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En un frondoso bosque, donde los árboles se alzaban como gigantes verdes y los ríos cantaban melodías cristalinas, vivía un león llamado Leo. Leo era conocido como el rey del bosque, no solo por su imponente melena dorada y su rugido atronador, sino también por su corazón noble y justo. Todos los animales del bosque lo respetaban y acudían a él en busca de consejo y protección.

Un día, mientras Leo descansaba bajo la sombra de un gran roble, escuchó un débil susurro cerca de su pata. Al abrir los ojos, vio a un pequeño ratón temblando de miedo. Era Rafi, un ratón conocido por su timidez y su tendencia a evitar cualquier situación peligrosa.

—¿Qué te trae por aquí, pequeño Rafi? —preguntó Leo con una voz suave, tratando de no asustar más al ratón.

Rafi, con su voz temblorosa, respondió: —Oh, gran Leo, he venido a pedir tu ayuda. Mi familia y yo vivimos en una pequeña madriguera cerca del río, pero últimamente hemos visto sombras extrañas y escuchado ruidos aterradores por la noche. Tememos que un gran depredador esté acechando nuestra casa.

Leo frunció el ceño, preocupado por la seguridad de los pequeños ratones. —No te preocupes, Rafi. Iré a investigar y asegurarme de que tu familia esté a salvo.

Rafi, aunque agradecido, no podía evitar sentir un nudo en el estómago. Sabía que el león era valiente y fuerte, pero el miedo seguía presente en su corazón. Sin embargo, decidió acompañar a Leo, a pesar de su miedo, para mostrarle el camino a su madriguera.

Mientras caminaban juntos, Leo notó la valentía en los pequeños pasos de Rafi. Aunque el ratón estaba asustado, seguía adelante, decidido a proteger a su familia. Leo sonrió para sí mismo, admirando el coraje del pequeño ratón.

Al llegar a la madriguera, Leo inspeccionó los alrededores con cuidado. Encontró huellas que no pertenecían a ningún animal del bosque que conociera. Decidió quedarse cerca de la madriguera esa noche para proteger a los ratones y descubrir quién o qué estaba causando tanto miedo.

La noche cayó y el bosque se sumió en un silencio inquietante. Leo permaneció alerta, sus ojos brillando en la oscuridad. Rafi, aunque asustado, se quedó junto a Leo, decidido a enfrentar su miedo.

De repente, un ruido fuerte rompió el silencio. Leo se levantó de un salto, listo para enfrentar cualquier peligro. Rafi, aunque temblando, se mantuvo firme a su lado. De entre los arbustos, apareció una figura oscura y amenazante. Era un gran lobo, con ojos brillantes y colmillos afilados.

Leo rugió con fuerza, pero el lobo no se inmutó. En ese momento, Rafi recordó las palabras de su abuelo: “La valentía no es la ausencia de miedo, sino actuar a pesar de él”. Con un último esfuerzo de coraje, Rafi corrió hacia el lobo, haciendo ruido y tratando de parecer más grande de lo que era.

El lobo, sorprendido por la audacia del pequeño ratón, retrocedió unos pasos. Leo aprovechó la oportunidad para lanzarse sobre el lobo y ahuyentarlo del bosque. El lobo, asustado por la combinación del rugido de Leo y la valentía de Rafi, huyó rápidamente, desapareciendo en la oscuridad.

Después de que el lobo huyera, Leo y Rafi se quedaron en silencio por un momento, recuperando el aliento. El pequeño ratón no podía creer lo que acababa de hacer. Había enfrentado a un lobo, algo que nunca hubiera imaginado posible. Leo, por su parte, estaba impresionado y orgulloso de la valentía de Rafi.

—Rafi, has demostrado un coraje increíble esta noche —dijo Leo, mirando al ratón con admiración—. No muchos se atreverían a enfrentarse a un lobo, y mucho menos un ratón.

Rafi, aún temblando un poco, sonrió tímidamente. —Gracias, Leo. La verdad es que estaba muy asustado, pero no podía dejar que ese lobo lastimara a mi familia.

Leo asintió, comprendiendo perfectamente. —Eso es lo que significa ser valiente, Rafi. No es no tener miedo, sino actuar a pesar de él. Estoy seguro de que tu familia estará muy orgullosa de ti.

Al amanecer, los demás ratones salieron de su madriguera, curiosos por saber qué había pasado. Cuando vieron a Leo y a Rafi juntos, se sintieron aliviados y agradecidos. La madre de Rafi corrió hacia él y lo abrazó con fuerza.

—¡Rafi, estás bien! —exclamó, con lágrimas en los ojos—. Estábamos tan preocupados.

Rafi le contó a su familia lo que había sucedido durante la noche, cómo él y Leo habían enfrentado al lobo y lo habían ahuyentado. Los ratones escucharon con asombro y admiración, y pronto la noticia se extendió por todo el bosque.

Los animales del bosque comenzaron a ver a Rafi de una manera diferente. Ya no era solo el pequeño ratón tímido; ahora era un héroe, un ejemplo de valentía para todos. Incluso los animales más grandes y fuertes lo miraban con respeto.

Leo decidió organizar una reunión en el claro del bosque para hablar con todos los animales sobre lo sucedido. Quería asegurarse de que todos entendieran la importancia de la valentía y cómo incluso los más pequeños podían hacer grandes cosas.

Cuando todos los animales se reunieron, Leo se puso de pie y habló con una voz firme y clara. —Amigos del bosque, anoche fuimos testigos de un acto de verdadera valentía. Nuestro amigo Rafi, a pesar de su miedo, enfrentó a un lobo para proteger a su familia. Esto nos enseña que la valentía no es la ausencia de miedo, sino actuar a pesar de él.

Los animales aplaudieron y vitorearon a Rafi, quien se sonrojó, pero se sintió orgulloso. Leo continuó: —Debemos recordar siempre que, sin importar nuestro tamaño o nuestras habilidades, todos tenemos la capacidad de ser valientes. Y juntos, podemos protegernos y cuidarnos unos a otros.

La reunión terminó con un sentimiento de unidad y fortaleza entre los animales del bosque. Rafi, aunque aún un poco tímido, se sintió más seguro de sí mismo y de su capacidad para enfrentar sus miedos.

Esa noche, mientras el sol se ponía y el bosque se llenaba de los sonidos de la naturaleza, Rafi se acurrucó en su madriguera con su familia. Sabía que, aunque el miedo siempre estaría presente, también lo estaría su valentía. Y con amigos como Leo a su lado, estaba listo para enfrentar cualquier desafío que el futuro pudiera traer.

El sol comenzaba a ocultarse tras las copas de los árboles, tiñendo el cielo de tonos anaranjados y rosados. Leo y Rafi se encontraban en la entrada de la madriguera, vigilando atentamente. Leo, con su imponente figura, parecía una estatua de nobleza y fuerza, mientras que Rafi, aunque pequeño, irradiaba una determinación que nunca antes había sentido.

Esa noche, el bosque estaba inusualmente silencioso. Los grillos y las ranas, que normalmente llenaban el aire con sus cantos, parecían haber guardado silencio, como si presintieran el peligro que acechaba. Leo, con sus agudos sentidos, percibió un movimiento entre los arbustos cercanos. Sus ojos dorados se entrecerraron, y su cuerpo se tensó, listo para cualquier eventualidad.

Rafi, a su lado, sintió un escalofrío recorrer su pequeño cuerpo. Recordó las palabras de su abuelo: “La valentía no es la ausencia de miedo, sino actuar a pesar de él”.

Inspirado por estas palabras, Rafi decidió que no dejaría que el miedo lo paralizara. Se acercó un poco más a Leo, buscando consuelo en la presencia del gran león.

De repente, un par de ojos brillantes aparecieron entre los arbustos. Era el lobo, con su pelaje grisáceo y sus colmillos afilados. El lobo avanzó lentamente, sus ojos fijos en Leo y Rafi. Leo rugió con todas sus fuerzas, un sonido que resonó por todo el bosque, pero el lobo no se inmutó. En lugar de retroceder, el lobo mostró sus colmillos en una sonrisa amenazante.

Rafi sintió que su corazón latía con fuerza. Sabía que debía hacer algo, pero el miedo lo mantenía anclado en su lugar. Fue entonces cuando recordó una historia que su abuelo le había contado sobre un ratón que había engañado a un búho haciéndose pasar por un animal mucho más grande. Inspirado por esa historia, Rafi tuvo una idea.

Con un valor renovado, Rafi corrió hacia un montón de hojas secas y comenzó a hacer ruido, moviéndolas y creando una distracción. El lobo, sorprendido por el repentino alboroto, desvió su atención hacia el pequeño ratón. Leo aprovechó ese momento de distracción para lanzarse sobre el lobo, usando toda su fuerza para ahuyentarlo.

El lobo, confundido y asustado por la audacia de Rafi y la fuerza de Leo, retrocedió lentamente, hasta que finalmente desapareció entre los árboles. Leo y Rafi se quedaron en silencio por un momento, recuperando el aliento. Rafi, aunque tembloroso, se sintió increíblemente orgulloso de sí mismo. Había enfrentado su miedo y había actuado con valentía.

Leo miró a Rafi con admiración. “Has sido muy valiente, pequeño amigo”, dijo el león con una sonrisa. “Gracias a ti, hemos logrado ahuyentar al lobo”.

Rafi sonrió tímidamente, sintiendo que había dado un gran paso hacia convertirse en el ratón valiente que siempre había querido ser.

Después de la confrontación con el lobo, Leo y Rafi sabían que debían estar preparados para cualquier eventualidad. Aunque habían logrado ahuyentar al lobo, el peligro aún acechaba en el bosque. Leo decidió que era momento de reunir a los animales del bosque para discutir cómo podrían protegerse mutuamente y mantener la paz en su hogar.

Al día siguiente, Leo y Rafi se dirigieron al claro central del bosque, donde se encontraba el gran árbol de la sabiduría, un lugar donde los animales solían reunirse para resolver problemas y tomar decisiones importantes. Leo rugió con fuerza, convocando a todos los animales. Poco a poco, llegaron los ciervos, los conejos, los pájaros y muchos otros habitantes del bosque, curiosos por saber qué había sucedido.

Leo se puso de pie en una roca elevada y comenzó a hablar.

“Amigos del bosque, anoche enfrentamos un gran peligro. Un lobo intentó atacar la madriguera de los ratones, pero gracias a la valentía de nuestro pequeño amigo Rafi, logramos ahuyentarlo. Sin embargo, debemos estar preparados para futuros ataques. Es momento de unirnos y protegernos mutuamente.”

Los animales murmuraron entre ellos, preocupados por la amenaza del lobo. Fue entonces cuando Rafi, con su voz pequeña pero firme, se adelantó y habló. “Sé que todos tenemos miedo, pero la valentía no es la ausencia de miedo, sino actuar a pesar de él. Si trabajamos juntos, podemos proteger nuestro hogar y mantenernos a salvo.”

Las palabras de Rafi resonaron en el corazón de los animales. Inspirados por su coraje, comenzaron a proponer ideas para fortalecer la seguridad del bosque. Los pájaros ofrecieron vigilar desde el cielo y alertar a los demás en caso de peligro. Los ciervos, con su velocidad, se ofrecieron a patrullar los límites del bosque. Los conejos, expertos en cavar túneles, sugirieron crear rutas de escape subterráneas para los más pequeños.

Leo, impresionado por la colaboración y el espíritu de comunidad, asignó tareas a cada grupo de animales. “Trabajaremos juntos para construir un sistema de defensa que nos mantenga a salvo. Recordemos siempre que la valentía no es la ausencia de miedo, sino actuar a pesar de él.”

Durante las siguientes semanas, el bosque se llenó de actividad. Los animales trabajaron incansablemente, cada uno aportando sus habilidades únicas. Los pájaros construyeron nidos de vigilancia en los árboles más altos, los ciervos patrullaron día y noche, y los conejos cavaron túneles estratégicos. Rafi, aunque pequeño, se convirtió en un líder, coordinando los esfuerzos y asegurándose de que todos estuvieran a salvo.

Una noche, mientras Rafi y Leo patrullaban juntos, escucharon un aullido lejano. El lobo había regresado, pero esta vez, el bosque estaba preparado. Los pájaros dieron la alarma, y en cuestión de minutos, todos los animales estaban en sus posiciones. El lobo, al ver la organización y la determinación de los animales, dudó por un momento. Leo rugió con fuerza, y Rafi, con su pequeño pero valiente corazón, se adelantó y gritó: “¡Este bosque está protegido! ¡No tienes lugar aquí!”

El lobo, sorprendido por la valentía de los animales, retrocedió lentamente. Sabía que no podría enfrentarse a una comunidad tan unida y decidida. Finalmente, se dio la vuelta y desapareció en la oscuridad del bosque.

Los animales celebraron su victoria, agradecidos por la valentía de Rafi y la sabiduría de Leo. Habían aprendido que, juntos, podían enfrentar cualquier desafío. Rafi, aunque aún pequeño, se sintió más grande que nunca, sabiendo que la verdadera valentía reside en actuar a pesar del miedo.

El sol brillaba nuevamente sobre el bosque, y los animales se reunieron en el claro central para celebrar su victoria. Leo y Rafi estaban en el centro, rodeados por sus amigos y vecinos. Los pájaros cantaban alegres melodías desde las ramas de los árboles, y los conejos saltaban de un lado a otro, llenos de energía.

Leo tomó la palabra primero. “Amigos, hemos demostrado que juntos somos más fuertes. La valentía de Rafi nos ha enseñado que no debemos temer actuar cuando es necesario. Hoy, nuestro bosque es un lugar más seguro gracias a todos ustedes.”

Rafi, aún un poco nervioso, pero con una sonrisa en el rostro, se adelantó. “Nunca pensé que podría enfrentarme a un lobo. Pero recordé las palabras de mi abuelo: ‘La valentía no es la ausencia de miedo, sino actuar a pesar de él’. Y eso fue lo que hice. No estaba solo, tenía a todos ustedes a mi lado.”

Los animales aplaudieron y vitorearon a Rafi. Los ciervos, con sus majestuosos cuernos, inclinaron la cabeza en señal de respeto. Los pájaros volaron en círculos sobre el claro, formando figuras en el cielo. Los conejos, siempre juguetones, comenzaron a organizar una carrera alrededor del claro.

De repente, un pequeño ratón se acercó a Rafi. “Gracias por salvarnos del lobo,” dijo con una voz temblorosa. “Eres muy valiente.”

Rafi se agachó para estar a la altura del ratón. “Todos somos valientes a nuestra manera,” respondió. “Lo importante es que nos apoyemos unos a otros y enfrentemos nuestros miedos juntos.”

El ratón sonrió y corrió de vuelta con su familia. Leo, observando la escena, sintió una profunda satisfacción. Habían logrado algo grande, no solo al ahuyentar al lobo, sino al unir a la comunidad del bosque.

Esa noche, los animales organizaron una gran fiesta. Había frutas frescas, nueces y bayas para todos. Los pájaros cantaron canciones de alegría y los conejos mostraron sus habilidades acrobáticas. Leo y Rafi fueron los invitados de honor, y todos los animales se turnaron para agradecerles por su valentía y liderazgo.

Mientras la fiesta continuaba, Rafi se sentó junto a Leo en una roca. “¿Crees que el lobo volverá?” preguntó.

Leo miró al horizonte, donde el sol comenzaba a ponerse. “Puede ser,” respondió. “Pero ahora sabemos que podemos enfrentarlo. Y lo más importante, sabemos que no estamos solos.”

Rafi asintió, sintiéndose más seguro que nunca. Había aprendido una valiosa lección sobre la valentía y la importancia de la comunidad. Y con esa certeza, se unió a la celebración, sabiendo que, pase lo que pase, siempre tendría a sus amigos a su lado.

Con el paso de los días, la vida en el bosque volvió a la normalidad. Los animales continuaron con sus tareas diarias, pero algo había cambiado. Había un nuevo sentido de unidad y cooperación entre ellos. Los pájaros seguían vigilando desde el cielo, los ciervos patrullaban los límites del bosque, y los conejos mantenían sus rutas de escape subterráneas en perfecto estado.

Una tarde, mientras Rafi paseaba por el bosque, se encontró con el abuelo búho, el sabio del bosque. “He oído sobre tu valentía, joven Rafi,” dijo el búho con una voz profunda y serena. “Estoy muy orgulloso de ti.”

Rafi se sonrojó. “Solo hice lo que tenía que hacer,” respondió humildemente.

El abuelo búho asintió. “Eso es lo que hace a un verdadero valiente. No es la ausencia de miedo, sino la decisión de actuar a pesar de él. Y tú has demostrado ser un verdadero líder.”

Rafi sonrió, sintiéndose honrado por las palabras del abuelo búho. “Gracias,” dijo. “Pero no lo hice solo. Todos en el bosque ayudaron.”

“Y eso es lo que hace a esta comunidad tan especial,” respondió el búho. “La valentía y la cooperación van de la mano. Nunca lo olvides.”

Con esas palabras en mente, Rafi continuó su paseo, sintiéndose más seguro y orgulloso de sí mismo. Sabía que, sin importar los desafíos que enfrentaran en el futuro, siempre podrían contar con la valentía y el apoyo de su comunidad.

Y así, el bosque vivió en paz y armonía, protegido por la valentía de sus habitantes y la sabiduría de sus líderes. Leo y Rafi se convirtieron en símbolos de coraje y unidad, inspirando a generaciones futuras a enfrentar sus miedos y actuar con valentía.

La moraleja de esta historia es que la valentía no es la ausencia de miedo, sino actuar a pesar de él.

Y colorín colorín, este cuento llego a su fin. bueno mis amables oyentes. ¡hasta muy pronto! CON UN NUEVO CUENTO CON MORALEJA.

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