El cazador de almas perdidas – Creepypasta 316.
La Noche del Descontrol Parte 5.
El ambiente estaba cargado de un deseo que no tenía nada de suave ni delicado. Los
cuerpos que se movían a su alrededor no eran más que sombras irrelevantes para ellas.
Diana y Alexia sabían que su destino era encontrarse de nuevo, incluso después de haber
casi destrozado la una a la otra en su último combate real. Esta vez, no se derramaría
sangre, pero la batalla sería igual de feroz.
Alexia sentía el eco de su derrota aún pulsando en su cuerpo. Su invencibilidad había sido
rota por Diana, algo que nunca había imaginado. Pero esta nueva oportunidad no era solo
para el placer; era para recuperar lo que había perdido. Sabía que no podía derrotar a
Diana físicamente, pero este campo de batalla, aunque diferente, le ofrecía una posibilidad
de redención. Sonrió para sí misma, sintiendo cómo la tensión entre ellas iba en aumento.
Diana, por su parte, caminaba hacia ella con el mismo aire salvaje y desquiciado que
siempre la caracterizaba. No tenía nada que demostrar, ya había ganado antes, pero ver a
Alexia frente a ella de nuevo despertaba su instinto de depredadora. Sabía que Alexia
venía por una revancha, y eso solo hacía las cosas más interesantes.
Se encontraron en el centro del salón, donde el caos de la fiesta les daba una especie de
anonimato, pero ambas sabían quién era la otra. Los antifaces podían ocultar sus rostros,
pero no el fuego de la rivalidad que ardía en sus miradas.
Alexia fue la primera en moverse. No había tiempo para juegos preliminares; esta era una
guerra. Dio un paso adelante, sus manos se cerraron sobre el brazo de Diana, no con el
objetivo de acariciar, sino de aferrarse a ella con una mezcla de odio y deseo. La piel de
Diana ardía bajo su toque, y el contacto no fue suave, sino agresivo. Alexia se acercó hasta
que su aliento caliente rozó el cuello de Diana.
—No te equivoques —murmuró Alexia, sus dedos presionando la carne de Diana con
fuerza—. Esto no es una simple fiesta. Esto es mi revancha.
Diana dejó escapar una risa baja, casi un gruñido. La idea de que Alexia buscara algo más
que simple placer la divertía, pero también la desafiaba. Sus ojos brillaban con una mezcla
de burla y violencia contenida. Tomó a Alexia por la muñeca con un agarre firme, que dejó
claro que no iba a ceder ni un centímetro de terreno.
—Revancha o no, acabarás en el suelo otra vez, Alexia —gruñó Diana, antes de lanzarla
hacia un par de cuerpos que se enredaban en el centro del salón.
El impacto fue duro, pero Alexia se levantó de inmediato, con una sonrisa torcida en los
labios. El dolor no era nada comparado con la humillación de la derrota anterior. Esta vez no
iba a dejarse dominar tan fácilmente. Avanzó con rapidez, sus manos volviendo a encontrar
el cuerpo de Diana, pero esta vez fueron directas a su cuello. Apretó, no lo suficiente para
ahogar, pero lo suficiente para que Diana entendiera que no se dejaría arrastrar sin luchar.
El cuerpo de Diana respondió de inmediato, un gruñido bajo salió de su garganta, pero no
retrocedió. Con un movimiento brusco, Diana se liberó del agarre de Alexia y la empujó
hacia atrás, pero esta vez no la dejó escapar. Antes de que Alexia pudiera recomponerse,
Diana la arrastró hacia sí, apretando su pecho contra el de Alexia, usando su peso y fuerza
para inmovilizarla.
Los labios de Diana se acercaron peligrosamente al oído de Alexia, y su voz salió ronca y
cargada de desafío.
—Crees que porque esto es diferente vas a ganar —murmuró Diana, sus manos
recorriendo con rudeza la espalda de Alexia—. Pero no importa cómo, siempre te haré
caer.
Alexia jadeó, pero no de placer, sino de frustración. Sabía que la fuerza de Diana era
superior, pero esta no era una guerra de músculos, era una guerra de resistencia. Y Alexia,
a pesar del dolor que sentía, no estaba dispuesta a ceder. Aprovechó el momento para
mover una de sus piernas entre las de Diana, haciéndola perder el equilibrio brevemente.
Con un rápido giro, Alexia se liberó y aprovechó para empujar a Diana hacia un vampiro
cercano, que se tambaleó ante el impacto.
Antes de que Diana pudiera reaccionar, Alexia ya estaba sobre ella de nuevo, esta vez
inclinándola hacia atrás con fuerza, sujetándola del cuello con una mano mientras la otra
recorría con una mezcla de agresividad y control el torso de la licántropa. No era un toque
sensual, era una forma de marcar territorio, de demostrar que no estaba vencida.
—No puedes ganarme en todo, Diana —jadeó Alexia, acercando su rostro al de la
licántropa, sus ojos ardiendo de desafío—. No esta vez.
Diana gruñó, pero no había rendición en sus movimientos. Con un gesto brusco, tomó el
rostro de Alexia entre sus manos y lo acercó al suyo, sus miradas chocando con una
intensidad que iba más allá de la lujuria o el odio.
—¿Eso crees? —respondió con un susurro, y con una fuerza que Alexia no vio venir, la giró
bruscamente, sujetándola ahora desde atrás, inmovilizándola con su cuerpo mientras una
de sus manos se enredaba en el cabello de Alexia, tirando de él con fuerza.
Alexia jadeó de dolor, pero su orgullo no le permitió gritar. En cambio, se aferró a los brazos
de Diana, intentando liberar el agarre, pero la licántropa no cedía ni un milímetro. Era una
batalla de resistencia, y Diana sabía que tenía la ventaja física, pero Alexia no se lo haría
fácil.
Ambas estaban completamente sumergidas en la batalla, ajenas a los cuerpos que se
movían a su alrededor. Cada toque, cada gesto, era una afirmación de poder, y ninguna
estaba dispuesta a ceder. Diana, usando su fuerza para dominar, y Alexia, con cada
movimiento calculado, intentando encontrar una brecha en la armadura de la licántropa.
El sudor corría por sus cuerpos, la respiración de ambas era pesada, pero ninguna cedía.
No se trataba solo de deseo, sino de quién podía someter a la otra. Y aunque Diana tenía la
ventaja física, Alexia tenía la astucia de su lado.
—Siempre serás una bestia descontrolada —murmuró Alexia, con una sonrisa apenas
visible mientras seguía atrapada entre los brazos de Diana—. Pero incluso las bestias
pueden ser domadas.
Diana soltó una carcajada ronca, apretando más fuerte, pero no respondió con palabras.
Sabía que el combate apenas comenzaba, y el final aún estaba lejos. Ambas estaban
decididas a no perder esta vez.
El cuerpo de Diana se tensaba con cada embestida de los vampiros que intentaban,
inútilmente, llevarla al límite. Alexia no estaba mejor, luchando contra el vacío de
insatisfacción que crecía en ella mientras los vampiros detrás fallaban en su cometido.
Ninguno de los dos podía estar a la altura de las necesidades de estas depredadoras. Pero
en ese momento, ambas lo sabían: esto no era realmente sobre los vampiros. El verdadero
desafío estaba entre ellas, y ambas lo entendieron al mirarse a los ojos, intensas y
decididas.
Diana fue la primera en apartar al vampiro con un movimiento brusco, su mirada fija en
Alexia, llena de desafío. Alexia, con una sonrisa fría y decidida, hizo lo mismo. Sin
necesidad de palabras, sabían lo que venía. Este era el final, la prueba definitiva. Se
agacharon, casi sincronizadas, y sin perder ni un segundo, ambas se lanzaron sobre la otra,
llevando la batalla a una dimensión más íntima, más salvaje. Sus bocas encontraron los
cuerpos del contrario con la misma agresividad que habían mostrado en el combate físico, y
la sala se llenó de jadeos y suspiros intensos.
El calor entre ellas era insoportable, y el aire estaba cargado de deseo y tensión. Diana,
como siempre, atacó con la brutalidad de un licántropo, sus movimientos rápidos y
decididos, buscando dominar a Alexia en cada toque. Alexia, por su parte, no se dejó
intimidar. Usaba su astucia, su capacidad para leer cada reacción de Diana, intentando
mantener el control en una situación que se volvía cada vez más desbordante. Sus lenguas,
sus labios, todo en ellas era un arma, y ninguna estaba dispuesta a ceder.
Los jadeos de Alexia comenzaron a volverse más profundos, su cuerpo temblaba al borde
del colapso, pero se negaba a rendirse. Apretaba los dientes, luchando contra el clímax que
Diana parecía arrancarle con cada movimiento. Al mismo tiempo, Diana también sentía el
impulso creciente en su cuerpo, pero lo contenía con esa ferocidad que siempre la había
definido. Cada vez que Alexia intentaba empujarla al límite, Diana respondía con más
fuerza, más intensidad.
La batalla se prolongó, cada segundo un golpe más a su orgullo. Alexia sentía que estaba
al borde, sus jadeos se hacían incontrolables, y aunque su cuerpo quería rendirse, su mente
no lo permitía. Pero Diana, con una sonrisa feroz en los labios, sabía que tenía la ventaja.
Con un último movimiento decidido, Diana hizo que Alexia se derrumbara primero, el
cuerpo de la vampira sacudido por un clímax que no pudo contener.
Pero justo cuando Alexia cedía, Diana alcanzó el suyo, aunque manteniéndose firme, sin
perder la compostura. El cuerpo de Diana temblaba, pero su expresión de victoria lo decía
todo. Con una mirada llena de superioridad, Diana se apartó lentamente, observando a
Alexia con un aire triunfal. A pesar de haber llegado al clímax, Diana sabía que la victoria
era suya, una vez más.
Gracias por acompañarnos en este viaje al terror. ¡Nos vemos en el próximo episodio!”
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