El cazador de almas perdidas – Creepypasta 311.
Preludio al Caos.
La sede de La Purga en Quito estaba cubierta por una calma contenida. Con el traslado a
Guayaquil en dos días para continuar la cacería de Ragnarok, las tensiones parecían
haberse disipado temporalmente. Sin embargo, la fiesta de Anuel, una orgía conocida por
su descontrol total, estaba a solo 24 horas, y el equipo se preparaba mentalmente para lo
que vendría. Nadie sabía con certeza qué esperar, excepto caos y desenfreno.
Diana caminaba por los pasillos, sus pensamientos divididos entre el autocontrol que debía
mantener y la necesidad de desconectarse, al menos por una noche. Su relación con la
bestia dentro de ella era siempre un equilibrio frágil, y aunque intentaba ser el mejor ejemplo
posible para Olfuma, sabía que su pupila también tendría dificultades para contenerse
durante la fiesta. Olfuma poseía un olfato extraordinariamente agudo, y el entorno cargado
de la orgía sería una verdadera prueba para ella. Tyrannus, como líder de la manada,
había aceptado el desafío de cuidar a Olfuma, lo que le permitiría a Diana tener un respiro.
Cuando entró en la sala donde la esperaban, Tyrannus estaba sentado tranquilamente, con
una expresión serena que siempre transmitía control. Olfuma estaba a su lado, intentando
ocultar su nerviosismo bajo una fachada de seguridad. Diana no pudo evitar sentir una leve
culpa por pedirle a Tyrannus que asumiera su responsabilidad, pero sabía que él no lo veía
de esa manera.
—Tyrannus, sé que esto te pone una carga extra, pero necesito que te encargues de
Olfuma durante la fiesta —dijo Diana, cruzando los brazos mientras trataba de no sonar
incómoda—. Va a ser complicado para ella con tantos olores, y yo… necesito ese tiempo
para mí.
Tyrannus la miró con calma y sonrió de manera reconfortante.
—Diana, no tienes que sentirte culpable por esto. Cuidar de los nuestros es mi
responsabilidad como líder, y tú necesitas ese espacio. No hay ningún problema —dijo con
una tranquilidad que contrastaba con la tensión de Diana—. Yo me encargaré de Olfuma.
Esta será una lección importante para ella.
Diana asintió, sintiéndose algo más relajada al ver lo tranquilo que estaba Tyrannus.
—Gracias, Tyrannus. —Luego, giró hacia Olfuma, quien había estado observando la
conversación—. Y tú, Olfuma, debes concentrarte. Esto no será fácil, pero sé que puedes
manejarlo.
Olfuma asintió con determinación.
—Lo haré, Diana. No voy a fallar —respondió, su voz cargada de resolución a pesar de la
incertidumbre.
Mientras tanto, en otra parte de la sede, Andrés seguía sumido en sus pensamientos,
aislado del resto. Los recuerdos del Vaticano lo atormentaban, pero sabía que debía
enfocarse en la fiesta de Anuel. Ser el parejo masculino de la anfitriona implicaba una
responsabilidad que no podía ignorar. Violeta, quien sería la pareja femenina, parecía
mucho más relajada y emocionada por lo que estaba por venir. Anuel había diseñado un
plan audaz para la inauguración de la fiesta, y Andrés tendría que desempeñar un papel
clave en ello.
Reunidos en la sala donde el equipo de Lía solía reunirse, Anuel los había convocado para
discutir los últimos detalles. La fiesta era al día siguiente, y había algo que debían decidir
antes de que todo comenzara.
—Bueno, estamos a un día de la gran fiesta —dijo Anuel, cruzando los brazos con una
sonrisa juguetona—. Y hay un pequeño detalle que necesitamos resolver.
Violeta lo observó con una sonrisa de complicidad, claramente disfrutando de la situación.
—¿Qué tienes en mente? —preguntó, con un tono lleno de picardía.
Anuel se acercó un poco más, sus ojos brillando de emoción.
—He diseñado unos antifaces especiales. Cubrirán por completo nuestras caras y
características —explicó, sonriendo de lado—. Nadie sabrá quién es quién. Solo cuerpos en
su forma más pura. —Luego, su sonrisa se volvió más maliciosa—. Durante mi discurso
inaugural, quiero que uno de ustedes me dé sexo oral. La idea es descontrolarme mientras
hablo, hacerme perder el hilo. —Miró a Andrés y Violeta—. Necesito que decidan quién lo
hará.
Andrés levantó la mirada, sorprendido por la franqueza de la propuesta, mientras Violeta
soltaba una risa suave, claramente disfrutando del momento.
—Oh, Andrés… —dijo Violeta, acercándose con una sonrisa traviesa—. ¿No te gustaría
ser tú quien se encargue? Me encantaría verte hacer perder el control a Anuel.
Andrés la observó, algo incómodo, pero sabiendo que había una parte de él que lo tentaba
a aceptar.
—Tal vez tú lo disfrutarías más —respondió finalmente, intentando evadir el coqueteo.
Violeta sonrió aún más, acercándose un poco más a Andrés, con los ojos brillando de
picardía.
—¿Estás seguro? Podrías sorprendernos a todos, querido. Pero si prefieres que lo haga yo,
estaré encantada. Solo que… —bajó un poco la voz—. Apuesto que Anuel prefiere tus
labios.
Anuel las observaba, divertida por la tensión que se había creado. Lo cierto era que
cualquiera de los dos podía encargarse, y ya estaban en el centro de atención, pero
disfrutaba viendo cómo Violeta jugueteaba con Andrés.
—Decidan con calma —intervino Anuel, aún sonriendo—, pero recuerden, cuando empiece
la fiesta, no habrá vuelta atrás.
El silencio en la sala se hizo pesado por un momento. Violeta se mantuvo cerca de Andrés,
disfrutando de cada segundo de la incomodidad que le causaba, mientras Anuel miraba
divertida. Mañana todo comenzaría, y el caos estaría a la vuelta de la esquina.
El silencio inicial en la sala era apenas el preludio de lo que estaba por desencadenarse.
Violeta, más cerca de Andrés de lo que él quisiera, mantenía una sonrisa cargada de
provocación mientras Anuel observaba a ambos, claramente disfrutando la tensión. A pesar
de las miradas contenidas, no había escapatoria; tenían que resolver quién sería el que
participara en el evento inaugural de la orgía.
Violeta rompió el silencio con una sonrisa que era más un desafío que una muestra de
alegría.
—¿De verdad piensas que debería hacerlo yo? —dijo, su tono afilado, casi burlón—.
Vamos, Andrés, todos sabemos que lo tuyo con Laura ya no va a ningún lado. Dejaste de
escribirte con ella, ¿no? Entonces, ¿qué estás esperando? —Su voz se llenó de un tono
más agrio mientras cruzaba los brazos—. Ya ni siquiera tienes esa excusa de que estás
esperando por ella.
Andrés se tensó. El tema de Laura era algo que había evitado enfrentar, pero Violeta lo
estaba arrastrando al centro de la conversación sin piedad.
—Eso no tiene nada que ver con esto, Violeta —replicó, su tono más defensivo de lo que
quería—. Mis decisiones no giran en torno a Laura ni a nadie más. Mis votos son algo que
siempre he mantenido por mí mismo, no por ella.
Violeta soltó una risa sarcástica, dando un paso hacia él, sus ojos cargados de desafío.
—¿Ah, sí? —dijo, su voz elevándose ligeramente—. ¿De verdad? Porque, sinceramente,
nunca te vi tan “casto” cuando te pasabas el tiempo escribiéndote con ella. ¿O qué? ¿Es
que ya te cansaste de esperar sus respuestas? Porque de lo que sé… no has vuelto a
escuchar nada de ella desde que regresaste del Vaticano.
Andrés sintió cómo la sangre le subía al rostro. Violeta lo estaba empujando, y lo peor era
que tenía razón. Desde que regresó de su misión en el Vaticano, Laura había dejado de
comunicarse con él. Sin embargo, no estaba dispuesto a dejar que eso definiera sus
decisiones.
—Eso ya no importa, Violeta —respondió, intentando mantener la calma—. Laura no tiene
nada que ver con esto. Esto es sobre lo que creo, sobre lo que he decidido para mí.
Anuel, que había estado observando con una sonrisa divertida, decidió intervenir, su tono
calmado pero picante.
—Interesante… muy interesante —dijo, acercándose un poco más—. Sabes, Andrés, a
veces lo que “decidimos” para nosotros mismos puede volverse un escudo. ¿Es posible que
sigas aferrado a algo porque temes lo que sucederá si lo sueltas?
Andrés la miró, claramente incómodo, pero Anuel no había terminado.
—Mira, los votos están bien y todo, pero estamos en La Purga. Nada de lo que eras antes
tiene que definir lo que eres aquí. —Anuel levantó uno de los antifaces con una sonrisa
maliciosa—. Además, con estos, nadie sabrá quién eres. Todos se verán igual. ¿Qué mejor
oportunidad para experimentar algo completamente nuevo sin las ataduras del pasado?
Violeta sonrió aún más ampliamente, aprovechando el comentario de Anuel.
—¿Ves, Andrés? Nadie va a saber que eres tú. Podrás hacer lo que quieras y, al final,
seguirás siendo ese chico que guarda sus votos. Pero, sinceramente, ¿por qué seguir con
eso? Ya dejaste de hablar con Laura, y no parece que las cosas vayan a cambiar. —Violeta
lo miró directamente a los ojos, su tono más serio, pero aún cargado de desafío—. ¿No
crees que es hora de soltar eso?
Andrés respiró hondo, sintiendo que estaba siendo acorralado. Sabía que Violeta estaba
intentando llevarlo a su punto de ruptura, y Anuel, aunque más sutil, estaba ayudando. Pero
la verdad era que, por más que intentara ignorarlo, Laura había sido un ancla para él, y su
silencio había dejado un vacío que no sabía cómo llenar.
—No es tan simple como soltarlo —respondió finalmente, con un tono más bajo—. No
puedo simplemente olvidarme de todo lo que he creído solo porque ya no hablo con ella.
Violeta aprovechó el momento, su tono volviéndose más agudo, casi venenoso.
—¿Qué te detiene entonces? ¿Sigues pensando que Laura va a aparecer de repente y
todo va a volver a ser como antes? —Su voz se tornó más burlona—. Te lo digo ahora,
Andrés. No va a pasar. Ya has visto lo que pasa aquí. Las personas cambian, evolucionan.
Y tal vez sea hora de que tú también lo hagas.
Andrés cerró los ojos un segundo, intentando calmarse. Todo lo que Violeta decía
golpeaba en lugares sensibles, pero no estaba dispuesto a dejarse llevar por completo.
Anuel volvió a intervenir, pero esta vez con un tono más suave, aunque claramente
interesado en que la situación se resolviera pronto.
—Mira, Andrés, entiendo que lo que Violeta está diciendo puede ser duro, pero no puedes
negar que tiene un punto. —Hizo una pausa, observando a Andrés de cerca—. Todos aquí
estamos lidiando con algo, con alguna clase de lucha interna. Esta fiesta no es solo una
orgía, es una oportunidad para liberarse de esas cadenas que nos arrastran. Y créeme, tú
tienes un montón de ellas.
Desde el fondo de la sala, Fabián y Drex, que habían llegado poco antes, intercambiaron
miradas mientras escuchaban la conversación. Su intención había sido hablar con Andrés
sobre lo que había ocurrido con Laura, pero al ver cómo la situación se desarrollaba,
decidieron quedarse al margen, escuchando atentamente.
Drex mantuvo su habitual expresión neutral, aunque sus ojos seguían cada palabra con
atención. Fabián, por su parte, cruzó los brazos y frunció el ceño, claramente incómodo por
el rumbo que había tomado la conversación. Sabía que lo que estaba sucediendo aquí tenía
más implicaciones de las que ellos podían entender en ese momento.
—Tal vez lo que necesitas es exactamente esto —continuó Anuel, sin dejar de mirar a
Andrés—. No porque te vayas a “romper”, sino porque tal vez descubrirás algo sobre ti
mismo que no has querido ver. Y los antifaces te darán el anonimato que necesitas para
soltarte sin miedo. Solo cuerpos, sin nombres, sin identidades.
Violeta dio el golpe final, su tono más afilado que nunca.
—Es simple, Andrés. Deja de esconderte detrás de Laura y esos votos que, para ser
honesta, no sirven de mucho aquí. Si te lo guardas todo, terminarás pudriéndote. Así que,
¿vas a ser tú quien lo haga o vas a dejar que sea yo la que se encargue? —Su sonrisa
volvió a florecer, pero esta vez con un filo más cortante—. Porque créeme, yo no tengo
problema en hacerlo, pero sería mucho más interesante verte a ti en ese papel. ¿No te
gustaría probar qué se siente no ser el “bueno” por una vez?
El silencio en la sala era denso. Andrés sintió el peso de todo lo que le habían dicho. Sabía
que en el fondo había verdad en cada una de sus palabras, por más dolorosas que fueran.
Sus votos, Laura, su autocontrol… todo estaba siendo cuestionado, y tal vez, solo tal vez,
era el momento de dejarlo ir, al menos por una noche.
Finalmente, respiró hondo y habló, con voz firme.
—Está bien. Lo haré yo.
Violeta sonrió, satisfecha, mientras Anuel asintió con una expresión de satisfacción.
—Sabía que tomarías la decisión correcta —dijo Anuel, con una sonrisa más amplia—. Y
no te preocupes, Violeta, como dije antes, tendrás muchas oportunidades para disfrutar en
la fiesta. —Guiñó un ojo, disfrutando del resultado de la conversación.
Anuel no podía contener la euforia que le recorría el cuerpo. Saber que Andrés, el mismo
Andrés que siempre se aferraba a sus votos de castidad, sería quien se arrodillaría ante
ella en el evento inaugural, la llenaba de una satisfacción tan intensa que no pudo evitar
gritar su triunfo.
—¡Esto es lo que estaba esperando! —exclamó, con una risa llena de desenfreno—. ¡El
casto, el controlado Andrés finalmente va a romperse, y lo hará por mí, en mi fiesta! ¡Esto
va a ser glorioso!
Giró sobre sí misma, su cuerpo vibrando de pura emoción. Verlo caer bajo su influencia
sería el momento que marcaría el inicio de la orgía, y estaba segura de que esa imagen
quedaría grabada en la mente de todos los presentes. El hecho de que Andrés, el cazador
más contenido de La Purga, fuera el primero en descontrolarse, era la pieza clave que
haría de esta una noche legendaria.
—¡Y no solo eso! —continuó, su voz llena de anticipación—. ¡Cuatro licántropos en una sola
noche! ¡Esto será un espectáculo como nadie ha visto jamás! —Anuel soltó una carcajada,
visualizando la energía salvaje que esos seres desatarían en la fiesta. Sabía que tener
licántropos entre los invitados llevaría todo a un nivel de intensidad inigualable.
Caminó de un lado a otro, sin poder contener la sonrisa que se extendía por su rostro. Los
licántropos traerían consigo una energía primitiva, una fuerza indomable que garantizaría
que todos los presentes se dejaran llevar por el desenfreno. Anuel sentía que lo tenía todo
bajo control, y esa certeza la llenaba de un placer desbordante.
—¡Esto va a ser un éxito total! —gritó, alzando los brazos al aire—. ¡Nadie va a olvidarse de
esta fiesta! ¡Andrés rompiendo sus votos, los licántropos desatados, todo bajo mis reglas!
¡Esto es justo lo que había planeado!
Anuel dejó escapar una carcajada más, su risa resonando por la sala mientras imaginaba lo
que estaba por venir. Todo estaba en su lugar. Andrés había caído, los licántropos se
sumaban al caos, y ella, la anfitriona, sería quien se llevaría el crédito por la noche más
desenfrenada que La Purga había visto jamás. La fiesta estaba destinada a ser un éxito
absoluto, y Anuel ya podía saborear la victoria.
Gracias por acompañarnos en este viaje al terror. ¡Nos vemos en el próximo episodio!”
¿Te gustaría disfrutar de este contenido en formato de AUDIO LIBRO GRATIS? Aprovecha!!
Recuerda que siempre puedes volver a consultar nuestros libros en formato de AUDIO LIBRO GRATIS en nuestro canal de Youtube. NO OLVIDES SUSCRIBIRTE
Recibe un correo electrónico cada vez que tengamos un nuevo libro o Audiolibro para tí.
You have successfully joined our subscriber list.
Disfruta GRATIS de los mejores libros para Leer o Escuchar sobre Esoterismo, Magia, Ocultismo.
Disfruta GRATIS de los mejores libros para Leer o Escuchar para los pequeños grandes del mañana.
Disfruta de la historia de Terror más oscura y MARAVILLOSA que está cautivando al mundo.
Retira en Nequi, Daviplata, Tarjetas Netflix, Bitcoin, Tarjeta Visa Prepagada, ETC.