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En un   pintoresco pueblo llamado Armonía, rodeado de colinas verdes y ríos cristalinos, vivía una niña llamada Clara. Clara era una niña de diez años, delgada, con el cabello negro, rizado, con una curiosidad insaciable y un corazón lleno de sueños. Le encantaba explorar los alrededores de su hogar, siempre explorando cada elemento que se encontraba a su alrededor, especialmente el Bosque Esmeralda, un lugar mágico donde los árboles parecían recordaban secretos a quienes se detenían a escuchar.

A pesar de su amor por la naturaleza, Clara tenía un miedo profundo que llevaba consigo desde muy pequeña: el temor a lo desconocido. Había una leyenda en el pueblo sobre el “Valle del Viento Susurrante”, un lugar al que nadie se atrevía a ir. Según los cuentos de los ancianos, en ese valle vivían criaturas misteriosas y peligrosas que acechaban a quienes se atrevían a entrar. Los habitantes del pueblo decían que el viento en ese lugar hablaba, contaba historias de quienes no regresaban.

Clara siempre había escuchado estas historias con atención, sintiendo un escalofrío recorrer su espalda cada vez que se mencionaba el Valle. Su mejor amigo, Lucas, un niño de su misma edad, siempre la alentaba a no creer en cuentos de viejas, pero Clara no podía evitar sentir un nudo en el estómago cada vez que pasaban cerca de la entrada del Valle, un estrecho sendero rodeado de árboles altos y sombríos.

Un día, mientras Clara y Lucas jugaban cerca del Bosque Esmeralda, encontraron un mapa antiguo enterrado bajo una roca. Estaba viejo y desgastado, pero aún era legible. Lucas, emocionado, sugirió que siguieran el mapa, que parecía llevar directamente al temido Valle del Viento Susurrante. Clara, sin embargo, sintió su corazón latir más rápido. ¿Qué pasaría si las leyendas eran ciertas? ¿Qué si las criaturas del Valle los atrapaban?

Lucas, siempre valiente y aventurero, no podía entender el miedo de Clara. “Es solo un lugar más, Clara”, le dijo con una sonrisa tranquilizadora. “Si superamos este miedo, imagina las historias que podríamos contar. Seremos los primeros en descubrir los secretos del Valle”. Pero Clara no estaba tan segura. El miedo la paralizaba, la mantenía alejada de los lugares desconocidos y peligrosos.

Esa noche, Clara no pudo dormir. Las palabras de Lucas resonaban en su mente, mezclándose con las antiguas leyendas que había escuchado tantas veces. Se preguntó qué la asustaba más: las criaturas del Valle o la posibilidad de quedarse siempre en su zona de confort, sin descubrir los misterios que el mundo tenía para ofrecer.

A la mañana siguiente, Clara se despertó decidida. No quería vivir con miedo, no quería que ese sentimiento la controlara. Si el Valle del Viento Susurrante realmente era tan peligroso, entonces lo descubriría por sí misma. Y si no lo era, podría demostrar a todos en el pueblo que las leyendas no eran más que eso, historias para asustar a los niños.

“Lucas,” dijo Clara con voz firme cuando lo vio. “Iremos al Valle, pero con cuidado. No dejemos que el miedo nos gane, pero tampoco seamos imprudentes.”

Lucas la miró sorprendido, pero sonrió ampliamente. “Eso es lo que quería escuchar, Clara. Juntos, seremos invencibles.”

Armados con una linterna, una brújula y una pequeña bolsa de provisiones, Clara y Lucas se dirigieron hacia el sendero que conducía al Valle del Viento Susurrante. A medida que se adentraban en el bosque, el ambiente comenzó a cambiar. El aire se volvía más frío, y el viento, antes tranquilo, comenzó a soplar con fuerza, susurrando entre los árboles palabras ininteligibles.

A medida que avanzaban, Clara sintió que sus manos temblaban ligeramente, pero el apoyo de Lucas le dio fuerzas para seguir adelante. “Recuerda, Clara,” le dijo Lucas, “no hay que dejarnos vencer por el miedo.”

El sendero se volvió cada vez más estrecho y difícil de seguir. El bosque se volvía más oscuro, y las sombras parecían moverse por sí solas. Finalmente, después de lo que pareció una eternidad, llegaron a la entrada del Valle. El lugar estaba envuelto en una niebla densa, y el viento susurraba aún más fuerte, como si tratara de advertirles de algo.

Clara respiró hondo y miró a Lucas. “¿Listo?”

Lucas asintió. “Listo.”

Con pasos firmes, ambos amigos cruzaron la entrada del Valle del Viento Susurrante, sin saber que estaban a punto de descubrir un secreto que cambiaría sus vidas para siempre.

Mientras Clara y Lucas avanzaban por el Valle del Viento Susurrante, se encontraron con un paisaje completamente diferente a lo que habían imaginado. En lugar de criaturas monstruosas y árboles torcidos, el valle estaba lleno de flores de colores brillantes, plantas exóticas y pequeños arroyos que reflejaban la luz de manera mágica. Sin embargo, el viento seguía susurrando, como si quisiera comunicarles algo que no podían comprender del todo.

“Este lugar no parece tan peligroso,” dijo Lucas mientras recogía una flor de pétalos dorados. “Quizás los ancianos del pueblo estaban equivocados.”

Clara asintió, pero no pudo evitar sentir una extraña sensación en su pecho. Aunque el paisaje era hermoso, había algo en el ambiente que la ponía nerviosa. El susurro del viento, lejos de ser tranquilizador, parecía un constante recordatorio de que el peligro podía estar más cerca de lo que pensaban.

De repente, el viento se intensificó, y con él, los susurros se hicieron más claros, como si una voz les hablara directamente. “No están solos,” murmuró el viento. Clara y Lucas se detuvieron en seco, intercambiando miradas llenas de incertidumbre.

“¿Escuchaste eso?” preguntó Clara, su voz temblando ligeramente.

Lucas asintió lentamente. “Sí… pero ¿qué significa?”

Antes de que pudieran responderse, un sonido suave, como un canto, comenzó a llenar el aire. Venía de lo profundo del valle, una melodía que parecía mezclarse con el susurro del viento. Clara y Lucas siguieron el sonido, sin poder evitar sentirse atraídos por su misteriosa belleza.

Al seguir el canto, se encontraron con un enorme roble en el centro del valle. Sus ramas se extendían hacia el cielo, y en su tronco había una abertura lo suficientemente grande como para que una persona pudiera pasar a través de ella. La melodía parecía emanar de dentro del roble.

“¿Entramos?” preguntó Lucas, observando la abertura con curiosidad.

Clara sintió el miedo burbujeando en su interior nuevamente, pero recordó su promesa de no dejarse vencer por él. “Sí,” respondió finalmente. “Debemos descubrir qué es lo que el viento está tratando de decirnos.”

Con decisión, ambos entraron en el interior del roble, encontrando un túnel que descendía hacia las entrañas de la tierra. A medida que avanzaban, la melodía se volvía más clara y resonante, como si proviniera de una antigua fuente de poder. Finalmente, llegaron a una caverna subterránea iluminada por una luz suave que no parecía tener origen alguno.

En el centro de la caverna, encontraron una figura alta y esbelta, cubierta con una capa hecha de hojas doradas. Su rostro estaba parcialmente oculto por una capucha, pero Clara y Lucas podían ver sus ojos brillantes que los miraban con una mezcla de tristeza y esperanza.

“Bienvenidos, valientes viajeros,” dijo la figura con una voz que era a la vez fuerte y suave, como el mismo viento. “Soy el Guardián del Valle. He esperado mucho tiempo para que alguien tuviera el coraje de llegar hasta aquí.”

Clara y Lucas intercambiaron miradas confundidas. “¿El Guardián del Valle?” preguntó Lucas. “¿Pero qué haces aquí? ¿Por qué todos en el pueblo tienen miedo de este lugar?”

El Guardián suspiró, y el sonido se mezcló con el viento que susurraba a su alrededor. “Hace mucho tiempo, este valle era un lugar de paz y sabiduría. Las criaturas de la naturaleza vivían en armonía, y el viento traía consigo historias y conocimientos de tierras lejanas. Pero con el tiempo, el miedo comenzó a infiltrarse en los corazones de los habitantes del pueblo. Empezaron a temer lo desconocido, y ese temor los alejó del valle, creando las leyendas que ahora los mantienen alejados.”

“Entonces, ¿las criaturas peligrosas no existen?” preguntó Clara, sintiendo que una gran carga se levantaba de sus hombros.

“No como ustedes las imaginan,” respondió el Guardián. “El verdadero peligro es el miedo mismo. Las criaturas que mencionan las leyendas son en realidad manifestaciones del miedo que cada persona lleva en su corazón. Si permites que el miedo te controle, entonces esas criaturas se harán reales y te impedirán avanzar. Pero si enfrentas tu miedo, si lo desafías, desaparecerán, revelando la verdadera belleza de este lugar.”

Clara sintió que las palabras del Guardián resonaban profundamente dentro de ella. Había pasado tanto tiempo temiendo lo que no conocía, que casi dejó que ese miedo la definiera. Miró a Lucas, que también parecía estar procesando lo que había escuchado.

“¿Entonces… qué tenemos que hacer?” preguntó Lucas. “¿Cómo podemos superar el miedo?”

El Guardián extendió una mano hacia ellos, y el viento a su alrededor pareció calmarse, susurrando ahora en un tono más suave. “Debéis atravesar el Valle completamente, enfrentando cualquier manifestación de miedo que se presente en vuestro camino. No será fácil, y cada uno de vosotros deberá enfrentarse a su propio temor más profundo. Pero si lográis llegar al otro lado, el miedo perderá su poder sobre vosotros, y el Valle recuperará su antigua gloria.”

Clara y Lucas se miraron, asintiendo en silencio. Sabían que esta era la prueba definitiva, y que debían confiar en su valentía y en la promesa de no dejarse vencer por el miedo.

“Estamos listos,” dijo Clara, su voz llena de determinación.

El Guardián sonrió, y su sonrisa fue cálida y reconfortante. “Entonces, que el viento os guíe. Recordad, el miedo solo tiene el poder que vosotros le dais.”

Con esas palabras, el Guardián se desvaneció en el aire, dejando solo el suave murmullo del viento a su alrededor. Clara y Lucas se dieron la mano, listos para enfrentar lo que fuera que el Valle les presentara.

Al salir de la caverna, se encontraron nuevamente en el valle, pero esta vez, el paisaje había cambiado. A lo lejos, vieron sombras que se movían entre los árboles, figuras que parecían estar hechas de la misma niebla que rodeaba el lugar. Estas sombras representaban sus miedos más profundos, listos para desafiarlos.

Con cada paso que daban, las sombras se acercaban más, y el miedo amenazaba con apoderarse de sus corazones. Pero Clara y Lucas se recordaron mutuamente las palabras del Guardián: el miedo solo tiene el poder que tú le das.

Tomando aire, Clara dio un paso al frente, mirando directamente a las sombras. “No tenemos miedo de ustedes,” dijo en voz alta, su voz firme y clara.

Las sombras vacilaron, como si no estuvieran seguras de cómo reaccionar ante la valentía de Clara. Lucas se unió a ella, gritando: “¡No vamos a dejar que el miedo nos controle!”

Con esas palabras, las sombras comenzaron a desvanecerse, disipándose en la niebla. Clara y Lucas continuaron avanzando, sintiendo que cada paso los hacía más fuertes, más seguros. Sabían que estaban cerca de descubrir la verdad del Valle del Viento Susurrante y que su valentía sería recompensada.

A medida que Clara y Lucas avanzaban, el valle comenzó a transformarse. Las sombras que antes los rodeaban se desvanecían en el aire, como humo disipándose en el viento. El susurro del viento se volvía más tranquilo, más armonioso, como si estuviera celebrando su valentía. A lo lejos, pudieron ver un destello de luz brillante, una señal de que el final del Valle estaba cerca.

El paisaje, que había sido oscuro y sombrío, empezó a cambiar. Las flores volvieron a brotar a lo largo del sendero, y el aire se llenó de una fragancia dulce y refrescante. El valle parecía revivir con cada paso que daban, como si la misma naturaleza respondiera a su coraje.

Pero cuando estaban a punto de llegar al final del sendero, una figura alta y oscura se materializó delante de ellos, bloqueando su camino. Era más grande y más intimidante que cualquier sombra que hubieran enfrentado antes. Sus ojos brillaban con una luz fría, y su presencia hacía que el aire a su alrededor se sintiera pesado y opresivo.

Clara y Lucas se detuvieron en seco. Esta era la manifestación final del miedo, la prueba definitiva que debían superar para liberar al Valle y a ellos mismos de la sombra que los había perseguido.

“Este es el miedo personificado,” susurró Clara, reconociendo la figura como la representación de todo lo que había temido. Era una versión distorsionada de sus propios miedos, una amalgama de todas las inseguridades y temores que había alimentado durante años.

Lucas, que hasta ese momento había sido la fuerza impulsora, sintió por primera vez una punzada de duda. “¿Y si no podemos vencerlo, Clara? ¿Y si este miedo es demasiado grande para nosotros?”

Clara tomó la mano de Lucas con firmeza, sintiendo que sus corazones latían al unísono. “Podemos hacerlo, Lucas. Hemos llegado hasta aquí porque no dejamos que el miedo nos detuviera. No podemos retroceder ahora.”

La figura oscura se acercó, su presencia imponente haciéndose más fuerte con cada paso. Pero en lugar de retroceder, Clara y Lucas avanzaron juntos, manteniéndose unidos. Sabían que la única manera de vencer al miedo era enfrentándolo directamente, sin dejar que sus dudas los dominaran.

“¡No tememos lo que eres!” gritó Clara, su voz resonando en el valle. “Somos más fuertes que nuestros miedos, y no permitiremos que nos controlen.”

La figura oscura se detuvo, como si las palabras de Clara la hubieran alcanzado en lo más profundo. Lucas, con renovada confianza, agregó: “¡Nosotros decidimos nuestro destino, no tú!”

La figura pareció vacilar, y por un momento, sus contornos comenzaron a desvanecerse. Pero luego, como si se alimentara de la duda que aún quedaba en sus corazones, se reforzó y avanzó nuevamente, esta vez con una fuerza que los hizo retroceder un paso.

Clara sintió cómo el miedo intentaba colarse en su mente, recordándole todos los momentos en los que había dudado de sí misma. Pero en ese instante, recordó las palabras del Guardián: el miedo solo tiene el poder que tú le das.

Con esa certeza en su corazón, Clara cerró los ojos y respiró profundamente, concentrándose en la luz que había visto al final del sendero. “Lucas,” dijo suavemente, “tenemos que dejar ir el miedo. No podemos luchar contra él como si fuera un enemigo. Debemos aceptarlo, entenderlo, y luego, dejarlo ir.”

Lucas, comprendiendo lo que Clara intentaba hacer, asintió y cerró los ojos también. Juntos, se concentraron en la luz, en la belleza del valle que habían visto revivir. Permitieron que sus corazones se llenaran de esperanza, de la convicción de que podían superar cualquier obstáculo si permanecían unidos.

La figura oscura comenzó a desvanecerse, lentamente al principio, pero luego más rápidamente, como si la luz de sus corazones la estuviera disipando. El miedo que había sido tan palpable momentos antes, ahora se sentía distante, como un eco lejano.

Finalmente, la figura desapareció por completo, y con ella, la última sombra en el Valle del Viento Susurrante. El aire se volvió cálido y acogedor, y la luz al final del sendero se hizo más brillante, iluminando todo a su alrededor.

Clara y Lucas abrieron los ojos, sorprendidos al ver que el Valle había cambiado completamente. Ya no era un lugar oscuro y misterioso, sino un paraíso lleno de vida y color. Los árboles estaban llenos de hojas verdes, las flores cubrían el suelo como una alfombra multicolor, y el viento ya no susurraba palabras de advertencia, sino melodías suaves y tranquilas.

El Guardián apareció una vez más frente a ellos, esta vez con una sonrisa amplia y serena en su rostro. “Habéis hecho lo que muchos no pudieron,” dijo con voz amable. “Habéis enfrentado vuestros miedos, no con odio o rechazo, sino con comprensión y valor. El Valle del Viento Susurrante está ahora libre de las sombras, gracias a vosotros.”

Clara y Lucas sintieron una gran paz en sus corazones. Sabían que habían logrado algo extraordinario, no solo para ellos, sino para todo el pueblo de Armonía.

“¿Podremos contarles a todos lo que hemos descubierto?” preguntó Lucas, con los ojos brillando de emoción.

El Guardián asintió. “Por supuesto. Las leyendas del miedo han sido desmentidas por vuestro valor. Es tiempo de que el Valle vuelva a ser un lugar de sabiduría y paz, abierto para todos aquellos que estén dispuestos a caminar con coraje y corazón puro.”

Con esas palabras, el Guardián extendió su mano, y una ráfaga de viento los envolvió, llevándolos suavemente de vuelta al sendero por el que habían llegado. Al dar vuelta atrás para observar el Valle por última vez, vieron cómo las colinas se llenaban de luz, y una paz indescriptible se asentaba sobre el paisaje.

Cuando Clara y Lucas regresaron al pueblo, fueron recibidos con incredulidad y asombro. Contaron sus aventuras, cómo habían enfrentado las sombras y liberado el Valle del Viento Susurrante. Los habitantes de Armonía escucharon con atención, y poco a poco, la vieja leyenda del miedo fue reemplazada por una nueva historia: una historia de valentía, esperanza y el poder de no dejarse vencer por el miedo.

A partir de entonces, el Valle del Viento Susurrante dejó de ser un lugar temido. Los niños del pueblo comenzaron a explorar sus senderos, descubriendo sus maravillas y aprendiendo las lecciones que el Guardián había deseado enseñarles desde el principio. Clara y Lucas se convirtieron en los héroes del pueblo, no por su fuerza física, sino por la fuerza de su corazón y su determinación y por no dejarse vencer por el miedo, y de esta manera lograron el éxito.

Y así, el miedo que una vez había controlado el destino de Armonía fue superado, no con armas o violencia, sino con la comprensión de que el verdadero enemigo nunca fue el Valle, sino el miedo que habían permitido crecer en sus corazones.

La moraleja de esta historia es que no hay que dejarnos vencer por el miedo, solo así conseguiremos el éxito

Y colorín colorín, este cuento llego a su fin. bueno mis amables oyentes. ¡NOS VEMOS MAÑANA! CON UN NUEVO CUENTO CON MORALEJA.

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