Que tenemos para ti

Lee GRATIS

En el pequeño pueblo de Valle Alegre, todos los años se celebraba el famoso Concurso de Belleza Primaveral. Era un evento que reunía a familias y amigos en la plaza central, decorada con flores y luces, para disfrutar de desfiles, presentaciones y muchas actividades. Las niñas del pueblo se preparaban durante semanas para mostrar sus vestidos, peinados y talentos en el escenario.

Este año, el concurso tenía un toque especial: el alcalde había decidido agregar una nueva categoría llamada “Belleza del Corazón”, que premiaría no solo la apariencia, sino también la bondad y los actos de generosidad hacia los demás. Aunque algunos pensaron que esta nueva categoría era una buena idea, otros seguían enfocados en la parte tradicional del concurso.

Mariana era una de las concursantes más esperadas. Con su cabello largo y brillante y sus vestidos siempre impecables, todos asumían que ella sería la favorita para ganar. Mariana era conocida por su porte elegante y su habilidad para destacar en el escenario. Sus padres siempre la apoyaban y la animaban a dar lo mejor de sí.

—Este año, estoy segura de que ganaré. He practicado mi caminata y mi presentación todos los días —decía Mariana con confianza mientras se miraba en el espejo.

Sin embargo, aunque Mariana era bonita por fuera, tenía una debilidad: le costaba ver más allá de la apariencia exterior. Creía que lo más importante en el concurso era verse perfecta y destacarse por su belleza, por lo que no prestaba mucha atención a la nueva categoría de “Belleza del Corazón”.

Por otro lado, en el mismo pueblo vivía Clara, una niña que siempre llevaba una sonrisa en el rostro y se preocupaba por los demás. Clara no tenía los vestidos más lujosos ni el peinado más elaborado, pero tenía una personalidad cálida y amable que todos apreciaban. Ayudaba en la tienda de sus padres, visitaba a los ancianos del pueblo y siempre estaba dispuesta a compartir lo que tenía con quien lo necesitara.

—¿Por qué no participas en el concurso, Clara? —le preguntó su amiga Luisa un día, mientras jugaban en el parque.

—No creo que encaje en ese tipo de cosas. No tengo vestidos bonitos ni sé caminar en el escenario como las demás —respondió Clara, encogiéndose de hombros.

Pero Luisa insistió. Sabía que el nuevo enfoque del concurso podría ser una oportunidad perfecta para que Clara mostrara que la verdadera belleza no estaba solo en la apariencia.

—¡Vamos, Clara! Estoy segura de que la categoría “Belleza del Corazón” es perfecta para ti. Todo el mundo sabe que eres la persona más amable y generosa del pueblo. No necesitas vestidos caros para demostrar lo hermosa que eres por dentro —dijo Luisa, dándole un empujoncito.

Clara, aún indecisa, finalmente aceptó la propuesta de su amiga. No lo hacía por competir, sino por la posibilidad de mostrar que todos tienen algo valioso que ofrecer, sin importar cómo se vean. Así que, con un vestido sencillo hecho por su madre y una corona de flores que ella misma había recogido, Clara se inscribió en el concurso.

El día del evento, la plaza central se llenó de espectadores. Las luces brillaban, la música sonaba y las niñas desfilaban con sus mejores atuendos, saludando al público con sonrisas radiantes. Mariana desfiló con seguridad, recibiendo aplausos y admiración por su elegante vestido azul y su peinado impecable. Los jueces tomaron notas, impresionados por su presencia en el escenario.

Clara, por otro lado, se sentía nerviosa. Sabía que no tenía los adornos ni el entrenamiento de las demás, pero recordó las palabras de Luisa y se llenó de valor. Cuando llegó su turno, caminó con una sonrisa sincera y saludó al público de manera genuina. Sus pasos eran suaves y naturales, y aunque su vestido era simple, había algo en su mirada y en su manera de ser que capturó la atención de todos.

Durante la presentación de talentos, Mariana mostró una coreografía que había practicado durante semanas. Era perfecta y sincronizada, pero algunos notaron que Mariana estaba tan concentrada en no cometer errores que no parecía disfrutar realmente de su actuación. Al finalizar, recibió aplausos y algunos murmullos de aprobación.

Cuando fue el turno de Clara, ella decidió contar una historia sobre una experiencia que tuvo ayudando en el hogar de ancianos del pueblo. Habló sobre la importancia de la amabilidad y cómo un pequeño acto de bondad puede cambiar el día de alguien. Mientras hablaba, su voz era suave pero firme, y se podía ver la sinceridad en sus ojos. El público la escuchó con atención y, al terminar, muchos aplaudieron emocionados.

A medida que avanzaba el concurso, los jueces prestaban atención a cada detalle, pero también al comportamiento de las participantes entre bastidores. Mariana, aunque mostraba su mejor sonrisa en el escenario, se notaba menos amigable cuando pensaba que nadie la veía. Se quejaba si algo no salía como quería y no dudaba en dejar que los demás supieran si no estaba satisfecha.

Clara, por otro lado, seguía siendo la misma dentro y fuera del escenario. Ayudaba a sus compañeras con sus vestidos, compartía palabras de ánimo y siempre tenía una sonrisa para todos, incluidos los organizadores y los asistentes. Aunque no era la más brillante en el escenario, su presencia se sentía como un rayo de sol en un día nublado.

Finalmente, llegó el momento de anunciar a las ganadoras. Todos los ojos estaban puestos en el escenario mientras los jueces subían con los resultados. Se anunció el tercer y segundo lugar, y luego llegó el turno del premio principal.

—Y la ganadora del Concurso de Belleza Primaveral, categoría “Belleza del Corazón”, es… ¡Clara! —anunció el alcalde con entusiasmo.

El público estalló en aplausos y gritos de alegría. Clara, sorprendida, subió al escenario con las mejillas sonrojadas y los ojos brillando de emoción. No esperaba ganar, pero estaba feliz de haber mostrado que la belleza del corazón tenía un lugar especial en el concurso.

Mariana, al escuchar el anuncio, se sintió confundida y un poco decepcionada. Había esperado ganar, pero en ese momento comprendió que tal vez se había enfocado demasiado en lo externo y no había pensado en lo que realmente significaba ser bella. Mientras veía a Clara recibir su premio, Mariana se dio cuenta de que había algo en Clara que todos habían notado y que no se podía comprar ni practicar: una bondad genuina que brillaba más que cualquier vestido o peinado.

Clara, con su corona de flores y su sencillo vestido, agradeció al público y a sus amigos, recordándoles que todos tenían la capacidad de ser bellos por dentro.

—La verdadera belleza no está en cómo nos vemos, sino en cómo tratamos a los demás. Gracias por recordarme eso hoy —dijo Clara, con una sonrisa que iluminó toda la plaza.

Desde ese día, el Concurso de Belleza Primaveral en Valle Alegre cambió para siempre. Las niñas ya no se preocupaban solo por sus vestidos o peinados, sino también por cómo podían ayudar a sus amigos y ser amables con todos. Clara había mostrado al pueblo que la verdadera belleza viene del corazón, y su ejemplo inspiró a todos a buscar la belleza más allá del espejo.

Después de que Clara ganó la categoría “Belleza del Corazón”, la plaza de Valle Alegre se llenó de murmullos de sorpresa y admiración. Aunque muchos esperaban que Mariana ganara por su apariencia impecable y su presencia escénica, ver a Clara en el escenario con su corona de flores y su actitud genuina conmovió a todos.

Mariana, que se encontraba entre bastidores, miró desde lejos mientras Clara recibía los aplausos y sonrisas del público. Sentía una mezcla de celos y confusión. Toda su vida había escuchado que la belleza exterior lo era todo en los concursos, y ahora, al ver a Clara ser celebrada por algo más que su apariencia, Mariana se sintió como si todo lo que había aprendido estuviera patas arriba.

Después del evento, Mariana se dirigió a casa con sus padres, quienes la consolaron diciéndole que hizo un excelente trabajo y que para ellos siempre sería la ganadora. Pero Mariana no podía dejar de pensar en lo que había sucedido.

—¿Por qué Clara? —se preguntaba en voz alta mientras se cepillaba el cabello frente al espejo esa noche—. Practiqué tanto, y ella solo contó una historia y fue amable con todos. ¿Por qué eso es suficiente?

Esa misma noche, Clara también estaba en casa, rodeada de su familia y amigos que celebraban su victoria de una manera humilde pero alegre. Clara no se veía como alguien que había ganado un concurso de belleza; para ella, el verdadero premio había sido poder compartir su mensaje y tocar los corazones de los demás.

—Estoy muy orgullosa de ti, Clara —dijo su madre, abrazándola—. Mostraste que la verdadera belleza viene de adentro y que la amabilidad puede cambiar el mundo.

Clara sonrió, feliz de haber participado y más feliz aún de haber mostrado a su pueblo algo en lo que realmente creía. Mientras tanto, Mariana seguía luchando con sus propios pensamientos. Al día siguiente, cuando llegó a la escuela, muchos de sus compañeros la felicitaron por su actuación, pero Mariana no pudo evitar notar que las palabras hacia Clara eran diferentes. No solo la felicitaban, sino que también comentaban sobre lo amable y generosa que era.

Durante el recreo, Mariana observó a Clara desde lejos. Vio cómo Clara ayudaba a un grupo de niños pequeños a atar sus zapatos y cómo compartía su almuerzo con alguien que había olvidado el suyo. Mariana se dio cuenta de que, para Clara, la bondad no era un acto solo para el concurso; era parte de quién era en su día a día.

Mariana, sintiéndose curiosa y un poco avergonzada por su comportamiento, decidió acercarse a Clara. No estaba segura de qué decir, pero sentía que necesitaba entender cómo alguien tan diferente a ella podía haber impactado tanto a los demás.

—Hola, Clara —dijo Mariana, nerviosa pero decidida—. Quería felicitarte por tu premio. Lo hiciste muy bien.

Clara, sorprendida pero agradecida por las palabras de Mariana, sonrió con sinceridad.

—Gracias, Mariana. Me gustó mucho tu presentación también. Eres muy talentosa —respondió Clara, sin un rastro de competitividad en su voz.

Mariana se sintió un poco más cómoda, y tras unos segundos de silencio, se atrevió a preguntar:

—¿Cómo lo haces? Quiero decir… todos hablan de lo amable que eres y cómo siempre ayudas a los demás. Yo… no sé si podría ser así.

Clara, notando la sinceridad en los ojos de Mariana, decidió compartir lo que pensaba.

—Bueno, supongo que no pienso mucho en ello. Mis padres siempre me enseñaron que lo más importante es tratar bien a los demás y hacer lo mejor que podamos para ayudar. No es algo que haga para que los demás lo noten; simplemente me hace feliz ver sonreír a la gente.

Mariana se quedó pensando en lo que Clara había dicho. Se dio cuenta de que, en su búsqueda por ser la mejor y más bonita, había descuidado algo esencial: cómo se relacionaba con los demás. Ella siempre había estado tan enfocada en su apariencia y en impresionar a los jueces, que había olvidado que la verdadera belleza también se encontraba en sus acciones y en cómo trataba a las personas a su alrededor.

Durante los días siguientes, Mariana intentó observar más a Clara y a los demás. Se dio cuenta de que, aunque al principio le costaba, podía empezar a hacer pequeños cambios en su actitud. Comenzó por sonreír más a sus compañeros, ofrecer ayuda cuando la necesitaban y ser más amable con todos, sin importar si los conocía bien o no.

Una tarde, mientras Mariana practicaba para una próxima presentación en la escuela, vio a Clara cerca del escenario ayudando a organizar los disfraces y decoraciones. Al ver a Clara trabajando con tanto entusiasmo, Mariana decidió unirse.

—¿Necesitas ayuda con algo? —preguntó Mariana, un poco tímida.

Clara la miró con sorpresa, pero luego sonrió.

—Claro, siempre hay algo que hacer. ¿Podrías ayudarme a colgar estas luces? —dijo Clara, entregándole una cuerda de luces brillantes.

Mientras trabajaban juntas, Mariana y Clara conversaron sobre sus intereses, sus sueños y, para sorpresa de Mariana, descubrieron que tenían más en común de lo que pensaban. A medida que pasaba el tiempo, Mariana se dio cuenta de que estar cerca de Clara la hacía sentir bien, no porque quisiera impresionar a nadie, sino porque realmente disfrutaba de la compañía de alguien que veía la vida con tanta positividad.

Poco a poco, la relación entre Mariana y Clara se fortaleció. Mariana no solo aprendió a ser más amable y a enfocarse en la belleza interna, sino que también encontró en Clara una verdadera amiga. Los cambios en la actitud de Mariana no pasaron desapercibidos, y pronto, tanto sus padres como sus compañeros notaron que algo había cambiado en ella.

En la próxima reunión comunitaria, cuando Clara fue reconocida nuevamente por su contribución al bienestar del pueblo, Mariana se sintió genuinamente feliz por ella. Sin embargo, esta vez, no se sintió menospreciada ni compitió por la atención. En lugar de eso, se acercó a Clara y la felicitó con un abrazo sincero.

—Gracias, Clara. Gracias por mostrarme que la belleza es mucho más que lo que vemos en el espejo. Me alegra haberte conocido —dijo Mariana, con una sonrisa que no había mostrado antes.

Clara la abrazó de vuelta y le susurró:

—Todos podemos ser bellos, Mariana, y tú lo eres de muchas maneras. Estoy feliz de que seamos amigas.

Desde entonces, Mariana no solo se destacó en los concursos por su apariencia, sino también por su nueva actitud y su voluntad de ayudar a los demás. Descubrió que la verdadera satisfacción no venía de los trofeos o los aplausos, sino de las conexiones sinceras y los pequeños actos de bondad que enriquecían su corazón y el de los demás.

Después de aquella reunión comunitaria, donde Mariana y Clara se unieron como amigas, el pueblo de Valle Alegre comenzó a ver un cambio en su ambiente. Las niñas y niños ya no solo hablaban de los vestidos más bonitos o los peinados más elaborados; también se emocionaban por compartir ideas sobre cómo podían ayudar a los demás y mejorar su comunidad. Las pequeñas acciones de amabilidad que Clara había demostrado se convirtieron en un modelo a seguir para todos.

Mariana, inspirada por su amistad con Clara, decidió organizar una campaña para recoger libros y materiales escolares para los niños de la escuela que no podían permitírselos. Anunció la campaña en la plaza del pueblo, invitando a todos a donar lo que pudieran. Para sorpresa de Mariana, muchos de sus compañeros y vecinos se unieron con entusiasmo.

—Nunca pensé que podríamos hacer algo tan grande —dijo Mariana, mientras organizaba los libros con Clara en la escuela.

—Cuando ponemos nuestro corazón en lo que hacemos, siempre podemos lograr cosas increíbles —respondió Clara, mientras ordenaba los útiles donados—. Y lo mejor de todo es que lo estamos haciendo juntos.

La campaña fue un éxito rotundo. No solo recolectaron una gran cantidad de libros y materiales, sino que también lograron involucrar a todo el pueblo en un esfuerzo común. Ver a todos trabajando juntos, compartiendo y apoyándose, fue una experiencia que llenó a Mariana de orgullo y satisfacción.

El alcalde, impresionado por la iniciativa de Mariana y Clara, decidió honrarlas en una ceremonia especial, agradeciéndoles por su contribución al bienestar del pueblo. Sin embargo, esta vez, la ceremonia no se trató de vestidos ni de coronas, sino de celebrar la bondad y el esfuerzo colectivo.

En su discurso, Mariana habló con una sinceridad que conmovió a todos:

—Antes, pensaba que la belleza solo tenía que ver con cómo nos vemos por fuera. Pero gracias a Clara y a todos ustedes, aprendí que la verdadera belleza está en lo que hacemos por los demás y en cómo tratamos a quienes nos rodean. Me siento muy feliz de haber descubierto esto, y más feliz aún de compartirlo con todos ustedes.

Clara, emocionada, abrazó a Mariana al terminar su discurso. Había visto el cambio en su amiga, y se sentía orgullosa de haber sido parte de su transformación. La plaza estalló en aplausos, y muchos de los presentes sintieron que el verdadero espíritu de la comunidad había sido renovado.

En los meses siguientes, Mariana continuó participando en actividades que promovían la bondad y la colaboración. Junto con Clara, organizaron talleres de reciclaje, jornadas de limpieza en los parques y visitas a los hogares de ancianos del pueblo. Lo que comenzó como un simple concurso de belleza había evolucionado en un movimiento que unía a todos por una causa común: hacer de Valle Alegre un lugar mejor para vivir.

La actitud de Mariana no pasó desapercibida en la escuela. Sus compañeros, que antes solo la veían como la chica perfecta en los concursos, ahora la admiraban por su corazón generoso y su deseo de ayudar. Mariana, que antes se preocupaba tanto por ganar y ser la mejor, se dio cuenta de que su mayor premio era el cariño y el respeto de quienes la rodeaban.

Un día, mientras Mariana y Clara paseaban por la plaza, se encontraron con una niña pequeña que llevaba un vestido sencillo y una corona de flores similar a la que Clara había usado en el concurso. La niña se acercó a ellas con una gran sonrisa.

—¡Hola! Me llamo Sofía, y quiero ser como ustedes cuando sea grande. Quiero ayudar a las personas y ser amable —dijo la niña, con ojos brillantes de admiración.

Mariana y Clara intercambiaron una mirada de alegría. Sabían que lo que habían comenzado estaba dejando una huella en los corazones de las nuevas generaciones. Mariana se agachó y le respondió a Sofía con una sonrisa cálida.

—No necesitas esperar a ser grande, Sofía. Puedes empezar hoy mismo, siendo amable y ayudando a los que te rodean. La verdadera belleza ya está en ti —le dijo, colocando una flor en su corona.

Clara asintió y agregó:

—Recuerda que todos somos hermosos cuando ponemos lo mejor de nosotros para hacer el bien. Y tú, Sofía, ya estás brillando con tu propia luz.

Sofía se fue feliz, y mientras corría a contarle a su madre lo que había escuchado, Mariana y Clara se sentaron en un banco, observando cómo la plaza seguía viva con la energía y la bondad de los vecinos. Mariana, reflexionando sobre todo lo que había aprendido, miró a Clara y le dijo:

—Gracias, Clara. Gracias por enseñarme que la belleza es algo que podemos llevar con nosotros todos los días, sin importar cómo nos veamos.

Clara, conmovida, la abrazó.

—Siempre supe que lo tenías en ti, Mariana. Solo necesitabas un pequeño empujón para descubrirlo. Ahora, juntas, podemos seguir haciendo cosas hermosas para nuestro pueblo.

Desde ese momento, Mariana y Clara se volvieron inseparables, no solo como amigas, sino como líderes de una nueva forma de ver la belleza en Valle Alegre. Aprendieron que, al final del día, lo que realmente importa no es lo que se ve en el espejo, sino lo que se refleja en el corazón de las personas.

El Concurso de Belleza Primaveral siguió siendo una tradición en el pueblo, pero con una nueva esencia: ahora, las categorías que premiaban la bondad, la generosidad y el trabajo en equipo se convirtieron en las más esperadas. Las niñas y niños competían no solo por sus vestidos o talentos, sino por sus actos de bondad hacia los demás, y esto creó un ambiente de apoyo y respeto que resonó en toda la comunidad.

Mariana y Clara continuaron inspirando a otros, recordándoles que la verdadera belleza no tiene límites ni fronteras. Cada año, nuevas generaciones se unían a ellas, llevando adelante el legado de que la verdadera belleza debe estar no solo en el exterior, sino también, y más importante, en el corazón.

moraleja la belleza debe estar no solo en nuestro exterior, sino también en nuestro corazón.

Y colorín colorín, este cuento llegó a su fin. bueno mis amables oyentes. ¡NOS VEMOS MAÑANA! CON UN NUEVO CUENTO CON MORALEJA.

Audio Libro GRATIS

¿Te gustaría disfrutar de este contenido en formato de AUDIO LIBRO GRATIS? Aprovecha!!

Volver a la Lista de Cuentos

Recuerda que siempre puedes volver a consultar nuestros libros en formato de AUDIO LIBRO GRATIS en nuestro canal de Youtube. NO OLVIDES SUSCRIBIRTE

Síguenos en las Redes

Descarga nuestra App

Disfruta GRATIS de los mejores libros para Leer o Escuchar sobre Esoterismo, Magia, Ocultismo.

Disfruta GRATIS de los mejores libros para Leer o Escuchar para los pequeños grandes del mañana.

Disfruta de la historia de Terror más oscura y MARAVILLOSA que está cautivando al mundo.

Retira en Nequi, Daviplata, Tarjetas Netflix, Bitcoin, Tarjeta Visa Prepagada, ETC.