La Diosa Ceres.
La Diosa de la tierra fértil.
En el gran panteón de dioses romanos, había uno que se destacaba por su importancia y poder. Se llamaba Ceres, la Diosa de la tierra fértil, la agricultura y la cosecha. Su nombre provenía del latín “gerere”, que significa “engendrar” o “producir”, reflejando su papel fundamental en la fertilidad de la tierra y la abundancia de las cosechas.
Ceres era hija de Saturno y Ops, dos de los dioses más antiguos y poderosos de la mitología romana. Su origen se remontaba a los tiempos más remotos, cuando la tierra era joven y fértil, y los dioses caminaban entre los mortales. Desde su nacimiento, Ceres estuvo destinada a ser la protectora de la tierra y la garantía de la supervivencia de la humanidad.
Con su cabello dorado y su ropaje verde, Ceres era la personificación de la naturaleza en todo su esplendor. Su presencia era anunciada por el aroma a trigo y flores, y su sonrisa podía hacer florecer los campos más estériles. Era la Diosa de la vida y la muerte, de la siembra y la cosecha, y su influencia se extendía desde los campos de trigo hasta los corazones de los mortales.
En la mitología romana, Ceres era venerada como una Diosa poderosa y benéfica, capaz de conceder la fertilidad y la abundancia a aquellos que la honraban. Su importancia era tan grande que se le dedicaban festivales y rituales en su honor, y su nombre se invocaba en momentos de necesidad y gratitud.
Y ahora, prepárate para sumergirte en la fascinante historia de Ceres, la Diosa de la tierra fértil, y descubrir los secretos y leyendas que rodean su figura en la mitología romana.
Contexto mitológico.
En el vasto universo de la mitología romana, Ceres era solo una de las muchas deidades que habitaban el Olimpo, el monte sagrado donde residían los dioses. El panteón romano estaba lleno de dioses y Diosas con personalidades y poderes únicos, cada uno con su propia historia y papel en el cosmos.
Junto a Ceres, había otros dioses que compartían su preocupación por la fertilidad y la agricultura. Como Flora, la Diosa de las flores y la primavera, que con su sonrisa podía hacer florecer los campos más estériles. O Pomona, la Diosa de los frutos y los árboles, que cuidaba de los huertos y los jardines con amor y dedicación.
Pero el Olimpo también estaba habitado por dioses más poderosos y temibles. Como Júpiter, el rey de los dioses, que con su rayo podía controlar el cielo y la tierra. O Marte, el dios de la guerra, que con su espada podía sembrar la destrucción y la muerte.
Y luego estaban las criaturas mitológicas, seres fantásticos que habitaban los bosques, los ríos y las montañas. Como los faunos, criaturas mitad hombre y mitad cabra que bailaban en los bosques con las ninfas. O las dríadas, ninfas de los árboles que podían controlar la madera y la savia.
En este contexto mitológico, Ceres se movía con facilidad, utilizando su poder y su influencia para proteger la tierra y la agricultura. Pero también estaba rodeada de peligros y desafíos, como la sequía y la hambruna, que podían destruir la fertilidad de la tierra y la supervivencia de la humanidad.
La historia de Ceres se desarrolla en un mundo de mitos y leyendas, donde los dioses y las criaturas mitológicas se entrelazan en una danza cósmica de poder y destino. Un mundo donde la naturaleza y la humanidad están estrechamente unidas, y donde la Diosa de la tierra fértil juega un papel fundamental en el equilibrio del universo.
El nacimiento de Ceres.
En el amanecer de los tiempos, cuando el mundo aún estaba en formación y los dioses aún estaban aprendiendo a controlar sus poderes, nació Ceres, la Diosa de la tierra fértil. Su nacimiento fue un evento celestial, anunciado por signos y prodigios que presagiaban la llegada de una nueva era.
Ceres era hija de Saturno y Ops, dos de los dioses más antiguos y poderosos del panteón romano. Saturno, el dios del tiempo y la agricultura, había reinado sobre el mundo durante una edad de oro, cuando la humanidad vivía en armonía con la naturaleza. Ops, la Diosa de la abundancia y la fertilidad, era su consorte y compañera, y juntos habían engendrado a Ceres.
El nacimiento de Ceres ocurrió en un momento de gran turbulencia en el mundo. Los dioses aún estaban luchando por el control del universo, y la tierra estaba sufriendo las consecuencias de sus batallas. Pero cuando Ceres nació, algo cambió en el mundo. La tierra comenzó a florecer, las plantas crecieron con fuerza y los animales se multiplicaron.
Se dice que Ceres nació en una cueva sagrada, rodeada de flores y árboles que florecían milagrosamente. Su primer llanto fue como un canto de alegría, que resonó en todo el mundo y anunció su llegada. Y cuando abrió sus ojos por primera vez, la tierra se iluminó con una luz dorada, como si el sol mismo hubiera salido de su pecho.
Saturno y Ops se regocijaron al ver a su hija, y la recibieron con brazos abiertos. Le dieron el nombre de Ceres, que significa “crecer” o “florecer”, en honor a su papel como Diosa de la tierra fértil. Y desde ese momento, Ceres estuvo destinada a ser la protectora de la naturaleza y la garantía de la supervivencia de la humanidad.
Infancia y primeros años.
La infancia de Ceres fue un período de gran magia y maravilla. Desde muy temprana edad, demostró signos de su destino como Diosa de la tierra fértil. Su risa era como la música de las esferas, y su presencia hacía que las flores florecieran y los árboles crecieran con fuerza.
Ceres creció en un entorno de amor y protección, rodeada por sus padres y otros dioses del panteón romano. Saturno y Ops la enseñaron todo lo que sabían sobre la naturaleza y la agricultura, y ella demostró una habilidad natural para hacer crecer las plantas y los animales.
Una de las primeras señales de sus poderes fue cuando tenía solo unos pocos años. Estaba jugando en un campo de trigo con sus amigos, cuando de repente, las espigas de trigo comenzaron a crecer a una velocidad increíble, alcanzando alturas que nunca antes se habían visto. Los dioses se sorprendieron y se dieron cuenta de que Ceres tenía un don especial.
Otra señal temprana de su destino fue cuando Ceres descubrió un manantial de agua cristalina en el bosque. El agua era tan pura y fresca que parecía tener propiedades mágicas, y Ceres se sintió atraída por ella. Comenzó a beber del manantial todos los días, y pronto descubrió que tenía el poder de curar a los animales y las plantas enfermas.
A medida que Ceres crecía, su conexión con la naturaleza se hizo más fuerte. Podía comunicarse con los animales y las plantas, y ellos la escuchaban y la obedecían. Su presencia era como un bálsamo para la tierra, y su amor por la naturaleza era tan grande que parecía tener el poder de hacer florecer incluso las cosas más muertas.
Así que, desde muy temprana edad, Ceres demostró ser una Diosa con un destino especial. Su infancia y primeros años fueron un período de gran magia y maravilla, y su conexión con la naturaleza la preparó para su papel como Diosa de la tierra fértil.
Descubrimiento de poderes.
Ceres había crecido rodeada de la magia de la naturaleza, pero no fue hasta su adolescencia que descubrió el verdadero alcance de sus poderes. Estaba en un campo de flores silvestres, jugando con sus amigas, cuando de repente sintió una extraña sensación en sus manos. Era como si la tierra misma estuviera hablando con ella, pidiéndole que la ayudara.
Sin saber qué hacer, Ceres extendió sus manos y tocó el suelo. De inmediato, las flores silvestres comenzaron a crecer a una velocidad increíble, alcanzando alturas que nunca antes se habían visto. Las amigas de Ceres se sorprendieron y se dieron cuenta de que ella tenía un don especial.
Pero el descubrimiento de sus poderes no fue fácil para Ceres. Al principio, no sabía cómo controlarlos y a menudo causaba accidentes. Un día, mientras estaba jugando con sus amigos, hizo que un árbol creciera demasiado rápido y terminó partiéndose en dos. Otro día, hizo que una planta creciera en el lugar equivocado y terminó ahogando a las otras plantas.
A pesar de los desafíos, Ceres estaba determinada a dominar sus poderes. Pasaba horas practicando en secreto, tratando de entender cómo funcionaban y cómo podía controlarlos. Y con el tiempo, comenzó a mejorar. Aprendió a hacer que las plantas crecieran de manera controlada, y a usar sus poderes para ayudar a los demás.
Una de las primeras veces que usó sus poderes para ayudar a alguien fue cuando su amiga Flora se enfermó. Flora era la Diosa de las flores y estaba demasiado débil para hacer que las flores crecieran. Ceres se ofreció a ayudarla y, con sus poderes, hizo que las flores crecieran en todo el jardín de Flora. Flora se sintió mejor de inmediato y agradeció a Ceres por su ayuda.
Así que, con el tiempo, Ceres se convirtió en una Diosa poderosa y respetada, conocida por su habilidad para hacer crecer las plantas y ayudar a los demás. Y aunque todavía enfrentaba desafíos, estaba lista para enfrentar cualquier cosa que se le presentara.
Entrenamiento y crecimiento.
Con el tiempo, Ceres se dio cuenta de que necesitaba entrenarse para perfeccionar sus
habilidades. Buscó la ayuda de su madre, Ops, quien le enseñó los secretos de la tierra y la magia de la naturaleza. Ops le mostró cómo canalizar su energía para hacer crecer las plantas de manera controlada, y cómo usar sus poderes para curar a los animales y las personas.
Ceres también se entrenó con otros dioses del panteón romano, como Flora y Pomona, quienes le enseñaron sobre la magia de las flores y los frutos. Aprendió a combinar sus poderes con los de otros dioses para crear efectos aún más impresionantes.
Pero el entrenamiento de Ceres no fue fácil. Tuvo que enfrentar desafíos y pruebas que pusieron a prueba su determinación y su habilidad. En una ocasión, Ops la llevó a un desierto árido y le pidió que hiciera crecer una planta en medio de la nada. Ceres se esforzó por horas, pero no lograba hacer que la planta creciera. Justo cuando estaba a punto de rendirse, recordó las palabras de su madre: “La magia está en la conexión con la naturaleza”. Entonces, se enfocó en la energía de la tierra y logró hacer crecer una hermosa flor en medio del desierto.
Con el tiempo, Ceres se convirtió en una Diosa poderosa y respetada, conocida por su habilidad para hacer crecer las plantas y ayudar a los demás. Su entrenamiento y crecimiento la habían preparado para enfrentar cualquier desafío que se le presentara. Y aunque todavía tenía mucho que aprender, estaba lista para usar sus poderes para proteger la naturaleza y ayudar a los que lo necesitaban.
La conexión de Ceres con la naturaleza se hizo aún más fuerte, y su presencia era como un bálsamo para la tierra. Los animales y las plantas la adoraban, y los dioses del panteón romano la respetaban. Ceres había encontrado su lugar en el mundo, y estaba lista para usar sus poderes para hacer que el mundo fuera un lugar mejor.
Grandes hazañas.
Ceres, la Diosa de la tierra fértil, había crecido en poder y sabiduría. Su conexión con la naturaleza era más fuerte que nunca, y su presencia era como un bálsamo para la tierra. Pero Ceres no se contentaba con solo cuidar de la naturaleza, también quería protegerla de aquellos que buscaban dañarla.
Una de sus primeras grandes hazañas fue cuando enfrentó al monstruo Typhon, un ser gigantesco que amenazaba con destruir la tierra. Ceres se enfrentó a él con valor y determinación, utilizando sus poderes para hacer crecer plantas y árboles que lo atraparan y lo debilitaran. Finalmente, logró derrotarlo y salvar la tierra de su destrucción.
Otra de sus grandes hazañas fue cuando rescató a la Diosa Flora, quien había sido secuestrada por el dios del inframundo, Plutón. Ceres se infiltró en el inframundo, utilizando su magia para evitar ser detectada. Luego, enfrentó a Plutón y lo desafió a un duelo de magia.
Ceres emergió victoriosa, y logró rescatar a Flora y llevarla de regreso al mundo superior.
Ceres también se enfrentó a la sequía que asolaba la tierra, utilizando sus poderes para hacer llover y hacer crecer las plantas. Su magia fue tan efectiva que las plantas crecieron en abundancia, y la tierra se volvió fértil una vez más.
Y finalmente, Ceres también se enfrentó a la hambruna que asolaba la tierra, utilizando sus poderes para hacer crecer alimentos en abundancia. Su magia fue tan efectiva que la hambruna desapareció, y la tierra se volvió próspera una vez más.
Así que, Ceres se convirtió en una Diosa heroica, conocida por sus grandes hazañas y su determinación para proteger la naturaleza. Su conexión con la tierra era más fuerte que nunca, y su presencia era como un bálsamo para la tierra.
Interacciones con otros dioses y mortales.
Ceres, la Diosa de la tierra fértil, no solo se dedicaba a cuidar de la naturaleza, sino que también interactuaba con otros dioses, héroes y mortales. Su carácter amable y generoso la hacía querida por todos, y su sabiduría la convertía en una consejera valiosa.
Una de sus interacciones más significativas fue con el dios Júpiter, quien la consultaba frecuentemente sobre asuntos de la tierra y la agricultura. Ceres le ofrecía consejos sabios y lo ayudaba a tomar decisiones importantes. A cambio, Júpiter la protegía de cualquier amenaza que pudiera surgir.
Ceres también se relacionaba con la Diosa Venus, con quien compartía su amor por la belleza y la fertilidad. Juntas, creaban jardines y bosques que eran la envidia de los demás dioses. Su amistad era tan fuerte que se decía que podían comunicarse sin necesidad de palabras.
Con los héroes, Ceres era generosa y protectora. Les ofrecía su ayuda y consejo en momentos de necesidad, y les proporcionaba alimentos y refugio cuando lo necesitaban. El héroe Hércules, en particular, era muy querido por Ceres, quien lo consideraba como un hijo.
Con los mortales, Ceres era compasiva y amable. Les enseñaba sobre la agricultura y la fertilidad, y les ayudaba en momentos de necesidad. Se decía que podía hacer que las plantas crecieran en cualquier lugar, siempre y cuando se le pidiera con respeto y gratitud.
Una historia famosa sobre Ceres es la de un mortal llamado Orfeo, quien se había enamorado de su esposa Eurídice. Cuando Eurídice murió, Orfeo se dirigió al inframundo para buscarla.
Ceres, conmovida por su amor, lo ayudó en su búsqueda y lo protegió de los peligros del inframundo.
Así que, Ceres se convirtió en una Diosa querida y respetada por todos, desde los dioses hasta los mortales. Su carácter amable y generoso la hacía única, y su sabiduría la convertía en una consejera valiosa.
Enemigos y rivales.
Ceres, la Diosa de la tierra fértil, no estaba exenta de enemigos y rivales. Su poder y influencia en la naturaleza la convertían en una amenaza para aquellos que buscaban controlar la tierra y sus recursos.
Uno de sus principales enemigos era el dios Plutón, quien gobernaba el inframundo y buscaba expandir su dominio a la tierra. Plutón veía a Ceres como un obstáculo para sus planes y buscaba destruir su poder e influencia.
Otro rival de Ceres era la Diosa Juno, quien estaba celosa del poder y la influencia de Ceres en la tierra. Juno buscaba destruir la fertilidad de la tierra y convertirla en un lugar estéril y desolado.
Los conflictos entre Ceres y sus enemigos y rivales fueron legendarios. En una ocasión, Plutón intentó secuestrar a Ceres y llevarla al inframundo, pero ella se defendió con su magia y logró escapar.
En otra ocasión, Juno intentó destruir la fertilidad de la tierra, pero Ceres la detuvo con su poder y logró restaurar la fertilidad de la tierra.
Las batallas entre Ceres y sus enemigos y rivales fueron épicas. En una ocasión, Ceres enfrentó a un ejército de monstruos enviados por Plutón para destruir la tierra. Ceres los derrotó con su magia y logró salvar la tierra.
En otra ocasión, Ceres enfrentó a Juno en una batalla de magia y poder. Ceres emergió victoriosa y logró mantener su influencia en la tierra.
Así que, Ceres se convirtió en una Diosa poderosa y respetada, capaz de defender su dominio y su influencia en la tierra. Sus enemigos y rivales la temían y la respetaban, y su poder y sabiduría la convertían en una aliada valiosa para aquellos que buscaban proteger la naturaleza.
Pruebas y tribulaciones.
Ceres, la Diosa de la tierra fértil, no solo enfrentó enemigos y rivales, sino que también tuvo que superar pruebas y tribulaciones personales. Estas pruebas la ayudaron a crecer y evolucionar, convirtiéndola en una Diosa aún más poderosa y sabia.
Una de las pruebas más difíciles que enfrentó Ceres fue la pérdida de su hija, Proserpina.
Plutón, el dios del inframundo, se enamoró de Proserpina y la secuestró, llevándola al inframundo. Ceres estaba desconsolada y buscó a su hija por todas partes, pero no pudo encontrarla.
Finalmente, Ceres se dio cuenta de que debía aceptar la pérdida de su hija y encontrar una manera de seguir adelante. Entonces, hizo un trato con Plutón para que Proserpina pudiera regresar al mundo superior durante parte del año. Este trato se convirtió en la explicación para las estaciones del año, con Proserpina regresando al mundo superior en la primavera y regresando al inframundo en el otoño.
Otra prueba que enfrentó Ceres fue la sequía que asoló la tierra. La tierra estaba seca y estéril, y los mortales estaban sufriendo. Ceres buscó una manera de ayudar, pero no podía encontrar una solución. Entonces, se dio cuenta de que debía buscar ayuda en los demás dioses y trabajar juntos para encontrar una solución.
Finalmente, Ceres y los demás dioses encontraron una manera de traer la lluvia y restaurar la fertilidad de la tierra. Ceres había aprendido la importancia de trabajar con los demás y buscar ayuda cuando es necesario.
Así que, Ceres emergió de estas pruebas y tribulaciones como una Diosa aún más poderosa y sabia. Había aprendido a aceptar la pérdida y a buscar ayuda cuando es necesario. Su evolución y crecimiento la convirtieron en una Diosa más compasiva y generosa, dispuesta a ayudar a los demás en momentos de necesidad.
Últimos años.
Los años pasaban y Ceres, la Diosa de la tierra fértil, comenzaba a sentir el peso de su edad.
Su poder e influencia en la naturaleza aún eran grandes, pero empezaba a declinar. Los mortales ya no la veneraban como antes, y los demás dioses comenzaban a olvidar su importancia.
Una profecía había sido pronunciada por el oráculo de Delfos, que decía que Ceres caería en un sueño eterno cuando la tierra ya no necesitara su protección. Al principio, Ceres no le dio importancia a la profecía, pero con el tiempo, comenzó a sentir una extraña fatiga que no podía explicar.
Los eventos que llevaron al declive de Ceres comenzaron con la llegada de una gran sequía que asoló la tierra. Los mortales clamaban por su ayuda, pero Ceres no podía responder. Su poder estaba debilitado, y no podía hacer que la lluvia cayera del cielo.
Luego, una gran plaga asoló la tierra, destruyendo las cosechas y matando a muchos mortales.
Ceres intentó ayudar, pero su poder era demasiado débil. Los demás dioses intentaron ayudarla, pero no pudieron detener la plaga.
Finalmente, un gran terremoto sacudió la tierra, destruyendo templos y ciudades. Ceres intentó calmar la tierra, pero su poder era demasiado débil. Fue entonces cuando se dio cuenta de que la profecía se estaba cumpliendo. Su tiempo en la tierra había llegado a su fin.
Ceres se retiró a su templo, rodeada de sus seres queridos. Allí, se sumió en un sueño eterno, rodeada de las flores y las plantas que había protegido durante tanto tiempo. La tierra lloró su pérdida, pero sabía que Ceres había dejado un legado que viviría para siempre.
Muerte.
La muerte de Ceres, la Diosa de la tierra fértil, fue un evento que sacudió el mundo mitológico.
Los dioses y las Diosas se reunieron en el Olimpo para lamentar su pérdida, y los mortales lloraron su muerte en las calles y en los campos.
La noticia de su muerte se propagó rápidamente, y pronto todos supieron que la Diosa que había protegido la tierra y las cosechas durante tanto tiempo había partido. Los ríos se secaron, las montañas temblaron y las flores se marchitaron en señal de duelo.
Los personajes que rodeaban a Ceres estaban devastados. Su hija, Proserpina, se sumió en una profunda tristeza, y su esposo, Júpiter, se sintió culpable por no haber podido protegerla.
Los demás dioses y Diosas del panteón romano también lloraron su muerte, recordando su sabiduría y su generosidad.
La muerte de Ceres también tuvo un impacto en la naturaleza. Las estaciones del año comenzaron a cambiar, y la tierra se volvió más estéril. Las cosechas comenzaron a fallar, y los mortales se vieron obligados a buscar nuevas formas de cultivar la tierra.
Pero incluso en la muerte, Ceres dejó un legado. Su espíritu se convirtió en parte de la tierra, y su poder se transmitió a las futuras generaciones de dioses y mortales. Su historia se convirtió en una leyenda, recordada por todos como un ejemplo de la importancia de proteger la naturaleza y la fertilidad de la tierra.
Y así, la muerte de Ceres se convirtió en un nuevo comienzo, un recordatorio de la importancia de honrar y proteger la tierra y las cosechas. Su legado viviría para siempre, inspirando a futuras generaciones a seguir sus pasos y a proteger la naturaleza con la misma dedicación y amor que ella había demostrado durante su vida.
Impacto y legado.
La vida y acciones de Ceres, la Diosa de la tierra fértil, han dejado un impacto indeleble en la mitología y en los mortales. Su dedicación a la protección de la naturaleza y la fertilidad de la tierra ha inspirado a generaciones de dioses y mortales a seguir sus pasos.
En la mitología, Ceres es recordada como una Diosa poderosa y generosa, que dio su vida para proteger la tierra y las cosechas. Su legado se ve reflejado en las estaciones del año, que cambian en honor a su memoria. La primavera, con su florecimiento de flores y plantas, es un recordatorio de su poder y generosidad.
Entre los mortales, Ceres es venerada como una Diosa protectora y nutricia. Los agricultores y campesinos la invocan para pedir su protección y bendición sobre sus cosechas. Los cultos en su honor surgieron en todo el mundo antiguo, con rituales y ceremonias para honrar su memoria y pedir su protección.
Una de las leyendas más famosas sobre Ceres es la de la “Búsqueda de Proserpina”, que cuenta cómo la Diosa buscó a su hija por todo el mundo después de que fue secuestrada por Plutón. Esta leyenda se ha convertido en un símbolo de la dedicación y amor de una madre por su hijo.
Otra leyenda cuenta cómo Ceres enseñó a los mortales la agricultura y la domesticación de animales, lo que permitió a la humanidad prosperar y crecer. Esta leyenda se ha convertido en un recordatorio de la importancia de la tierra y la naturaleza en la vida de los mortales.
En resumen, la vida y acciones de Ceres han dejado un impacto duradero en la mitología y en los mortales. Su legado es un recordatorio de la importancia de proteger la naturaleza y la fertilidad de la tierra, y de la dedicación y amor que una madre puede tener por su hijo.
Reflexión final.
La historia de Ceres, la Diosa de la tierra fértil, es un recordatorio de la importancia de la naturaleza y la fertilidad en la vida de los mortales. Su dedicación a la protección de la tierra y las cosechas es un ejemplo de la conexión profunda que existe entre los dioses y la naturaleza.
En el contexto más amplio de la mitología, la historia de Ceres se une a la de otros dioses y Diosas que también protegen y nutren la tierra y sus habitantes. Su legado es un recordatorio de la importancia de honrar y proteger la naturaleza, y de la necesidad de vivir en armonía con el mundo que nos rodea.
La historia de Ceres también nos recuerda la importancia de la familia y el amor maternal. Su dedicación a su hija Proserpina es un ejemplo de la fuerza y el amor que una madre puede tener por su hijo.
En conclusión, la historia de Ceres es un recordatorio de la importancia de la naturaleza, la familia y el amor. Su legado es un ejemplo de la conexión profunda que existe entre los dioses y la naturaleza, y de la necesidad de honrar y proteger el mundo que nos rodea.
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