Creepypasta El Consejo de las Sombras.

El Cazador de Almas Perdidas – Creepypasta 9

El Consejo de las Sombras

La Llamada a Vambertoken

Drex Holcux había cazado criaturas sobrenaturales durante años, pero pocas veces se había encontrado con algo tan enredado como lo que acababa de descubrir en Perú. La conexión con el Ministerio Vampírico de Colombia y la aparición de Oricalco eran señales de que algo mucho más grande estaba ocurriendo. Consciente de que esta información tenía un precio, Drex decidió contactar a Vambertoken, un conocido en el Consejo Vampírico de Latinoamérica.

La conversación fue directa y eficaz. Vambertoken, siempre interesado en obtener ventaja en las intrigas políticas del mundo sobrenatural, aceptó rápidamente la propuesta de Drex. A cambio de su participación en la investigación, Drex sería asignado como consultor externo del Consejo, con la promesa de una recompensa sustancial. Su primera tarea: reunirse con el Regente de los Hombres Lobo en Colombia y obtener más información.

La Tensa Llegada a la Guarida

La Guarida del Regente de los Hombres Lobo en Colombia no era un lugar fácil de encontrar, y mucho menos de acceder. Situada en un edificio antiguo del centro de Bogotá, el lugar parecía un simple edificio de apartamentos, pero aquellos que sabían dónde mirar, podían percibir la energía oscura que emanaba de sus paredes.

Drex llegó al anochecer, atravesando las estrechas calles empedradas de la ciudad. El ambiente en la Guarida era opresivo, cargado de tensión y hostilidad. Desde el momento en que entró, Drex sintió las miradas de los otros licántropos, sus ojos brillando en la penumbra, llenos de desdén y sospecha.

—Mira quién ha venido —murmuró uno de los licántropos, un hombre de aspecto rudo con cicatrices en la cara—. El perro faldero de los vampiros. ¿Qué haces aquí, Holcux? ¿Vienes a lamer las botas de tu amo?

Drex se detuvo, dejando que el silencio se alargara antes de responder. Sabía que su presencia no era bienvenida, pero también sabía que no era alguien que se dejara intimidar fácilmente.

—Soy un cazador —respondió Drex, su voz fría y controlada—. No me importa quién paga, mientras el dinero sea bueno. Si tienen algún problema con eso, pueden pagarme la próxima vez en vez de esperar a que los vampiros resuelvan todo por ustedes.

Las palabras de Drex resonaron en el aire, provocando murmullos de desaprobación entre los licántropos. Sin embargo, ninguno se atrevió a desafiarlo abiertamente. Drex tenía la reputación de ser letal, y aunque era un licántropo, su lealtad al mejor postor lo hacía impredecible.

Antes de que la tensión pudiera escalar, un licántropo de apariencia imponente apareció en la entrada del pasillo que conducía a la oficina del Regente. Era un hombre alto y musculoso, con un aura de poder que irradiaba desde su piel. Sus ojos, de un tono ámbar intenso, se fijaron en Drex con una mezcla de curiosidad y desdén.

—El Regente te espera —dijo el licántropo, su voz profunda y cargada de autoridad.

Drex asintió y siguió al licántropo, ignorando las miradas de los otros mientras se adentraba más en la Guarida. Sabía que estaba entrando en territorio hostil, pero también sabía que tenía un trabajo que hacer.

Encuentro con el Regente de los Hombres Lobo

El despacho del Regente era una mezcla de lo antiguo y lo arcano. Las paredes estaban cubiertas de libros y pergaminos, algunos tan viejos que parecían a punto de desintegrarse. El aire estaba cargado de la energía de los hechizos y rituales que habían sido practicados allí, y Drex podía sentir el poder que emanaba del lugar.

El Regente, un hombre de edad indeterminada, estaba sentado detrás de un escritorio de madera oscura. Su cabello gris caía en mechones sobre sus hombros, y su rostro, marcado por cicatrices de antiguas batallas, estaba enmarcado por una barba bien cuidada. Sin embargo, lo que más llamaba la atención eran sus ojos, brillantes y astutos, que parecían ver más allá de la mera apariencia física.

—Holcux —dijo el Regente, su voz resonando con un poder oculto—. He oído hablar de ti. Eres el cachorro de Alexia, ¿no es así?

Drex se tensó ligeramente al escuchar ese nombre. Alexia, la mujer lobo que lo había transformado, no era un tema que soliera discutir. Pero el Regente había captado su atención.

—Eso fue hace mucho tiempo —respondió Drex, su tono neutral—. Estoy aquí por otra razón.

El Regente asintió, como si entendiera la necesidad de mantener el pasado en el pasado.

—Hueles a ella —dijo el Regente—. Alexia era una gran guerrera, pero también muy imprudente. Siempre pensó que podía dominar cualquier cosa, incluso la magia más peligrosa. Fue por eso que la tomé bajo mi ala durante un tiempo, enseñándole lo que pude. Parece que dejó un legado en ti.

Drex mantuvo su compostura, aunque la revelación del Regente lo tomó por sorpresa. Alexia nunca le había hablado de su relación con otros licántropos, mucho menos con un Regente.

—No estoy aquí para hablar de Alexia —dijo Drex, desviando la conversación—. He venido por información. Cacé a un licántropo devorado en Perú, y encontré una nota que lo conectaba con el Ministerio Vampírico de Colombia. ¿Sabes algo sobre esto?

El Regente se reclinó en su silla, sus ojos evaluando a Drex.

—Sí, estamos al tanto de la situación en Brasil. Hay una ola de licántropos devorados causando estragos bajo la sombra del Amazonas. Están extendiéndose rápidamente, y si no se controla, podríamos estar ante una guerra abierta. Lo que no sabíamos era la conexión con el Ministerio Vampírico. Eso cambia las cosas.