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El cazador de almas perdidas – Creepypasta 272.

 El Aliento de la Trampa.

El viento frío de la noche soplaba a través de las ruinas de Cochasquí, haciendo eco entre las pirámides truncadas y las piedras milenarias que bordeaban el sitio. Las figuras de los escuadrones de Oricalco avanzaban en formación, con sus rifles preparados y visores nocturnos activados, escaneando cada sombra en busca de movimiento. El equipo de Lía, al frente de la operación, lideraba el avance, guiando a sus soldados en una misión que parecía tan simple como destruir una base enemiga, pero que cargaba una tensión en el aire que todos podían sentir.

Lía, con sus espadas colgadas en la espalda y sus pistolas cargadas con balas de plata y mercurio, miraba el terreno con atención. Sabía que este tipo de silencio solo presagiaba peligro. —“María, ¿qué ves?” —preguntó por el comunicador, sin bajar la guardia.

Desde el centro de comando en Quito, María cerró los ojos y dejó que las visiones se desplegaran en su mente. En sus visiones, podía ver el siguiente 55 segundos: las sombras moviéndose, vampiros separatistas que se reorganizaban en las ruinas, y un grupo oculto más adelante que estaba preparando un asalto. —“Lía, hay al menos dos grupos. Los primeros nos esperan en las estructuras laterales y los segundos se están preparando en la pirámide central. Tenemos 30 segundos para tomar posiciones.”

Tatiana, a su lado, revisó las lecturas de los drones y coordinó las acciones con rapidez. —“Escuadrones tres y cuatro, aseguren el flanco derecho. Cinco y seis, desplácense al oeste para cubrir cualquier ataque sorpresa. Óscar, mantente con Drex en la primera línea y asegúrate de cubrir los ángulos muertos.”

Drex, con su chokuto en la mano y la pistola en la otra, se preparó. Sabía que su sincronización con su tótem sería esencial si la situación se complicaba. Por ahora, mantenía su forma humana, pero estaba alerta, sus sentidos licántropos listos para detectar cualquier amenaza que se acercara. —“Entendido, no dejaremos que se acerquen,” —respondió, cubriendo a Lía mientras se desplazaba.

Anuel, más atrás, invocó a las plantas para que extendieran sus enredaderas por el terreno. Estas enredaderas se deslizaron silenciosamente por el suelo, cubriendo las líneas de defensa de los escuadrones y enredándose en las zonas donde sospechaban que los enemigos atacarían. Violeta, quien avanzaba con el grupo principal, cerró los ojos y sintió la energía del lugar. —“Hay algo que no se siente bien aquí. Las sombras… no son solo nuestras.”

Lía escuchó a Violeta y no dudó en ajustar las órdenes. —“Violeta, mantente lista para desplegar tus pesadillas en cuanto veamos movimiento. Anuel, refuerza las barreras en los flancos. No podemos dejarlos rodearnos.”

De repente, el primer grupo de vampiros separatistas emergió de las sombras con rifles de asalto, abriendo fuego. Los disparos resonaron por las ruinas, iluminando la noche. Los escuadrones de Oricalco respondieron inmediatamente, usando sus balas mixtas para contrarrestar a los enemigos. Drex se movió rápido, disparando y eliminando a los que intentaban acercarse, mientras su chokuto cortaba con precisión.

Óscar, desde la retaguardia, cubría a sus compañeros con disparos precisos, mientras Andrés, con su espada santa y pistola, coordinaba a los escuadrones para que mantuvieran la línea y no se desmoronaran ante el asalto inicial.

—“¡Resistan la posición, no dejen que los separen!” —gritó Lía, sus espadas brillando bajo la luz de la luna mientras atacaba con ferocidad a cualquier separatista que lograba pasar las líneas de disparo.

María, aún en el centro logístico, vio la siguiente fase en su visión: más vampiros acercándose, esta vez desde el norte y el oeste, junto con algo más. —“Lía, vienen más del norte. Y hay algo grande… un grupo que parece ser de vampiros sanguijuelas. No podemos dejar que se unan a la batalla principal.”

Tatiana ajustó la estrategia rápidamente. —“Escuadrones siete y ocho, desplacen su fuego al norte y desplieguen cargas explosivas para frenar a las sanguijuelas. Drex, mantente alerta; podríamos necesitar que uses el tótem si la situación se complica.”

Las órdenes se ejecutaron, y los escuadrones de Oricalco lanzaron cargas explosivas para desviar el avance de los vampiros sanguijuelas, que se movían como una marea deforme en la oscuridad, sus cuerpos retorcidos y sus movimientos erráticos. Las explosiones resonaron, pero la oleada continuaba, y las criaturas seguían avanzando.

Drex, viendo la presión en las líneas, se preparó para lo inevitable. Sabía que su transformación sería clave si los enemigos seguían aumentando. Pero por ahora, mantuvo el control, disparando y cortando a los vampiros separatistas que se acercaban.

Anuel, viendo la llegada de las sanguijuelas, aumentó la extensión de sus enredaderas, cubriendo más terreno y liberando esporas venenosas que atacaron a las criaturas, ralentizándolas. —“Esto no será suficiente para detenerlas, pero ganaremos algo de tiempo.”

Violeta, sabiendo que era el momento, abrió su mano y canalizó su magia de sangre para invocar sus pesadillas. Las criaturas emergieron del suelo, sombras con formas inhumanas y ojos brillantes que se abalanzaron sobre los enemigos, rasgando y quemando con ácido. La escena se tornó caótica mientras las pesadillas se extendían, sembrando el pánico entre los vampiros.

—“Bien hecho, Violeta. Sigamos presionando, no podemos darles tiempo de reorganizarse,” —dijo Lía, liderando el contraataque.

A medida que las oleadas continuaban, los separatistas aumentaban su presión. Los escuadrones de Oricalco lograban contenerlos, pero empezaban a sentir la fatiga. Andrés, con su pistola y espada, cubría cada centímetro de terreno que podía, pero las líneas comenzaban a ceder.

Tatiana, viendo las pérdidas y la presión creciente, se comunicó con Raúl. —“Necesitamos tu equipo en 10 minutos máximo. Estamos siendo superados.”

El equipo de Raúl estaba en camino, pero las fuerzas de Oricalco debían resistir hasta entonces. Lía y Drex, luchando hombro a hombro, lograron mantener el frente, pero sabían que las hordas de vampiros sanguijuelas no serían la única amenaza. Las ruinas comenzaban a resonar con una energía oscura, y el terreno vibraba levemente bajo sus pies.

—“Esto no es solo una emboscada, están despertando algo,” —dijo Drex, su mirada fija en las pirámides mientras sentía el latido de la magia oscura.

—“María, mantente alerta. Tatiana y yo iremos en cuanto podamos. Lía, aguanta hasta entonces,” —dijo Tatiana por el comunicador, preparándose para desplazarse al campo de batalla.

Las sombras seguían acechando, y el equipo de Lía se mantenía unido, pero sabían que lo peor aún estaba por venir.

La niebla se arremolinaba con más intensidad sobre las ruinas de Cochasquí, y las pirámides parecían latir con una fuerza oscura mientras el equipo de Lía y los escuadrones de Oricalco combatían en una lucha constante para contener las oleadas de enemigos. Los vampiros separatistas seguían atacando con organización, y las hordas de sanguijuelas, ahora reforzadas, embestían las posiciones de los escuadrones.

Drex y Lía se movían en sincronía, cortando con sus espadas y disparando con precisión, mientras las enredaderas de Anuel continuaban extendiéndose, atrapando a las criaturas que intentaban romper las líneas. Violeta, con sus pesadillas desplegadas, controlaba el avance enemigo, pero incluso sus sombras comenzaban a sentir la presión de las hordas que se multiplicaban.

Tatiana, desde el centro de comando en Quito, monitoreaba cada segundo de la batalla, utilizando las transmisiones de los drones para coordinar las acciones. —“Lía, el equipo de Raúl está a tres minutos. Deben mantener la línea un poco más. María, confirma que la ruta de acceso para el helicóptero está despejada.”

María cerró los ojos, concentrándose en las visiones que aparecían como destellos en su mente. Vio los siguientes 50 segundos: los separatistas intensificando sus ataques desde el flanco este, y algo más. —“Lía, vienen desde el este con refuerzos adicionales. Veo algo grande, algo que no pertenece a esta dimensión… una distorsión de energía mágica.”

Lía apretó los dientes. —“Drex, cubre el flanco este. Óscar, conmigo en la retaguardia. Necesitamos reagruparnos.”

Drex asintió, avanzando hacia la posición indicada, su chokuto y pistola trabajando en armonía. Óscar, por su parte, se colocó junto a Lía, cubriendo las áreas que sus compañeros no podían alcanzar. Andrés, desde su posición elevada, continuaba disparando, asegurándose de que cada bala bendita alcanzara su objetivo.

—“Anuel, refuerza las plantas en el este. No podemos permitir que pasen,” —ordenó Tatiana, viendo en los monitores cómo el número de enemigos aumentaba.

Anuel invocó un nuevo conjunto de enredaderas, que brotaron del suelo como serpientes, formando una pared de espinas y hojas venenosas. Las criaturas sanguijuelas que intentaban cruzar eran atrapadas y envenenadas, sus cuerpos retorciéndose mientras las plantas absorbían su energía vital. —“Las plantas están resistiendo, pero no por mucho tiempo. Son demasiados,” —advirtió Anuel.

Violeta, sintiendo la presión, invocó más pesadillas para apoyar el flanco que defendía Drex. Esta vez, las sombras que aparecieron eran más agresivas, formas alargadas con garras que atacaban a los separatistas, desorientándolos y atrapándolos en un torbellino de confusión. —“¡No podemos dejar que se unan a las hordas! Debemos romper su avance.”

Drex, sabiendo que la situación era crítica, sintió la vibración de la tierra bajo sus pies intensificarse. Los separatistas, organizados y feroces, se movían en formación, cubiertos por las sombras que emergían de las pirámides. Los ojos de Drex destellaron, y supo que su forma humana ya no era suficiente. —“Lía, me transformo. Tenemos que frenar este avance.”

—“Hazlo,” —respondió Lía sin dudar. —“Los demás, mantengan la formación.”

Drex, en un movimiento fluido, se dejó llevar por la energía del tótem. Su cuerpo se expandió, su piel se cubrió de un pelaje oscuro, y sus músculos se tensaron con una fuerza descomunal. En su forma licántropa, Drex se lanzó contra los separatistas con una fuerza y velocidad muy superiores, sus garras y colmillos brillando bajo la luz de la luna. Cada golpe era brutal, y su presencia en el campo de batalla se sintió como un ciclón imparable.

Las sombras se rompieron mientras Drex avanzaba, pero algo en el aire cambió. Desde la pirámide central, un aura fría emergió, y el temblor en la tierra aumentó. María, en su trance, vio la siguiente amenaza antes de que se manifestara. —“¡Lía, hay un cambio! La pirámide central… algo está emergiendo, y es mucho más poderoso que las hordas.”

Tatiana ajustó los drones para enfocar la pirámide. Un círculo de luz azul pálido se abrió en su base, y figuras oscuras comenzaron a salir: los magos ritualistas, que invocaban sus hechizos para desestabilizar las defensas de Oricalco. Sus cánticos resonaban en el aire, y con cada palabra, el frío se intensificaba.

—“Drex, retrocede. Esto es una emboscada dentro de otra emboscada,” —dijo Tatiana mientras los escuadrones de Oricalco se reagrupaban.

Drex continuó luchando en su forma licántropa, pero se mantuvo alerta. Sabía que el frío que emanaba de las ruinas no era natural. Los magos ritualistas levantaban sus manos, y el suelo se cubría de una capa de hielo que avanzaba rápidamente hacia las líneas de Oricalco.

Violeta, viendo que la magia del enemigo afectaba el terreno, decidió atacar con una nueva ola de pesadillas. Esta vez, las sombras tomaron la forma de criaturas aladas, que se lanzaron contra los ritualistas, atacando sus escudos mágicos y distrayéndolos momentáneamente.

—“¡No les demos tiempo de completar el ritual!” —gritó Lía, liderando un contraataque mientras cortaba las líneas enemigas.

Andrés disparó a los magos desde su posición, sus balas benditas alcanzando sus objetivos y debilitando sus defensas mágicas. Óscar, junto a Lía, avanzó con ferocidad, disparando a los enemigos que intentaban rodear las posiciones defensivas.

De repente, una oleada de energía oscura se liberó de uno de los ritualistas, y un fragmento de hielo afilado voló hacia Drex. Aunque logró desviarlo con su brazo licántropo, el hielo se incrustó en su carne. Drex gruñó de dolor, pero su regeneración acelerada le permitió continuar luchando.

Los escuadrones de Oricalco comenzaron a sentir el frío en sus armaduras, y algunos soldados resbalaron en el hielo que cubría el terreno. Tatiana monitoreó la situación y se comunicó con Raúl. —“La magia de los ritualistas está desestabilizando el terreno. Apúrense.”

Anuel redobló sus esfuerzos, haciendo que sus plantas crecieran y absorbieran la energía mágica de las grietas heladas, neutralizando parcialmente la expansión de hielo. —“Puedo retrasar el avance, pero no sé por cuánto tiempo.”

Las sombras se movieron con más fuerza, y el frío se volvió más penetrante. María sintió que algo grande se aproximaba, pero las visiones eran confusas. —“Lía, siento algo enorme… pero no puedo verlo con claridad. La energía de los magos está interfiriendo.”

Tatiana sabía que necesitaban un movimiento decisivo. —“Violeta, mantén la presión sobre los magos con tus pesadillas. Anuel, necesitamos esas plantas más cerca de las grietas.”

La batalla seguía, y aunque el equipo de Lía mantenía la línea, las fuerzas enemigas continuaban presionando. La pirámide central vibraba con una fuerza creciente, y la atmósfera se tornaba cada vez más densa, anunciando que la trampa en Cochasquí estaba a punto de alcanzar un nuevo nivel de peligro.

Gracias por acompañarnos en este viaje al terror. ¡Nos vemos en el próximo episodio!”

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