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El cazador de almas perdidas – Creepypasta 232: Cuentos de Hombres Lobos

La Decisión de la Manada.

La luz de la tarde en la sede de la Purga proyectaba sombras alargadas en el patio de entrenamiento donde la manada se había reunido. Tatiana observó con seriedad a Tiranus, Diana, Drex, y Olfuma, sabiendo que las palabras que estaba por pronunciar cambiarían la estructura de su grupo para siempre.

“Asha ha dado su permiso,” dijo Tatiana, manteniendo su tono firme, “para que Olfuma sea convertida en licántropa y se una a la manada.”

El anuncio resonó en el grupo, y todos guardaron silencio por un momento, evaluando las implicaciones. Olfuma, con un brillo de emoción en sus ojos, avanzó un paso, esperando la respuesta de los suyos.

Tiranus, con los brazos cruzados, miró a Tatiana y luego a Olfuma. “Es una decisión importante,” dijo, su voz profunda y cargada de responsabilidad. “Convertirse en licántropa no solo implica cambiar tu forma, sino formar un vínculo para siempre con quien te convierte. Y ese lazo no se rompe.”

Diana asintió, pero su expresión era seria. “Es un compromiso que no se puede tomar a la ligera. El que te convierta será tu guía, tu vínculo directo en esta nueva vida. Si no se elige bien, podría ser un desastre.”

Tatiana observó a la manada, consciente de la dificultad que enfrentaban. “Por eso estamos aquí, para decidir juntos. No solo si Olfuma se unirá completamente a la manada, sino quién será el responsable de guiarla en este proceso.”

Drex, que había permanecido en silencio, habló con calma. “No puedo ser yo. Mi conexión con el tótem es algo que ni siquiera comprendo del todo. Nadie sabe cómo reaccionaría en este caso, y no podemos arriesgar la vida de Olfuma.”

Olfuma asintió, como si ya supiera esa respuesta. “Lo entiendo, Drex. Lo que tienes con el tótem es algo especial, pero también peligroso. No quiero arriesgarme.”

Diana, que había estado mirando atentamente a Olfuma, percibió el peso de la decisión en su mirada. “¿Has pensado quién podría ser?”

Olfuma la miró directamente, sus ojos llenos de determinación. “Quiero que seas tú, Diana. Eres la que más me ha apoyado desde que llegué a la manada. Confío en ti.”

Diana se quedó en silencio, sus ojos fijos en los de Olfuma. Había un vínculo entre ellas, pero convertir a alguien era un paso enorme, y la responsabilidad era inmensa. “Olfuma, debes entender que no es tan simple. Mi cercanía con la bestia no me deja ser siempre quien quiero ser. Si te convierto, ese lazo será inquebrantable. Tendrás que aceptar todo de mí, incluso la oscuridad.”

Tiranus intervino, con el ceño fruncido. “Diana es una buena opción, pero es un riesgo. Sabes que nuestra naturaleza no es fácil de controlar, y la cercanía de Diana con su bestia es profunda. Además, yo también tengo mis reservas. No soy un mentor paciente, y esto requiere tiempo.”

Tatiana observó la tensión en el grupo, sabiendo que la decisión no sería sencilla. “Es cierto. Convertir a alguien significa tomar una responsabilidad que afectará a toda la manada. Diana, ¿estás dispuesta a asumir ese riesgo?”

Diana miró a Olfuma, la seriedad en sus ojos evidente. “Si tú lo deseas, y entiendes lo que implica, lo haré. Pero debes estar segura, Olfuma. Una vez que te convierta, no habrá marcha atrás.”

Olfuma no desvió la mirada. “Lo sé. Y quiero que seas tú. Sé lo que implica, y estoy dispuesta a aceptar todo lo que venga.”

Tatiana asintió, viendo la resolución en ambos. “Entonces, cuando regresemos de Puma Punku, haremos la conversión. Este es un paso importante para la manada, y debemos estar unidos en esto.”

Tiranus se acercó a Diana y Olfuma, colocándoles una mano en el hombro. “Estaremos contigo en esto, Olfuma. Pero recuerda, una vez que eres parte de la manada, todo lo que hagas nos afecta a todos.”

Diana sonrió levemente, asintiendo a las palabras de Tiranus. “Lo que somos es una responsabilidad. Pero si te conviertes, estaremos a tu lado para enseñarte lo que significa ser una de nosotros.”

Mientras tanto, en otra parte de la sede, Oscar y Lía se tomaban un momento en un balcón, observando el bullicio de los preparativos desde la distancia. El aire de la tarde soplaba con suavidad, moviendo los mechones de cabello de Lía, que observaba a Oscar con una expresión pensativa.

“Siempre estás en tensión antes de una misión,” comentó Lía, su tono suave y cercano.

Oscar se encogió de hombros, su mirada fija en el horizonte. “Con mi pasado, es difícil dejar de estarlo. Cada misión es un recordatorio de las cosas que hice.”

Lía lo miró con comprensión. “Y, sin embargo, estás aquí. A veces me pregunto por qué no te permites ver más allá de eso.”

Oscar la observó por un momento, sus facciones suavizándose ligeramente. “Es complicado. Pero sé que contigo, al menos, tengo algo más.”

Lía sonrió, tocando suavemente su mano. “Entonces, apóyate en eso. Porque en Puma Punku, todos necesitaremos una razón para pelear, algo que vaya más allá del pasado.”

En una sala de preparación, Fabián y Andrés revisaban el equipo, la luz de las lámparas creando un ambiente cálido pero cargado de tensión. Fabián, con su característica calma, notó la inquietud en Andrés, quien parecía perdido en sus pensamientos mientras organizaba las cruces y talismanes.

“Andrés,” comenzó Fabián con suavidad, “sé que ver a Drex no es fácil para ti. Pero tienes que recordar que lo que ves no es la verdad.”

Andrés levantó la mirada, los ojos cansados. “Lo sé, pero cada vez que cierro los ojos, veo lo mismo: Drex arrancándome el corazón. Es difícil superar algo así.”

Fabián suspiró, colocándole una mano en el hombro. “Asha plantó esos recuerdos en ti para manipularte. Drex no es el monstruo que ves. Él está aquí para cumplir su papel, como todos nosotros. Debemos recordar que está de nuestro lado.”

Andrés apretó los labios, con un destello de frustración en sus ojos. “Intentaré verlo de esa manera, Fabián. Pero no es fácil cuando esa imagen me persigue cada noche.”

“Lo entiendo,” respondió Fabián con compasión. “Pero mientras estemos juntos en esto, no permitas que esas visiones te aparten de la realidad. Confía en que Drex está aquí para ayudar, no para destruir.”

Andrés asintió, aunque la lucha en su interior seguía siendo evidente. “Lo intentaré. Gracias, Fabián.”

Fabián le sonrió con calma. “Siempre estamos en esto juntos, Andrés.”

La tarde continuaba avanzando, y los preparativos para la misión en Puma Punku se intensificaban. Mientras cada miembro se preparaba para el desafío que los aguardaba, sabían que la lealtad, la confianza y las decisiones difíciles serían sus mayores armas en lo desconocido.

El viento frío de las ruinas de Puma Punku soplaba con fuerza, levantando polvo y cenizas antiguas que se mezclaban con las sombras de la noche. Las imponentes estructuras de piedra, fragmentadas y diseminadas por el lugar, parecían murmurar secretos en un idioma olvidado. El equipo de la Purga estaba desplegado, afinando los últimos detalles para la operación, cada miembro ocupando su lugar con precisión y alerta.

En medio de la actividad, Drex caminaba en silencio, escudriñando el lugar hasta que finalmente localizó a Andrés. Estaba solo, de pie junto a uno de los bloques de piedra, observando la oscuridad como si buscara respuestas en el vacío. Drex se detuvo a unos pasos de él, notando la tensión en los hombros de Andrés, la forma en que sus manos se apretaban y aflojaban, como si luchara contra algo invisible.

“Andrés,” dijo Drex, su voz firme, pero sin rastro de hostilidad. “¿Todo bien?”

Andrés no se giró de inmediato, y cuando lo hizo, sus ojos mostraban la fatiga y el dolor que llevaba arrastrando desde hacía semanas. “Drex… no lo sé. Honestamente, no lo sé.”

Drex se acercó, apoyando una mano en uno de los bloques de piedra mientras se inclinaba ligeramente hacia Andrés. “Sé que los sueños te están afectando. Que cada vez que cierras los ojos, ves una versión de mí arrancándote el corazón. Y sé que es la obra de Asha.”

Andrés apretó los labios, intentando mantener la compostura. “No sé cuánto más puedo aguantar, Drex. Ya no duermo, no descanso. Es como si cada vez que abro los ojos, una parte de mí quedara atrapada en ese maldito sueño.”

Drex lo observó con una mirada seria, pero no desprovista de empatía. “Mira, no nos conocemos tanto. Y lo único que tenemos en común es Fabián, pero eso no significa que no entienda por lo que estás pasando.”

Andrés asintió, su respiración pesada. “¿Y qué se supone que haga? ¿Cómo se supone que enfrente algo que me persigue incluso cuando estoy despierto?”

Drex hizo una pausa, el viento moviendo su cabello mientras la luz de la luna proyectaba sombras sobre su rostro. “Hay una manera… pero no es fácil, y es algo que debes considerar con cuidado.”

Andrés lo miró, la desesperación era palpable en sus ojos. “¿Qué es? Cualquier cosa que me saque de esto…”

Drex lo miró directo a los ojos, su voz se volvió grave, casi un susurro. “Asha. Si vas y le dices a Asha que no puedes más, que no soportas este sueño, ella podría quitarlo. Pero hay un precio. Asha disfruta haciendo estas torturas. Las saboreaba. Y si le pides que te libere, no será rápido ni sencillo.”

Andrés frunció el ceño, confundido pero interesado. “¿Qué quieres decir?”

Drex se apartó del bloque, acercándose un poco más a Andrés, su tono se volvió más intenso. “Asha disfruta torturando. Es lo que la hace feliz, es parte de lo que ella es. Pero también es una especie de intercambio. Si le pides que te quite el sueño, probablemente aceptará, pero a cambio, tendrás que soportar su tortura de forma directa. No serán pesadillas, será real. Ella te destruirá, Andrés. Pero cuando haya terminado, te dejará en paz.”

Andrés se quedó en silencio, su rostro reflejando un torbellino de emociones. “¿Y tú crees que eso es una solución?”

Drex se encogió de hombros. “Es lo único que puedo ofrecerte. La mayoría de nosotros aquí ha pasado por las manos de Asha en algún momento. Yo sé lo que es eso… Y sé que, por oscuro que sea el túnel, al final hay algo de paz. Te deja seguir adelante porque ya no eres un desafío para ella.”

Andrés apretó los puños, la rabia y el miedo mezclándose en sus ojos. “¿Y tú crees que vale la pena pasar por eso?”

Drex lo miró con una franqueza brutal. “Es algo que solo tú puedes decidir. Pero te puedo decir una cosa: lo que te está haciendo ahora no es vivir. Asha es cruel, sí, pero una vez que obtiene lo que quiere, pasa a la siguiente víctima. Y si le ofreces lo que quiere, tal vez puedas seguir con tu vida.”

Andrés se quedó en silencio, las palabras de Drex resonando en su mente. Sabía que Drex no estaba mintiendo. Asha era un ser de tortura y placer sádico, pero también era predecible en su crueldad. La idea de enfrentarse a ella directamente lo llenaba de terror, pero, al mismo tiempo, la posibilidad de liberarse de las pesadillas que lo consumían era tentadora.

Drex observó la lucha interna en los ojos de Andrés y, por un momento, su expresión se suavizó. “No te lo digo porque sea fácil, Andrés. Te lo digo porque, a veces, la única manera de enfrentar el miedo es mirarlo directo a los ojos.”

Andrés tragó saliva, asintiendo lentamente. “Lo pensaré.”

Drex le dio una palmada en el hombro, un gesto breve pero significativo. “Eso es todo lo que te pido. Aquí nadie está solo, aunque a veces lo parezca.”

Andrés asintió en silencio, viendo cómo Drex se alejaba para retomar su posición en el campamento. Se quedó solo en la penumbra, sus pensamientos girando en su mente. La opción que Drex le ofrecía no era sencilla, pero, por primera vez en mucho tiempo, parecía tener una salida, aunque estuviera envuelta en oscuridad.

Mientras la noche avanzaba en las ruinas de Puma Punku, Andrés se quedó allí, enfrentándose a su propia batalla interna, sabiendo que, sin importar lo que decidiera, su vida cambiaría para siempre.

Gracias por acompañarnos en este viaje al terror. ¡Nos vemos en el próximo episodio!”

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