necesidad de hablar, pero antes de que pudiera decir algo, Tatiana lo detuvo con un gesto.
—Déjame hablar primero, Drex —dijo ella, su voz firme pero suave—. Lo que pasó en La Vega… no fue fácil para mí. Sabía lo que iba a suceder, sabía que iba a ser difícil, pero subestimé lo que eso significaba. No estaba preparada, y lamento haberte hecho pensar que lo estaba.
Drex la miró en silencio, escuchando atentamente mientras ella continuaba.
—Lo que vi fue… brutal. Inhumano. Y aunque sé que es parte de lo que eres, todavía no he terminado de procesarlo. Me ha costado dormir algunas noches, reviviendo esas imágenes una y otra vez en mi cabeza —Tatiana hizo una pausa, sus ojos bajando brevemente a la mesa antes de volver a encontrarse con los de Drex—. Pero quiero que sepas algo: quiero intentarlo. No he desistido.
Las palabras de Tatiana hicieron que Drex soltara un suspiro que no sabía que había estado conteniendo. La tensión en sus hombros comenzó a desvanecerse, pero aún quedaba una pregunta en su mente.
—¿Cómo te sientes ahora, después de haber visto todo eso? —preguntó Drex con sinceridad—. ¿Cómo crees que podemos seguir adelante?
Tatiana sonrió ligeramente y dejó escapar una pequeña risa.
—Bueno, el hecho de que estemos aquí, almorzando juntos, debería darte una pista de que no he desistido —respondió ella—. Pero… va a llevar tiempo. Necesito procesarlo, y te pido paciencia, Drex. No puedo prometer que todo será fácil, pero sí puedo prometer que no voy a rendirme sin intentarlo.
La conversación continuó durante el almuerzo, y poco a poco, la tensión que había estado presente entre ellos comenzó a disiparse. Tatiana hablaba más relajada, y Drex sentía que, aunque había mucho por resolver, al menos estaban avanzando en la dirección correcta.
La llegada de María.
Justo cuando terminaron el almuerzo, la puerta principal se abrió y María entró con una sonrisa radiante.
—¿Cómo va todo por aquí? —preguntó alegremente, observando a ambos.
Tatiana se levantó para irse. Había mencionado antes que Vambertoken la había convocado para esa tarde, y aunque no quería irse sin despedirse apropiadamente, sabía que la reunión era inevitable.
—Lamentablemente, tengo que irme ahora —dijo Tatiana, mirando a Drex—. Fue muy agradable compartir este almuerzo contigo. Gracias por venir.
Se despidió de Drex con un abrazo afectuoso, y aunque aún podía sentir la distancia emocional entre ambos, había esperanza. Tatiana dejó la casa, dejando a Drex y María solos.
La conversación entre Drex y María.
Después de que Tatiana se fue, María y Drex se quedaron en la sala, disfrutando de un café. Habían sido amigos durante mucho tiempo, y aunque María podía ver el futuro con su clarividencia, Drex aún encontraba consuelo en hablar abiertamente con ella.
—Sé que tienes preguntas —dijo María, sonriendo de manera comprensiva.
Drex asintió, no sorprendido de que María ya supiera lo que estaba pensando.
—¿Sabías que todo esto iba a pasar? —preguntó Drex, apoyándose en el respaldo de su silla.
María asintió lentamente.
—Puedo ver posibles futuros, pero no están escritos en piedra. Las decisiones que tomamos cambian constantemente el curso de esos futuros. Pero debo admitir que había una gran posibilidad de que lo que ocurrió entre tú y Tatiana fuera exactamente como lo vi.
Drex la miró, buscando respuestas más allá de lo evidente.
—¿Y tú? ¿Creías que todo saldría bien?
María sonrió suavemente, tomando un sorbo de su café antes de responder.
—Sabía que había una posibilidad, y confié en ella. Ver que decidiste llamarme cuando fueron a La Vega fue un momento clave. Eso fue lo que me dio esperanza. Sabía que, al menos en ese momento, habías tomado una decisión correcta.
Drex asintió, sabiendo que había hecho lo correcto al involucrar a María, pero aún sintiendo la presión de todo lo que se avecinaba.
—En cuatro días, tenemos que asistir al nombramiento de Vambertoken —dijo Drex, su voz más seria—. Y lo que venga después no será fácil.
María dejó la taza en la mesa y lo miró con seriedad.
—Tienes razón. Vambertoken ha comenzado a mostrar su verdadera cara. Y eso lo hace más peligroso que nunca. Te aconsejo que estés preparado, Drex. Lo que viene no será un simple nombramiento. Hay fuerzas mucho más grandes moviéndose en las sombras.
La llamada a Fabián.
Después de despedirse de María, Drex decidió volver a su apartamento, pero en el camino, sintió la necesidad de llamar a Fabián. Necesitaba ponerse al día con todo lo que había estado ocurriendo en su ausencia.
Cuando Fabián contestó, su tono era grave, y Drex supo de inmediato que
Fabián contestó con un tono grave, y Drex supo de inmediato que algo más había ocurrido durante los días en los que había estado fuera.
—Drex, me alegra que llames —comenzó Fabián, su voz cargada de preocupación—. Han pasado muchas cosas, y pensé que debías saberlo antes de que nos veamos en cuatro días.
Drex se tensó al escuchar la seriedad en el tono de Fabián. Sabía que la situación alrededor de Vambertoken se estaba volviendo cada vez más compleja, pero no esperaba que las cosas hubieran escalado tanto en tan poco tiempo.
—¿Qué ha pasado? —preguntó Drex, ajustando su agarre en el volante mientras conducía hacia su apartamento.
Fabián hizo una pausa antes de hablar, como si estuviera eligiendo cuidadosamente sus palabras.
—Óscar, el humano que fue prisionero en el Vaticano… —empezó Fabián—. Vambertoken lo ha vuelto a convertir en vampiro. No solo eso, lo ha puesto como parte de su esquema de seguridad personal. Durante estos días, Óscar ha estado bajo mi cuidado, pero… no es el mismo de antes. Vambertoken lo ha transformado de una manera que no comprendo del todo.
Drex se quedó en silencio por un momento, procesando la información. Óscar había sido humano de nuevo, una oportunidad única de redención, pero ahora estaba atrapado de nuevo en las manos de Vambertoken. El hecho de que lo hubiera vuelto a convertir en vampiro dejaba claro que Vambertoken estaba moviendo piezas en un juego que pocos comprendían.
—¿Cómo está Óscar? —preguntó Drex, su voz baja pero firme.
Fabián soltó un suspiro antes de responder.
—Está… distinto. Es difícil de explicar. Su humanidad se ha perdido de nuevo, pero no es solo eso. Vambertoken parece haberle implantado un control más fuerte, como si Óscar ya no tuviera voluntad propia. He tratado de hablar con él, de entender lo que está pasando, pero cada vez que menciono a Vambertoken, parece que algo lo detiene de hablar.
Drex sintió una mezcla de frustración y preocupación. Sabía que Vambertoken tenía un control sobre aquellos a quienes transformaba, pero la idea de que estuviera manipulando a Óscar de esa manera lo hacía sentir que las cosas iban más allá de lo que podían ver.
—Eso no es todo —continuó Fabián—. Con la renuncia de Vambertoken al cargo en Colombia, el Consejo Vampírico ha aceptado su recomendación para nombrar al Regente Licántropo como nuevo Archiconde del Consejo en Colombia. Es la primera vez en la historia que una criatura no vampírica será Archiconde.
Drex sintió una oleada de sorpresa ante esa noticia. Nunca antes un licántropo había sido nombrado para un puesto tan alto dentro del Consejo Vampírico. Era una señal de que las cosas estaban cambiando a un ritmo que nadie esperaba.
—¿El Regente Licántropo? —preguntó Drex, intrigado—. ¿Por qué lo harían?
—Es difícil de entender, pero parece que Vambertoken lo ha impulsado. No puedo decirte con seguridad por qué, pero tengo la sensación de que esto es parte de un plan mucho más grande —respondió Fabián, con un tono pensativo—. Además, hay algo más… algo extraño. Julián lleva desaparecido cuatro días. Nadie sabe dónde está, y Vambertoken no ha dicho nada al respecto. Pero estoy seguro de que él sabe dónde está.
El corazón de Drex dio un vuelco al escuchar el nombre de Julián. Su desaparición era preocupante, y el hecho de que Vambertoken pudiera estar ocultando información sobre su paradero no hacía más que añadir más misterio a la situación.
—¿Crees que Julián está en peligro? —preguntó Drex, sabiendo que la respuesta podría ser complicada.
Fabián guardó silencio por unos segundos antes de responder.
—No lo sé. Pero si Vambertoken está detrás de esto, nada bueno puede estar ocurriendo. Solo ten cuidado, Drex. Todo está cambiando, y no sé en quién podemos confiar.
Drex asintió, aunque sabía que Fabián no podía verlo.
—Lo haré, Fabián. Nos veremos en cuatro días en la casa de Vambertoken. Mantente alerta, y si algo más ocurre, no dudes en llamarme.
Fabián murmuró una afirmación antes de despedirse. Drex colgó la llamada, pero la preocupación seguía pesando sobre él. La política y los juegos de poder en el mundo sobrenatural eran siempre complicados, pero sentía que las cosas estaban tomando un giro mucho más peligroso.
El regreso al apartamento de Drex.
El viaje de regreso al apartamento de Drex fue silencioso, pero su mente estaba en constante movimiento. Las noticias de Fabián habían arrojado una nueva sombra sobre todo lo que estaba por venir. Vambertoken había dado muestras de su ambición antes, pero ahora estaba claro que su plan era mucho más grande y peligroso de lo que cualquiera había anticipado.
Cuando llegó a su apartamento, el silencio del lugar lo recibió con una frialdad que reflejaba su estado de ánimo. Cerró la puerta detrás de él y se dirigió a la cocina, donde se sirvió un vaso de agua, tratando de calmar sus pensamientos.
La conversación con Tatiana había aliviado algunas de sus preocupaciones personales, pero ahora tenía un nuevo peso sobre sus hombros. El futuro de todo el mundo sobrenatural estaba en juego, y Vambertoken era el jugador más impredecible en la mesa.
Drex dejó el vaso sobre la mesa y caminó hacia su habitación. Se quitó la chaqueta y se tumbó en la cama, mirando al techo mientras su mente continuaba girando en torno a las revelaciones del día. Óscar, Julián, Vambertoken… todo parecía entrelazado en un plan que aún no podía ver en su totalidad.
Sabía que los próximos días serían decisivos, no solo para él, sino para todos aquellos que estaban atrapados en este juego de poder. Y aunque había enfrentado muchas cosas a lo largo de su vida como licántropo, algo en su interior le decía que esto era diferente. Que el peligro que se avecinaba era mucho más grande de lo que cualquiera de ellos podía prever.
Con esos pensamientos, Drex cerró los ojos, aunque sabía que el sueño no llegaría fácilmente. La oscuridad que lo rodeaba no era solo la de la noche, sino la de un futuro incierto que cada vez parecía más sombrío.
Gracias por acompañarnos en este viaje al terror. ¡Nos vemos en el próximo episodio!”
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