Que tenemos para ti

Lee GRATIS

En el pequeño pueblo de San Agustín, una vez al año, se organizaba una jornada médica gratuita para ayudar a todas las familias que vivían en la comunidad. Médicos, enfermeras y voluntarios llegaban desde la ciudad para ofrecer consultas, vacunaciones y revisar la salud de los habitantes. Para los niños, siempre era un evento especial, no solo porque les enseñaban a cuidar su salud, sino porque también aprendían muchas cosas nuevas sobre el cuerpo humano y la importancia de un estilo de vida saludable.

Ese año, Carmen, una niña de diez años, estaba más emocionada que de costumbre. Su madre era una de las enfermeras voluntarias que participaba en la jornada, y ella misma había decidido ayudar también. Quería colaborar en todo lo posible, desde ayudar a organizar las filas hasta asistir a los médicos en tareas sencillas, como repartir materiales o agua a los pacientes.

—Este año será diferente —dijo Carmen a sus amigos Pedro y Lucía mientras caminaban hacia la plaza del pueblo, donde se realizaría la jornada—. Voy a ayudar a los médicos y aprenderé mucho sobre lo que hacen.

Pedro, quien era un poco escéptico, frunció el ceño.

—No sé si te van a dejar ayudar tanto, Carmen. Los médicos son muy estrictos con su trabajo. Quizás solo te pidan que lleves algunas cosas o ayudes a organizar.

Lucía, siempre optimista, le dio una palmada en la espalda a Carmen.

—¡Yo creo que aprenderás muchas cosas! Siempre es importante estar dispuesto a escuchar y aprender de los que saben más que nosotros.

Carmen sonrió. Le gustaba la idea de aprender de los médicos y de su madre. Estaba decidida a absorber toda la información que pudiera durante la jornada.

Cuando llegaron a la plaza, el lugar ya estaba lleno de actividad. Había carpas montadas con diferentes estaciones médicas: vacunación, consultas generales, revisiones dentales, y una mesa grande donde entregaban información sobre salud y bienestar. Las familias del pueblo se acercaban para recibir atención, y había muchos voluntarios trabajando de un lado a otro para asegurarse de que todo funcionara sin problemas.

Carmen fue directo hacia su madre, quien ya estaba ocupada organizando los registros de los pacientes.

—Mamá, estoy lista para ayudar —dijo, emocionada—. ¿Qué puedo hacer primero?

Su madre, siempre calmada y meticulosa, le sonrió.

—Primero, Carmen, recuerda que lo más importante es escuchar las indicaciones. Cada uno tiene una tarea importante aquí, y debemos trabajar como un equipo. Si escuchamos a los demás, aprenderemos mucho y todo saldrá bien.

Carmen asintió, pero por dentro estaba ansiosa por empezar. Quería ser parte activa de todo lo que sucedía a su alrededor.

La jornada médica empezó con rapidez. Carmen fue asignada a ayudar en la estación de vacunación, donde debía llevar los registros de las familias que venían con sus niños. Al principio, le parecía sencillo, pero pronto se dio cuenta de que debía estar muy atenta a las indicaciones de los médicos y enfermeras.

—Carmen, necesitamos que lleves este registro al doctor Pérez en la otra estación —le dijo una de las enfermeras—. Es importante que se lo entregues rápido.

Carmen asintió y corrió con los papeles en la mano, pero al llegar a la estación del doctor Pérez, escuchó una conversación entre dos voluntarios.

—Parece que algunos de los niños necesitan revisiones más detalladas. Puede que no todo sea tan simple como una vacuna —decía uno de ellos—. Debemos asegurarnos de que todo esté bien.

Carmen, curiosa como siempre, quiso saber más, pero no se atrevió a interrumpir. En lugar de escuchar lo que los demás decían sobre lo que estaba ocurriendo, se apresuró a entregar el registro y regresar a su puesto. Sentía que, cuanto más rápido trabajara, más útiles serían sus aportes.

Sin embargo, al regresar, uno de los niños que acababa de ser vacunado comenzó a quejarse de dolor en el brazo. Carmen, al verlo, se preocupó y corrió a buscar a su madre.

—¡Mamá, algo está mal con uno de los niños! —exclamó, pensando que tal vez no le habían aplicado bien la vacuna.

Su madre miró al niño con calma y, después de hablar con él, le explicó a Carmen:

—A veces, después de una vacuna, es normal sentir un poco de dolor en el brazo. Es algo pasajero, pero no es peligroso. Los médicos ya lo saben y están atentos. Es importante que siempre escuches a los demás antes de apresurarte a sacar conclusiones.

Carmen se quedó pensativa. Quizás había estado demasiado ansiosa por hacer bien su trabajo y no había escuchado con suficiente atención lo que los demás decían. La jornada médica estaba llena de expertos, y ella sabía que si prestaba más atención a las opiniones de los médicos y enfermeras, aprendería mucho más de lo que imaginaba.

Durante el resto de la mañana, Carmen intentó ser más paciente y observadora. Escuchaba con atención lo que los médicos decían, y cuando no entendía algo, preguntaba en lugar de actuar apresuradamente. Descubrió que cada médico y enfermera tenía una manera diferente de trabajar, pero todos coincidían en algo: la clave del éxito era saber escuchar y colaborar.

Mientras Carmen observaba a los demás, comenzó a notar cosas que antes se le habían pasado por alto. Por ejemplo, se dio cuenta de que algunas familias necesitaban más tiempo para explicar sus síntomas, y que los médicos a menudo hacían preguntas adicionales para asegurarse de que comprendían bien lo que estaba pasando. También vio cómo los enfermeros colaboraban entre ellos, intercambiando opiniones y ajustando los procedimientos cuando era necesario.

A medida que avanzaba la jornada médica, Carmen se dio cuenta de que el trabajo no era solo seguir instrucciones, sino también escuchar y comprender lo que cada persona tenía para decir. Estaba aprendiendo que, aunque ella estaba emocionada por ayudar y hacer las cosas rápido, el verdadero valor estaba en tomarse el tiempo para entender las diferentes perspectivas.

En una de las carpas, se encontró ayudando al doctor Pérez, quien se encargaba de las consultas generales. Carmen observaba cómo escuchaba atentamente a cada paciente, preguntándoles detalles sobre su salud, y luego ofrecía su diagnóstico con calma y precisión.

—Doctor Pérez, ¿cómo hace para saber exactamente lo que tienen los pacientes? —preguntó Carmen, admirada por su habilidad para diagnosticar problemas.

El doctor sonrió mientras revisaba los papeles.

—Carmen, un buen médico no solo usa sus conocimientos para ayudar, sino que también sabe escuchar. Muchas veces, los pacientes te cuentan lo que necesitan si prestas atención a sus palabras. Todos tenemos algo valioso que aportar, y cuando combinamos nuestras habilidades con las opiniones de los demás, nos volvemos más sabios.

Carmen se quedó pensando en lo que el doctor había dicho. Se dio cuenta de que, en lugar de correr y hacer las cosas apresuradamente, debía tomarse el tiempo para escuchar lo que los demás tenían que decir. Tal vez las respuestas no estaban solo en la acción, sino también en las opiniones y consejos de quienes tenían más experiencia.

Poco después, una situación inesperada ocurrió en la carpa de vacunación. Un grupo de madres se acercó, preocupadas porque los niños no solo se quejaban de dolor en el brazo, sino que también algunos estaban un poco mareados. La enfermera a cargo parecía confundida, ya que había seguido todos los procedimientos correctamente.

—¿Qué está pasando? —preguntó Carmen, acercándose para ayudar.

La enfermera se encogió de hombros.

—No estoy segura. Las vacunas fueron aplicadas correctamente, pero algunos niños parecen estar reaccionando de forma diferente. Quizás es solo ansiedad.

Carmen, recordando lo que había escuchado antes sobre los niños que necesitaban revisiones más detalladas, decidió compartir lo que sabía.

—Escuché que algunos niños podrían necesitar revisiones adicionales, no solo la vacuna. Quizás deberíamos hablar con el doctor Pérez para asegurarnos de que todo esté bien.

La enfermera, que inicialmente parecía escéptica, asintió.

—Es una buena idea. Mejor pedir una segunda opinión.

Carmen corrió hasta donde estaba el doctor Pérez y le explicó lo que estaba ocurriendo. El doctor, siempre atento a lo que los demás decían, decidió acompañarla de vuelta a la carpa de vacunación para revisar a los niños.

—Gracias por compartir lo que escuchaste, Carmen —dijo el doctor mientras caminaban—. Muchas veces, las ideas más valiosas provienen de diferentes perspectivas. Nadie tiene todas las respuestas, pero cuando trabajamos en equipo y escuchamos a los demás, encontramos soluciones más sabias.

Al llegar a la carpa, el doctor revisó a los niños y, después de hacer algunas preguntas adicionales, se dio cuenta de que algunos de ellos tenían un historial médico que indicaba que debían ser observados más de cerca después de las vacunas. No era un problema grave, pero era importante que las madres estuvieran al tanto.

—Es un caso de precaución —explicó el doctor a las madres—. Sus hijos están bien, pero los mantendremos bajo observación por un rato más. A veces, ciertos niños pueden tener una reacción más fuerte, pero todo está bajo control.

Carmen se sintió aliviada. Sabía que si no hubiera escuchado lo que los voluntarios decían antes, y si no hubiera compartido esa información, quizás no se habrían dado cuenta de la situación a tiempo. Aprendió que cada detalle, cada opinión, y cada observación eran importantes para el éxito de la jornada.

Más tarde, durante el almuerzo, Carmen se sentó con Pedro y Lucía para contarles lo que había aprendido.

—Hoy me di cuenta de algo importante —les dijo mientras mordía su sándwich—. Al principio, pensé que ayudar significaba hacer todo lo más rápido posible, pero ahora sé que lo más importante es escuchar a los demás. Todos tienen algo valioso que decir, y cuando combinamos nuestras ideas, las cosas salen mucho mejor.

Pedro, que al principio no estaba tan entusiasmado con la idea de ayudar, se mostró interesado.

—¿Entonces no se trata solo de hacer las cosas, sino de escuchar y aprender de lo que dicen los demás?

—Exactamente —respondió Carmen—. Hoy, por ejemplo, si no hubiera escuchado lo que decían los voluntarios, no habríamos descubierto que algunos niños necesitaban observación extra. A veces creemos que tenemos todas las respuestas, pero en realidad, la mejor solución viene cuando combinamos nuestras ideas con las de los demás.

Lucía, siempre atenta, sonrió.

—Eso tiene mucho sentido. Mi abuelo siempre dice que cada persona tiene algo que enseñarnos, y que si escuchamos con atención, aprendemos el doble.

Carmen asintió, sintiéndose más sabia y tranquila. La jornada médica aún no había terminado, pero ahora se sentía más segura de su papel. No tenía que hacerlo todo sola; al contrario, ser parte del equipo significaba escuchar, aprender y trabajar en conjunto. Cada persona, desde los médicos hasta los voluntarios, tenía algo que aportar, y valorando las opiniones de todos, lograban un trabajo más completo y efectivo.

De regreso a la carpa de vacunación, Carmen se unió nuevamente al equipo con una nueva actitud. Esta vez, escuchaba con atención lo que los médicos, enfermeras y voluntarios decían. Se dio cuenta de que al valorar las opiniones de los demás, no solo aprendía más, sino que también contribuía de manera más efectiva.

—Carmen, parece que estás aprendiendo rápido —le dijo su madre, con una sonrisa de orgullo—. La mejor forma de ayudar es escuchando a los que te rodean. Todos tenemos algo que enseñar y aprender.

Carmen sonrió, sintiéndose más conectada con el trabajo en equipo. Sabía que, aunque había comenzado el día queriendo ser rápida y eficiente, lo más importante había sido detenerse, escuchar y aprender de los demás.

La tarde de la jornada médica avanzaba, y Carmen continuaba ayudando, esta vez con una nueva perspectiva. A cada paso que daba, escuchaba con más atención, valorando las ideas y opiniones de todos los que la rodeaban. Sabía que todos, desde los médicos hasta los voluntarios, tenían algo importante que aportar, y que al hacerlo, cada tarea se realizaba de forma más eficiente y precisa.

En uno de los momentos más agitados de la jornada, cuando una gran cantidad de personas llegó al mismo tiempo a la carpa de consultas, la organización comenzó a desbordarse. Las familias esperaban con paciencia, pero el equipo médico se sentía un poco abrumado por la cantidad de pacientes.

Carmen, observando la situación, decidió intervenir.

—Mamá, creo que podríamos organizar dos filas diferentes —dijo Carmen, pensando en lo que había aprendido sobre la importancia de escuchar y trabajar en equipo—. Una para las familias con niños pequeños que necesitan vacunación, y otra para quienes solo necesitan revisiones rápidas. Así podríamos atenderlos más rápido.

Su madre, que estaba ocupada organizando los registros, se detuvo un momento para escuchar la sugerencia.

—Eso podría funcionar —dijo, viendo el sentido práctico en lo que Carmen sugería—. Hablemos con los demás y organicémoslo.

Después de escuchar la idea de Carmen, el equipo decidió implementarla. Dividieron las filas según el tipo de atención que cada familia necesitaba, y en cuestión de minutos, el flujo de pacientes comenzó a mejorar. Los médicos podían concentrarse en los casos más urgentes, mientras que las consultas más rápidas se realizaban de forma fluida.

—¡Funciona! —dijo Pedro, que también había estado ayudando—. Esto es mucho mejor.

Carmen sonrió, satisfecha. Había aprendido que, al escuchar las opiniones de los demás y compartir sus propias ideas, todos podían contribuir a mejorar la situación.

Al final del día, cuando la jornada médica estaba a punto de concluir, la señorita Vega, quien había estado supervisando desde lejos, se acercó a Carmen y sus amigos.

—Estoy muy orgullosa de cómo han trabajado hoy —dijo con una sonrisa—. No solo ayudaron con las tareas, sino que supieron escuchar y valorar las opiniones de los demás. Eso es lo que realmente hace que un equipo funcione.

Carmen se sintió llena de orgullo. Sabía que había aprendido una lección invaluable ese día, una que no solo aplicaría en futuras jornadas médicas, sino en todos los aspectos de su vida. Valorar las opiniones de los demás no solo la había hecho más sabia, sino que también había permitido que todo el equipo trabajara mejor en conjunto.

Antes de irse, Carmen miró a su madre y a sus amigos.

—Hoy me di cuenta de lo importante que es escuchar —dijo—. No importa cuán emocionada o ansiosa esté por ayudar, siempre hay algo que puedo aprender de los demás. Y cuando trabajamos juntos, escuchando las ideas y las experiencias de todos, las cosas salen mucho mejor.

Su madre la abrazó, orgullosa de su hija.

—Esa es una lección que te llevará muy lejos, Carmen —le dijo con cariño—. Siempre recuerda que todos tienen algo que aportar, y cuando valoramos las opiniones de los demás, nos hacemos más fuertes como equipo.

Mientras el sol comenzaba a ocultarse y la plaza del pueblo se iba vaciando, Carmen, Pedro y Lucía caminaron de vuelta a casa. La jornada médica había sido un éxito, pero para ellos, el verdadero aprendizaje había estado en la forma en que lograron colaborar y valorar el trabajo y las ideas de cada uno.

—Fue un día increíble —dijo Pedro, mientras caminaban—. Nunca pensé que escuchar a los demás podría hacer tanta diferencia.

—Yo tampoco —añadió Lucía—. Pero cuando nos detenemos a escuchar, todos aprendemos más. Fue una gran lección.

Carmen, caminando junto a sus amigos, sonrió.

—Sí, hoy aprendí que no importa lo mucho que queramos hacer las cosas por nuestra cuenta, siempre es mejor cuando escuchamos a los demás. Valorar las ideas de quienes nos rodean nos hace más sabios y nos ayuda a tomar mejores decisiones.

Con esa reflexión, los tres amigos se despidieron en la entrada de sus casas, sabiendo que la lección que habían aprendido ese día no solo se aplicaría a las jornadas médicas, sino a cualquier situación en la que necesitaran trabajar en equipo o enfrentar desafíos.

Y así, mientras el cielo se oscurecía y el pueblo volvía a su calma habitual, Carmen se sintió agradecida por todo lo que había aprendido en la jornada médica. No solo había ayudado a su comunidad, sino que había descubierto el valor de escuchar, comprender y trabajar junto a los demás, sabiendo que al valorar las opiniones de quienes la rodeaban, siempre sería más sabia.

moraleja valorar la opinión de los demás nos hace doblemente sabios.

Y colorín colorín, este cuento llegó a su fin. bueno mis amables oyentes. ¡NOS VEMOS MAÑANA! CON UN NUEVO CUENTO CON MORALEJA.

Audio Libro GRATIS

¿Te gustaría disfrutar de este contenido en formato de AUDIO LIBRO GRATIS? Aprovecha!!

Volver a la Lista de Cuentos

Recuerda que siempre puedes volver a consultar nuestros libros en formato de AUDIO LIBRO GRATIS en nuestro canal de Youtube. NO OLVIDES SUSCRIBIRTE

Síguenos en las Redes

Descarga nuestra App

Disfruta GRATIS de los mejores libros para Leer o Escuchar sobre Esoterismo, Magia, Ocultismo.

Disfruta GRATIS de los mejores libros para Leer o Escuchar para los pequeños grandes del mañana.

Disfruta de la historia de Terror más oscura y MARAVILLOSA que está cautivando al mundo.

Retira en Nequi, Daviplata, Tarjetas Netflix, Bitcoin, Tarjeta Visa Prepagada, ETC.