En un rincón apartado del bosque, donde los árboles altos contaban sus secretos al viento y las flores coloridas creaban un tapiz natural, vivía una pequeña ranita verde llamada Rina. Rina era conocida en todo el bosque por su hermoso color verde esmeralda, que brillaba como una gema cuando el sol la tocaba. Sin embargo, a pesar de su apariencia única, Rina tenía un gran problema: no se sentía feliz siendo ella misma.
Cada día, Rina observaba a los demás animales del bosque con una mezcla de admiración y envidia. Veía cómo el colibrí batía sus alas con gracia mientras bebía néctar de las flores, cómo la ardilla saltaba de rama en rama con agilidad y destreza, y cómo el búho, con su sabiduría tranquila, parecía tener todas las respuestas. Rina deseaba con todo su corazón ser como ellos. “Si pudiera volar como el colibrí, saltar como la ardilla o ser sabia como el búho, entonces sería feliz”, pensaba Rina mientras se sentaba en una hoja de nenúfar, observando la vida que la rodeaba.
Un día, mientras Rina estaba perdida en sus pensamientos, escuchó una melodía suave y armoniosa que flotaba en el aire. Era el canto de los ruiseñores, que llenaban el bosque con su música cada mañana. Rina quedó fascinada. Nunca había oído algo tan hermoso. “Eso es lo que quiero hacer”, se dijo a sí misma. “Quiero cantar como los ruiseñores”.
Decidida a convertirse en un gran cantante, Rina comenzó a practicar. Imitaba los trinos y silbidos que escuchaba, pero por más que lo intentaba, su canto nunca sonaba igual. En lugar de la melodiosa música de los ruiseñores, de su boca solo salía un croar torpe y desafinado. Los otros animales la escuchaban y, aunque no querían hacerla sentir mal, era evidente que Rina no estaba hecha para cantar como un ruiseñor.
Pero Rina no se dio por vencida. “Quizás no soy buena para cantar”, pensó, “pero tal vez podría aprender a volar como el colibrí”. Así que empezó a practicar el batir de sus pequeñas patas, intentando imitar el movimiento rápido de las alas del colibrí. Sin embargo, cada vez que intentaba despegar del suelo, solo conseguía caer de nuevo al suelo con un chapoteo.
Rina empezó a sentirse frustrada. No importaba cuánto lo intentara, nunca lograba ser como los animales que admiraba. Entonces, una tarde, mientras estaba sentada al borde de un estanque, un viejo sapo llamado Tío Sapo se acercó a ella. Tío Sapo era conocido en el bosque por su experiencia y sabiduría, siempre dispuesto a escuchar y ofrecer consejo a los que lo necesitaban.
“¿Qué te ocurre, pequeña Rina?” preguntó Tío Sapo, con su voz ronca pero amable.
Rina suspiró. “Quiero ser como los otros animales, pero no importa cuánto lo intente, siempre fracaso. No puedo cantar como los ruiseñores, no puedo volar como el colibrí, y no puedo saltar tan alto como la ardilla.”
Tío Sapo se sentó a su lado y observó su reflejo en el agua del estanque. “Dime, Rina, ¿alguna vez te has preguntado por qué el colibrí no intenta cantar como los ruiseñores? ¿O por qué la ardilla no trata de volar como el colibrí?”
Rina frunció el ceño, pensativa. “Supongo que no lo necesitan. Ya son buenos en lo que hacen.”
Tío Sapo asintió. “Exactamente. Cada uno de ellos tiene su propio talento, algo que los hace especiales. No necesitan ser como los demás porque están orgullosos de lo que son. Y tú, Rina, también tienes algo que te hace especial. Pero no lo descubrirás si sigues tratando de ser como los otros.”
Rina miró a Tío Sapo con curiosidad. “¿Y qué es eso que me hace especial?”
El viejo sapo sonrió. “Eso es algo que solo tú puedes descubrir. Pero te puedo decir que no lo encontrarás en el canto de los ruiseñores, ni en las alas del colibrí. Está dentro de ti, esperando a que lo dejes brillar.”
Estas palabras resonaron en el corazón de Rina. Por primera vez, empezó a preguntarse si había estado buscando en los lugares equivocados. Quizás, solo quizás, la clave para ser feliz no estaba en imitar a los demás, sino en encontrar y abrazar lo que la hacía única.
Con esta nueva idea en mente, Rina decidió dejar de intentar ser como los otros animales del bosque. En lugar de eso, comenzó a observarse a sí misma, a prestar atención a las cosas que le gustaban y a las que se sentía atraída. Y poco a poco, empezó a descubrir pequeños detalles que antes no había notado: cómo su piel brillaba bajo la luz del sol, cómo sus saltos eran suaves y elegantes sobre el agua, y cómo su croar tenía un ritmo natural que, aunque diferente del canto de los ruiseñores, era agradable a su manera.
El viaje de Rina para descubrir su verdadera esencia había comenzado, y aunque todavía no sabía qué la hacía especial, por primera vez en mucho tiempo, se sintió tranquila. Sabía que, con el tiempo, encontraría su lugar en el bosque. Pero lo más importante, sabía que ese lugar sería auténticamente suyo, y no un reflejo de lo que los demás eran.
Los días pasaron, y mientras Rina continuaba explorando el bosque y conociendo a sus habitantes, se dio cuenta de que, aunque no podía cantar como los ruiseñores ni volar como el colibrí, tenía otras cualidades que la hacían especial. Descubrió, por ejemplo, que podía saltar de hoja en hoja sobre los nenúfares con una precisión que ningún otro animal del bosque tenía. A Rina le encantaba sentir el frescor del agua en sus patas cada vez que saltaba, y disfrutaba viendo cómo las gotas de agua formaban pequeños arcoíris bajo la luz del sol.
Un día, mientras practicaba sus saltos cerca del estanque, escuchó una conversación entre dos animales del bosque que no había visto antes. Se trataba de un camaleón llamado Camilo y una luciérnaga llamada Luzia. Camilo estaba muy preocupado porque, al cambiar de color para mezclarse con su entorno, se había quedado atrapado en un árbol lleno de hojas amarillas. Ahora, no podía volver a cambiar de color y era demasiado visible para los depredadores.
“Lo que necesito es ser como Luzia,” decía Camilo, mientras miraba a la luciérnaga con admiración. “Ella puede brillar en la oscuridad y volar alto para escapar de cualquier peligro. Si yo pudiera hacer lo mismo, no tendría que preocuparme por ser visto.”
Luzia, por su parte, suspiró y respondió: “Y yo desearía ser como tú, Camilo. Tienes la capacidad de esconderte en cualquier lugar durante el día, mientras que yo solo brillo en la noche. Cuando no estoy iluminada, me siento tan pequeña y vulnerable. Si pudiera cambiar de color como tú, me sentiría segura todo el tiempo.”
Rina escuchó la conversación en silencio y sintió una punzada en su corazón. Se dio cuenta de que, como ella, tanto Camilo como Luzia estaban deseando ser algo que no eran. De repente, una idea surgió en su mente. Saltó de su hoja de nenúfar y se acercó a los dos animales.
“Hola, Camilo. Hola, Luzia,” los saludó con una sonrisa amistosa. “No pude evitar escuchar su conversación. Creo que cada uno de ustedes tiene algo especial, algo que el otro desea. Pero en lugar de querer ser como el otro, ¿por qué no se ayudan mutuamente a descubrir lo que pueden hacer juntos?”
Camilo y Luzia se miraron sorprendidos por la propuesta de Rina. “¿Qué quieres decir, Rina?” preguntó Camilo, intrigado.
Rina explicó: “Camilo, tú puedes cambiar de color y mezclarte con tu entorno, lo que te permite esconderte durante el día. Luzia, tú puedes iluminarte en la oscuridad, lo que te ayuda a navegar por el bosque durante la noche. Si trabajan juntos, pueden complementarse y protegerse mutuamente. Camilo podría esconderse durante el día y seguir a Luzia en la noche, usando su luz para mantenerse fuera de peligro. De esa manera, ambos podrían aprovechar lo que ya tienen en lugar de desear ser alguien más.”
Los ojos de Luzia se iluminaron con la idea. “¡Eso es brillante, Rina!” exclamó. “Nunca había pensado en eso. Camilo, podríamos ser un gran equipo. Tu habilidad para camuflarte durante el día y mi capacidad para brillar en la noche nos harían invencibles.”
Camilo sonrió, empezando a ver el valor de lo que ya tenía. “Tienes razón, Luzia. No necesitamos ser como el otro. Podemos usar nuestras habilidades para cuidarnos mutuamente.”
Y así, gracias a la sugerencia de Rina, Camilo y Luzia se convirtieron en los mejores amigos y un equipo formidable. Durante el día, Camilo se escondía entre las hojas y vigilaba los alrededores, asegurándose de que no hubiera peligro. En la noche, seguía la luz de Luzia, manteniéndose cerca de ella mientras ella iluminaba el camino. Con el tiempo, ambos se dieron cuenta de que no necesitaban ser diferentes para ser valiosos; lo que realmente importaba era cómo usaban sus habilidades para ayudarse entre sí.
Mientras tanto, Rina continuaba explorando sus propias habilidades. A medida que se sentía más cómoda siendo ella misma, comenzó a notar que otros animales del bosque también luchaban con sus propias inseguridades. Una tarde, mientras paseaba por un claro, se encontró con un grupo de mariposas que discutían acaloradamente.
“Mi patrón es demasiado simple,” decía una mariposa de alas blancas con manchas negras. “Desearía tener colores brillantes como tú, Mariela.”
Mariela, una mariposa de alas azules iridiscentes, sacudió la cabeza. “Y yo desearía tener tu simplicidad, Blanca. A veces, siento que mi brillo es demasiado llamativo y me hace un blanco fácil para los depredadores.”
Rina, que había escuchado su conversación, se acercó con una sonrisa comprensiva. “Hola, mariposas. Es interesante cómo cada uno de ustedes desea lo que el otro tiene, pero ¿alguna vez han pensado en combinar sus talentos?”
Las mariposas se quedaron en silencio, mirándose unas a otras. “¿Cómo podríamos hacerlo?” preguntó Blanca, intrigada.
Rina explicó: “Blanca, tu patrón simple te permite mezclarte con las flores más comunes, lo que te da seguridad. Mariela, tu brillo te hace destacar, lo que puede atraer la atención de los depredadores, pero también de los polinizadores. ¿Qué tal si volaran juntas? Blanca, podrías guiar a Mariela hacia las flores más seguras, y Mariela podría atraer a los polinizadores, asegurando que ambos reciban el néctar sin peligro.”
Las mariposas se miraron con nueva comprensión. “¡Es una gran idea, Rina!” exclamó Mariela. “Podemos usar nuestras diferencias para nuestro beneficio mutuo.”
Blanca asintió con entusiasmo. “Sí, y así no tendremos que preocuparnos por ser diferentes. Podemos ser nosotras mismas y aun así estar seguras.”
Desde ese día, las mariposas Blanca y Mariela volaron juntas, cada una utilizando sus habilidades para protegerse y prosperar en el bosque. A medida que Rina continuaba observando cómo los animales del bosque encontraban formas de ser ellos mismos y colaborar con otros, comenzó a sentirse más confiada en su propia singularidad.
Sin embargo, aunque Rina había ayudado a muchos de sus amigos en el bosque, todavía sentía que no había encontrado completamente su propio lugar. Sabía que había algo especial en ella, pero aún no estaba segura de qué era. Con esta incertidumbre en mente, decidió emprender un último viaje por el bosque, con la esperanza de descubrir finalmente lo que la hacía verdaderamente única.
El viaje de Rina por el bosque la llevó a rincones que nunca había explorado antes. A medida que avanzaba, seguía reflexionando sobre todo lo que había aprendido. Había visto cómo Camilo y Luzia, al aceptar lo que eran y trabajar juntos, se habían vuelto más fuertes. Había observado cómo Blanca y Mariela, al reconocer sus diferencias, habían encontrado una forma de complementarse. Sin embargo, Rina aún no había descubierto su propia singularidad.
Una tarde, mientras descansaba en una roca cubierta de musgo junto a un arroyo, Rina escuchó un ruido extraño. Se giró para ver a un grupo de pequeñas ranas de colores brillantes, que saltaban de un lado a otro, riendo y jugando. Eran ranas mucho más pequeñas que Rina, con patrones y colores vibrantes, casi fluorescentes. Sus movimientos eran rápidos y ágiles, y su alegría era contagiosa.
Rina se acercó, curiosa. Una de las ranas, una pequeña rana de color naranja brillante, la saludó con una sonrisa.
“¡Hola! ¿Quién eres tú?” preguntó la rana, todavía brincando.
“Hola, soy Rina,” respondió, sonriendo tímidamente. “¿Qué están haciendo?”
“Estamos practicando nuestros saltos,” explicó la rana naranja, “¡y viendo quién puede hacer el mayor chapoteo en el agua!”
Rina observó cómo las ranas competían alegremente, lanzándose al agua con grandes saltos y provocando salpicaduras que brillaban al sol. Eran rápidas y gráciles, y sus saltos eran perfectos, cada uno acompañado de risas y aplausos por parte de las demás.
Al verlas, Rina sintió una punzada de inseguridad. Sabía que era buena saltando sobre los nenúfares, pero estas ranas eran mucho más hábiles que ella en hacer grandes saltos y chapoteos. Sin embargo, decidió unirse a ellas.
“¿Puedo intentar?” preguntó Rina con un poco de nerviosismo.
“¡Por supuesto!” exclamó la rana naranja. “¡Todos son bienvenidos a jugar con nosotros!”
Rina se preparó, midiendo la distancia al agua, y dio un gran salto. Aunque no era tan rápido ni tan alto como los de las otras ranas, su salto fue suave y preciso, aterrizando en el agua con una pequeña salpicadura. No fue el mayor chapoteo, pero fue un salto elegante y controlado, que no pasó desapercibido para las otras ranas.
“¡Eso fue hermoso, Rina!” exclamó una rana azul cercana. “¡Nunca he visto un salto tan elegante!”
Rina sonrió, sintiéndose halagada. “Gracias, pero no fue tan impresionante como los suyos. Ustedes son mucho más rápidas y hacen chapoteos más grandes.”
“Puede ser,” dijo la rana naranja, “pero tus saltos son únicos. Son como una danza en el aire, mientras los nuestros son más como carreras. Cada estilo es especial a su manera.”
Rina se sorprendió al escuchar esto. Nunca había pensado en sus saltos como algo especial, pero al ver cómo las otras ranas admiraban su estilo, empezó a comprender que tal vez lo que la hacía diferente también la hacía única.
Pasaron el resto de la tarde jugando juntos, y aunque los saltos de Rina no eran los más altos ni los más ruidosos, se sentía cómoda siendo ella misma. Las otras ranas la aceptaban tal como era, y en lugar de competir, todos disfrutaban de la diversidad de estilos.
A medida que el sol comenzaba a ponerse, tiñendo el cielo de tonos naranjas y rosas, Rina se despidió de sus nuevos amigos y continuó su camino, pero esta vez con un sentimiento de paz en su corazón. Había aprendido que su valor no dependía de ser como los demás, sino de aceptar y celebrar lo que la hacía única.
A medida que avanzaba, Rina escuchó un suave murmullo que venía de un claro cercano. Siguiendo el sonido, llegó a un lugar donde un grupo de animales se había reunido en círculo, observando algo en el centro. Con curiosidad, Rina se acercó y vio a una mariposa gigante atrapada en una red de telaraña.
“¡Ayuda!” gritaba la mariposa, agitando sus alas en pánico. “No puedo liberarme, y si no lo hago, estaré en serios problemas cuando llegue la noche.”
Los animales alrededor intentaban encontrar una solución, pero la telaraña era demasiado fuerte para romperla con sus patas o picos. Incluso el búho, con su sabiduría, estaba perplejo, sin saber cómo liberar a la mariposa sin dañarla.
Rina, al ver la situación, sintió una gran compasión por la mariposa. Sabía que tenía que hacer algo, pero ¿qué podría hacer que los otros no hubieran intentado ya? Se acercó al borde del grupo, observando la telaraña detenidamente. La red era delgada pero muy resistente, y cada vez que la mariposa se movía, parecía enredarse más.
Fue entonces cuando Rina notó algo: la telaraña estaba tensada sobre una serie de pequeñas ramas y hojas, y parecía que con un movimiento cuidadoso, podría desestabilizarla sin romperla, liberando a la mariposa sin causar daño. Como sus saltos eran suaves y precisos, Rina sabía que tenía la habilidad de saltar entre las ramas sin sacudir la telaraña demasiado.
“Déjenme intentarlo,” dijo Rina con determinación, y los otros animales se hicieron a un lado, observando con esperanza.
Con una serie de saltos suaves y calculados, Rina comenzó a moverse por las ramas, pisando con delicadeza para no tensar más la red. Con cada salto, la telaraña se aflojaba ligeramente, permitiendo que la mariposa pudiera mover sus alas un poco más libremente.
Finalmente, con un último salto, Rina logró desestabilizar la telaraña lo suficiente como para que la mariposa pudiera deslizarse y liberarse. La mariposa, ahora libre, alzó el vuelo, batiendo sus alas con gratitud.
“¡Gracias, Rina!” exclamó la mariposa, girando en círculos en el aire. “Me has salvado, y lo hiciste con tanta elegancia. Nunca hubiera podido liberarme sin ti.”
Los otros animales aplaudieron, maravillados por la habilidad de Rina para resolver el problema. El búho, que había estado observando en silencio, se acercó y le dijo: “Rina, has demostrado una gran sabiduría y habilidad. Tus saltos no solo son elegantes, sino también útiles. Has encontrado una forma de ayudar que nadie más pudo ver.”
Rina sonrió, finalmente comprendiendo lo que Tío Sapo le había dicho. Su valor no estaba en ser como los demás, sino en ser ella misma, usando sus propias habilidades y talentos. Había encontrado su lugar en el bosque, no como imitadora de otros, sino como una rana única, con su propio estilo y valor.
Con el corazón lleno de alegría, Rina se despidió de los animales y regresó a su hogar en el estanque. Aquella noche, mientras la luna iluminaba el bosque y las estrellas brillaban en el cielo, Rina se sentó en su hoja de nenúfar y croó suavemente, pero esta vez, no para imitar a nadie, sino para celebrar su propia voz, su propia esencia.
Había aprendido que la verdadera felicidad no venía de ser como los demás, sino de ser auténticamente uno mismo, aceptando tanto las fortalezas como las debilidades. Y mientras la melodía de su croar resonaba en el aire, Rina supo que, finalmente, había encontrado su lugar en el mundo.
La moraleja de esta historia es que la importancia de ser tú mismo y no intentar ser como los demás.
Y colorín colorín, este cuento llego a su fin. bueno mis amables oyentes. ¡hasta muy pronto! CON UN NUEVO CUENTO CON MORALEJA.
¿Te gustaría disfrutar de este contenido en formato de AUDIO LIBRO GRATIS? Aprovecha!!
Recuerda que siempre puedes volver a consultar nuestros libros en formato de AUDIO LIBRO GRATIS en nuestro canal de Youtube. NO OLVIDES SUSCRIBIRTE
Recibe un correo electrónico cada vez que tengamos un nuevo libro o Audiolibro para tí.
You have successfully joined our subscriber list.
Disfruta GRATIS de los mejores libros para Leer o Escuchar sobre Esoterismo, Magia, Ocultismo.
Disfruta GRATIS de los mejores libros para Leer o Escuchar para los pequeños grandes del mañana.
Disfruta de la historia de Terror más oscura y MARAVILLOSA que está cautivando al mundo.
Retira en Nequi, Daviplata, Tarjetas Netflix, Bitcoin, Tarjeta Visa Prepagada, ETC.