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El cazador de almas perdidas – Creepypasta 299.

Celebraciones y Sorpresas.

La sede de La Purga estaba llena de risas y celebraciones. Drex estaba reunido con el equipo de Lía: Óscar, Anuel, Violeta, Lía y Andrés, quienes seguían saboreando el éxito de la misión del día anterior, cuando lograron capturar a Sergio Pedrosa y al misterioso prisionero. Anuel estaba, como siempre, en su máxima expresión, riendo a carcajadas mientras se pavoneaba por la sala, encantado por algo que había sucedido minutos antes.

—¡No puedo creerlo! —exclamó Anuel, casi con lágrimas en los ojos por la risa—. ¡Lía aceptó mi invitación para la fiesta! ¡Dios mío, nunca pensé ver el día en que la “fría” Lía dijera que sí a una de mis fiestas! —Énfasis en la palabra “fiestas”, y todo el equipo sabía a qué se refería: sus famosas orgías.

Óscar, quien tomaba un sorbo de café, casi lo escupe al escuchar aquello. Miró a Lía como si acabara de ver a un fantasma.

—Espera… ¿qué? —preguntó Óscar, con incredulidad pintada en el rostro—. ¿Aceptaste ir a la fiesta de Anuel? ¡Pero si siempre dices que esas cosas son una pérdida de tiempo!

Lía encogió los hombros, como si no fuera nada del otro mundo, y respondió con su habitual tono indiferente:

—No siempre puedo ser la individualista. Fue una buena misión ayer, y pensé que era momento de… cambiar un poco.

Óscar abrió la boca, pero no supo qué decir. Simplemente la miró, intentando procesar lo que acababa de escuchar. Anuel seguía riendo, disfrutando al máximo la sorpresa de todos.

—Esto es historia pura, gente —dijo Anuel, gesticulando exageradamente—. Lía, la gran Lía, va a estar en una de mis fiestas. ¡No puedo pedir más de la vida! —Se giró hacia Óscar—. Óscar, hermano, quizá deberías relajarte un poco. Tal vez podrías aprender algo nuevo. —Guiñó un ojo.

Violeta, que hasta entonces había permanecido callada, observó la situación con una sonrisa cínica en los labios. Sus ojos brillaban con esa mordacidad que la caracterizaba.

—¿Lo que más me sorprende? —dijo Violeta—. Que Óscar siga vivo después de escuchar esto. —Soltó una risa rápida y seca—. Vamos, Óscar, no te pongas tan tenso. Quizás la fiesta te abra nuevos horizontes.

Óscar solo podía sacudir la cabeza. Lo que estaba sucediendo era demasiado surrealista para él.

—¿Tú también, Violeta? —preguntó Óscar, intentando aferrarse a algo lógico—. ¿También vas a la fiesta?

Violeta lo miró con una expresión traviesa y ladeó la cabeza.

—Claro. Nunca dije que no, ¿o sí? Además, me vendría bien conocer más gente. Aunque dudo que muchos sobrevivan a mi encanto. —Sus palabras goteaban sarcasmo.

Anuel, lleno de júbilo, comenzó a dar vueltas por la sala como un niño emocionado. Pero había más sorpresas por venir.

—¿Y saben qué? —continuó Anuel—. ¿Quieren saber lo mejor? Tiranus, Diana y Olfuma también aceptaron venir. ¡Licántropos en la fiesta, señores! ¡Esto va a ser épico! —Agitaba las manos como si celebrara una victoria—. Drex, gracias por hablar con ellos. ¡Esta fiesta será la más loca de todas!

Drex, que había estado observando la escena con una sonrisa tranquila, se cruzó de brazos y asintió.

—Les mencioné la invitación. No pensé que aceptarían, pero supongo que a los licántropos les gustan las emociones fuertes. —Drex hizo una pausa, su sonrisa se amplió—. Pero te advierto, Anuel, no te va a ser fácil con Tiranus. Él no se contiene cuando hay emociones intensas de por medio.

Anuel rió aún más fuerte, claramente emocionado.

—¡Perfecto! ¡Eso es justo lo que quiero! ¡Emociones fuertes! ¡Tres licántropos en una fiesta mía! —Exclamaba Anuel, claramente ya imaginando lo que sería la noche—. Tendré que reforzar las paredes del lugar. ¡Va a ser una locura!

Violeta, con su acostumbrada expresión sarcástica, agregó:

—Conociendo a Tiranus y a Diana, no solo tendrás que reforzar las paredes… Tal vez debas contratar a alguien para reparar el techo después. —Se cruzó de brazos, mientras su sonrisa se ensanchaba—. Y yo, por supuesto, estaré ahí para verlo todo.

Anuel no podía estar más feliz. Se acercó a Lía de nuevo, señalándola dramáticamente.

—Pero tú… tú eres la estrella, Lía. Te quiero ver realmente disfrutando esta vez. Nada de quedarte en una esquina, ¿entendido?

Lía lo miró con un toque de desafío en sus ojos.

—Haré lo que quiera, Anuel. No pienses que me vas a cambiar solo por esta fiesta. —Pero había una chispa de diversión en su tono, algo que Óscar no había visto en ella antes.

Óscar, aún atónito, trató de procesar todo lo que estaba sucediendo. Era como si todo su equipo se hubiera vuelto loco en cuestión de horas. Lía, Violeta, y ahora tres licántropos en la misma fiesta de Anuel. Parecía una mezcla de caos y pura locura, y no sabía si reír o preocuparse.

—Esto… esto va a ser un desastre, lo sé —murmuró Óscar, sacudiendo la cabeza, pero sin poder ocultar una pequeña sonrisa.

Al otro lado de la sala, Drex se apartó del grupo, satisfecho con el resultado. Aunque no asistiría a la fiesta, había cumplido su promesa de hablar con la manada. Ver a Tiranus, Diana, y Olfuma aceptando la invitación había sido algo inesperado, pero sabía que la diversión estaba asegurada.

La conversación seguía, llena de bromas y comentarios sarcásticos. Anuel no podía parar de hablar sobre lo épica que sería su fiesta, mientras Violeta y Lía intercambiaban sonrisas ácidas. Óscar, aún incrédulo, no sabía si debía estar celoso o simplemente dejarse llevar por el momento.

Anuel, con su energía desbordante, ya daba por hecho que esa noche sería inolvidable, y con tres licántropos en la mezcla, Drex estaba seguro de que lo sería.

El ambiente en la sala de reuniones seguía cargado de risas, bromas y comentarios mordaces. Anuel, siempre sin filtros y con su energía inagotable, no pudo evitar volver su atención hacia Drex, que estaba tranquilo al margen de la conversación. Era imposible que Anuel no quisiera saber más detalles.

—Oye, Drex, —dijo Anuel, levantando una ceja con curiosidad—, tú y la jefa Tatiana no están pensando escaparse a una fiesta privada, ¿verdad? —Remarcó la palabra “privada” con un guiño exagerado—. Porque sinceramente, no me explico cómo es que se van a perder mi fiesta, la fiesta del siglo.

Drex sonrió de medio lado, sabiendo perfectamente lo que Anuel insinuaba. No había modo de escapar de las preguntas directas de Anuel.

—No es que no sea tentador, Anuel, pero prefiero dejarte el protagonismo esta vez. —Drex respondió con calma, sus ojos brillando con algo de diversión—. Además, creo que ya tuvimos nuestra cuota de… diversión anoche. —Hizo una pausa—. Y lo que sea que esté planeado para más tarde es solo asunto nuestro. —Terminó con un tono tranquilo, pero intencionado.

Anuel no lo dejó pasar. Dio un salto hacia adelante y señaló dramáticamente a Drex.

—¡Lo sabía! ¡Ya lo tienen todo preparado! —exclamó con una teatralidad que arrancó más risas del grupo—. ¡Esa es la razón! Ya tienen su fiesta de dos, ¿eh? —Se giró hacia los demás—. Lo que pasa aquí es que Drex y la jefa Tatiana están organizando una fiesta más… íntima. ¡No me extraña nada!

Violeta, con su tono afilado, no pudo evitar intervenir.

—Bueno, Anuel, no todos necesitan una multitud para divertirse. Algunas personas prefieren algo más… exclusivo. —La burla en su voz era evidente.

Drex lanzó una risa suave, pero no negó ni confirmó nada, dejando que Anuel siguiera especulando, lo que solo aumentaba la diversión del momento.

—¿Y ustedes? ¿No me van a invitar a esa fiesta privada? —Anuel seguía presionando, encantado con la idea de estar cerca del límite—. ¡Solo imagino cómo sería con Tatiana! —Hizo una pausa, miró a Drex y añadió con una sonrisa pícara—: Solo digo que no me gustaría perderme de ver eso.

Drex negó con la cabeza, sin perder su sonrisa tranquila.

Anuel, te vas a divertir más con los licántropos en tu fiesta, créeme. —Respondió Drex, zanjando el tema con elegancia. Pero Anuel no dejó pasar la oportunidad de seguir con sus bromas.

En ese momento, Violeta giró la cabeza hacia Andrés, que estaba en silencio, observando las bromas con una mezcla de asombro y diversión. Violeta, con su acostumbrada acidez, sonrió con una chispa en los ojos.

—Oye, Andrés —dijo Violeta con un tono casual, pero lleno de malicia—. ¿Qué vas a hacer cuando vuelvas del Vaticano? La fiesta de Anuel sigue en pie para cuando regreses. Tal vez quieras darte una vuelta por allí. —Le lanzó una mirada de curiosidad intensa—. Me encantaría ver qué tan bueno eres para… divertirte.

Andrés, sorprendido por la atención repentina, se puso un poco nervioso. Sabía perfectamente qué tipo de fiesta estaba sugiriendo Violeta. Antes de que pudiera responder, Anuel lo interrumpió con su habitual falta de filtro.

—¡Espera un segundo! —dijo Anuel, apuntando hacia Andrés con una expresión de sorpresa exagerada—. ¡Andrés es virgen, ¿cierto? ¡Debiste haber hecho los votos de castidad! —Le lanzó una mirada traviesa a Violeta, como si estuviera a punto de destapar el mayor secreto de todos—. Dime, ¿es con esta vampira que quieres romper tus votos? —Sus ojos iban de Violeta a Andrés, con una sonrisa aún más grande en su rostro.

Violeta levantó una ceja, y aunque su expresión seguía siendo ácida, claramente le divertía la situación.

—Eso es algo que a mí también me interesa saber, Andrés. —dijo Violeta—. Digo, si vas a perder algo tan valioso, al menos debería ser en una situación… memorable, ¿no? —La sonrisa en su rostro era afilada.

Andrés se ruborizó intensamente, sin saber cómo reaccionar. Era evidente que nunca había estado en medio de una conversación tan directa y sugerente. Trató de despejar su garganta, pero las palabras se le atascaban.

—Yo… No… —Andrés balbuceó, completamente fuera de su zona de confort—. No es lo que piensan…

Anuel estalló en carcajadas, disfrutando al máximo de la incomodidad de Andrés.

—¡Vamos, Andrés! ¡No seas tan tímido! —Anuel lo animaba, claramente disfrutando del momento—. Aquí estamos entre amigos. Si vas a divertirte, ¡hazlo con estilo! No hay mejor forma de romper esos votos que en mi fiesta. —Anuel guiñó un ojo de manera exagerada.

Óscar, que hasta ese momento había estado lidiando con la sorpresa de Lía, se unió a la risa, aunque sacudía la cabeza en señal de incredulidad.

—Dios… Anuel, no tienes remedio. —dijo Óscar, tratando de mantener la compostura—. Pero no puedo negar que esto es entretenido.

Violeta, manteniendo su tono sarcástico, añadió:

—Bueno, Andrés, lo que decidas hacer está en tus manos. Pero si quieres mi opinión… —le lanzó una mirada traviesa—. Deberías considerar la propuesta. No todos los días tienes una invitación tan tentadora.

Andrés solo pudo balbucear, completamente aturdido por las bromas, mientras Anuel y Violeta seguían alimentando el fuego con más risas.

—Vaya, vaya —dijo Anuel—. La cosa se está poniendo interesante. Y si Andrés aparece, creo que vamos a tener una fiesta aún más inolvidable. ¡Me encargaré de que no te falte nada!

Drex observaba la escena con diversión, mientras Violeta y Anuel continuaban presionando a Andrés, quien solo intentaba evitar la atención. Era un contraste interesante: la seriedad de Andrés enfrentada al sarcasmo mordaz de Violeta y la actitud desinhibida de Anuel. Y por más que Andrés intentara mantenerse firme, no podía evitar la risa nerviosa que finalmente se escapó de sus labios.

La sala de reuniones siguió llena de risas, mientras el equipo compartía momentos que aliviaban la tensión de las misiones pasadas y las expectativas de lo que vendría. Anuel, siempre sin filtros, aseguraba que la fiesta sería algo inolvidable, especialmente con la posibilidad de que Andrés rompiera los votos de castidad en medio de la locura.

Y aunque Drex y Tatiana no asistirían, la presencia de los licántropos, Lía, y el resto del equipo aseguraba que esa noche sería tan salvaje como cualquiera podía imaginar.

Gracias por acompañarnos en este viaje al terror. ¡Nos vemos en el próximo episodio!”

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