El Cazador de Almas Perdidas – Creepy pasta 52.
La Traición Oculta.
El trayecto de regreso.
El jet privado de Vambertoken cortaba el aire nocturno con precisión, mientras dentro reinaba un silencio que parecía pesar más que el propio viaje. Drex, siempre alerta, mantenía su mirada fija en el horizonte mientras Tatiana revisaba las armas en silencio, asegurándose de que cada miembro del equipo de Oricalco estuviera listo para lo que les esperaba en el Consejo de Ancianos Vampíricos.
Sentado junto a Vambertoken, Fabián rompió el silencio.
—Siempre me he preguntado algo —dijo, mirando de reojo al vampiro con una ligera sonrisa en los labios—. ¿Era parte de tu plan desde el principio que Julián te diera ese voto de no confianza?
Vambertoken no respondió de inmediato. En cambio, se limitó a observar a Fabián por un momento, sus ojos brillando con esa fría astucia que caracterizaba cada uno de sus movimientos. El sacerdote, con su Biblia en la mano, se mantuvo firme, esperando una respuesta.
—Digamos que algunas piezas se mueven antes de que comience el juego —dijo Vambertoken finalmente, sin confirmar ni negar la acusación, pero dejando claro que todo había sido orquestado—. Después de salir del Consejo de Ancianos, volveremos al Vaticano para recoger a Julián y al vampiro prisionero. Para entonces, el proceso estará completo y su humanidad será restaurada. Sus pecados se extraerán tanto simbólica como literalmente en un orbe blanco… uno que cambiará de color a medida que sus pecados sean revelados.
Fabián asintió en silencio. Sabía que esa respuesta, aunque vaga, era la confirmación de que todo lo que había sucedido hasta ahora había sido meticulosamente planeado por Vambertoken.
Tatiana, la líder de Oricalco, interrumpió su conversación mientras repartía armas especializadas contra vampiros a cada miembro del equipo.
—Tomen esto —dijo, su voz llena de autoridad—. Estas armas están diseñadas específicamente para enfrentarse a vampiros. No sabemos qué tipo de recepción tendremos en el Consejo de Ancianos, pero debemos estar preparados para una respuesta hostil. Protejan a Vambertoken con sus vidas.
Drex observó la determinación en los ojos de Tatiana y asintió en silencio. Él no necesitaba recordatorios sobre lo que estaba en juego. Sabía que, si las cosas se torcían en el Consejo, la violencia estallaría en un abrir y cerrar de ojos, y todos tendrían que estar listos.
La llegada al Consejo de Ancianos Vampíricos.
El Consejo de Ancianos Vampíricos se encontraba en el corazón de Roma, una sede tan antigua como el propio imperio romano. El equipo fue conducido por los sinuosos pasillos hacia una sala de tribunal donde el Consejo los esperaba en pleno. La atmósfera era espesa con una mezcla de poder y tensión, cada paso resonando en el suelo de mármol mientras se acercaban al tribunal.
Vambertoken fue el primero en tomar la iniciativa, caminando con una calma casi perturbadora hacia el centro de la sala. Sus padres, Zakfig y Lunwox, lo observaban desde lo alto de sus tronos de mármol oscuro, sus rostros impenetrables, pero sus ojos llenos de expectación.
—Consejo de Ancianos —comenzó Vambertoken, con una ligera inclinación de cabeza—, es un honor estar aquí una vez más. Y por supuesto, es un placer verlos a ustedes, padre, madre —añadió con un tono cargado de ironía.
Zakfig, su padre, no tardó en intervenir.
—Tu juicio está programado para la próxima semana, Seraph —dijo con voz fría—. Se te acusa de extralimitarte en tus funciones con los ataques en Perú y las incursiones en Nicaragua. ¿Tienes algo que decir en tu defensa?
Vambertoken levantó una mano con calma.
—Me declaro culpable, pero no de lo que creen. Me declaro culpable de intentar salvar a este consejo de la perdición. —Su voz se elevó, resonando en la gran sala—. Ustedes, los Ancianos, han permitido que nuestras costumbres arcaicas nos lleven a la obsolescencia. Nos hemos vuelto incapaces de enfrentar las nuevas amenazas que nos rodean.
Zakfig frunció el ceño, pero antes de que pudiera replicar, Vambertoken continuó.
—Recientemente, capturé a un vampiro que servía como doble agente para Muerte Plata y Ragnarok. Lo llevé al Vaticano, donde está en proceso de recibir absolución. Sé que algunos aquí verán esto como una traición a nuestra especie, pero es necesario para que revele toda la verdad.
Lunwox, la madre de Vambertoken, se levantó de su asiento, sus ojos brillando de furia.
—¡¿Cómo te atreves a someter a un vampiro a la absolución en manos del Vaticano?! —exclamó, su voz llena de indignación—. ¡Uno de nuestra propia especie!
Vambertoken se mantuvo firme, sus ojos fijos en los de su madre.
—Esas costumbres arcaicas de las que hablas son las que nos han hecho débiles. Si no actuamos ahora, Muerte Plata y Ragnarok nos destruirán desde dentro. Ellos ya están infiltrados en nuestras filas. Lo ocurrido en el Vaticano no fue una traición, fue una estrategia.
La furia en los ojos de Lunwox no se aplacó, pero guardó silencio mientras su hijo continuaba.
—Por eso pido que se declare una purga en todo el continente latinoamericano. Los separatistas se extienden como una plaga desde la Patagonia hasta México, y si no actuamos, no solo el Consejo caerá, sino todo lo que hemos construido.
Zakfig lo miró con frialdad.
—¿Y quién será tu veedor? Sabes bien que no puedes declarar una purga sin uno.
Con una sonrisa calculada, Vambertoken sacó el medallón dorado del Vaticano, el sello que había recibido del Papa.
—Tengo el respaldo del Vaticano. Y he traído a mis aliados para demostrar que esta causa es justa. Fabián, sacerdote del Vaticano, Tatiana, humana y líder de Oricalco, y Drex, un licántropo. —Dicho esto, la sala estalló en furiosos murmullos. La mención de un licántropo en ese sagrado lugar enfureció a muchos.
Zakfig se levantó de su asiento, su rostro lleno de rabia.
—¡¿Cómo osas traer a un licántropo aquí, a este sagrado lugar para los vampiros?! —gritó, pero Vambertoken lo interrumpió rápidamente.
—Fuiste tú quien hizo la paz con los licántropos. Fuiste tú quien fundó el Vaticano junto a Constantino. Drex es mi mejor unidad, mi escolta personal. Si te atreves a cuestionarlo, entonces cuestiona tu propio legado.
La madre de Vambertoken, Lunwox, aún enfurecida, lo observó con ojos de decepción.
—No entiendo por qué haces esto, Seraph —dijo con voz quebrada—. Siempre pareces dispuesto a decepcionarme.
Vambertoken la miró, con una mezcla de frustración y tristeza en su rostro.
—No lo hago para decepcionarte, madre. Lo hago para protegerte, para preservar la hegemonía del Consejo de Ancianos Vampíricos.
La situación se intensifica.
Los otros miembros del consejo comenzaron a intervenir, exigiendo pruebas de las palabras de Vambertoken.
—¿Dónde está el veedor? ¿Cómo podemos confiar en tus palabras? —preguntaron, cada uno más desconfiado que el anterior.
Vambertoken levantó una mano.
—El prisionero ya ha comenzado su proceso en el Vaticano. Cuando se complete la absolución y tengamos el orbe con sus pecados, el Consejo tendrá la prueba definitiva. Hasta entonces, deben confiar en que mi causa es justa.
El ambiente en la sala era cada vez más tenso, y la mención de que los agentes del Vaticano formarían parte del nuevo Oricalco casi desató una guerra. Drex y uno de los guardias del Consejo Vampírico intercambiaron golpes, y las espadas y pistolas estuvieron a punto de desenfundarse, hasta que Vambertoken y su padre intervinieron para detener la confrontación.
Zakfig, con el rostro endurecido, miró a su hijo directamente a los ojos.
—Esperaremos el orbe antes de proceder con la votación de la purga. Hasta entonces, seguirás como Archi conde de Colombia.
Al salir del consejo.
Al salir de la sala, Vambertoken se acercó a María, quien había estado en silencio durante todo el encuentro.
—¿Lo lograste? —le susurró Vambertoken en tono críptico.
María sonrió con satisfacción.
—Sí, lo logré.
Antes de que pudieran discutir más, los equipos de Oricalco los recogieron, listos para regresar a Colombia. Fabián se despidió, regresando al Vaticano para completar su parte de la misión.
El viaje de regreso.
En el avión de regreso, por primera vez en mucho tiempo, Vambertoken mostró un gesto de genuina gratitud.
—Gracias, Drex —dijo en voz baja—.
El jet volaba en silencio sobre el Atlántico, con la penumbra de la cabina solo rota por las luces parpadeantes de los controles. Drex se encontraba sentado en su lugar habitual, siempre vigilante, cuando las palabras de Vambertoken lo sacaron de su concentración.
—Gracias, Drex —repitió el vampiro, esta vez con un tono más cálido—. No es frecuente que muestre agradecimiento, pero quiero que sepas que valoro tu lealtad. Estar dispuesto a morir por mí, por esta misión… no muchos harían lo que tú haces.
Drex, sorprendido por la franqueza de Vambertoken, simplemente asintió. No era un hombre de muchas palabras, pero sabía que este agradecimiento genuino significaba mucho más viniendo de alguien como Seraph Vambertoken II.
—Siempre cumplo con mi parte —respondió Drex lacónicamente, mientras volvía a enfocarse en lo que les esperaba en los días por venir.
Tatiana, quien había estado al frente, supervisando a su equipo de Oricalco, se volvió hacia ellos con la misma determinación de siempre. Había sido una líder implacable durante toda la operación, y el equipo la respetaba por su habilidad táctica. Ahora, se preparaban para la siguiente fase.
—Nos estamos acercando a territorio colombiano —dijo Tatiana, su voz firme—. Mi equipo está listo para cualquier eventualidad, pero antes de continuar, quiero asegurarme de que todos comprendan lo que está en juego. No habrá margen de error.
Drex asintió, sus pensamientos ya estaban alineados con los de Tatiana. Sabía que lo que estaban a punto de enfrentar en Colombia, tras su enfrentamiento con el Consejo, sería aún más peligroso.
Vambertoken, por su parte, había permanecido en silencio mientras revisaba en su mente los eventos recientes. De repente, se levantó y tomó su teléfono satelital. Lo encendió y realizó una llamada.
—Estamos de regreso —dijo con voz baja y controlada, antes de colgar abruptamente, sin esperar respuesta alguna. No era necesario; el mensaje estaba claro, y quien fuera el destinatario sabría qué hacer.
La revelación en el jet.
El silencio del vuelo fue roto de nuevo, esta vez por María. Ella, quien había estado en segundo plano durante gran parte de la operación, se acercó a Drex y Vambertoken con una expresión pensativa. Drex la observó con curiosidad, sabiendo que María rara vez hablaba sin tener algo importante que decir.
—Es hora de que te expliquemos algo, Drex —comenzó María, con un tono de voz más suave de lo habitual—. Toda esta operación, desde el Vaticano hasta el Consejo, tenía un objetivo mucho más profundo. Queríamos comprobar si alguien en el Consejo de Ancianos Vampíricos o el Vaticano coincidía con los recuerdos del vampiro prisionero… o con lo que la sacerdotisa de Ragnarok mencionó.
Drex levantó una ceja, sorprendido por la mención de ese nombre.
—¿Y? —preguntó, queriendo ir al grano—. ¿Encontraste algo?
María asintió lentamente, su rostro sereno pero cargado de significado.
—Reconocí a uno de ellos en el Consejo Vampírico —dijo finalmente—. Era alguien que claramente estaba vinculado con Muerte Plata. Estoy segura de que fue él quien avisó sobre los ataques a las sedes de Bogotá y Mocoa.
El silencio que siguió fue pesado. Drex sabía que esa información cambiaba las reglas del juego. Tener a alguien tan alto en la jerarquía vampírica trabajando para Muerte Plata solo significaba que la corrupción era mucho más profunda de lo que habían imaginado.
—Eso explica muchas cosas —murmuró Drex, cruzando los brazos mientras procesaba la información—. Pero también significa que tenemos un enemigo más peligroso de lo que pensábamos.
Vambertoken observaba a María con atención, su mente ya procesando los próximos movimientos que debían hacer.
—Lo que has descubierto es crucial —dijo Vambertoken—. Ahora tenemos una razón más para continuar con la purga. Si alguien en el Consejo está filtrando información, no podemos confiar en nadie dentro de nuestra propia especie.
María asintió, y aunque sus palabras habían sido tranquilas, la gravedad de la situación era innegable.
El regreso a Colombia.
El jet comenzó su descenso, y el equipo de Oricalco se preparaba para aterrizar en Colombia. La tensión se palpaba en el aire mientras todos revisaban sus armas y estrategias. Sabían que lo que les esperaba en Bogotá y Mocoa no era nada fácil, pero estaban listos para enfrentarlo.
Tatiana estaba al frente, organizando a su equipo para la extracción, mientras Fabián había partido de vuelta al Vaticano para continuar con el proceso del vampiro prisionero. La operación aún no estaba ni cerca de terminar.
Cuando aterrizaron, el equipo de Oricalco salió rápidamente del jet, moviéndose con precisión militar mientras se desplegaban en la pista de aterrizaje.
Vambertoken y Drex intercambiaron una última mirada antes de descender.
—La verdadera batalla está por comenzar, Drex —dijo Vambertoken—. Prepárate, porque esto solo va a empeorar.
Drex, como siempre, estaba listo para lo que viniera.
Con la información que ahora tenían sobre la infiltración en el Consejo Vampírico y el respaldo del Vaticano, el equipo estaba más determinado que nunca. La purga en Latinoamérica se aproximaba, y ellos serían los encargados de llevarla a cabo.
Gracias por acompañarnos en este viaje al terror. ¡Nos vemos en el próximo episodio!”
¿Te gustaría disfrutar de este contenido en formato de AUDIO LIBRO GRATIS? Aprovecha!!
Recuerda que siempre puedes volver a consultar nuestros libros en formato de AUDIO LIBRO GRATIS en nuestro canal de Youtube. NO OLVIDES SUSCRIBIRTE
Recibe un correo electrónico cada vez que tengamos un nuevo libro o Audiolibro para tí.
You have successfully joined our subscriber list.
Disfruta GRATIS de los mejores libros para Leer o Escuchar sobre Esoterismo, Magia, Ocultismo.
Disfruta GRATIS de los mejores libros para Leer o Escuchar para los pequeños grandes del mañana.
Disfruta de la historia de Terror más oscura y MARAVILLOSA que está cautivando al mundo.
Retira en Nequi, Daviplata, Tarjetas Netflix, Bitcoin, Tarjeta Visa Prepagada, ETC.