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El cazador de almas perdidas – Creepypasta 227: Cuentos de Hombres Lobos

“La Decisión de Tatiana”.

La madrugada envolvía el apartamento de Tatiana y Drex en una atmósfera cargada de tensión, como si las paredes mismas hubieran absorbido la energía del frenesí que habían compartido. Las marcas de garras en las paredes, las sábanas revueltas y el aire denso daban testimonio de la intensidad de la noche. Todo en el espacio era un caos, reflejo del salvaje y profundo lazo que los unía.

Tatiana, con una sonrisa pícara y el cabello enmarañado, se acomodó en la cama mientras sus dedos jugueteaban con el colgante de las cinco capas que llevaba siempre al cuello, un símbolo de su conexión no solo con Drex, sino con la fuerza del tótem que ambos compartían, una fuerza que parecía envolverlos y arrastrarlos a un plano más allá de lo humano.

—”Parece que cuatro gotas sí es la medida adecuada para un tótem Atlante,” —dijo Tatiana, rompiendo el silencio con un tono casual, pero sus ojos brillaban con un fuego que delataba el recuerdo de lo que había ocurrido.

Drex rió suavemente, su mirada se encendió con un destello dorado, un brillo que era tanto animal como humano. —”¿Estás segura? Porque la próxima vez podríamos probar con cinco.”

Ella rió, un sonido suave que llenó el espacio, cargado de un eco íntimo y cómplice. Se inclinó hacia él, dejando que sus dedos trazaran las cicatrices que surcaban su pecho, siguiendo las líneas como si fueran las huellas de un mapa. —”No quiero que me arruines, Drex.”

Drex la atrajo hacia sí, y mientras sus cuerpos se unían, algo más allá de lo físico se entrelazaba. Sentía la sincronía con su tótem, la conexión con su bestia interna, pero también algo más: una energía que fluía entre ellos, un lazo invisible pero tangible que hacía que sus corazones latieran al mismo compás. Era como si, en el calor de la noche y en el caos de sus cuerpos, Tatiana se hubiera sincronizado con él, convirtiéndose en algo más que humana, algo etéreo, licántropo, pero solo en el espacio de sus mentes y almas.

Tatiana cerró los ojos por un momento, sintiendo el pulso de la energía que compartían, una fuerza que la arrastraba hacia él, que la llenaba de un deseo que iba más allá de lo carnal. —”Estuve pensando en lo que Asha me ofreció. La Piedra Filosofal y el elixir de la eterna juventud…”

Drex guardó silencio, sus ojos dorados se enfocaron en ella, brillando con la intensidad de la bestia que llevaba dentro. Sabía que la oferta de Asha no era algo que Tatiana tomara a la ligera. —”¿Y has tomado una decisión?”

Tatiana asintió lentamente, sus dedos nunca abandonando el colgante. Cada capa parecía resonar con una fuerza que iba más allá de las palabras, como si, al tocarlo, la energía del tótem se conectara también con ella. —”Quiero hacerlo. Quiero aceptar. Pero… hay una condición que me preocupa.”

Drex no apartó la vista de ella, sintiendo el peso de sus palabras. —”¿Cuál es?”

Tatiana se inclinó hacia él, sus labios casi rozando los suyos mientras susurraba, pero sus ojos, fijos en los de Drex, brillaban con determinación. —”No es solo vivir eternamente, Drex. Es vivir eternamente en la Purga, siendo parte de esto, de lo que somos ahora. Tú y yo sabemos lo que implica. Significa ser la herramienta de destrucción de quienes lleguen nuevos, ser la espada que cae cuando se nos necesite.”

Él la observó, sintiendo que, en ese momento, sus almas estaban entrelazadas en una danza que solo ellos entendían. Sabía lo que significaba ser parte de la Purga de esa manera; él mismo lo había aceptado cuando se sincronizó con el tótem Atlante. —”Entiendo lo que dices, Tatiana. Pero es una decisión que debemos tomar juntos. No quiero que hagas esto solo por mí.”

Tatiana le tomó la mano, apretándola con una fuerza que reflejaba su determinación. —”No es solo por ti. Es por nosotros. Sé que si acepto, estaremos juntos, y eso me hace querer hacerlo. Pero también sé lo que conlleva, y quiero que estés de acuerdo. No quiero vivir para siempre sin saber que estás a mi lado en cada momento, compartiendo esta carga.”

Drex la miró, sus ojos brillando con una mezcla de aceptación y deseo. Sentía la energía del tótem fluyendo entre ellos, casi como un latido que resonaba con cada palabra que Tatiana decía. —”La inmortalidad es un precio alto, Tatiana, y no solo por el tiempo que nos da, sino por lo que nos pide a cambio. Pero si tú estás dispuesta a vivir esta vida, esta eternidad a mi lado, entonces no hay nada más que decir.”

Tatiana sonrió, sus ojos reflejando la misma energía que resonaba en él. —”Entonces, estamos en esto juntos. Aceptaré la oferta de Asha.”

Drex asintió, y cuando sus cuerpos se unieron en un abrazo, no solo se sintieron cercanos; sus almas y sus bestias, sincronizadas en una danza eterna, sellaron la decisión de vivir en una conexión que iría más allá del tiempo y del espacio, más allá de la vida misma.

La sede de la Purga se alzaba en la penumbra del amanecer, sus sombras abrazando el entorno como un manto impenetrable. Tatiana y Drex se detuvieron en el umbral, compartiendo un último momento antes de cruzar. Con el cabello en un moño desordenado, Tatiana miró a Drex, sus ojos ardiendo con una intensidad feroz.

—”¿Listo?” —susurró, con una voz que destilaba emoción y certeza.

Drex le devolvió la mirada, su sonrisa cargada de complicidad y devoción. —”Siempre,” —respondió antes de inclinarse para besarla, sellando la promesa de su eternidad juntos.

Al cruzar las puertas, sus rostros se endurecieron, preparados para la tarea que les aguardaba. Caminaron en silencio hasta llegar al salón de magia arcana, donde Vambertoken y Asha los esperaban. La atmósfera era pesada, y el poder que emanaba de los símbolos arcanos en las paredes cargaba el aire de tensión. En el centro de la sala, la piedra filosofal y el elixir de la eterna juventud esperaban.

Tatiana avanzó al centro de la sala, sintiendo la expectación en el aire. Asha, con una sonrisa que mezclaba burla y deleite, la observaba atentamente. Tatiana levantó la cabeza y habló, su voz resonando en el silencio.

—”He tomado una decisión.”

Asha alzó una ceja, un brillo de malicia en sus ojos. —”¿Y Drex, querida?” —preguntó, deleitándose con el momento, esperando las palabras que quería oír.

Tatiana respiró hondo y su mirada se afiló. —”Drex y yo somos uno en cuerpo y alma. Con el poder del tótem, él no será solo una herramienta. Será la fuerza que arrase imperios, el líder que desatará tormentas de sangre y fuego en su nombre. Destrozará cimientos, quebrará los pilares de reinos y someterá a sus enemigos. Pero, por encima de todo, él y yo estaremos juntos, eternamente.” Hizo una pausa, sus ojos ardientes y su voz temblando de intensidad. —”Acepto cualquier precio, cualquier sacrificio, si eso significa que no nos separaremos, que viviremos esta eternidad sin límites.”

El eco de sus palabras resonó en la sala, envolviendo el espacio en un silencio cargado de promesas y poder. Asha sonrió ampliamente, saboreando la sumisión de Tatiana como si fuera un tributo ofrecido en bandeja de plata.

—”Querida Tatiana,” —dijo Asha suavemente, cada palabra cargada de malicia refinada—, “es un placer ver cómo te entregas por completo, con tanto fervor. Es un obsequio precioso para mi Seraph, una nueva joya en su colección. Y ahora que has mostrado tu devoción, toma este elixir y sigue las instrucciones.”

Le tendió el frasco, disfrutando de cada segundo. —”Toma un sorbo cada 40 minutos durante las próximas 30 horas. Este es el precio que pagarás por la eternidad que tanto deseas. Y recuerda, querida, no falles. Sería una pena desperdiciar tan magnífico regalo.”

Tatiana asintió, tomando el frasco con decisión. Dio el primer sorbo, sintiendo el calor del elixir extendiéndose por su cuerpo, preparándola para el desafío que enfrentaría. Sabía que cada sorbo la acercaría más a la eternidad que había prometido compartir con Drex.

Vambertoken observó con frialdad mientras Tatiana comenzaba el proceso. Asha, por su parte, se deleitaba en el triunfo. Sabía que la sumisión de Tatiana era otro tributo perfecto para su Seraph, un recordatorio de que su poder sobre los demás era absoluto.

El salón se llenó de una tensión pulsante mientras Tatiana tomaba el primer paso hacia su eternidad, sellando su destino y el de Drex en una unión que resistiría el paso del tiempo.

Tatiana bebió el primer sorbo del elixir, sintiendo cómo la energía recorría su cuerpo en una ola de calor. Vambertoken, observándola con una expresión fría y calculadora, se limitó a asentir.

—”Por hoy, no habrá clase,” —anunció con voz firme—. “Concéntrate en la toma del elixir. Cumple con el horario y asegúrate de no fallar.”

Tatiana asintió y, con el frasco en mano, salió de la sala sin decir una palabra más.

Una vez que la puerta se cerró, Asha se volvió hacia María, quien estaba justo detrás de ella. Vambertoken, con las manos cruzadas a la espalda, observaba con su habitual impasibilidad. María parecía inquieta, sus ojos reflejaban un deseo de hablar, pero la influencia de Asha la mantenía atrapada en un silencio tenso.

Asha, captando la tensión en el aire, sonrió suavemente. —”Querida, ¿hay algo que desees decir?” —preguntó, con un tono que parecía amable, pero en el que se intuía un deleite oscuro.

María intentó levantar la voz, pero sus palabras se ahogaron en su garganta. —”Yo… quería…” —murmuró, sus labios temblando.

Asha se acercó, sus ojos brillando con malicia refinada. —”No te preocupes, querida María. No he olvidado que te debo dos regalos.”

María levantó la mirada, con una mezcla de desesperación y anhelo. Asha continuó, acariciando las palabras como si fueran parte de un juego que solo ella controlaba.

—”Si lo que deseas es la inmortalidad para ti y para tu amado Fabián, puedo concedértela. Pero debes demostrar que ambos están dispuestos a pagar el precio. Ya sé que estás lista para sumergirte en mi oscuridad por siempre por amor. Pero lo que quiero saber es si Fabián también lo está.”

María se quedó en silencio, su expresión reflejando el conflicto interno. Sabía que lo que Asha le pedía era un sacrificio que solo Fabián podía decidir. Asha, deleitándose en cada segundo de tensión, continuó hablando.

—”Querida, asegúrate de que tu amado esté dispuesto a entregarse, a ser el juguete perfecto para mi Seraph, como tú lo serás. Solo entonces podrás recibir el regalo de la eternidad que tanto deseas.”

Vambertoken observaba todo en silencio, sin mostrar emoción alguna. María asintió con dificultad, sabiendo que el camino que tenía por delante no solo la involucraba a ella, sino también a Fabián. La oscuridad que Asha le ofrecía era tanto un regalo como una trampa, y ella debía asegurarse de que Fabián estuviera dispuesto a sumergirse en ella junto a ella.

El salón quedó en silencio, la atmósfera cargada de promesas oscuras y manipulaciones sutiles.

Gracias por acompañarnos en este viaje al terror. ¡Nos vemos en el próximo episodio!”

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