El cazador de almas perdidas – Creepypasta 261.
La Caza en la Isla.
La tarde avanzaba con lentitud en la ciudad, mientras la sede de La Purga se vaciaba tras los rumores que habían estallado como una bomba: el video del ritual de los 350 corazones había circulado por todos los rincones. En el apartamento que compartían Tatiana y Drex, el ambiente estaba cargado de tensión. Tatiana, María y Fabián se habían reunido con Drex para ver el video, intentando desentrañar la verdad tras las historias que corrían por los pasillos de la organización. La caza en la isla era algo que solo Drex había experimentado
en su totalidad, y aunque todos conocían los detalles de oídas, presenciarlo en video sería otra cosa.
—Debemos verlo —dijo Tatiana, preparando la pantalla con manos firmes—. No podemos vivir con dudas, y como directora de Oricalco, necesito saber de lo que mis agentes están hablando.
Drex, con la mirada sombría, asintió, sabiendo que lo que estaban a punto de ver no sería fácil. María y Fabián, sentados a un lado, compartieron una mirada seria. Ambos sabían lo que implicaba ese ritual, pero verlo de primera mano era un acto de valentía que incluso ellos dudaban si podrían soportar.
—Recuerden, esto es lo que Asha nos dio como regalo —comentó Drex, su voz cargada de resignación—. Ella quería que vieran lo que significa controlar el tótem.
Tatiana presionó play, y las primeras imágenes aparecieron en la pantalla. La cámara capturaba el panorama de una isla, rodeada de aguas profundas y oscuras. Durante siete días, el ritual consistía en liberar a 50 personas al amanecer, dispersándolas por toda la isla, mientras Drex, en su forma híbrida, los cazaba con una brutalidad descomunal. El tiempo era su enemigo, pues solo disponía de unos minutos en su forma de bestia para cumplir con el sacrificio diario.
La grabación mostraba la transformación de Drex: su cuerpo se alargaba, las garras crecían y sus ojos se encendían con una luz inhumana. El primer día, los gritos resonaron por la selva mientras las primeras 50 personas eran liberadas. La cámara capturaba cada detalle, desde la desesperación en los rostros de las víctimas hasta la velocidad y precisión con la que Drex se lanzaba sobre ellas. No había tiempo para misericordia, no había espacio para el error. Cada segundo contaba, y cada ataque debía ser brutal y certero.
—Dios mío… —susurró Fabián, mirando cómo Drex arrancaba de cuajo la cabeza de un hombre con un solo movimiento. La sangre salpicaba la cámara, y las imágenes eran tan crudas que resultaba difícil distinguir al Drex que conocían de la criatura en la pantalla.
María, que había extraído este recuerdo de Fabiola y lo había usado en Andrés, sintió cómo se le revolvía el estómago. —Esto… esto es peor de lo que imaginaba. —Su voz tembló mientras observaba cómo Drex, implacable, desgarraba cuerpos con una rapidez animal, devorando corazones en fracciones de segundo.
Tatiana se tensó, viendo las escenas que antes solo había escuchado desde la distancia. En el campamento, había oído los gritos, había sentido las vibraciones en el suelo mientras Drex se desataba. Pero ver los ataques, la forma en que Drex se movía a través de la selva como una sombra mortal, era aterrador en un nivel diferente.
La grabación continuó, mostrando la cacería del segundo día. La brutalidad no se suavizaba; Drex se volvía más eficiente, su velocidad aumentando mientras las víctimas corrían desesperadas, intentando escabullirse en la espesura. El terror en sus ojos era palpable, y la cámara lo capturaba todo.
—¡Basta! —exclamó Fabián, incapaz de soportar más. Tatiana pausó el video, y el silencio se apoderó de la sala.
—No sabía que… —Fabián se frotó las sienes, intentando procesar lo que había visto—. No sabía que sería así. Drex, tú…
María, que aún estaba procesando la brutalidad de lo que había presenciado, se llevó una mano a la boca. —Esto es lo que implanté en Andrés… —murmuró, con los ojos vidriosos—. No puedo creer que alguien pudiera soportar algo así…
Drex permaneció en silencio, mirando la pantalla pausada. —Ese fue el precio para controlar el tótem. Cada día era una lucha contra el tiempo, y cada vez que me transformaba, tenía que encontrar el equilibrio entre la ferocidad y el control.
Tatiana apretó su mano, entendiendo el sacrificio que había hecho. —Drex, sé que ahora lo controlas. Lo que hiciste fue… necesario. —Su voz mostraba una mezcla de admiración y tristeza—. Pero las imágenes… son aterradoras.
María, con el rostro marcado por la angustia, apartó la mirada de la pantalla. —Lo que vi en Andrés, lo que usé en Fabiola… fue solo una fracción de esta monstruosidad. Esto… —hizo una pausa, sus ojos reflejando un miedo profundo—, esto es algo que nadie debería soportar.
Drex asintió, su expresión seria pero tranquila. —A veces, para mantener el control, uno debe enfrentarse a sus propias bestias. —Miró a cada uno de los presentes, con una calma que demostraba la certeza que había alcanzado—. Yo elegí enfrentarme a ellas y ganar. Y si este video les muestra algo, es que, incluso en medio del caos, se puede encontrar la fuerza para domar la oscuridad.
Fabián intentó recomponerse, asintiendo lentamente. —No sé si podré olvidar esto, pero… respeto lo que has logrado, Drex.
Tatiana, aunque aún afectada por lo que había visto, sonrió con suavidad. —Lo importante es que estás aquí, y que tienes el control.
María, sin embargo, se quedó en silencio, sus pensamientos perdidos en las imágenes que había presenciado. Sabía que lo que había hecho tenía un propósito, pero ver la brutalidad del ritual con sus propios ojos le hacía cuestionar todo lo que había creído necesario. Drex apagó la pantalla, sabiendo que no era necesario seguir viendo más. —Basta por hoy.
No es algo que deba verse todo de una vez.
La sala quedó en silencio, solo interrumpida por la respiración agitada de María y el murmullo lejano de la ciudad que llegaba a través de las paredes. Drex sabía que el ritual quedaría grabado en sus mentes, pero tenía la esperanza de que, al menos, entenderían que lo que habían visto era parte de un pasado que él había decidido dominar.
El aire en el apartamento estaba denso, cargado con el peso de lo que acababan de presenciar. Las imágenes del ritual aún se proyectaban en sus mentes, incluso después de apagar la pantalla. Drex, Tatiana, María y Fabián permanecían en silencio, procesando la brutalidad de lo que habían visto, conscientes de que esas imágenes no serían fáciles de olvidar.
Tatiana, percibiendo que el ambiente se estaba volviendo insoportable, se levantó y caminó hacia la cocina. —Creo que todos necesitamos algo para calmar los nervios —dijo, sacando una botella de vino de la nevera. Al regresar, llenó unos vasos y los colocó en la mesa frente a los demás.
—Esto… definitivamente no es lo que esperaba ver en una tarde normal —comentó Fabián, tomando uno de los vasos y alzándolo—. Pero, al menos, podemos brindar por haber sobrevivido a este ‘viaje de bodas’ —añadió con una sonrisa forzada, tratando de romper el hielo.
Drex tomó su vaso, levantándolo en señal de brindis. —Bueno, si algo hemos aprendido hoy, es que las bodas en la Purga vienen con “regalos” que no encuentras en ningún otro lugar.
María rió, aunque sus ojos aún mostraban la sombra de lo que había visto.
—Definitivamente, Asha se supera cada vez. Dudo que podamos esperar menos de la Reina del Caos.
—Sí, a veces creo que Asha compite consigo misma a ver quién puede hacer el regalo más retorcido —agregó Tatiana, sonriendo mientras tomaba un trago—. Aunque debo admitir que… —miró a Drex—. Nadie podría superar algo como esto.
Drex se encogió de hombros. —La verdad, estoy considerando devolverle el regalo. —La broma hizo que todos soltaran una risa, y aunque no borraba la tensión, al menos aligeraba el momento.
—Imaginen mañana en La Purga… —Fabián se frotó la cara con una mano—. Todos van a haber visto esto.
—Ya me imagino los murmullos —dijo María, con una risa suave—. ‘¿Viste el video del monstruo de los 350 corazones?’ Todos hablarán de eso por semanas.
—Será la historia del mes —respondió Tatiana, apoyándose en el respaldo del sillón y mirando el vaso que tenía en la mano—. Y con todos en la sede habiendo visto el video, no habrá forma de evitar las miradas.
Drex suspiró, tomando un largo trago antes de mirar a los otros. —Ya estoy acostumbrado a los apodos, pero este nuevo… ‘El Atormentador’… parece que va a quedarse por un buen tiempo.
—¿Qué esperabas? —bromeó Fabián—. Dicen que, si sobrevives al ‘video del Atormentador’ sin pesadillas, te ganas un día libre.
—¡Oh, genial! —rió María—. Como si no tuviéramos ya suficientes problemas en la Purga, ahora hay un “monstruo” suelto por los pasillos.
Tatiana se unió a las risas, la tensión en sus hombros aflojando lentamente. —Bueno, al menos servirá para mantener las filas en orden… Todos los novatos querrán evitar cruzarse con Drex en el campo.
Drex sonrió de lado. —Si sirve para mantenerlos en forma, lo acepto. Aunque —bajó la voz con tono divertido—, les diré que solo deben preocuparse si empiezan a ver corazones flotando en sus sueños.
La risa fue inevitable. Por un instante, todos olvidaron el peso del video y las imágenes que habían presenciado. Se permitieron una pequeña pausa en medio del caos que sabían que los esperaba.
—No será un día fácil, eso es seguro —concluyó Tatiana, sirviéndose un poco más de vino—. Pero al menos, estamos juntos en esto.
Todos levantaron sus vasos una última vez, brindando por la unión que compartían y el sentido del humor que les permitía enfrentar incluso los horrores más oscuros.
Gracias por acompañarnos en este viaje al terror. ¡Nos vemos en el próximo episodio!”
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