Cuentos de terror 92 El Inicio del Ritual

El cazador de almas perdidas – Creepy pasta 92.

El Inicio del Ritual.

La llamada de María llegó en el momento menos esperado. Drex, sentado junto a Tatiana en una habitación modesta en la Isla de Pascua, miró su comunicador vibrar mientras el nombre de María parpadeaba en la pantalla. El tono de su voz cuando contestó era cauteloso, sabiendo que las cosas entre ella y Fabián no habían sido fáciles.

—Drex —dijo María al otro lado de la línea, su voz tensa—. Vambertoken me asignó al equipo de Fabián como apoyo.

Drex respiró hondo, ya esperando algo así. Sabía que Vambertoken estaba manipulando a todos a su antojo, utilizando las emociones de cada uno como herramientas en su gran esquema.

—María —dijo Drex con firmeza, pero con un toque de comprensión—. Sabes que puedes contar con Tatiana y conmigo. No caigas en la tentación de volver a hacer eso con Fabián. Tienes que ser fuerte.

Hubo un largo silencio al otro lado de la línea. María sabía exactamente a qué se refería Drex. Su comportamiento con Fabián había sido cuestionable, y aunque su intención inicial no había sido maliciosa, las cosas se habían complicado rápidamente. Pero ahora, con su misión en Oyataytambo, debía mantenerse centrada.

—Lo sé —respondió finalmente, su voz apenas un susurro—. Lo intentaré, Drex. Pero no será fácil.

—Nadie dijo que lo fuera —respondió Drex, y su tono dejó claro que, aunque la entendía, no había lugar para debilidades en esta misión—. Mantente enfocada, y todo saldrá bien.

Antes de cortar la llamada, Drex le recordó una vez más que tanto él como Tatiana estaban allí para ella, pero sabía que las decisiones finales debían ser de María. Después de todo, Vambertoken había jugado con ellos, y ahora dependía de cada uno manejar su propia situación.

Preparativos para la Isla Encanto.

Con la llamada finalizada, Drex y Tatiana se prepararon para la siguiente etapa de su misión: llegar a la Isla de Encanto. Pero pronto se dieron cuenta de que no sería tan fácil como esperaban. Los lugareños de la Isla de Pascua conocían bien las historias de la Isla de Encanto, y no había nadie dispuesto a llevarlos hasta allí. Los rumores sobre rituales oscuros, sacrificios y demonios habían mantenido a la gente lejos de la isla durante generaciones.

Finalmente, Drex y Tatiana se vieron obligados a alquilar una lancha y navegar ellos mismos hacia la isla. El viaje fue silencioso, el mar en calma, pero la tensión entre ambos era palpable. Sabían lo que les esperaba: un ritual que involucraba cien almas humanas, sacrificadas para revivir a un antiguo demonio. Y lo peor de todo era que el pilar que buscaban estaba siendo utilizado como el objeto clave para esos sacrificios.

Mientras la lancha se acercaba a la costa de la Isla de Encanto, Drex no pudo evitar pensar en el tótem de Alexia. Lo llevaba consigo, pero aún no estaba seguro de si lo usaría. El conflicto interno que sentía era evidente, y Tatiana, que lo conocía mejor que nadie, no dijo nada, respetando su espacio.

La Llegada a la Isla.

La lancha atracó en una pequeña playa desierta. Las palmeras se mecían suavemente con el viento, y el lugar parecía tranquilo, casi idílico. Pero Drex y Tatiana sabían que bajo esa apariencia de paz, se ocultaba algo mucho más oscuro.

Con movimientos discretos, ambos desembarcaron y avanzaron hacia el interior de la isla. Sabían que debían mantener un perfil bajo, evitando levantar sospechas hasta que llegara el momento adecuado para actuar. Las instrucciones de Vambertoken eran claras: recuperar el pilar y detener el ritual, a cualquier costo.

Mientras avanzaban por los senderos estrechos de la isla, notaron algo que los dejó profundamente perturbados: las almas ya estaban comenzando a llegar. Aunque los ritualistas aún no habían iniciado los sacrificios, las víctimas estaban presentes. Hombres y mujeres, claramente confundidos y aterrorizados, eran llevados a diferentes puntos de la isla bajo la vigilancia de los sectarios.

Tatiana, que había visto muchas atrocidades en su tiempo como agente de Oricalco, apretó los puños al ver la vulnerabilidad de esas personas. Pero fue Drex quien se vio más afectado. Para él, los cazados debían ser culpables, seres que merecían ser eliminados por sus crímenes o maldades. Pero estas personas no encajaban en su código moral. No eran culpables. Eran víctimas.

El conflicto interno que Drex sintió en ese momento lo golpeó con una fuerza inesperada. Nunca antes había cazado a inocentes, y la idea de que estas personas fueran sacrificadas para un demonio lo llenó de una ira fría, mezclada con impotencia.

—No puedo permitir que esto suceda —murmuró Drex, más para sí mismo que para Tatiana.

Tatiana lo miró, comprendiendo su dilema. Sabía que Drex era un cazador, pero también sabía que no era cruel. Lo que estaban presenciando desafiaba todo lo que él representaba.

—Lo detendremos —respondió ella en voz baja, colocando una mano en su hombro—. Pero tenemos que ser inteligentes. Si actuamos demasiado rápido, podríamos arruinar todo.

Drex asintió, aunque la tensión seguía presente en sus ojos.