El cazador de almas perdidas – Creepypasta 336.
Guayaquil Bajo Asedio – El Dragón de Isla Trinitaria.
El aire cargado de humedad y tensión envolvía Isla Trinitaria mientras Drex y los tres
escuadrones de Oricalco avanzaban lentamente por las pasarelas elevadas. La vegetación
densa y el sonido de las aguas turbias bajo ellos hacían que el ambiente se sintiera más
opresivo de lo normal. Aunque el área parecía desierta, todos sabían que Ragnarok tenía
presencia en la isla. Tatiana y María, desde el centro de operaciones, supervisaban cada
movimiento.
María, con su habilidad para ver unos segundos en el futuro, había dado claras
instrucciones de avanzar con cautela, ya que se aproximaban a una zona donde preveía un
posible enfrentamiento. Drex, confiando en ese respaldo táctico, mantenía la calma,
consciente de que cualquier movimiento en falso podría desencadenar una batalla.
—Tatiana, estamos acercándonos a la zona caliente —dijo Drex, manteniendo su mano
cerca de su chokuto mientras avanzaba por una de las pasarelas de madera.
—Copiado, Drex. María ha identificado actividad hostil en los próximos cincuenta metros,
están bien dispersos —respondió Tatiana por el comunicador, su tono siempre seguro—.
Prepárense para una emboscada. Los están esperando en las sombras. Están usando
licántropos devorados amaestrados como patrullas.
Drex frunció el ceño al escuchar aquello. Los devorados eran licántropos que habían
perdido todo control sobre su humanidad, reducidos a bestias feroces que solo obedecían a
sus amos. Aún más peligroso era el hecho de que estos seres representaban lo que él
podría convertirse si no mantenía el control sobre su bestia interior.
—Gracias, Tatiana. ¿Algún detalle adicional? —preguntó, ajustando su postura y
manteniendo la vista al frente.
—Cuidado con el flanco derecho —intervino María—. En 30 segundos, tendrás contacto
directo con uno de los vampiros separatistas. A unos 40 metros, hay un grupo de
sanguijuelas escondido tras una barrera de escombros. Están preparados para atacar.
Sugiero mover a los escuadrones a posiciones elevadas.
Drex asintió, confiando plenamente en las predicciones de María. Hizo un gesto rápido a los
soldados de Oricalco, indicándoles que se dispersaran y tomaran posiciones más altas. Los
tres escuadrones se movieron con eficiencia, siguiendo las órdenes al pie de la letra.
Mientras tanto, Drex avanzó con su chokuto listo, sabiendo que el enfrentamiento era
inminente.
Cuando Drex llegó al punto indicado por María, el primer vampiro separatista emergió de
las sombras, lanzándose hacia él con velocidad sobrehumana. Pero Drex, anticipando el
ataque, ya estaba listo. En un solo movimiento rápido y preciso, cortó al vampiro en dos
con su chokuto. El grito de muerte de la criatura resonó por la pasarela, alertando al resto
de las fuerzas enemigas.
—Están alertados —dijo uno de los líderes de Oricalco por el comunicador.
—Que lo estén —respondió Drex con calma—. Sigamos el plan.
A medida que avanzaban, el grupo de vampiros sanguijuela que María había mencionado
apareció tras los escombros. Se lanzaron hacia los escuadrones de Oricalco, pero los
soldados ya estaban en posiciones elevadas, disparando sus rifles de precisión con balas
de plata y mercurio. Las balas atravesaron a varios de los sanguijuelas, eliminándolos
antes de que pudieran acercarse.
Sin embargo, no fue tan fácil. El sonido desgarrador de un grito perforó el aire, resonando
con tal fuerza que Drex y los soldados se cubrieron los oídos. Era inconfundible: una bruja
gritona.
—¡Tatiana, hay una bruja gritona aquí! —gruñó Drex por el comunicador.
—Lo sabemos, Drex —respondió Tatiana—. Está en una posición elevada hacia el este,
detrás de una estructura. Necesitas neutralizarla rápido o sus gritos podrían forzar tu
transformación.
Drex maldijo en silencio. No podía transformarse. Los gritos de una bruja gritona podían
arrastrar a un licántropo al borde de la locura, haciéndolo perderse en la bestia y
convirtiéndolo en un devorado.
Drex avanzó rápidamente, esquivando los ataques de un grupo de sanguijuelas que
quedaban mientras corría hacia la posición indicada por Tatiana. Con cada paso, sentía la
vibración de los gritos en su cabeza, como si la bestia dentro de él intentara liberarse. Sus
manos temblaban, pero apretó el puño con fuerza y continuó.
Con un salto ágil, subió a una de las estructuras elevadas y se encontró cara a cara con la
bruja gritona. Ella alzó la voz de nuevo, lanzando otro alarido que sacudió todo su cuerpo.
Pero Drex no dudó. Con un rápido movimiento, desenfundó su pistola 9mm y disparó dos
veces, acertando a la bruja en el pecho y la garganta. El grito se apagó de inmediato.
—Bruja neutralizada —dijo Drex a través del comunicador, recuperando el aliento.
—Buen trabajo, Drex. Sigue avanzando —respondió Tatiana—. María está viendo más
actividad a 100 metros al sur. Parece que intentan replegarse hacia los túneles
subterráneos.
—Entendido —respondió, moviéndose con los soldados hacia el nuevo objetivo.
El equipo de Oricalco se reagrupó rápidamente. Los gritos de las brujas habían cesado,
pero aún quedaban algunos vampiros separatistas y sanguijuelas en la zona, luchando
desesperadamente por retrasar su avance.
Los disparos de los escuadrones de Oricalco resonaban en el aire, abatiendo a los últimos
vampiros que quedaban. Drex, con su chokuto desenvainado, se lanzó contra un último
grupo de sanguijuelas. Moviéndose con una velocidad sobrehumana, cortó a uno por la
mitad antes de girar y hundir la espada en el pecho de otro, todo en cuestión de segundos.
Finalmente, cuando la zona quedó despejada, Drex y los soldados se adentraron en los
túneles subterráneos. La oscuridad era casi absoluta, pero a la luz de las linternas de los
escuadrones, pudieron ver lo que les esperaba.
En el centro de la caverna subterránea, sobre una plataforma de piedra, yacía el cuerpo de
lo que parecía ser un dragón. Su piel era de un negro profundo, pero no mostraba signos
de descomposición. Parecía dormido, aunque estaba muerto.
Drex se quedó inmóvil, observando el cadáver con incredulidad.
—Tatiana, vas a querer ver esto —dijo por el comunicador, su voz teñida de asombro—.
Encontramos algo… enorme.
Los túneles oscuros de Isla Trinitaria resonaban con el eco de las pisadas de Drex y los
escuadrones de Oricalco. Ante ellos, la imponente figura de un dragón yacía inmóvil, su
cuerpo intacto y sorprendentemente fresco, como si acabara de morir. El aire en la caverna
era pesado, cargado con la presencia de algo antiguo y poderoso.
Drex, perplejo ante lo que veía, activó su comunicador, su voz reverberando en el silencio
de los túneles.
—Tatiana… tienes que ver esto. Es un dragón. Un maldito dragón… intacto.
Del otro lado del canal, el centro de operaciones se silenció por un momento, mientras
Tatiana y María procesaban la información. Luego, la voz firme y calculada de Tatiana llenó
el canal.
—No podemos permitir que esto se pierda, ni que caiga en manos de Ragnarok. Asegura la
zona inmediatamente, Drex. Voy a mandar equipos de extracción. Esto es demasiado
valioso para destruirlo.
María intervino, su tono siempre cargado de precisión y seguridad.
—Voy a informar a Vambertoken. Si Ragnarok estaba ocultando un dragón, algo mucho
más grande está en juego.
Drex asintió, aunque sus ojos permanecían fijos en el cadáver del dragón. Sabía que lo que
estaba delante de él era algo más que una simple amenaza. Los dragones eran criaturas de
leyenda, y encontrar uno aquí, en este estado, indicaba que Ragnarok estaba jugando con
fuerzas mucho más oscuras de lo que nadie había anticipado.
—Tatiana, ¿cuánto tiempo antes de que llegue el equipo de extracción? —preguntó Drex,
sus ojos vigilantes mientras los soldados de Oricalco aseguraban el perímetro.
—Menos de 15 minutos —respondió Tatiana—. Mantén la posición hasta que lleguen. No
dejes que nadie más se acerque.
Drex giró hacia los soldados de Oricalco que ya estaban tomando posiciones estratégicas,
listos para enfrentar cualquier amenaza. Sabían que los vampiros separatistas y los
vampiros sanguijuela podrían volver en cualquier momento, intentando recuperar lo que
fuera que Ragnarok había estado protegiendo.
—Estén atentos —ordenó Drex a los escuadrones—. No sabemos cuántos más podrían
venir, pero no podemos permitir que pongan un pie aquí. Protéjanse y protejan esta área a
toda costa.
Un soldado de Oricalco asintió y ajustó los explosivos que habían colocado previamente,
ahora con la intención de sellar cualquier acceso si las cosas se complicaban.
Los minutos pasaron con una tensión palpable en el aire, pero finalmente, las luces en la
entrada del túnel anunciaron la llegada de los equipos de extracción. Drex observó mientras
varias figuras ingresaban con equipos especializados, moviéndose rápidamente hacia el
dragón.
—Llegaron justo a tiempo —murmuró Drex al ver el equipo acercarse al cadáver,
comenzando a asegurarlo para su traslado.
—Bien hecho, Drex —dijo Tatiana en el comunicador—. Mantén el perímetro hasta que el
equipo de extracción termine. Vambertoken ya está informado, y habrá refuerzos
adicionales en caso de que algo salga mal.
Mientras los equipos trabajaban en el cadáver del dragón, asegurándolo con cables
reforzados y preparando el transporte, Drex caminaba alrededor de la caverna, atento a
cualquier ruido o movimiento que indicara una nueva amenaza. Los soldados de Oricalco
estaban en constante alerta, listos para repeler cualquier intento de ataque.
El ambiente era tenso, y Drex sabía que, aunque habían ganado tiempo, Ragnarok no se
quedaría de brazos cruzados.
Gracias por acompañarnos en este viaje al terror. ¡Nos vemos en el próximo episodio!”
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