La sala del Centro de Operaciones de la sede de la Purga estaba en silencio, el aire cortado solo por el murmullo de los hologramas que proyectaban el mapa de Puma Punku sobre la mesa central. La luz matinal entraba con fuerza, revelando las figuras de Vambertoken, Asha, María y Tatiana alrededor de la proyección, cada uno con una mirada fija, cargada de tensión y responsabilidad.
Vambertoken, imponente y sereno, observaba el mapa con los ojos entrecerrados, su voz era firme y resonante, una orden imposible de desobedecer. “Tatiana, han llegado los refuerzos de Oricalco. Evalúa sus capacidades y asigna a los más aptos. No puedo permitirme que esta misión en Puma Punku falle.”
Tatiana asintió con seguridad. Era la líder de Oricalco y se había enfrentado a decisiones de vida o muerte en incontables ocasiones. “Entendido, Vambertoken. Supervisaré personalmente las asignaciones y prepararé al equipo para el despliegue.”
Él no apartó la mirada de la proyección mientras continuaba, su tono inquebrantable. “Esta no es una incursión cualquiera. Tú y Drex liderarán al escuadrón. Utilizarás todos los recursos que sean necesarios.”
Tatiana percibió el peso de la orden y, aunque su rostro se mantenía sereno, preguntó con cautela. “¿Activaremos el tótem en su máximo poder?”
Asha, que hasta entonces había permanecido en silencio, alzó la mirada hacia Tatiana, sus ojos como esmeraldas que destellaban con una serenidad peligrosa. Sus movimientos eran lentos, cada gesto calculado con la gracia de una emperatriz que controlaba todo a su alrededor. Con una mano, acariciaba el cabello de María, cuya presencia era un reflejo de sumisión total a su voluntad.
“Querida Tatiana,” susurró Asha con una voz suave, casi como una caricia, “es el momento de ver lo que realmente pueden hacer tú y Drex. El quinto sello del collar de las cinco capas se activará, y con ello, el poder del tótem en su máxima expresión. Quiero que los espectros de licántropos se desplieguen en su totalidad, con la fuerza y la precisión que esperamos. Este es tu momento para demostrar de qué estás hecha.”
Sus palabras, aunque amables, llevaban consigo una autoridad que no podía ser cuestionada. Tatiana asintió, consciente de que la responsabilidad que recaía sobre ella y Drex era inmensa. “Si Drex y yo lideramos, activaré el quinto sello y desataremos todo el poder del tótem.”
De pronto, la puerta de la sala se abrió de golpe. Olfuma entró con paso rápido, su respiración era pesada y sus movimientos, erráticos, recordaban al frenesí de un licántropo en su forma humana. Sus ojos brillaban con una intensidad casi desquiciada, buscando atención.
“He encontrado mi lugar. Quiero ser parte de la manada,” proclamó, con una urgencia que vibraba en cada palabra.
Asha giró su rostro hacia Olfuma, una sonrisa delicada y enigmática asomando en sus labios. La mirada que le dirigió era una mezcla de interés y entretenimiento, como si el espectáculo le pareciera fascinante. “Olfuma, querida,” dijo en un tono que era dulce y gélido al mismo tiempo, “¿ya te has transformado en una de nuestras bestias, o es solo una ilusión que ansías alcanzar?”
Tatiana miró a Olfuma, y luego volvió sus ojos a Asha, evaluando cada palabra antes de hablar. “No, Asha. Olfuma sigue siendo ella misma. No se ha transformado.”
Asha emitió una suave risa, fina como el cristal, pero tan afilada como una hoja. “Tatiana, no seas ingenua. Si nuestra querida Olfuma desea tanto ser parte de la manada, deberíamos concederle ese honor, ¿no? No perderá lo que la hace valiosa; al contrario, la transformación solo profundizará su vínculo con nosotros. Será aún más útil. ¿O acaso dudas de mis intenciones?”
Tatiana, consciente del juego que Asha planteaba, asintió lentamente. “Si ese es el caso, hablaré con los licántropos y veré cómo proceder. Si Olfuma realmente ha encontrado su lugar, entonces la transformaremos.”
Vambertoken, que había estado observando en silencio, habló entonces, su voz un eco de autoridad que parecía llenar cada rincón de la sala. “Tatiana, recuerda tus prioridades. Antes de cualquier decisión sobre Olfuma, quiero que los refuerzos estén listos y asignados. Esta misión en Puma Punku es crucial. Activa el quinto sello del tótem y muéstrame el verdadero poder que pueden desatar.”
Tatiana asintió con firmeza, comprendiendo la magnitud de lo que se le pedía. “Entendido, Vambertoken. Drex y yo lideraremos la operación y activaremos el quinto sello.”
Asha, sin perder su elegancia, esbozó una sonrisa que destilaba satisfacción. “Entonces, veremos si tú y tu bestia cumplen con las expectativas. Los espectros deben surgir con la fuerza de una tormenta, sin dejar resistencia alguna en pie. Espero que nos sorprendan.”
María, a su lado, permanecía en silencio, como una sombra fiel que seguía los designios de Asha sin cuestionar. Tatiana sabía que, en esa sala, cada decisión era parte de un juego mucho mayor, un diseño perfectamente calculado por Vambertoken y Asha. Ahora, era su turno de liderar con Drex y demostrar que estaban a la altura de las expectativas, desplegando todo el poder del tótem en Puma Punku.
Tatiana abandonó el Centro de Operaciones con pasos firmes, las instrucciones de Vambertoken y Asha aún frescas en su mente. La misión en Puma Punku no era una simple operación: era una oportunidad para demostrar lo que Drex y ella podían hacer al desatar el verdadero poder del tótem. El quinto sello sería activado, y sabía que necesitarían a los mejores combatientes. Al caminar por los fríos pasillos de la sede, su mente estaba enfocada en cada detalle de lo que debía hacerse.
Al llegar a la zona de entrenamiento, lo encontró: Drex, en su papel habitual, entrenando y supervisando a las tropas con la intensidad que lo caracterizaba. Su figura imponente se movía con precisión entre los soldados, observando cada movimiento y midiendo la respuesta de cada uno. Cuando la vio acercarse, sus ojos se encontraron, y él le hizo una señal para que lo siguiera, apartándose a un rincón más apartado.
“Tatiana,” dijo Drex, con su voz baja y segura. “¿Qué órdenes tenemos?”
Tatiana lo miró con la seriedad que la situación ameritaba. “Puma Punku. Vambertoken y Asha quieren que tú y yo lideremos la operación. Activaremos el quinto sello del tótem. Necesitamos a las diez mejores unidades. Quiero que las elijas tú mismo.”
Drex asintió, con una calma que demostraba su experiencia. “Entendido. Ya tengo algunos nombres en mente. Nos aseguraremos de que estén listos.”
Mientras hablaban, un aroma penetrante alcanzó las fosas nasales de Tatiana, un olor que no había percibido en meses, pero que conocía demasiado bien. Instintivamente, su cuerpo se tensó, sus sentidos agudizados por la sincronía que había desarrollado tras el ritual del tótem. Miró hacia una de las esquinas de la sala, donde una figura emergía de las sombras.
Allí estaba Alexia, la cazadora que había transformado a Drex en licántropo y quien les había entregado el tótem en la Isla de Pascua. Su mirada era ahora serena, como la de alguien que había encontrado paz tras años de tormento. Tatiana sintió cómo la ira se encendía en su interior, pero también cómo las preguntas se acumulaban en su mente.
“¿Qué haces aquí?” Su voz era un filo helado que cortaba el aire. Había algo en esa mujer que siempre la había desconcertado, y después de todo lo que habían pasado por el tótem, verla de nuevo le despertaba recuerdos amargos.
Alexia mantuvo su postura, sin inmutarse. “Después de que ustedes se llevaron el tótem, recuperé mi claridad. Me liberé de su influencia. La Purga era lo único que me quedaba, así que vine aquí. Es lo que siempre he hecho: cazar.”
Tatiana sintió que la furia ardía en sus venas, pero Drex, consciente de lo que estaba a punto de suceder, se colocó entre ambas, levantando una mano en señal de calma. “Tatiana, basta. Alexia nos advirtió. Sabíamos lo que el tótem había hecho con ella y aun así elegimos usarlo.”
Tatiana apretó los dientes, pero no apartó la mirada de Alexia. “Sí, lo sé. Pero eso no quita que estuvimos al borde de la muerte por esa decisión. No era fácil estar ahí mientras veíamos cómo el tótem nos devoraba.” Sus palabras no eran un reproche directo, pero estaban cargadas del dolor de lo que habían vivido.
Alexia se mantuvo firme, sus ojos reflejando la calma de alguien que había enfrentado sus propios demonios. “Yo fui clara desde el principio, Tatiana. Les advertí que el tótem me había consumido, que me había robado la identidad y convertido en algo que no reconocía. Pero ustedes decidieron seguir adelante. Sabían lo que arriesgaban.”
Tatiana respiró hondo, intentando contenerse. Sabía que Alexia tenía razón. “Sí, lo sabíamos. Y ahora pagamos el precio. Pero verte aquí, como si nada, después de todo lo que soportamos, no es fácil.”
Drex, siempre conciliador, miró a Tatiana con una calma que solo él podía tener en medio de esa tensión. “Nosotros tomamos esa decisión. Ella cumplió con su parte y nos dio las advertencias necesarias. Nadie nos forzó.”
Tatiana se giró hacia Drex, su mirada suavizándose ligeramente, aunque todavía cargada de emociones. “Lo sé, Drex. Pero a veces es más fácil culpar a alguien que aceptar que fue nuestra elección.” Se volvió de nuevo hacia Alexia. “Si estás aquí para cazar, como dices, entonces cumple con tu deber. Yo lo haré con el mío.”
Alexia asintió, aceptando las palabras de Tatiana sin rastro de desafío en su rostro. “Eso es lo que planeo hacer. La caza es lo que sé, y la Purga me dio la oportunidad de volver a hacerlo. No vengo a pedir perdón, solo a hacer lo que se espera de mí.”
Tatiana la miró por un instante más, evaluando cada palabra, cada expresión. Finalmente, asintió. “Entonces hazlo bien. Nosotros tenemos una misión que cumplir en Puma Punku. La Purga no tolera errores.”
Alexia sostuvo su mirada, y una pequeña sonrisa, cansada pero honesta, apareció en su rostro. “Siempre lo he hecho.”
Tatiana se giró para alejarse, pero Drex la detuvo un momento, con la mirada fija en Alexia. “Estás con nosotros ahora. Más allá de lo que pasó, Puma Punku será una prueba para todos.” Sus ojos mostraban una franqueza que solo él podía mantener incluso en una situación como esa. “Espero que estemos listos.”
Alexia asintió, su voz apenas un susurro. “Lo estaremos.”
Tatiana y Drex se alejaron, dejando atrás a Alexia en la penumbra de la sala. Ambos sabían que la misión en Puma Punku era solo el inicio de lo que el tótem y su poder podían desatar.
Tatiana y Drex caminaban juntos por los pasillos de la sede de la Purga, sus pasos firmes y sincronizados. El aire estaba cargado con la tensión del encuentro reciente con Alexia, pero ambos sabían que no podían permitirse distracciones. La misión en Puma Punku era prioritaria, y la selección de las unidades para el escuadrón debía ser perfecta.
“Tenemos que centrarnos en la misión,” dijo Tatiana, dejando de lado el tema de Alexia. “Asha y Vambertoken estarán allí, y llevarán a María. Tú y yo lideraremos la operación y el uso del tótem, pero necesitamos las diez unidades adicionales.”
Drex asintió. “Fabián debe ser el primero. Si ya regresó del Vaticano, él es clave. Además, Julián y Andrés lo acompañarán. Su experiencia y habilidades en combate son esenciales.”
“Correcto,” respondió Tatiana, “Fabián y sus compañeros nos darán estabilidad y fuerza. Con ellos tres, tenemos aún siete espacios disponibles.”
Drex continuó, con un tono reflexivo. “La manada debe ir también: Tiranus, Diana y Olfuma. No solo tenemos la conexión que compartimos gracias al tótem, sino que su fuerza y sincronía son imprescindibles.”
Tatiana asintió, reconociendo la lógica. “Es una elección clara. Tiranus y Diana son líderes natos, y Olfuma ha demostrado ser un elemento confiable desde que se integró.”
“Eso nos deja con cuatro posiciones,” Drex prosiguió. “Oscar debería ser uno de ellos. Con su experiencia en Muerte Plata, si encontramos tecnología relacionada con Ragnarok, él será invaluable.”
Tatiana se detuvo un instante, evaluando su propuesta. “Es un riesgo por su pasado, pero su conocimiento nos puede dar una ventaja táctica importante. Está bien.”
Drex asintió. “Llevaremos a Lía también. Tiene siglos de experiencia como vampira y ha trabajado con Oscar en numerosas misiones. Su lealtad y habilidades son necesarias.”
Tatiana reflexionó y asintió. “Lía es una combatiente capaz y su conocimiento nos puede beneficiar.”
“Nos quedan dos más,” dijo Drex. “Anuel será una de ellas. Como druida, sus habilidades de sanación y protección nos pueden dar una ventaja crucial, especialmente si el tótem desata energías que no podemos controlar.”
Tatiana sonrió levemente. “Es una buena elección. Anuel siempre ha sido fiable y su magia natural podría mantenernos en pie en una crisis.”
Drex continuó, cerrando la lista. “Para el último lugar, propongo a Raúl, el líder de Skywalker. Su equipo siempre ha demostrado ser eficiente, y su experiencia en tácticas de combate y manejo de situaciones extremas lo convierten en un recurso invaluable.”
Tatiana lo miró con aprobación. “Raúl es una apuesta segura. No busca favores ni tiene lealtades divididas. Es el tipo de persona que necesitamos en una misión de este calibre.”
Drex asintió, satisfecho con la selección. “Entonces, el equipo está completo: Fabián, Julián, Andrés, Tiranus, Diana, Olfuma, Oscar, Lía, Anuel y Raúl. Con este escuadrón, tendremos lo necesario para enfrentar lo que sea que encontremos en Puma Punku.”
Tatiana se detuvo un momento, respirando hondo. “Es un equipo fuerte. Nos aseguraremos de que cada uno esté preparado. Puma Punku no será fácil, pero si alguien puede manejar lo que estamos a punto de liberar, es este grupo.”
Drex la miró, sus ojos reflejando una confianza inquebrantable. “Nos hemos enfrentado a lo imposible antes. Esta vez no será diferente. Pero tenemos que estar listos para cualquier cosa.”
Tatiana asintió, sabiendo que Drex tenía razón. “Mantendremos el control. Y si algo sale mal, haremos lo necesario.”
Ambos se miraron, compartiendo la misma determinación. Sabían que estaban a punto de enfrentar uno de los desafíos más grandes de sus carreras en la Purga. Con el equipo seleccionado y las estrategias claras, estaban preparados para lo que fuera que los esperara en Puma Punku.
Gracias por acompañarnos en este viaje al terror. ¡Nos vemos en el próximo episodio!”
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