La luna se alzaba en lo alto, lanzando su luz pálida sobre el paisaje desolado de Río Gallegos. El equipo de Raúl avanzaba con cautela, sus movimientos sincronizados mientras se adentraban en el corazón de la colmena de Vampiros Sanguijuela. Las paredes palpitaban con un pulso oscuro, alimentadas por la magia de sangre que mantenía a los vampiros vivos. La atmósfera era densa, sofocante, y Andrés sentía el peso de cada paso en su alma, pero se mantenía firme en su fe.
—”Estamos a pocos metros del núcleo. María confirma que hay una concentración masiva de enemigos en el próximo espacio abierto” —informó Tatiana por el intercomunicador.
Raúl levantó un puño cerrado, señalando al equipo que se preparara. —”Formen el perímetro. Diana y Tiranus, cubran los flancos. Andrés, protege a Olfuma junto a Anuel. Nos movemos rápido, en formación.”
El Primer Enfrentamiento: Preparación y Estrategia.
El equipo se posicionó en círculo, con Olfuma en el centro. Andrés desenvainó su espada sagrada y preparó sus pistolas, cada movimiento meticuloso y preciso. Anuel, a su lado, murmuraba un hechizo de protección, y una luz verde envolvió a Olfuma, formando una capa de energía que se solidificaba a su alrededor.
—”Diana, Tiranus, asegúrense de que nada pase por los lados. Andrés, cubre cualquier punto ciego” —ordenó Raúl.
Las criaturas comenzaron a salir de las grietas de las paredes, sus ojos rojos brillando con hambre. Andrés levantó su rifle y apuntó al primer vampiro. Apretó el gatillo, y la bala de mercurio voló, impactando en el centro del pecho de la criatura. El vampiro se desintegró en polvo al instante.
—”Uno menos” —murmuró Andrés, ajustando su posición. Un segundo disparo falló por centímetros cuando la criatura se lanzó al suelo, esquivando. Andrés apretó los dientes y rápidamente cambió su ángulo de disparo, acertando en la cabeza del vampiro con el tercer tiro.
—”¡Mantén la calma, Andrés!” —gritó Raúl, mientras él mismo lanzaba un golpe con su cuchillo, desgarrando el cuello de otra criatura que intentaba escabullirse por el flanco derecho.
El Poder de Julián: La Palabra de Dios en Acción.
Los Vampiros Sanguijuela comenzaron a rodearlos, y Julián, con una calma calculada, se adelantó unos pasos. Su mirada se alzó al cielo, y sus labios comenzaron a pronunciar las sagradas palabras.
—”Dominus illuminatio mea et salus mea; quem timebo?” —recitó Julián, su voz resonando con autoridad en la caverna.
Al pronunciar el salmo —”El Señor es mi luz y mi salvación; ¿a quién temeré?”—, una luz dorada emergió de sus manos, proyectándose en forma de un rayo que se extendió como un escudo luminoso. La luz se expandió desde sus palmas, formando una cruz resplandeciente que se movía al ritmo de sus gestos.
El escudo avanzó hacia adelante, empujando a los vampiros y quemando a aquellos que intentaban cruzarlo. Los gritos de las criaturas resonaron en la caverna, y sus cuerpos se desintegraron bajo la intensidad del rayo.
—”¡Ahora, Raúl! Avancen mientras mantengo la luz” —gritó Julián, sus manos temblando por el esfuerzo, pero sin dejar de recitar.
—”Adelante, equipo. Andrés, Olfuma, muévanse ahora” —ordenó Raúl, aprovechando la apertura.
El Contraataque de Olfuma.
A medida que el equipo avanzaba, Olfuma se preparó para lanzar su esfera energética. Andrés se movió junto a ella, cubriéndola de los vampiros que trataban de acercarse. Un vampiro saltó desde arriba, y Andrés apenas tuvo tiempo de levantar su espada y cortar a la criatura en el aire. La hoja bendita brilló, deshaciendo el hechizo de sangre al instante.
—”No dejes que te rodeen” —le advirtió Andrés a Olfuma mientras disparaba a dos vampiros que avanzaban desde la izquierda. Las balas acertaron, y ambos cayeron, transformándose en polvo.
Olfuma, con la energía acumulada, lanzó la esfera al centro de la caverna, donde la concentración de magia de sangre era mayor. La esfera, cargada con un brillo rojo intenso, impactó con un destello cegador, desintegrando a decenas de vampiros en un solo golpe.
—”Buen trabajo, Olfuma, pero aún hay más” —dijo Raúl, disparando al flanco derecho, donde los vampiros intentaban reagruparse.
El Ataque Masivo: Resistencia y Coordinación
La colmena reaccionó. De las grietas y del suelo emergieron centenares de criaturas, lanzándose al equipo con una furia renovada. Tatiana, desde el intercomunicador, gritó:
—”¡Raúl, el núcleo se está activando! María confirma que se aproxima una ola masiva. Julián, prepárate.”
Julián, con el sudor cayendo por su frente, respiró hondo y levantó sus manos al cielo una vez más. —”Fiat lux, et facta est lux!” —gritó, su voz poderosa.
Al pronunciar —”Que se haga la luz, y la luz fue hecha”—, un rayo de luz emergió de sus manos y se transformó en una lanza que perforó el aire, atravesando a las criaturas que se alineaban frente a él. La luz ardió en sus cuerpos, y los vampiros gritaban mientras sus figuras se desintegraban al instante.
—”Andrés, cubre la retaguardia. Olfuma, necesitamos otra esfera en el pilar central” —ordenó Raúl.
Andrés disparó hacia un grupo que intentaba flanquearlos por la derecha. El primer tiro acertó en el corazón del vampiro, pero el segundo se desvió cuando la criatura se lanzó a un costado. Andrés maldijo, ajustó su ángulo, y finalmente logró abatir al vampiro con el tercer tiro. —”Casi me tienen” —murmuró, limpiando el sudor de su frente.
La Decisión de Raúl.
Aprovechando la apertura creada por Julián, Olfuma lanzó otra esfera. Esta vez, la energía fue más intensa, y al impactar contra el pilar central de la caverna, el estallido de luz deshizo la magia de sangre que sostenía la estructura. Los gritos de los vampiros resonaron mientras el pilar colapsaba y la colmena comenzaba a desmoronarse.
Tatiana dio la última orden. —”Raúl, el núcleo está debilitado. Prepárense para la llegada de los refuerzos de Oricalco.”
El equipo se preparó, cada uno en su posición. Andrés, con la espada en mano, mantenía los ojos fijos en las sombras que aún se movían, listo para cualquier amenaza que pudiera surgir. El camino hacia la redención seguía siendo un camino de sangre y fe, y Andrés, bajo el liderazgo de Julián y la guía de Fabián, sabía que no había marcha atrás.
La colmena de Vampiros Sanguijuela estaba en caos. Tras el impacto de la última esfera de Olfuma, el pilar central se debilitó, y las criaturas que quedaban se agitaron, buscando defender su hogar con una ferocidad desesperada. El escuadrón de Raúl se encontraba en una lucha a contrarreloj, aguantando la oleada de enemigos mientras esperaban la llegada de los refuerzos de Oricalco.
Resistencia en la Trinchera.
—”Andrés, Anuel, mantened el perímetro. Diana y Tiranus, refuercen los flancos. Necesitamos aguantar un poco más” —gritó Raúl, disparando a las criaturas que intentaban acercarse por la retaguardia.
Andrés, con las manos firmes en sus pistolas, disparó a un vampiro que se lanzaba desde las sombras. La bala de mercurio impactó en el costado de la criatura, desviándose ligeramente. El vampiro se tambaleó, y Andrés aprovechó para rematarlo con un disparo preciso en la cabeza.
—”¡Uno menos, pero aún quedan muchos!” —dijo, ajustando su posición para disparar a otro grupo que avanzaba desde el lateral.
Anuel, con su magia verde resplandeciendo en sus manos, lanzó un hechizo de curación sobre Diana, que había recibido un zarpazo en el hombro. La luz curativa cerró la herida al instante, y Diana, en su forma bestial, aulló con fuerza mientras se lanzaba sobre los vampiros que trataban de flanquearlos.
—”¡Sigue luchando, Diana! Estamos cerca del final” —gritó Anuel, manteniendo sus manos alzadas mientras sostenía la barrera de protección alrededor de Olfuma.
La Aparición de una Nueva Amenaza.
Tatiana, desde el intercomunicador, alertó al equipo. —”María ha detectado una concentración anormal de energía. Parece que algo grande se aproxima desde el fondo de la caverna. Prepárense para una nueva oleada.”
Julián, con la frente perlada de sudor tras haber lanzado sus ataques previos, levantó la mano en señal de alerta. —”Raúl, voy a preparar la Palabra de Dios para contener lo que viene.”
En ese instante, la caverna tembló, y una criatura mucho más grande que los otros Vampiros Sanguijuela emergió. Su cuerpo era una amalgama de carne y sombras, con múltiples extremidades que se movían como látigos de sangre. Era una abominación, un protector del núcleo de la colmena.
—”Ahí viene… Andrés, este es nuestro momento. ¡A sus posiciones!” —gritó Raúl, mientras la criatura avanzaba hacia ellos con una velocidad inhumana.
La Batalla Contra el Guardián.
Julián, con voz grave, comenzó a recitar un nuevo versículo. —”In manus tuas, Domine, commendo spiritum meum.” —Las palabras resonaron en la caverna, y una luz dorada comenzó a emanar de sus palmas. Al decir —”En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu”—, la luz se transformó en una lanza brillante que Julián sostuvo con ambas manos.
Julián arrojó la lanza de luz directamente hacia la abominación. La lanza atravesó el aire y acertó en el centro del torso de la criatura, que chilló con un grito inhumano mientras su cuerpo se retorcía y parte de su carne se disolvía en la luz divina. Sin embargo, la bestia no cayó; avanzó, su furia visible en cada movimiento.
—”¡Aún no es suficiente!” —exclamó Andrés, disparando una ráfaga con su rifle. Las balas de mercurio impactaron en las extremidades de la criatura, ralentizando sus movimientos, pero sin detenerla completamente. —”Esta cosa es dura.”
El Papel de Olfuma: El Último Ataque.
Olfuma, viendo la situación, concentró toda su magia. Sus manos se iluminaron con un resplandor rojo intenso, y una esfera mucho más grande que las anteriores comenzó a formarse entre sus dedos. Andrés y Anuel se colocaron a su alrededor, protegiéndola mientras ella se preparaba para lanzar el ataque final.
—”Necesito unos segundos más, ¡no dejen que se acerque!” —gritó Olfuma, mientras la esfera crecía y el aire a su alrededor vibraba con la energía acumulada.
La abominación, herida pero determinada, lanzó un zarpazo hacia Raúl. Raúl esquivó a la derecha, pero uno de los tentáculos rozó su pierna, haciéndolo tambalearse. Diana y Tiranus intervinieron rápidamente; Tiranus lanzó un torrente de fuego que envolvió a la criatura, mientras Diana se abalanzó sobre una de las extremidades, desgarrándola con sus garras.
—”¡Olfuma, ahora!” —gritó Raúl mientras recuperaba el equilibrio.
Olfuma, con toda su fuerza, lanzó la esfera. La bola de energía impactó en el centro del cuerpo de la abominación, y un estallido de luz roja llenó la caverna. La magia de sangre de la criatura comenzó a desintegrarse, su cuerpo se retorció en una masa informe antes de colapsar por completo. Los gritos de la bestia resonaron mientras su esencia se disolvía en el aire.
La Victoria y la Reflexión.
El equipo se mantuvo alerta mientras las cenizas de la criatura caían al suelo. El silencio, finalmente, llenó la caverna.
—”La colmena está destruida” —informó Tatiana, con un tono de alivio—. “María confirma que no queda ninguna señal de actividad mágica. Buen trabajo, equipo.”
Raúl, con la respiración agitada, asintió. —”Todos, reagrúpense. Hemos terminado aquí.”
Andrés miró las cenizas con una mezcla de cansancio y satisfacción. Fabián estaría orgulloso, pensó. Sabía que esta era solo una de muchas pruebas, pero por primera vez sintió que su camino de redención avanzaba.
Julián bajó las manos, y la luz de la Palabra de Dios comenzó a desvanecerse. —”Hemos vencido hoy, pero el mal siempre acecha. Manténganse firmes.”
El escuadrón, con las armas aún en mano y la mirada alerta, se preparó para salir de la caverna. Habían ganado una batalla, pero Andrés sabía que la guerra por su redención y la misión divina que seguían solo estaba comenzando.
Gracias por acompañarnos en este viaje al terror. ¡Nos vemos en el próximo episodio!”
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