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‘El cazador de almas perdidas’. Creepy pasta 47.

La Ruta de la Sombra. A Través de la Oscuridad.

Drex y Fabián continuaban su viaje hacia el norte de Panamá, con el peso de lo ocurrido en Cahuita todavía colgando sobre ellos. La tensión en la camioneta era palpable, y el silencio sólo amplificaba el ruido de los pensamientos que circulaban en sus mentes. Fabián, buscando desesperadamente una forma de distraerse, encendió la radio, esperando encontrar algo que lo ayudara a olvidar lo que había sucedido.

El Noticiero que Desencadena la Crisis.

Para su desgracia, las noticias locales de Cahuita comenzaron a sonar. La voz de la locutora era grave, anunciando una última hora que hizo que Fabián sintiera un nudo en el estómago.

—…tres jóvenes han sido encontrados muertos en las afueras de Cahuita, brutalmente masacrados. La policía local ha iniciado una investigación, y aunque aún no se han encontrado testigos, las primeras hipótesis sugieren que podría tratarse de un ataque de un animal exótico, posiblemente escapado de algún tráfico de animales en la zona…

La voz de la locutora se fue apagando en la mente de Fabián, que ahora estaba enfocada en las implicaciones de esa noticia. Sabía lo que había pasado y, aunque no quería admitirlo, entendía que esos jóvenes eran probablemente las víctimas de Drex.

El aire en la cabina de la camioneta parecía volverse más denso, casi irrespirable. Fabián sintió que su respiración se aceleraba, y sus manos comenzaron a temblar involuntariamente. Sin pensarlo dos veces, dio un volantazo y detuvo la camioneta al costado de la carretera, sintiendo la necesidad desesperada de salir y tomar aire.

Drex lo observó en silencio, entendiendo lo que pasaba por la mente de Fabián. Este no era el primer amigo que había enfrentado el horror de lo que él era, pero la intensidad de su reacción le hizo darse cuenta de que necesitaba hablar.

—Fabián—, comenzó Drex mientras salía de la camioneta y se acercaba a su amigo—. No lo hago por gusto, y no soy un monstruo sin conciencia. Cazo a delincuentes, criminales de poca monta que solo traen daño a la sociedad. Sus muertes, aunque brutales, hacen más bien que mal en el gran esquema de las cosas.

Fabián, inclinado hacia adelante con las manos en las rodillas, intentaba calmar su respiración. Las imágenes de los rostros de esos jóvenes, distorsionados por el dolor y el miedo, seguían formándose en su mente. Sabía que Drex tenía razón, pero eso no hacía que la realidad fuera más fácil de aceptar.

—Lo sé—, dijo finalmente Fabián, enderezándose para mirar a Drex a los ojos—. Sé que no lo haces por placer, y sé que esos jóvenes no eran inocentes. Pero aún así… es difícil. Es difícil reconciliar el hecho de que eres mi amigo, alguien en quien confío, con lo que acabas de hacer. Pero estoy tratando de entenderlo. Y tal vez, para superar esto, necesito rezar.

Fabián se apartó unos pasos, murmurando una oración en silencio. Pedía por las almas de los muertos y por la fuerza para seguir adelante. Drex respetó el momento, dándole el espacio que necesitaba. Sabía que Fabián estaba lidiando con un conflicto interno, uno que él mismo había enfrentado durante años.

Finalmente, Fabián terminó su oración y se giró hacia Drex, con el rostro más sereno.

—Está bien—, dijo—. Sigamos. Ya hemos perdido suficiente tiempo, y debemos llegar a nuestro destino.

Drex asintió y ambos volvieron a la camioneta, listos para continuar su viaje.

El Encuentro con la Dama Refinada.

Horas después, llegaron a su destino en el extremo norte de Panamá. Un almacén aislado se erguía en la penumbra, con un ambiente cargado de tensión y peligro inminente. Drex y Fabián estacionaron la camioneta y se prepararon para el siguiente paso.

Los recibió una mujer de aspecto refinado, con un porte elegante que contrastaba con el entorno rústico. Su cabello oscuro estaba recogido en un moño impecable, y sus ojos, fríos y calculadores, los examinaron con detenimiento.

—Bienvenidos—, dijo la mujer con una voz suave pero cargada de autoridad—. Han hecho un excelente trabajo hasta ahora. Aquí está su pago.

Les entregó un sobre grueso, lleno de billetes de alta denominación. Drex y Fabián lo tomaron sin decir una palabra, conscientes de que cualquier error en este punto podría ser fatal.

—Sin embargo—, continuó la mujer, con una ligera sonrisa—, si desean ganar más dinero, hay una oportunidad para ustedes. La mercancía debe continuar su camino hacia el norte, hasta Bluefields, en Nicaragua. Si aceptan, recibirán el doble de lo que ya han ganado.

Drex y Fabián intercambiaron miradas. Sabían que seguir adelante era arriesgado, pero también que llegar hasta el final podría ser su única oportunidad de descubrir la verdad detrás de esta operación.

—Aceptamos—, dijo Drex finalmente, su voz firme.

La mujer asintió, complacida.

—Perfecto—, dijo—. Entonces, pueden seguir la ruta. Todo está preparado para que lleguen sin contratiempos.

La Llamada a Vambertoken.

Antes de reanudar el viaje, Fabián decidió informar a Vambertoken sobre la nueva situación. Sabía que el Archiconde debía estar al tanto de cada detalle, especialmente si significaba acercarse más a los responsables de esta operación.

Vambertoken respondió rápidamente, como si hubiera estado esperando la llamada.

—Fabián—, saludó con su tono usualmente calculado—. ¿Qué novedades tienes para mí?

Fabián le explicó la oferta de la mujer y cómo habían decidido seguir adelante.

—Estamos en camino a Bluefields—, dijo Fabián—. Ella mencionó que recibiríamos más dinero si completábamos la entrega allí. ¿Tienes alguna instrucción adicional?

Vambertoken guardó silencio por un momento, pensando.

—Bluefields…—, murmuró finalmente—. Muy bien. Escucha, habrá cinco escuadrones de Oricalco en Bluefields, ocultos entre la población. Están allí para apoyarles si es necesario, pero no los utilices a menos que sea absolutamente imprescindible. Esta operación es extremadamente delicada, y no queremos atraer atención innecesaria.

Fabián asintió, comprendiendo la gravedad de la misión.

—Entendido—, dijo.

—Y una cosa más—, agregó Vambertoken, con un tono más serio—. Necesito una prueba, Fabián. Necesito algo que me permita conectar los puntos entre la Resistencia, la Muerte Plata, Ragnarok, Zoltgar y el Consejo Vampírico Colombiano. Sin eso, nuestras posiciones en Vaticano podrían estar comprometidas. Encuentra esa evidencia, cueste lo que cueste.

Fabián sintió el peso de la misión sobre sus hombros, pero asintió con determinación.

—Lo conseguiremos—, prometió.

—Confío en que lo harán—, respondió Vambertoken antes de colgar.

Revelaciones en el Camino.

El viaje hacia Bluefields fue largo y tenso, dándole a Fabián y Drex tiempo para reflexionar y hablar. Con el peso de lo ocurrido en Cahuita aún en su mente, Fabián decidió que era el momento de conocer más a fondo a Drex y su naturaleza. Sentía que había reaccionado de forma negativa hacia su amigo y quería enmendar eso.

—Drex—, comenzó Fabián, rompiendo el silencio—. Sé que he sido duro contigo después de lo que pasó en Cahuita, y lo siento. Quiero entender mejor lo que eres, cómo es ser un hombre lobo. Tal vez, si entiendo más, podré aceptar lo que debes hacer.

Drex, sorprendido por la honestidad de Fabián, asintió y comenzó a hablar.

—No es fácil, Fabián—, comenzó—. Ser un hombre lobo es una maldición tanto como una bendición. La fuerza, la agilidad, la capacidad de curación… todo eso es impresionante, pero viene con un precio. La necesidad de alimentarse, la lucha constante contra la Bestia interior… es algo que nunca desaparece. Alexia, la mujer que me transformó, nunca estuvo para guiarme, así que tuve que aprender a controlar a la Bestia por mí mismo, con la ayuda de los chamanes en Perú.

Fabián lo escuchaba atentamente, absorbiendo cada palabra.

—¿Cómo es la vida de un hombre lobo?—, preguntó Fabián—. ¿Cómo están organizados?

Drex tomó un respiro antes de responder.

—Los hombres lobo estamos organizados en manadas, cada una liderada por un Regente. En Colombia, el Regente de Bogotá es el líder de la manada más grande, pero hay otros en diferentes regiones del país. Nos mantenemos en contacto y nos ayudamos mutuamente, pero también hay rivalidades. No todos los hombres lobo están alineados con la misma causa. Algunos son mercenarios, otros defensores de sus territorios, y algunos, como yo, simplemente cazadores solitarios.

Fabián asintió, comprendiendo mejor la vida de Drex.

—Eso explica por qué eres como eres—, dijo Fabián suavemente—. Eres fuerte porque has tenido que serlo. No tenías otra opción.

Drex asintió, agradeciendo las palabras de Fabián. Después de un momento de silencio, Drex miró a su amigo y cambió de tema.

—Ahora, cuéntame más sobre el Vaticano—, pidió Drex—. Ya me has dado una pequeña idea, pero quiero saber cómo están realmente organizados. ¿Cómo es posible que manejen tantas cosas en el mundo sobrenatural sin que la mayoría de la gente lo sepa?

Fabián se quedó en silencio por un momento, pensando en cómo responder. Sabía que lo que iba a contar era delicado, pero sentía que Drex merecía saberlo.

—El Vaticano…—, comenzó Fabián, con una seriedad que reflejaba la importancia del tema—, es más de lo que parece a simple vista. Lo que la mayoría de la gente ve es solo la superficie. Pero debajo de eso, hay una organización compleja, casi como una nación de guerreros dedicados a combatir lo sobrenatural. Cada sacerdote tiene el potencial de ser un soldado en esta guerra secreta, pero hay niveles. El Consejo de Maestros, por ejemplo, son los líderes más poderosos en la lucha contra lo sobrenatural.

Drex lo miró fijamente, sabiendo que lo que vendría después sería aún más importante.

—Julian, mi antiguo Maestro, es un Noble Maestro—, continuó Fabián—. Debería estar a cargo de toda Sudamérica, pero en lugar de eso, está en una misión ultra secreta. Fue Vambertoken quien intervino para que yo fuera asignado como Maestro en Colombia. Eso fue lo que llevó a Julian a convertirse en un Noble Maestro, pero sin un territorio fijo, lo cual es extraño. Todo este movimiento… no sé qué significa realmente, pero Vambertoken está detrás de todo.

Drex asintió lentamente, asimilando la información.

—Vambertoken…—, murmuró Drex—. Ese vampiro está moviendo piezas en un tablero que apenas entendemos. La pregunta es: ¿por qué? ¿Cuál es su objetivo final?

Fabián se encogió de hombros, compartiendo la misma incertidumbre.

—Eso es lo que debemos averiguar—, respondió Fabián—. Y mientras más lo pienso, más me doy cuenta de que estamos jugando un juego cuyas reglas no comprendemos del todo.

Drex asintió, entendiendo que estaban en medio de algo mucho más grande de lo que habían anticipado. El camino por delante estaba lleno de peligros, pero también de respuestas que necesitaban descubrir.

El silencio volvió a caer entre ellos, pero esta vez no era incómodo. Ambos sabían que se acercaban a un momento crucial, y que tendrían que enfrentarlo juntos.

“Gracias por acompañarnos en este viaje al terror. ¡Nos vemos en el próximo episodio!”

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