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El cazador de almas perdidas – Creepy pasta 90.

El Escape de Puma Punku.

Los helicópteros sobrevolaban Puma Punku, las enormes piedras antiguas y las misteriosas estructuras iluminadas solo por el brillo tenue de las luces de los vehículos aéreos. El aire estaba cargado de tensión mientras el equipo de Purga y los escuadrones de Oricalco se preparaban para el siguiente enfrentamiento. La Muerte Plata ya había tomado el control del pilar, y estaban escapando con él.

Desde la cabina del helicóptero, Vambertoken observaba con una mezcla de furia y desesperación. El vampiro no podía permitir que el pilar cayera en las manos de la Muerte Plata. Su plan para llegar a Paititi dependía de recuperar cada uno de los pilares, y la ventaja de la Muerte Plata en este momento era inaceptable.

Vambertoken, sin perder un segundo, se volvió hacia Drex, quien estaba sentado con los ojos fijos en las ruinas.

—Drex —dijo el vampiro con un tono grave—, tienes que recuperar el pilar a toda costa. ¡Haz lo que sea necesario!

Drex asintió. Sabía que el acuerdo que había hecho con Vambertoken incluía misiones como esta, y no tenía elección. La presión sobre él era inmensa, pero no podía fallar. Tatiana, a su lado, lo observaba con una mirada de preocupación, consciente de los peligros que enfrentaría.

Sin decir una palabra más, Drex se preparó. Se levantó del asiento y caminó hacia la compuerta del helicóptero mientras el viento frío azotaba su rostro. Sabía lo que tenía que hacer, y no había tiempo que perder. La Muerte Plata estaba escapando con el pilar, y él era el único que podía detenerlos.

Con un movimiento rápido, Drex se lanzó al vacío.

La Caída y Transformación.

El aire a su alrededor parecía detenerse mientras Drex caía en picado hacia el suelo. Mientras descendía, su cuerpo comenzó a transformarse. Los huesos se alargaban, los músculos se tensaban, y su piel se cubría de grueso pelaje. La metamorfosis de humano a licántropo era rápida y violenta, pero Drex la dominaba por completo. Su forma alicántropa, un híbrido entre hombre y lobo, era poderosa y ágil, y le permitiría destrozar a cualquier enemigo que se interpusiera en su camino.

Mientras se acercaba a la tierra, Drex localizó a su presa: un agente de la Muerte Plata que cargaba el pilar en sus manos, intentando escapar entre las ruinas. Drex calculó su caída con precisión, y en el último segundo, impactó contra el enemigo con una fuerza devastadora.

El impacto fue brutal. Los huesos del agente de la Muerte Plata crujieron bajo el peso de Drex, quien lo destrozó con un solo golpe. La sangre salpicó las antiguas piedras de Puma Punku mientras Drex se alzaba sobre su presa, con el pilar ahora en su posesión.

Pero no había tiempo para celebraciones. Drex, aún en su forma licántropa, sabía que el verdadero reto apenas comenzaba.

El Escape a Través de las Ruinas.

Las ruinas de Puma Punku estaban infestadas de criaturas oscuras y peligrosas. Vampiros sanguijuela, brujas gritonas y cadáveres reanimados por la necromancia de la Muerte Plata lo acechaban desde las sombras. Drex, con el pilar firmemente asegurado en sus garras, comenzó a moverse rápidamente a través de las ruinas, esquivando ataques y enfrentándose a los enemigos que intentaban detenerlo.

Desde el aire, los helicópteros de Oricalco trataban de brindarle apoyo, disparando a los enemigos desde las alturas. Sin embargo, los agentes de la Muerte Plata eran demasiados, y el terreno accidentado hacía que los disparos fueran menos precisos. Drex se movía como una sombra entre las piedras, eliminando a cualquier criatura que se atreviera a acercarse, pero sabía que no podría mantener ese ritmo por mucho tiempo.

Fue entonces cuando escuchó la voz de Tatiana a través de su comunicador. Ella estaba al mando del movimiento táctico, y con su clarividencia, estaba coordinando los helicópteros y las maniobras de Drex con una precisión impecable.

—Drex, al noreste hay un pequeño pasadizo entre las rocas. Ve hacia allá. Los helicópteros cubrirán tu retirada —ordenó Tatiana con calma, aunque su voz mostraba rastros de preocupación.

Drex confiaba en las instrucciones de Tatiana sin dudarlo. Sabía que sus habilidades de clarividencia le permitirían guiarlo a través del caos de Puma Punku sin que sufriera mayores daños. Se lanzó hacia el pasadizo que ella había mencionado, eliminando a varios vampiros sanguijuela en el camino.

Las brujas gritonas, sin embargo, eran un problema mayor. Sus chillidos perforaban el aire, causando un dolor agudo en los oídos de Drex y debilitando su concentración. Sabía que si los gritos continuaban, podría perder el control y transformarse en un devorado, algo que debía evitar a toda costa.

—¡Cuidado con las brujas! —gritó Tatiana a través del comunicador—. Los helicópteros intentarán neutralizarlas desde el aire.

Los helicópteros de Oricalco abrieron fuego sobre las brujas, pero estas eran rápidas y ágiles, moviéndose entre las sombras y esquivando los disparos. Drex, a pesar del dolor, siguió avanzando, concentrándose en el pilar que llevaba consigo. Sabía que no podía permitirse perderlo.

El Rescate y el Retorno al Helicóptero.

A medida que Drex avanzaba entre las ruinas, el peso del pilar y la constante amenaza de la Muerte Plata comenzaban a pasarle factura. Sin embargo, Tatiana, siempre atenta, siguió guiándolo a través de los puntos más seguros de Puma Punku, utilizando su clarividencia para prever los ataques y las emboscadas.

Finalmente, Drex llegó a una zona despejada donde el helicóptero que lo esperaba descendía lentamente. La maniobra debía ser perfecta, y el piloto, bajo las instrucciones de Tatiana, ajustó la posición del helicóptero con precisión milimétrica.

Con un último esfuerzo, Drex saltó desde las ruinas, impulsándose con sus poderosas piernas de licántropo, y aterrizó dentro del helicóptero justo cuando la puerta se cerraba. El piloto, coordinado con Tatiana, elevó rápidamente el vehículo en el aire, alejándolos del campo de batalla.

Tatiana soltó un suspiro de alivio mientras observaba a Drex recuperar su forma humana lentamente, con el pilar aún firmemente en sus manos.

—Buen trabajo —le dijo con una sonrisa, aunque sus ojos mostraban la preocupación que había sentido durante toda la operación.

Drex, agotado pero satisfecho, asintió.

—Gracias por guiarme —respondió, sabiendo que no habría logrado escapar sin la ayuda de Tatiana.

El Costo del Acuerdo.

Mientras los helicópteros se alejaban de Puma Punku, el equipo de Oricalco aún seguía en combate. Desde las alturas, Drex y Tatiana podían ver cómo algunos agentes luchaban por mantenerse en los helicópteros mientras los vampiros y las criaturas de la Muerte Plata seguían atacándolos.

Fue entonces cuando uno de los helicópteros se tambaleó, y un agente de Oricalco cayó de la nave, gritando mientras descendía hacia las ruinas. María, que estaba cerca del borde, también estuvo a punto de caer, pero en el último segundo, Fabián logró sujetarla y la arrastró de vuelta al interior del helicóptero.

—¡María! —gritó Fabián, su rostro pálido por la cercanía de la tragedia—. ¡Estás bien!

María asintió, aún en estado de shock por lo que había ocurrido, pero agradecida por haber sido salvada.

Tatiana, al ver la escena, comenzó a darse cuenta de que el acuerdo que habían hecho con Vambertoken para vivir su amor bajo sus órdenes estaba comenzando a mostrar consecuencias mucho más graves de lo que habían anticipado. Cada vez que cumplían una misión, se encontraban más y más atrapados en las demandas del vampiro. Y aunque el amor que compartía con Drex era profundo, empezaba a cuestionarse si realmente valía la pena el precio que estaban pagando.

Activación del Cuarto Pilar.

De regreso en tierra firme, el equipo se reagruparía. Pizarro, con su calma habitual, comenzó a recitar las antiguas inscripciones para activar el cuarto pilar. La luz dorada familiar que ya habían visto en los otros pilares comenzó a emanar del artefacto, iluminando las ruinas y señalando que la activación había sido exitosa.

Sin embargo, mientras el equipo intentaba procesar la victoria, un agente de Oricalco se acercó rápidamente a Vambertoken, quien había estado observando en silencio.

—Señor —dijo el agente, claramente perturbado—, acabamos de recibir información urgente. El quinto pilar, el que estaba en San Agustín, Colombia… ya ha caído en manos de Ragnarok.

El rostro de Vambertoken se tensó visiblemente al escuchar la noticia. Sus ojos, que normalmente mantenían un aire de control absoluto, se oscurecieron con una mezcla de furia y frustración. El vampiro, que había demostrado su poder y superioridad durante las últimas misiones, ahora se encontraba con la amarga realidad de que sus enemigos estaban un paso por delante.

—¿Ragnarok? —preguntó con una calma inquietante, aunque era evidente que estaba al borde de perder la compostura—. ¿Cómo es posible que hayan llegado primero?

El agente de Oricalco, claramente nervioso, tragó saliva antes de continuar.

—Señor, recibimos la información hace unos minutos. Según nuestros informantes, la Muerte Plata tenía una alianza con una facción de Ragnarok, y han estado trabajando juntos en paralelo. El pilar de San Agustín fue tomado hace unas horas. Al parecer, ya lo han activado.

La mención de una alianza entre Ragnarok y la Muerte Plata solo aumentó la frustración de Vambertoken. Era un desarrollo inesperado que complicaba aún más su plan para alcanzar Paititi. No solo estaba lidiando con un enemigo formidable en la Muerte Plata, sino que ahora debía enfrentarse a otra organización con un poder igualmente peligroso.

Tatiana, que había estado observando desde la distancia, no pudo evitar sentir el peso de la situación. La complejidad de la misión seguía creciendo, y cada paso hacia Paititi parecía traer consigo nuevos obstáculos. Sus pensamientos volvieron a Drex y al acuerdo que habían hecho con Vambertoken. Aunque el amor entre ellos seguía siendo fuerte, Tatiana sabía que estaban atrapados en una red de lealtades y manipulaciones que solo se volvían más difíciles de deshacer.

Drex, por su parte, permanecía en silencio, observando la reacción de Vambertoken con cuidado. Sabía que el vampiro no aceptaba la derrota fácilmente, y aunque no lo mostrara de inmediato, estaba claro que Vambertoken no dejaría que este revés pasara sin represalias.

—Debemos movernos rápidamente —dijo Vambertoken finalmente, su voz volviendo a ese tono frío y calculador—. No podemos permitir que Ragnarok y la Muerte Plata tomen el control. Si ya tienen el quinto pilar, entonces están más cerca de Paititi de lo que pensamos.

El vampiro giró sobre sus talones y comenzó a dar órdenes a los escuadrones de Oricalco y al equipo de Purga.

—Nos dirigimos a San Agustín de inmediato. Necesitamos recuperar el control de la situación antes de que sea demasiado tarde.

Preparativos para la Próxima Batalla.

Mientras los agentes de Oricalco se reorganizaban y los helicópteros comenzaban a preparar su partida, Drex se acercó a Tatiana, quien estaba revisando sus propios equipos. La preocupación en sus ojos era evidente, y aunque ambos sabían que no era el momento para largas conversaciones, compartieron un breve instante de conexión.

—¿Estás bien? —preguntó Drex, sabiendo que Tatiana había estado al mando de la operación táctica durante su misión en Puma Punku.

Tatiana asintió, aunque la fatiga comenzaba a notarse en su rostro.

—Lo estoy. Pero todo esto… —hizo una pausa, buscando las palabras adecuadas—, Drex, este acuerdo con Vambertoken… empiezo a preguntarme si hemos subestimado las consecuencias.

Drex entendía perfectamente lo que Tatiana quería decir. Desde el momento en que aceptaron vivir su amor bajo las órdenes de Vambertoken, se habían atado a sus deseos y demandas. Cada misión era un recordatorio de que estaban siendo utilizados para un fin mayor, uno que quizás no comprendían del todo.

—Lo sé —respondió Drex en voz baja—. Pero no tenemos otra opción en este momento. Si queremos mantener lo que tenemos, debemos seguir adelante.

Tatiana asintió, aunque el peso de la situación seguía presente. Sabía que Drex tenía razón, pero también entendía que estaban caminando sobre una cuerda floja, y un paso en falso podría significar el fin de todo lo que habían construido juntos.

Activación del Cuarto Pilar.

Mientras el equipo se preparaba para partir, Pizarro, con la calma que lo caracterizaba, se acercó al cuarto pilar que habían recuperado en Puma Punku. Las inscripciones antiguas brillaban bajo la luz de las estrellas mientras comenzaba a recitar el ritual necesario para activarlo.

Las palabras resonaron en el aire, y poco a poco, el pilar comenzó a emitir una luz dorada que ascendía hacia el cielo, similar a los otros pilares que ya habían activado. El equipo observaba en silencio mientras el poder del pilar se desataba, señalando un paso más hacia su objetivo final.

Sin embargo, la victoria fue breve. A medida que el pilar completaba su activación, el aire alrededor se cargó de una tensión palpable. Las energías oscuras que rodeaban a Puma Punku se agitaban, y aunque el equipo había logrado asegurar el pilar, sabían que su tiempo era limitado.

Vambertoken, con los ojos aún fijos en el pilar, giró hacia el resto del equipo con una expresión decidida.

—No hay tiempo para celebraciones. San Agustín es nuestro próximo objetivo, y debemos movernos rápido. No podemos dejar que Ragnarok se adelante más de lo que ya lo han hecho.

El equipo asintió, sabiendo que la próxima batalla sería aún más peligrosa que la anterior. Con el quinto pilar ya en manos de Ragnarok, el tiempo corría en su contra.

Conclusión.

Mientras los helicópteros comenzaban a despegar de Puma Punku, Drex, Tatiana, y el resto del equipo sabían que estaban entrando en una fase crítica de su misión. Cada pilar activado los acercaba más a Paititi, pero también aumentaba la presión sobre ellos.

El aire estaba cargado de incertidumbre, y aunque habían logrado una victoria al recuperar el cuarto pilar, la noticia de que Ragnarok tenía el quinto pilar dejaba claro que las verdaderas pruebas aún estaban por venir.

Tatiana miró a Drex desde su asiento en el helicóptero. Ambos sabían que el acuerdo con Vambertoken los había puesto en una posición peligrosa, pero por ahora, no había vuelta atrás.

La luz dorada del cuarto pilar se desvanecía en la distancia mientras los helicópteros se dirigían hacia San Agustín, Colombia. La batalla por Paititi estaba lejos de haber terminado, y los enemigos que los esperaban serían más feroces que nunca.

Con una última mirada hacia las ruinas de Puma Punku, Tatiana susurró para sí misma:

—Espero que podamos salir de esto.

La próxima batalla, y quizás su destino, los esperaba en San Agustín.

Gracias por acompañarnos en este viaje al terror. ¡Nos vemos en el próximo episodio!”

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