Que tenemos para ti

Lee GRATIS

El cazador de almas perdidas – Creepypasta 284.

El Control Perdido.

Tatiana cerró la puerta de su oficina con manos temblorosas. El eco del sonido retumbó en los pasillos vacíos de La Purga. No había salido en toda la tarde; las horas habían pasado en un vaivén de deseo y culpa que la tenían al borde del abismo. Nunca antes había experimentado una necesidad tan profunda, una sed insaciable que amenazaba con devorarla entera. Cada vez que intentaba concentrarse, el ardor de las marcas de Drex en su cuerpo la traía de vuelta al mismo punto, a ese placer culposo que ahora no podía ignorar.

Respiraba entrecortada, como si el simple hecho de no sentir a Drex la estuviera ahogando. El roce del uniforme militar contra su piel no ayudaba; cada movimiento era una tortura lenta que intensificaba el deseo que la quemaba por dentro. Sabía que lo necesitaba. No había forma de escapar de ello.

No esperó ni un segundo más. Empezó a caminar hacia la salida, sus pasos rápidos, casi desesperados, resonando en el pasillo vacío. No miró atrás. Contrario a lo habitual, era la primera en salir, y aunque no había dicho una sola palabra a Drex durante el día, esperaba que él saliera justo detrás de ella. Necesitaba que él sintiera lo mismo, que esa conexión que compartían, esa sincronía con la bestia, lo empujara a seguirla, a no dejarla sola ni un segundo más.

“Drex… por favor, sal ya,” pensaba, con el corazón latiéndole en los oídos.

La desesperación le calaba hasta los huesos. Su respiración se hacía más pesada con cada paso que daba hacia el exterior de La Purga. Los segundos sin Drex parecían horas eternas, y con cada latido, la ansiedad crecía. Cada segundo sin sentirlo dentro de sí era una tortura inaguantable. Su mente estaba completamente envuelta en lo que necesitaba: que Drex la hiciera suya, que la penetrara tan profundamente que sus cuerpos parecieran fundirse en uno solo. Que mordiera sus senos con la misma ferocidad que había mostrado esa mañana, pero esta vez, aún más fuerte. Que la nalgueara una y otra vez, que la dominara completamente, hasta que no quedara nada de ella más que el eco de su placer.

El aire nocturno golpeó su rostro cuando salió al exterior. Sentía el frío en su piel, pero era nada comparado con el calor que ardía dentro de su cuerpo. Casi podía sentir las manos de Drex en su piel, azotando sus nalgas, como si la sangre misma la estuviera incitando a seguir con ese frenesí que no podía detener. Su cuerpo demandaba más. Lo necesitaba. Lo necesitaba ahora.

Cerró los ojos un segundo, rogando porque la sincronía que compartía con la bestia de Drex le hiciera sentir lo mismo, que lo hiciera salir de la sede de La Purga en ese mismo instante. Que su necesidad, su deseo, lo llamara, como una bestia que reclamaba a su compañero. Lo deseaba tanto que el aire mismo parecía lleno de su desesperación.

Los segundos pasaban como si fueran siglos. Tatiana sentía el vacío de cada momento en que Drex no estaba con ella. Su respiración se aceleraba, casi jadeante, mientras sus manos se tensaban a los costados. “¿Dónde estás, Drex?”, pensó, sabiendo que no podía aguantar más.

Y entonces lo vio. Drex salió de la sede, apenas segundos después de ella, pero en su mente, habían sido horas de tortura. Su figura imponente bajo las luces tenues del exterior parecía hecha para ella, una promesa de que su hambre pronto sería saciada. “Por fin,” pensó, pero no fue capaz de decir una palabra. No había tiempo para saludos, no había tiempo para juegos. La necesidad la superaba, y sin pensarlo, dio un paso hacia él, casi perdiendo los estribos ahí mismo, a las afueras de La Purga.

Su cuerpo vibraba de anticipación. La bestia dentro de ella rugía, demandando que Drex la tomara, que la reclamara. Era como si hubiera algo salvaje en Tatiana que había despertado, y ahora no podía ser controlado. Sabía que Drex lo sentía también; podía verlo en la forma en que sus ojos se clavaban en ella, en cómo sus músculos se tensaban al verla.

Vámonos. —fue lo único que logró decir, con una voz ronca, apenas controlada.

No había tiempo que perder. Tenían que irse al apartamento, y lo sabían ambos. Tatiana necesitaba que Drex llenara cada parte de ella, que la penetrara hasta el fondo, que dejara su esencia dentro de ella, marcándola como suya una vez más.

No había vuelta atrás. Tatiana estaba al borde del colapso.

Tatiana prácticamente se lanzó hacia Drex, su respiración entrecortada y su cuerpo temblando con una desesperación que no podía contener más. —¡Drex, no puedo más! —gimió mientras desabrochaba sus pantalones con manos impacientes—. ¡Por favor, apúrate! ¡No lo soporto más… te necesito dentro de mí, ya!**

Su voz estaba cargada de esa urgencia casi animal que había estado acumulándose durante todo el día. El calor en sus nalgas y el ardor en su pecho eran incontrolables. La mordida de Drex seguía en sus pezones, latiendo, recordándole cada momento de la mañana. No podía esperar ni un segundo más.

Sin darle tiempo a reaccionar, Tatiana se inclinó hacia abajo, su boca envolviendo a Drex en un solo movimiento fluido y desesperado. Él dejó escapar un gruñido bajo, sus dedos se aferraron al volante mientras intentaba mantener la camioneta en la carretera. Los jadeos de Tatiana eran como una melodía, pero mezclados con la ferocidad de su necesidad, eran casi incontrolables.

Es como el hambre de la bestia, ¿verdad? —dijo Drex con la voz ronca, sus colmillos al borde de aparecer. Su cuerpo respondía, pero su mente intentaba concentrarse en la carretera—. Eso que sientes… esa necesidad de más… es la bestia dentro de ti y de mí, reclamando lo que es nuestro.

Tatiana no se detuvo ni un segundo. Cada movimiento de su boca, cada succión, era una súplica desesperada de más. El calor en su cuerpo se intensificaba, cada roce de su lengua contra Drex hacía que el control del licántropo se desmoronara más y más.

¡Drex! —Tatiana alzó la mirada, sus ojos llenos de un deseo que la quemaba por dentro—. ¡No puedo esperar! ¡Lo necesito ahora! Cada segundo sin ti es una tortura… cada maldito segundo que no me nalgueas, que no me muerdes… me duele, Drex! ¡Hazlo ahora! —su voz era casi un sollozo desesperado, y Drex sintió cómo el control se le escurría entre los dedos.

Te lo prometo, Tatiana, —murmuró, acelerando un poco más mientras luchaba por no perderse completamente—. Cuando lleguemos… serás solo mía.

Tatiana apenas podía contenerse. Su cuerpo ardía, cada fibra de su ser estaba en llamas, y el placer se mezclaba con un tormento tan profundo que la hacía perder el control de sus pensamientos. Su boca seguía trabajando frenéticamente, pero la desesperación en su mente crecía a cada segundo.

Drex… no puedo… no puedo esperar más —jadeaba con cada palabra, su voz rota, vulnerable, consumida por un deseo que superaba cualquier control que alguna vez hubiera conocido.

El auto seguía en movimiento, pero para Tatiana, cada metro recorrido parecía una eternidad insoportable. No podía dejar de tocarlo, de sentirlo en su boca, pero eso ya no era suficiente. Lo necesitaba dentro de ella, su piel, sus manos, sus colmillos. Nada más importaba. Sus caderas temblaban, y la presión entre sus piernas se convertía en un dolor dulce, casi insoportable.

Drex, por su parte, se esforzaba por mantener los ojos en la carretera, pero el sonido de Tatiana y el modo en que su cuerpo reaccionaba lo estaban llevando al límite. Podía sentir la desesperación en ella, la urgencia, y sabía que no era algo normal, que algo más profundo estaba ocurriendo entre ambos.

Tatiana… esto… esto es diferente —logró decir entre jadeos. Sus manos temblaban en el volante—. Es como si… estuvieras… hambrienta. Pero no de comida, no del instinto de la bestia. Era un deseo dirigido exclusivamente hacia él.

Tatiana soltó un gemido ahogado, apartando apenas su boca de él para mirarlo, sus ojos brillando con un hambre intensa, casi animal. —Es que te necesito… cada parte de ti. No puedo esperar más… No puedo. Su cuerpo se agitaba, temblando de necesidad.

Drex apretó el volante, sus nudillos blancos. Su propio control comenzaba a desmoronarse. Sentía la sincronía, ese vínculo salvaje que compartían, pero ahora se intensificaba más allá de lo que jamás habían experimentado. El instinto lo arrastraba hacia ella, sus propias emociones y deseos comenzaban a igualar la furia desesperada de Tatiana.

—Aguanta… solo un poco más —gruñó, acelerando la camioneta, sus ojos ya oscurecidos por el deseo. Pero incluso mientras conducía, podía sentir cómo el control lo abandonaba, cómo cada palabra de Tatiana, cada gemido, lo llevaba más cerca del punto de ruptura.

Tatiana no podía soportarlo más, el calor la quemaba desde dentro. Cada vez que sentía la aceleración del auto, cada vez que sus labios lo tocaban, la necesidad de tenerlo, de sentirlo poseyéndola, se hacía más insoportable. Sus pensamientos eran un caos, entremezclados con la urgencia de hacerle suya de nuevo, de dejar que el dolor y el placer se entrelazaran hasta que no pudiera distinguirlos.

Drex… hazlo ya… No puedo… ¡No puedo más! —soltó, mientras su cuerpo se agitaba violentamente sobre él, sus manos buscando más contacto, más cercanía, como si pudiera fusionarse con él en ese mismo momento.

Drex, con los colmillos apenas comenzando a asomar, sabía que ninguno de los dos podría esperar hasta llegar al apartamento. La bestia dentro de él también empezaba a despertar, jalada por la desesperación de Tatiana, por ese vínculo inquebrantable que los unía.

—Tatiana, solo un poco más.

La camioneta avanzaba a gran velocidad, pero para Tatiana cada segundo parecía una eternidad. Sentía una necesidad, una urgencia que no había experimentado antes con tanta intensidad. No era solo deseo; era una necesidad que ardía en lo más profundo de su ser. Drex conducía, pero ella no podía esperar más.

—”Apúrate, Drex…” —jadeó, su voz temblaba con una mezcla de lujuria y desesperación. No podía detenerse, sus manos ya deslizándose hacia él mientras hablaba—. “¡No aguanto más!”

Sin más palabras, Tatiana se inclinó hacia él, desabrochando su cinturón con una rapidez que demostraba su impaciencia. Su boca buscó desesperadamente el cuerpo de Drex, envolviéndolo en placer mientras él intentaba mantener la concentración en la carretera. Pero Tatiana no se detenía, y su necesidad solo aumentaba con cada segundo que pasaba sin tenerlo completamente.

Drex soltó un gruñido entre dientes, sabiendo perfectamente que lo que Tatiana estaba experimentando era mucho más que simple deseo. Era como si el hambre de la bestia, que él mismo conocía tan bien, estuviera manifestándose en ella, pero de una manera diferente. En lugar de buscar corazones para devorar, Tatiana lo buscaba a él. Lo necesitaba a él, su esencia, su cuerpo, su poder.

—”Tatiana… lo que sientes… es como el hambre de la bestia…” —intentó explicarle mientras un escalofrío de placer recorría su columna vertebral—. “Pero tú… tú no tienes la bestia dentro… Lo que quieres… soy yo.”

Tatiana levantó la cabeza brevemente, su mirada estaba llena de una necesidad casi animal, sus ojos brillaban con una intensidad que nunca antes había visto en ella.

—”¡No me importa!” —exclamó entre jadeos—. “Te necesito, Drex. ¡Te necesito ahora! ¡Hazme tuya!”

Cada palabra salía de sus labios cargada de desesperación, su cuerpo ardiendo por sentir más de él. La respiración de Tatiana se volvió errática, sus pensamientos solo giraban alrededor de una cosa: satisfacer esa necesidad. El placer que sentía mientras lo tenía cerca, el dolor exquisito de cada nalgada, cada mordida, cada embestida… necesitaba todo eso de nuevo, y lo necesitaba ya.

Drex entendió que no iban a llegar al apartamento. La sincronía que compartían le permitía sentir, en lo más profundo de su ser, que Tatiana estaba al borde de perderse en ese deseo descontrolado, y si no hacía algo pronto, ella podría ser consumida por completo. Giró el volante bruscamente, desviándose del camino principal hacia el bosque que bordeaba la carretera. Tenía que detenerse, tenía que darle lo que ella necesitaba. Ambos lo sabían.

Al llegar a una zona oculta entre los árboles, Drex apenas tuvo tiempo de apagar el motor antes de que Tatiana comenzara a desvestirlo frenéticamente, sus dedos temblorosos luchando contra la tela. No había lugar para sutilezas. Ella misma se despojó de su ropa en cuestión de segundos, su cuerpo expuesto a la fresca brisa del bosque, pero lo único que sentía era el calor abrumador dentro de ella.

—”Quiero que me azotes… que me des sin piedad…” —jadeó Tatiana, su voz se quebraba entre palabras—. “Quiero que me penetres… que me desgarr… Drex, hazme tuya por completo, ¡ahora!”

Su piel temblaba de anticipación, mientras cada fibra de su ser clamaba por él. Drex, ya inmerso en su propio deseo desatado por la conexión que compartían, no necesitaba más invitaciones. Sus manos recorrieron el cuerpo de Tatiana con una mezcla de lujuria y brutalidad, sus labios encontrando cada centímetro de su piel. Las nalgadas comenzaron, fuertes y precisas, marcando cada golpe con el sonido de la carne contra la carne.

Tatiana gritaba de placer, cada embestida llenándola con la esencia de Drex, cada mordida en sus pezones enviando oleadas de dolor y placer que la hacían arquearse hacia él, pidiendo más. Necesitaba más. El cuerpo de Drex, ya comenzando a transformarse ligeramente, aumentaba la intensidad de cada caricia, cada embestida, llevándola al borde de la locura.

—”No pares…” —gimió Tatiana—. “¡No pares! ¡Drex!”

Sentía que estaba al borde del abismo, el placer mezclado con el dolor la arrastraba en un torbellino que no quería detener. Cada parte de ella estaba siendo consumida, llenada, colmada por Drex. Era como si la vida misma estuviera en juego, y Drex fuera la única salvación que tenía.

El frenesí continuó, sin límites, sin frenos. Tatiana no era capaz de pensar en nada más. Cada nalgada, cada embestida, cada mordida la llevaba más profundo en ese abismo de placer, más cerca de la liberación que tanto anhelaba. Drex, también inmerso en ese estado salvaje, la poseía con una brutalidad que solo ellos dos podían comprender.

El bosque, testigo silencioso de su desenfreno, se llenaba con los sonidos de sus cuerpos chocando, los gemidos ahogados de Tatiana y los gruñidos de Drex mientras se entregaban a la desesperación que ambos compartían.

Tatiana lo sentía dentro de cada parte de su ser, y aunque cada embestida la llevaba más allá de lo que creía soportar, no podía parar. Necesitaba más, siempre más, hasta que ya no quedara nada de ella sin ser devorado por Drex.

Tatiana no podía pensar con claridad. Solo podía sentir. Cada parte de su ser gritaba por Drex. No había espacio para nada más, ni razón, ni control. Solo deseo, solo esa necesidad insaciable de sentirlo dentro de ella, de que su cuerpo fuera suyo en cada sentido.

—”Necesito sentirte… necesito que me tomes… que me desgarras…” —susurró, mientras sus manos recorrieron su propio cuerpo, incapaz de contenerse más—. “Por favor, ¡ya no puedo esperar!”

Drex la observaba, sus ojos llenos de esa misma hambre que ella sentía. Sabía que lo que estaba pasando entre ellos era más que simple deseo. Era la sincronía entre ambos, esa conexión salvaje que los unía en cuerpo y alma. Tatiana lo necesitaba con una intensidad que él entendía a la perfección, porque él mismo la sentía también.

Tatiana, fuera de sí, siguió murmurando entre jadeos—. “Quiero que me azotes… que me tomes como si me desgarras… no puedo más, Drex, por favor…”. Su desesperación era palpable, y cada palabra parecía acercarlos más al momento de liberación.

La noche había caído sobre el bosque sin lograr apaciguar los gritos y gemidos de Tatiana

—”¡No aguanto más!” —gritó, su voz cargada de una mezcla de desesperación y deseo. Sentía el fuego ardiendo bajo su piel, cada fibra de su ser palpitando con una necesidad que no podía controlar.

Drex, con el instinto de la bestia reflejado en sus ojos, se permitió ser arrastrado por el hambre de Tatiana. Sabía que lo que sentía no era tan diferente a lo que él mismo experimentaba después de largas batallas, ese impulso primario de consumir, de dominar. Pero con Tatiana, no era hambre de carne, sino algo mucho más profundo.

Ella le rogaba que la azotara, que no tuviera piedad. Sus manos temblaban mientras intentaba tocarlo por todas partes, sus palabras entrecortadas mientras le suplicaba que la poseyera de la manera más salvaje posible.

—”Hazlo… destrúyeme… muérdeme, quiero sentirlo todo,” —jadeaba Tatiana, su mirada perdida en una mezcla de dolor y placer. El simple contacto con Drex la hacía temblar, su cuerpo respondiendo de una manera casi animal. Cada azote la acercaba más al límite, y cada mordida en sus pezones enviaba ondas de electricidad pura a través de ella, llenándola de un placer que rozaba lo insoportable.

Drex no podía contenerse mucho más. Sabía que Tatiana estaba empujando ambos hacia un borde del cual no había vuelta atrás. No importaba cuánto la mordiera, cuánto la azotara; ella siempre pedía más, siempre quería más. Era como si su hambre nunca pudiera ser satisfecha.

La bestia dentro de Drex estaba despertando con fuerza. Sentía su poder rugir, pero esta vez, Tatiana no era la presa. Ella era la dueña de su deseo, y él solo podía seguirla, desgarrarla, y darle lo que tanto ansiaba.

Tatiana estaba al borde de la locura. El hambre que sentía por Drex, la necesidad de sentirlo a cada instante, había transformado el viaje en una desesperada espera, una tortura que su cuerpo y mente no podían soportar. Cuando Drex se apartó para ir en busca de los dos corazones, el mundo de Tatiana se detuvo. Cada segundo que él no estaba sobre ella, dentro de ella, desgarrando su cuerpo y su alma, era una agonía insostenible.

—“¡No te vayas!” —gimió, su voz casi inaudible por el peso de la desesperación que la consumía. Pero Drex ya se había lanzado, sus instintos licántropos alertando de la presencia cercana.

Cada segundo fue una eternidad. Tatiana luchaba por no perder el control, pero el vacío que Drex había dejado al apartarse se hacía más grande. Cerró los ojos, apretó los puños contra la tierra del bosque, y todo su cuerpo ardía de deseo por él. Lo necesitaba. No podía soportar un segundo más sin él. Su piel parecía al rojo vivo, sus nalgas aún ardían con el recuerdo de las nalgadas anteriores, sus pezones sensibles como si todavía sintiera los colmillos de Drex clavándose en ellos.

Cuando Drex regresó, con los corazones palpitantes en las manos, Tatiana ya estaba al límite de sus fuerzas. Sus ojos se encontraron, y en ese instante, no hubo palabras. Solo instinto.

Tatiana se lanzó sobre el primer corazón, desgarrando su carne con los dientes, la sangre brotando de él mientras se deslizaba por su boca, por su garganta, hasta que las últimas gotas cubrieron sus labios y escurrían por su pecho desnudo. La sangre le dio un momento de calma, un respiro que tanto necesitaba, pero no fue suficiente. No lo era. Nunca lo sería.

—“Drex…” —jadeó, mientras dejaba caer el corazón vacío y lo miraba con ojos hambrientos—. “No es suficiente… te necesito más que esto… más que todo…”

Sin una palabra, Drex comprendió. Dejó el otro corazón a un lado, sus ojos brillando con una mezcla de lujuria y deseo salvaje. Su cuerpo se transformó parcialmente, las garras, los colmillos, las marcas de su licantropía asomando en la piel. Sabía exactamente lo que ella necesitaba. La tomó de la cintura y, con un rugido bajo, la levantó de la tierra. La locura de Tatiana debía ser satisfecha.

Tatiana gimió mientras Drex la empujaba contra un árbol cercano. Su cuerpo se tensó al sentir el primer azote brutal en sus nalgas, tan fuerte que el dolor se mezclaba con un placer insoportable. Los gritos que salían de su boca no eran de sufrimiento, sino de una satisfacción que la envolvía por completo. El sonido de las nalgadas resonaba en el bosque mientras ella suplicaba por más, mientras sus dedos se aferraban a la corteza del árbol, temblando de éxtasis.

—”¡Más! ¡Más fuerte!” —suplicaba entre jadeos, el aire vibrando con sus gemidos. Sus pezones, que ardían por la anticipación, recibieron el ataque de los colmillos de Drex, quien los desgarraba mientras ella gritaba su nombre.

—”Te lo haré… todo lo que quieras, Tatiana,” —murmuró Drex con una voz profunda y animal, sus manos deslizándose por cada centímetro de su piel, desgarrando su carne con un hambre que lo consumía tanto como a ella.

Drex la penetró con una fuerza brutal, sus embestidas tan profundas y rápidas que cada una arrancaba un gemido salvaje de los labios de Tatiana. Era demasiado. El placer se convirtió en dolor, y el dolor en éxtasis. No había límites, no había control, solo la necesidad insaciable de estar el uno dentro del otro. Tatiana lo sentía en cada parte de su ser, cada fibra de su cuerpo lo pedía, lo suplicaba.

—”¡Sigue! ¡No pares!” —gritaba Tatiana, su voz quebrándose entre gemidos mientras sentía que cada rincón de su cuerpo era poseído por Drex.

Cuando ambos llegaron al clímax, fue como si el tiempo se detuviera. El mundo alrededor de ellos desapareció, y solo existía el otro. Tatiana por fin sentía que estaba llena. Su cuerpo temblaba incontrolablemente, las marcas de las garras y los colmillos de Drex grabadas en su piel como prueba de su rendición total.

Aún con el corazón latiendo con furia en su pecho, se dejó caer sobre el pecho de Drex, su aliento entrecortado, su cuerpo completamente satisfecho… por ahora.

—“Finalmente…” —susurró entre jadeos, sintiendo el calor de la sangre y el sudor entre ambos—. “Por fin…”

Drex, aún dentro de ella, besó suavemente su cuello, y aunque ambos sabían que la tormenta de hambre podría volver, por ahora, Tatiana se sentía en paz, completamente satisfecha en los brazos de su bestia.

Gracias por acompañarnos en este viaje al terror. ¡Nos vemos en el próximo episodio!”

Audio Libro GRATIS

¿Te gustaría disfrutar de este contenido en formato de AUDIO LIBRO GRATIS? Aprovecha!!

Volver a la Lista de Cuentos

Recuerda que siempre puedes volver a consultar nuestros libros en formato de AUDIO LIBRO GRATIS en nuestro canal de Youtube. NO OLVIDES SUSCRIBIRTE

Síguenos en las Redes

Descarga nuestra App

Disfruta GRATIS de los mejores libros para Leer o Escuchar sobre Esoterismo, Magia, Ocultismo.

Disfruta GRATIS de los mejores libros para Leer o Escuchar para los pequeños grandes del mañana.

Disfruta de la historia de Terror más oscura y MARAVILLOSA que está cautivando al mundo.

Retira en Nequi, Daviplata, Tarjetas Netflix, Bitcoin, Tarjeta Visa Prepagada, ETC.