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El cazador de almas perdidas – Creepy pasta 94.

El Ritual de Sangre.

Los sectarios emergieron de las sombras como una extensión de la voluntad del demonio, sus ojos brillando con una maldad antigua y profunda. Los cánticos en latín resonaban con fuerza, y sus cuerpos, distorsionados por la magia demoníaca, parecían estar conectados directamente con la entidad que dormía bajo la isla. Eran más que humanos; eran fragmentos vivientes del demonio, extensiones de su poder.

In nomine daemonis antiquissimi! —gritó uno de los sectarios, levantando las manos hacia el cielo oscuro.

Tatiana y Drex apenas tuvieron tiempo para prepararse antes de que el ataque comenzara. Los sectarios, armados con una combinación de magia arcana, piroquinesis, necromancia y magia ceremonial, desataron una oleada de energía que iluminó la noche como una tormenta oscura y caótica. Los fuegos sobrenaturales se alzaban de las manos de los fanáticos, envolviendo el aire a su alrededor en una espiral de calor abrasador, mientras cadáveres reanimados surgían del suelo a sus pies, bajo el control de la necromancia.

—¡Cuidado! —gritó Tatiana mientras una ráfaga de fuego pasó peligrosamente cerca de ellos.

Drex, con los sentidos agudizados por la tensión, esquivó el ataque por poco. El poder de los sectarios era impresionante. Estaban completamente dominados por el demonio, y su fuerza parecía venir directamente de la entidad que estaba esperando su resurrección.

Los cuerpos reanimados de los muertos comenzaron a avanzar hacia ellos, con ojos vacíos y bocas abiertas en un grito silencioso. Los sectarios canalizaban su magia ritual, desatando ataques en ondas coordinadas que obligaban a Drex y Tatiana a retroceder.

—Son demasiados —dijo Drex, con los dientes apretados—. Esto no es un ataque normal.

Tatiana, con su experiencia táctica, evaluó rápidamente la situación. Los sectarios no solo eran numerosos, sino que también estaban organizados de una manera casi militar, con un liderazgo claro que dirigía sus movimientos. Sus ataques, aunque caóticos en apariencia, estaban perfectamente sincronizados, lo que los hacía extremadamente peligrosos.

—Drex, tienes que transformarte —dijo Tatiana con preocupación en su voz. Sabía que Drex estaba al borde de su límite, pero no veía otra opción.

Drex vaciló. El conflicto interno que lo había atormentado todo el día seguía presente. Sabía que, si se transformaba, la bestia dentro de él tendría más control, y la isla, con su poder oscuro, solo lo empujaría más cerca de convertirse en un devorado. Pero el peligro era demasiado grande, y no había tiempo para dudas.

—Lo haré —respondió finalmente, con una voz baja y decidida—. Pero tú tendrás que ayudarme a mantener el control.

Tatiana asintió, sabiendo que esa era su única opción. Sacó una de las pociones de alquimia que Drex había recibido antes de la misión y se la entregó.

—Aquí tienes. Úsala sabiamente —dijo, entregándole la poción que permitiría a Drex escupir fuego mientras estuviera en su forma de licántropo.

Drex la aceptó con una mirada agradecida, pero ambos sabían que la situación era más que desesperada.

La Transformación de Drex.

Drex bebió la poción, sintiendo su calor recorrer su cuerpo mientras se preparaba para lo inevitable. Sabía que solo podría transformarse una vez, y si utilizaba más de una poción en un día, las consecuencias podrían ser mortales. Aun así, no tenía opción.

Con un gruñido bajo y doloroso, comenzó la transformación. Sus huesos se alargaron, su piel se rasgó, y su cuerpo se cubrió de grueso pelaje mientras su forma humana se desvanecía, dando paso al licántropo que habitaba en su interior. El proceso fue rápido, pero cada vez que lo hacía, sentía cómo la bestia tomaba más control de su ser.

Tatiana lo observaba con preocupación. Sabía que la transformación siempre era peligrosa, pero esta vez era diferente. La isla, con su poder oscuro, parecía amplificar todo, y Drex estaba más cerca del límite que nunca.

—Mantente fuerte, Drex —susurró Tatiana, aunque sabía que no había mucho que pudiera hacer si las cosas se descontrolaban.

El olor a sangre inundaba el aire, alimentando los instintos más oscuros de Drex. Los sectarios, al ver su transformación, intensificaron sus ataques, como si supieran que la bestia dentro de él estaba despertando.

Daemonis benedictio nobis est! —gritó uno de los líderes sectarios, alzando sus manos y desatando una oleada de energía oscura.

Drex, en su forma de licántropo, lanzó un rugido feroz y, con un movimiento rápido, escupió una ráfaga de fuego que consumió a varios sectarios a la vez. Pero incluso mientras luchaba, el conflicto en su interior seguía. Cada ataque, cada gota de sangre derramada lo acercaba más a perder el control.

Tatiana, mientras tanto, se movía con rapidez, eliminando a los sectarios que se acercaban demasiado. Pero sabía que estaban en una situación desesperada. Los refuerzos de Oricalco aún tardarían al menos veinte minutos en llegar, y no estaban seguros de si podrían resistir tanto tiempo.

Fue entonces cuando Tatiana tomó una decisión que cambiaría todo.

—Drex —dijo, sacando el tótem de Alexia de su bolsa—. Tómalo.

Drex la miró, sorprendido.

—¿Estás segura? —preguntó, sabiendo lo que implicaba usar el tótem.

Tatiana asintió con gravedad.

—No tenemos otra opción. Si no haces esto, moriremos aquí. Empieza a alimentar el tótem con los corazones de los caídos.

Drex vaciló por un momento, sabiendo que activar el tótem lo acercaría aún más al límite. Pero la situación era crítica, y no había tiempo para dudar.

Tomó el tótem, sintiendo su poder oscuro y antiguo pulsar en sus manos. El ritual requería que Drex consumiera cincuenta corazones humanos y bañara el tótem con su sangre para activarlo. Ya había suficiente muerte alrededor de ellos, y los corazones de los sectarios caídos estaban a su alcance.

—Que comience el ritual —murmuró Drex, con los ojos brillando con un fuego oscuro.

El Ritual del Tótem.

Con una precisión casi mecánica, Drex comenzó a recolectar los corazones de los sectarios caídos. A cada uno, arrancaba el órgano aún palpitante y lo consumía, sintiendo cómo la energía del tótem crecía con cada sacrificio. El olor a sangre y muerte llenaba el aire, y el poder del tótem se intensificaba con cada corazón que Drex devoraba.

Tatiana, que lo observaba desde una distancia prudente, sentía una mezcla de horror y desesperación. Sabía que lo que Drex estaba haciendo era necesario, pero la visión de su compañero alimentándose de corazones humanos la estremecía profundamente. Aun así, no había tiempo para procesar lo que estaba viendo. La batalla continuaba, y los sectarios seguían atacando con una furia inhumana.

El fuego que Drex había escupido seguía ardiendo a su alrededor, pero los sectarios restantes, alimentados por la magia del demonio, no parecían detenerse. Sus cánticos en latín resonaban con más fuerza a medida que el ritual de sacrificios avanzaba.

Daemonis potestas infinitus est! —gritaban, desatando más ataques de magia arcana y piroquinesis.

Drex, ahora fortalecido por los corazones que había consumido, lanzó una ráfaga de fuego aún más poderosa, arrasando con un grupo de sectarios a la vez. Pero a pesar de su poder creciente, sabía que el ritual del tótem aún no estaba completo. Todavía faltaban muchos corazones, y cada segundo que pasaba era un segundo más cerca de perderse por completo.

El Último Enfrentamiento.

Finalmente, después de lo que pareció una eternidad de lucha, Drex y Tatiana lograron abrirse paso a través de los sectarios y llegar al centro del ritual. Allí, en medio de un altar oscuro y rodeado por inscripciones antiguas, se encontraba el líder de los sectarios, con el pilar que habían venido a buscar.

El líder, envuelto en túnicas negras y con ojos llenos de una maldad indescriptible, levantó sus manos al ver a Drex y Tatiana.

Intrusi! Non permittam vos interrumpere daemonis resurrectionem! —gritó, desatando una ola de energía oscura que sacudió el suelo bajo sus pies.

Drex, ahora en su forma humana, se tambaleó, sintiendo el peso de la magia oscura presionando contra él. A pesar de los corazones que había consumido, el poder del líder sectario era abrumador.

—¡Tenemos que detenerlo ahora! —gritó Tatiana, preparándose para el combate

El líder sectario, rodeado de una energía oscura que parecía casi tangible, se erguía frente a Drex y Tatiana como una figura imponente. Sus ojos, vacíos de toda humanidad, reflejaban el control absoluto del demonio que intentaba despertar en la isla. El pilar que Drex y Tatiana habían venido a recuperar brillaba en el centro del altar, pulsando al ritmo de los cánticos rituales que los seguidores sectarios no cesaban de repetir.

Daemonis consurgat! —vociferó el líder, levantando sus brazos con una fuerza sobrehumana mientras la magia oscura recorría su cuerpo como un manto tenebroso.

Drex, a pesar de haberse alimentado de los corazones de los sectarios caídos, sentía la lucha interna intensificarse. El tótem en su mano emitía una energía oscura que lo fortalecía, pero también lo empujaba más cerca de la línea que había jurado nunca cruzar: convertirse en una bestia descontrolada. La sangre de los sacrificios lo había potenciado, pero aún le faltaban 27 corazones más para completar el ritual del tótem y activar su poder pleno.

Tatiana, a su lado, percibía la tensión que lo consumía. Sabía que Drex estaba al límite, pero no tenían otra opción. Si no detenían al líder sectario, el demonio despertaría y con él, una catástrofe inimaginable.

—Drex, debemos detenerlo ahora —dijo Tatiana, su voz firme pero teñida de preocupación. Sabía que, aunque la batalla estaba lejos de terminar, cualquier error en ese momento podría ser mortal.

Drex apretó los dientes, sus ojos centelleando con un brillo sobrenatural mientras el poder del tótem latía en su mano. Aún tenía las pociones que Daniel le había entregado antes de partir, pero sabía que combinarlas con su transformación y el tótem podría tener consecuencias devastadoras. Aun así, era un riesgo que debía tomar.

—No podemos esperar más —respondió Drex, su voz ronca por el esfuerzo de mantener el control sobre la bestia dentro de él—. Si no lo detenemos, todo estará perdido.

El Combate Contra el Líder Sectario.

Con un grito de furia, Drex se lanzó hacia el líder sectario, con el tótem brillando en su mano. El líder, con una sonrisa cruel, extendió una mano hacia él, desatando una ráfaga de magia oscura que Drex apenas pudo esquivar. La energía chocó contra el suelo, levantando una nube de polvo y fragmentos de roca, pero Drex, ágil y rápido en su forma humana, esquivó el ataque y se acercó lo suficiente para golpear.

—¡Es el momento! —gritó Tatiana, cubriendo a Drex mientras ella lanzaba una ráfaga de proyectiles hacia los sectarios que intentaban acercarse.

El líder sectario, a pesar de su apariencia frágil, era sorprendentemente rápido y fuerte. Con un movimiento de su mano, invocó una barrera de energía oscura que desvió el ataque de Drex. La magia ceremonial que lo rodeaba le otorgaba un poder casi inquebrantable.

Non permittam vos daemonis resurrectionem interrumpere! —gritó el líder, invocando más cadáveres reanimados que comenzaron a surgir del suelo, arrastrándose hacia Drex y Tatiana.

Tatiana luchaba para mantener a raya a los sectarios y a los muertos reanimados, pero el poder del líder sectario era inmenso. Los fuegos sobrenaturales que los sectarios seguían invocando los rodeaban, creando un anillo de llamas que se acercaba cada vez más.

Drex, ahora desesperado, miró a Tatiana. Sabía que no podrían resistir mucho más. Sacó una de las pociones de transformación que Daniel le había dado y la bebió rápidamente, sintiendo el calor recorrer su cuerpo una vez más.

La transformación fue brutal y rápida. Drex sintió cómo la fuerza lo llenaba, pero también cómo la bestia dentro de él empujaba con más fuerza que nunca. Su cuerpo, una vez más cubierto de pelaje, se alargó y endureció, y con un rugido que resonó en toda la isla, se lanzó nuevamente hacia el líder sectario.

La Decisión de Tatiana.

Mientras Drex luchaba en su forma de licántropo, Tatiana se dio cuenta de que la situación era crítica. Sabía que, si no encontraba una forma de detener al líder sectario, perderían todo. Pero también sabía que Drex no podría seguir mucho más tiempo sin perder el control por completo.

El tótem, aunque poderoso, estaba incompleto. Sin los 27 corazones restantes, Drex no podría activar su poder total. Y eso significaba que Tatiana tenía que tomar una decisión imposible: permitir que Drex continuara alimentándose de los corazones de los sectarios caídos para completar el ritual o detenerlo antes de que la bestia dentro de él tomara el control.

Tatiana, con el corazón apesadumbrado, sacó el tótem de su bolsa y lo sostuvo en sus manos. Sabía que darle el tótem a Drex ahora era arriesgado, pero no tenían otra opción.

—Drex —gritó por encima del rugido de la batalla—. Aquí tienes. Es tu única oportunidad.

Drex, en su forma licántropa, miró el tótem con una mezcla de desesperación y necesidad. Sabía que tomarlo lo acercaría más a convertirse en un devorado, pero también sabía que sin él, no podrían vencer al líder sectario.

Con un gruñido, tomó el tótem y, con un movimiento rápido, comenzó a alimentar su poder con los corazones de los sectarios caídos. Cada corazón que consumía lo fortalecía, pero también lo empujaba más cerca del abismo.

Tatiana, que observaba todo desde una distancia prudente, apenas podía creer lo que estaba viendo. Drex, consumido por el hambre y la necesidad de poder, se había convertido en una fuerza imparable, pero también en algo monstruoso. Su corazón se llenó de dolor al ver a su compañero perderse en la bestia que había jurado nunca dejar dominar.

El Punto Central del Ritual.

Después de lo que pareció una eternidad, Drex y Tatiana lograron abrirse paso hasta el punto central del ritual. Allí, en el corazón de la isla, se encontraba el líder sectario, rodeado por los últimos restos de sus seguidores y el pilar que habían venido a buscar.

El líder, aunque visiblemente agotado, seguía siendo una figura imponente. Su magia oscura llenaba el aire, y las energías del demonio latían a su alrededor.

Daemonis resurrectio completur! —gritó, con los ojos brillando con una locura inhumana.

Pero Drex, ahora fortalecido por el poder del tótem, no iba a permitir que el ritual continuara. Con un rugido ensordecedor, se lanzó hacia el líder sectario, sus garras brillando con una energía oscura.

El combate final había comenzado.

Gracias por acompañarnos en este viaje al terror. ¡Nos vemos en el próximo episodio!”

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