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En un gran pueblo llamado Villa Escondida, rodeado de montañas y bosques, vivía un niño llamado Lucas. Lucas era un chico curioso y lleno de imaginación, pero tenía un pequeño problema: no le gustaba leer. Prefería pasar su tiempo jugando al aire libre, explorando el bosque cercano o construyendo fuertes con sus amigos. Para él, los libros eran solo un montón de hojas aburridas con letras que no entendía.

Un día, mientras Lucas jugaba cerca de una vieja casona al borde del pueblo, algo extraño ocurrió. Una suave brisa comenzó a soplar, trayendo consigo el olor a papel viejo y tinta. Lucas se detuvo y miró hacia la casona, que llevaba años abandonada. Sin embargo, algo había cambiado. Las ventanas, que siempre habían estado cerradas y cubiertas de polvo, ahora estaban entreabiertas, y una luz cálida se filtraba a través de las cortinas.

Intrigado, Lucas decidió acercarse. Cuando llegó a la entrada, notó un cartel en la puerta que decía: “Biblioteca Encantada: Aquí los libros cobran vida”. Lucas frunció el ceño. “¿Una biblioteca?” pensó. “¿En este lugar? Nunca la había visto antes.”

A pesar de sus dudas, la curiosidad pudo más. Empujó la pesada puerta de madera y entró. El interior de la casona era completamente diferente a lo que esperaba. En lugar de la oscuridad y el polvo, encontró un espacio lleno de estanterías repletas de libros de todos los tamaños y colores. Las paredes estaban decoradas con cuadros de paisajes mágicos y criaturas fantásticas, y el aire estaba lleno de un suave murmullo, como si los libros estuvieran susurrando entre ellos.

Al fondo de la sala, había un escritorio donde una anciana de cabello plateado estaba sentada, leyendo un libro enorme con la portada de cuero. Al escuchar los pasos de Lucas, la anciana levantó la vista y sonrió. Sus ojos brillaban con una luz especial, como si conociera todos los secretos del mundo.

—¡Bienvenido, Lucas! —dijo la anciana con una voz suave pero firme—. Te estaba esperando.

Lucas se sorprendió al escuchar su nombre, pero antes de que pudiera preguntar cómo lo sabía, la anciana se levantó y se acercó a él.

—Mi nombre es Doña Amalia —dijo ella—. Soy la guardiana de esta biblioteca. Aquí, cada libro es un portal a un mundo diferente, lleno de aventuras y maravillas. ¿Te gustaría explorar uno?

Lucas vaciló. No estaba seguro de querer pasar su tiempo leyendo, pero había algo en la manera en que Doña Amalia hablaba que lo hacía sentir intrigado.

—No sé —respondió finalmente—. Nunca he sido muy bueno leyendo.

Doña Amalia sonrió de nuevo, esta vez con una expresión llena de ternura.

—No te preocupes, Lucas. Aquí no se trata de leer por obligación. Se trata de descubrir lo que cada historia tiene para ofrecerte. Los libros pueden llevarte a lugares que nunca imaginaste, pero para eso, debes abrir tu mente y tu corazón.

Mientras Doña Amalia hablaba, algo extraño comenzó a suceder. Uno de los libros en la estantería detrás de ella empezó a brillar con una luz dorada. Lucas lo miró fascinado, y antes de que pudiera decir algo, el libro se deslizó de la estantería y flotó suavemente hasta quedar frente a él.

—Este es un buen lugar para empezar —dijo Doña Amalia, señalando el libro—. Se llama El Reino de los Sueños. Es una historia sobre un joven príncipe que descubre un mundo mágico a través de la lectura.

Lucas tomó el libro con cuidado. La cubierta era suave al tacto y parecía vibrar ligeramente en sus manos. Algo en su interior le decía que este no era un libro común y corriente.

—¿Qué tengo que hacer? —preguntó Lucas.

—Solo abre el libro y deja que te lleve —respondió Doña Amalia—. Recuerda, Lucas, el amor por la lectura abre puertas a nuevos mundos. Este es solo el comienzo de tu aventura.

Con un poco de nerviosismo, Lucas abrió el libro. En cuanto lo hizo, una ráfaga de viento lo envolvió y las palabras en las páginas comenzaron a brillar. De repente, el mundo a su alrededor se desvaneció, y Lucas sintió que estaba siendo transportado a otro lugar, a un reino más allá de su imaginación…

Lucas sintió que su cuerpo flotaba en el aire mientras las palabras del libro lo envolvían como una suave bruma. De repente, sus pies tocaron el suelo, y se encontró en un lugar completamente diferente. Estaba en medio de un exuberante jardín, lleno de flores de colores vibrantes y árboles altos cuyas hojas susurraban melodías en el viento. A lo lejos, se alzaba un castillo de torres doradas que brillaban bajo un cielo azul intenso.

Mientras Lucas admiraba el paisaje, escuchó una voz clara y melodiosa a sus espaldas.

—¡Bienvenido al Reino de los Sueños!

Lucas se dio la vuelta y vio a un niño de su edad, vestido con una túnica azul celeste y una corona de plata en su cabeza. Tenía el cabello rizado y una sonrisa amigable.

—Soy el Príncipe Álvaro —dijo el niño—. ¿Quién eres tú?

—Me llamo Lucas —respondió—. No sé cómo llegué aquí… Estaba en la biblioteca y de repente…

—Ah, ya veo —dijo el Príncipe Álvaro, asintiendo con comprensión—. Debes haber abierto uno de los libros mágicos. Aquí, en el Reino de los Sueños, los libros no solo cuentan historias, también las crean. Cada vez que alguien los lee, un nuevo mundo nace.

Lucas estaba asombrado. Miró a su alrededor, maravillado por la belleza del lugar.

—Este lugar es increíble —dijo—. ¿Vives aquí?

—Sí, este es mi hogar —respondió Álvaro—. Pero no todo es tan perfecto como parece. En este reino, la imaginación es lo más valioso, pero hay fuerzas que intentan destruirla.

—¿A qué te refieres? —preguntó Lucas, intrigado.

El Príncipe Álvaro lo condujo hacia un sendero que serpenteaba entre los árboles.

—Hay un ser oscuro que habita en las profundidades del reino. Lo llaman El Olvido. Su objetivo es borrar las historias y hacer que la gente olvide el poder de la imaginación y la lectura. Si se sale con la suya, todo este mundo desaparecerá.

Lucas sintió un escalofrío. La idea de perder un lugar tan mágico le resultaba aterradora.

—¿Y qué podemos hacer para detenerlo? —preguntó.

—Necesitamos recuperar el Corazón de la Imaginación —explicó Álvaro mientras caminaban—. Es una gema poderosa que guarda la esencia de todas las historias que han sido leídas en este reino. Sin ella, las historias perderán su fuerza, y El Olvido se apoderará de todo.

—¿Dónde está el Corazón de la Imaginación? —quiso saber Lucas.

—Está escondido en la Torre de los Recuerdos, un lugar donde todas las historias olvidadas son custodiadas por los Guardianes del Tiempo. Pero llegar allí no será fácil. El camino está lleno de desafíos que solo pueden ser superados si confías en tu imaginación y en el poder de la lectura.

Lucas sintió una mezcla de emoción y temor. Nunca había enfrentado algo tan grande, pero al mismo tiempo, sentía que estaba destinado a estar allí.

—Estoy listo —dijo con determinación—. Vamos a recuperar ese corazón.

Álvaro sonrió y lo guió hacia el castillo. Allí, en la sala del trono, les esperaban tres criaturas mágicas: una lechuza sabia con plumas doradas llamada Orión, un unicornio de crin plateada llamado Estrella, y un dragón pequeño pero valiente llamado Draco.

—Ellos nos acompañarán en nuestra misión —explicó Álvaro—. Orión nos ayudará a resolver cualquier enigma que encontremos. Estrella nos guiará por los caminos más seguros, y Draco… bueno, él tiene un coraje que supera su tamaño.

Los tres seres saludaron a Lucas, quienes, aún maravillado, los miraba con una mezcla de sorpresa y admiración.

—Será un honor acompañarlos —dijo Orión, con una voz grave y resonante—. Pero debemos partir de inmediato. El Olvido se fortalece con cada segundo que pasa.

Sin más dilación, el grupo salió del castillo y comenzó su viaje hacia la Torre de los Recuerdos. Mientras avanzaban, Lucas observaba cómo el paisaje a su alrededor cambiaba. Los jardines se volvieron más oscuros y las flores comenzaron a marchitarse. Era evidente que la influencia del Olvido estaba cerca.

Después de horas de caminata, llegaron a un río caudaloso. No había puente ni bote a la vista, y las aguas se movían con una fuerza que hacía imposible cruzar a nado.

—¿Qué hacemos ahora? —preguntó Lucas, sintiendo que la esperanza comenzaba a desvanecerse.

Orión, la lechuza, voló hasta un árbol cercano y regresó con una hoja de papel.

—Este es un mapa antiguo del reino —dijo—. Según el mapa, hay un puente invisible que solo se revela a quienes conocen la clave. Para encontrarlo, debemos resolver un acertijo.

Orión desplegó el mapa y leyó en voz alta:

“Solo el lector que en su mente viaja, podrá ver lo que ante sus ojos se haya. Responde, pues, con firmeza y razón: ¿Qué es lo que se multiplica cuando se comparte con pasión?”

Lucas pensó en la pregunta. Algo en su interior le decía que la respuesta estaba relacionada con lo que había aprendido en la biblioteca.

—Es el conocimiento —dijo, recordando las palabras de Doña Amalia—. El conocimiento se multiplica cuando lo compartes con los demás.

En cuanto pronunció la palabra “conocimiento”, el agua del río comenzó a brillar, revelando un puente de luz que conectaba ambas orillas. El grupo cruzó con cuidado, y Lucas sintió una oleada de confianza. Sabía que, con la ayuda de sus amigos y su creciente amor por la lectura, podría superar cualquier obstáculo.

Finalmente, llegaron a la Torre de los Recuerdos. Era una estructura imponente, hecha de libros apilados que se elevaban hasta tocar las nubes. La entrada estaba custodiada por dos figuras encapuchadas: los Guardianes del Tiempo.

—¿Qué buscan en la Torre? —preguntó uno de los guardianes, con una voz profunda que parecía resonar desde las páginas del pasado.

—Venimos a recuperar el Corazón de la Imaginación —respondió el Príncipe Álvaro, dando un paso adelante—. Sin él, el Reino de los Sueños está en peligro.

Los guardianes se miraron entre sí y luego asintieron lentamente.

—El Corazón está en la cima de la torre, pero para llegar a él, debes demostrar que eres digno —dijo el segundo guardián—. Solo aquellos que entienden el verdadero poder de las historias pueden alcanzarlo.

Lucas sabía que esto era lo que Doña Amalia había mencionado: abrir su mente y su corazón a las historias. Recordó todas las veces que había evitado los libros y cómo ahora, en este reino, los libros no solo contaban historias, sino que creaban mundos enteros.

—Estoy listo —dijo Lucas con confianza—. Entiendo ahora lo importante que es la lectura. No es solo una tarea aburrida, es la clave para abrir puertas a mundos como este, donde todo es posible.

Los guardianes asintieron una vez más, y las puertas de la torre se abrieron, revelando una escalera de caracol que parecía no tener fin…

Lucas, el Príncipe Álvaro, Orión, Estrella y Draco comenzaron a subir la interminable escalera de caracol dentro de la Torre de los Recuerdos. Con cada paso que daban, Lucas podía sentir que el aire se volvía más pesado, cargado con la esencia de miles de historias olvidadas. Las paredes de la torre estaban cubiertas de libros antiguos, y de vez en cuando, una hoja se desprendía y flotaba suavemente hacia el suelo.

—Cada escalón que subimos nos acerca más al Corazón de la Imaginación —dijo Orión, volando en círculos alrededor del grupo—. Pero también nos acercamos a El Olvido, que seguramente intentará detenernos.

Lucas sintió un escalofrío recorrerle la espalda. Sabía que estaban en una carrera contra el tiempo. Sin embargo, a pesar del peligro, su determinación se mantenía firme. Por primera vez en su vida, comprendía el verdadero poder de la lectura y estaba dispuesto a hacer lo que fuera necesario para protegerlo.

De repente, la escalera se detuvo, y el grupo se encontró frente a una gran puerta de madera tallada con intrincados diseños de criaturas fantásticas y paisajes de otros mundos. Al tocarla, la puerta se abrió lentamente, revelando una sala circular en la cima de la torre.

En el centro de la sala, sobre un pedestal de mármol, brillaba el Corazón de la Imaginación. Era una gema de un intenso color azul, que pulsaba suavemente como si tuviera vida propia. Lucas sintió una atracción irresistible hacia ella, como si la gema estuviera llamándolo.

—Ahí está —dijo el Príncipe Álvaro, dando un paso adelante—. Solo tenemos que tomarla y devolverla al castillo. Pero ten cuidado, Lucas. El Olvido no se dejará vencer tan fácilmente.

Mientras Álvaro hablaba, una sombra comenzó a crecer en el suelo de la sala. De esa sombra emergió una figura alta y oscura, envuelta en un manto negro que parecía absorber la luz a su alrededor. Sus ojos eran dos pozos sin fondo, y cuando habló, su voz era un susurro helado que hacía eco en la sala.

—Bienvenidos, intrusos —dijo El Olvido, con una sonrisa siniestra—. Han llegado demasiado lejos, pero aquí es donde termina su aventura. El Corazón de la Imaginación me pertenece, y con él, borraré todas las historias de este reino.

Lucas sintió una oleada de miedo, pero también de resolución. Sabía que este era el momento decisivo.

—No puedes detenernos —dijo Lucas, dando un paso al frente—. La lectura es más poderosa de lo que piensas. No importa cuántas historias intentes borrar, siempre habrá alguien que las recuerde y las mantenga vivas.

El Olvido rió, un sonido que parecía absorber toda la esperanza del aire.

—¿Crees que un simple niño puede derrotarme? —preguntó, con burla en su voz—. He borrado historias más antiguas y poderosas de lo que puedas imaginar. No tienes ninguna oportunidad.

En ese momento, Orión voló hasta el hombro de Lucas y le susurró al oído.

—Recuerda lo que has aprendido, joven lector. La imaginación es nuestra arma más poderosa. Confía en ella y en las historias que llevas en tu corazón.

Inspirado por las palabras de Orión, Lucas cerró los ojos y recordó todos los cuentos y aventuras que había descubierto desde que entró en la Biblioteca Encantada. Cada uno de ellos lo había llevado a lugares maravillosos, y ahora esos recuerdos se convertían en su fuerza.

—No estoy solo —dijo Lucas, abriendo los ojos—. Tengo conmigo el poder de todas las historias que he leído. Y con ellas, puedo enfrentarte.

Al decir esto, Lucas extendió sus manos hacia el Corazón de la Imaginación. La gema comenzó a brillar con más intensidad, como si respondiera a su llamado. El Olvido lanzó un grito de furia y se abalanzó sobre él, pero antes de que pudiera alcanzarlo, una barrera de luz se levantó alrededor de Lucas, protegiéndolo.

La luz del Corazón de la Imaginación se extendió por toda la sala, llenando cada rincón con un brillo cálido y reconfortante. El Olvido, atrapado en ese resplandor, comenzó a desvanecerse, su forma oscura disolviéndose en el aire.

—No… esto no puede estar pasando… —fueron las últimas palabras de El Olvido antes de desaparecer por completo.

Cuando todo terminó, la sala quedó en silencio. El Corazón de la Imaginación, ahora seguro en el pedestal, seguía brillando, pero con una luz suave y constante. Lucas, aún sorprendido por lo que había sucedido, miró a sus amigos. El Príncipe Álvaro, Orión, Estrella y Draco lo observaban con admiración y gratitud.

—Lo lograste, Lucas —dijo el Príncipe Álvaro con una sonrisa—. Has salvado al Reino de los Sueños.

—No lo hice solo —respondió Lucas—. Todos ustedes me ayudaron. Y fue la fuerza de las historias lo que realmente nos dio la victoria.

Orión asintió solemnemente.

—Así es, joven Lucas. Las historias tienen el poder de transformar, de inspirar y de proteger. Y hoy, has demostrado que el amor por la lectura puede abrir puertas a mundos inimaginables.

Estrella, el unicornio, se acercó al Corazón de la Imaginación y lo tocó suavemente con su cuerno plateado. La gema emitió un último destello brillante antes de asentarse en su lugar.

—Ahora, el Reino de los Sueños está a salvo —dijo Estrella—. Y todo gracias a ti, Lucas.

Draco, el pequeño dragón, voló hasta el hombro de Lucas y dejó escapar una pequeña llama de celebración.

—¡Eres nuestro héroe! —exclamó Draco, dando vueltas en el aire.

Lucas sonrió, sintiendo una calidez en su corazón. Nunca antes había imaginado que podría ser parte de algo tan grandioso. Y todo había comenzado con un simple libro en la Biblioteca Encantada.

—Es hora de volver —dijo el Príncipe Álvaro, mirando hacia la puerta—. Pero no te preocupes, Lucas. Siempre serás bienvenido en el Reino de los Sueños.

Lucas asintió. Sabía que, aunque regresara a su mundo, las historias y las aventuras que había vivido nunca lo abandonarían. Con el Corazón de la Imaginación restaurado, el grupo comenzó a descender la torre, dejando atrás la sala donde tantas historias habían nacido.

De vuelta en la Biblioteca Encantada, Lucas abrió los ojos y se encontró de nuevo en el lugar donde todo había comenzado. Doña Amalia estaba a su lado, observándolo con una sonrisa de satisfacción.

—Veo que tu viaje fue exitoso —dijo ella, con un brillo en sus ojos—. Estoy muy orgullosa de ti, Lucas.

Lucas se dio cuenta de que aún sostenía el libro en sus manos. La portada de El Reino de los Sueños ahora parecía más viva, con colores vibrantes y un resplandor que antes no había notado.

—Gracias por darme esta oportunidad —dijo Lucas, devolviéndole el libro a Doña Amalia—. Ahora entiendo lo importante que es la lectura.

Doña Amalia asintió.

—Recuerda siempre, Lucas: el amor por la lectura abre puertas a nuevos mundos. Nunca dejes de explorar, nunca dejes de imaginar. Las historias están ahí para guiarte, siempre y cuando estés dispuesto a abrir un libro y dejarte llevar.

Lucas salió de la Biblioteca Encantada con una nueva perspectiva. Mientras caminaba hacia su casa, no podía esperar para contarles a sus amigos lo que había vivido. Sabía que, a partir de ese día, la lectura se convertiría en una parte importante de su vida, una puerta que lo llevaría a aventuras inimaginables.

Y así, en un pequeño pueblo llamado Villa Escondida, comenzó una nueva historia. Una historia donde un niño llamado Lucas descubrió el verdadero poder de los libros y el amor por la lectura que abriría puertas a nuevos mundos, una y otra vez.

La moraleja de esta historia es que el amor por la lectura abre puertas a nuevos mundos.

Y colorín colorín, este cuento llego a su fin. bueno mis amables oyentes. ¡hasta muy pronto! CON UN NUEVO CUENTO CON MORALEJA.

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