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El Dios Anubis.

El guardián de los muertos.

 

Presentación del dios.

En las sombras del inframundo, donde los muertos vagaban sin rumbo, había un dios que vigilaba con ojos atentos. Su nombre era Anubis, el señor de la necrópolis, el guardián de los muertos y el dios de la momificación.

Nacido de la unión entre Osiris y Nephthys, Anubis era el resultado de una pasión prohibida, un amor que desafió las leyes de los dioses. Pero a pesar de su origen turbio, Anubis creció para convertirse en uno de los dioses más importantes del panteón egipcio.

Con su cabeza de chacal y su cuerpo de hombre, Anubis era el símbolo de la protección y la vigilancia. Era el encargado de guiar a los muertos a través del inframundo, de pesar sus corazones y de decidir su destino eterno. Sin Anubis, los muertos estarían condenados a vagar por la eternidad, sin encontrar la paz ni la tranquilidad.

Y así, Anubis se convirtió en el dios más temido y respetado del inframundo. Su presencia era un recordatorio de la mortalidad y la importancia de vivir una vida justa y virtuosa. Pero también era un símbolo de la esperanza, de la posibilidad de una vida después de la muerte, y de la protección divina que velaba por los muertos.

En las siguientes páginas, descubriremos más sobre la vida y la leyenda de Anubis, el dios que vigilaba sobre los muertos y protegía el equilibrio del universo.

 

Contexto mitológico.

En el vasto universo de la mitología egipcia, donde los dioses y las criaturas sobrenaturales pululaban, Anubis ocupaba un lugar central. Era el hijo de Osiris, el dios del inframundo, y Nephthys, la diosa de la noche y la muerte. Su familia era una de las más poderosas y complejas del panteón egipcio.

Su abuelo, Ra, era el dios del sol y el creador del mundo. Su abuela, Isis, era la diosa de la magia y la protección. Y su tío, Set, era el dios del caos y la destrucción. Anubis creció en un mundo de dioses y criaturas poderosas, donde la lucha entre el bien y el mal era constante.

En este mundo, Anubis se convirtió en el guardián de los muertos, el encargado de protegerlos del mal y guiarlos hacia la vida eterna. Era un dios solitario, pero no estaba solo. Tenía a su lado a otros dioses y criaturas que lo ayudaban en su tarea.

Había a Upuaut, el dios de la guerra y la protección, que lo acompañaba en sus misiones. Había a Ma’at, la diosa de la justicia y la verdad, que lo ayudaba a pesar los corazones de los muertos. Y había a Ammit, la criatura devoradora de almas, que esperaba a los que no pasaban la prueba de la balanza.

En este mundo de dioses y criaturas, Anubis era el que mantenía el equilibrio, el que aseguraba que los muertos recibieran su merecido y que los vivos no fueran perturbados por los espíritus del inframundo. Era un dios poderoso, pero también era un dios justo y compasivo.

Y así, Anubis se convirtió en el centro de un universo mitológico complejo y fascinante, donde la lucha entre el bien y el mal era constante, y donde la protección de los muertos era su principal tarea. En las siguientes páginas, descubriremos más sobre la vida y la leyenda de Anubis, el dios que vigilaba sobre los muertos y protegía el equilibrio del universo.

 

Nacimiento.

En el reino de los dioses, donde el sol brillaba con intensidad y las estrellas titilaban como diamantes, nació Anubis, el dios de la necrópolis. Su nacimiento fue un evento extraordinario, rodeado de circunstancias especiales que lo marcaron desde el principio como un ser único.

Su madre, Nephthys, era la diosa de la noche y la muerte, hermana de Isis y esposa de Set. Era una diosa misteriosa y poderosa, con el cabello negro como la noche y los ojos verdes como la vida eterna. Su padre, Osiris, era el dios del inframundo, rey de los muertos y señor de la resurrección. Era un dios justo y sabio, con el poder de dar vida y muerte.

El nacimiento de Anubis fue fruto de una pasión prohibida, un amor secreto que Nephthys y Osiris habían mantenido oculto a los demás dioses. Set, el dios del caos y la destrucción, se oponía a su unión, y Isis, la diosa de la magia y la protección, no aprobaba la relación entre su hermana y su esposo.

Pero Nephthys y Osiris no se detuvieron. Se amaban con una pasión que no podía ser contenida, y su unión produjo un hijo que sería el fruto de su amor. Anubis nació en una noche de luna llena, cuando las estrellas brillaban con intensidad y el viento soplaba con suavidad.

Su nacimiento fue anunciado por un chacal, animal sagrado de los dioses, que aulló con fuerza en el desierto. Y desde ese momento, Anubis estuvo marcado como un ser especial, un dios destinado a grandes cosas. Su madre lo crió en secreto, lejos de los ojos de Set y los demás dioses, y lo enseñó todo lo que sabía sobre la muerte y la resurrección.

 

Infancia y primeros años.

La infancia de Anubis fue un período de aprendizaje y crecimiento, en el que su madre, Nephthys, lo enseñó todo lo que sabía sobre la muerte y la resurrección. Desde muy pequeño, Anubis mostró una curiosidad insaciable por el mundo que lo rodeaba, y una sensibilidad especial hacia los muertos y los espíritus.

Una de las primeras señales de sus poderes fue cuando, a la edad de solo unos pocos años, Anubis logró comunicarse con un espíritu que vagaba por el desierto. El espíritu, que había sido un guerrero en vida, estaba atrapado entre el mundo de los vivos y el mundo de los muertos, y Anubis, con su inocencia y su pureza, logró calmarlo y guiarlo hacia la vida eterna.

Este evento no pasó desapercibido para Nephthys, que vio en su hijo una señal temprana de su destino. Comenzó a enseñarle más sobre los rituales y las prácticas de la necrópolis, y Anubis demostró una habilidad natural para la momificación y la protección de los muertos.

Otro evento importante en la infancia de Anubis fue su encuentro con Upuaut, el dios de la guerra y la protección. Upuaut, que había sido un aliado cercano de Osiris, vio en Anubis un potencial para ser un gran dios, y comenzó a entrenarlo en el arte de la guerra y la protección.

Bajo la guía de Nephthys y Upuaut, Anubis creció en sabiduría y poder, y comenzó a demostrar una comprensión profunda de la muerte y la resurrección. Su destino como dios de la

necrópolis estaba claro, y su madre y sus mentores lo prepararon para el papel que desempeñaría en el mundo de los dioses.

Descubrimiento de poderes.

 

Anubis siempre había sentido que había algo diferente en él, algo que lo hacía único entre los demás dioses. Pero no fue hasta que cumplió cien años, una edad temprana para un dios, que descubrió el verdadero alcance de sus poderes.

Estaba en el desierto, acompañando a su madre Nephthys en una de sus misiones para proteger a los muertos, cuando sintió una extraña sensación en su interior. Era como si su corazón latiera con una fuerza y una velocidad que nunca había experimentado antes.

De repente, una tormenta de arena se levantó del suelo, y Anubis se encontró en el centro de un remolino de viento y polvo. Pero en lugar de sentir miedo, sintió una sensación de exaltación y poder.

Nephthys, que lo observaba desde un lado, sonrió con orgullo. “Es hora de que descubras tus verdaderos poderes, hijo mío”, le dijo.

Y con esas palabras, Anubis sintió que su cuerpo comenzaba a cambiar. Sus ojos se volvieron más agudos, su olfato más sensible, y su fuerza se multiplicó por diez. Se dio cuenta de que podía ver y oír cosas que antes le habían sido invisibles y silenciosas.

Pero con el poder viene la responsabilidad, y Anubis pronto se dio cuenta de que su nuevo estatus traía consigo desafíos y peligros. Los demás dioses lo miraban con recelo, y algunos incluso lo temían.

Upuaut, su mentor y amigo, le advirtió que debía ser cuidadoso con sus poderes, y que no debía dejar que la ambición lo consumiera. “El poder es una espada de doble filo”, le dijo. “Puede ser una herramienta para el bien, pero también puede ser una trampa para el mal”.

Anubis escuchó las palabras de Upuaut, pero también sabía que no podía ignorar su verdadera naturaleza. Estaba destinado a ser un gran dios, y estaba dispuesto a hacer lo que fuera necesario para proteger a los muertos y mantener el equilibrio del universo.

 

Entrenamiento y crecimiento del dios.

Con su nuevo estatus como dios de la necrópolis, Anubis sabía que debía perfeccionar sus habilidades para proteger a los muertos y mantener el equilibrio del universo. Su madre, Nephthys, y su mentor, Upuaut, se encargaron de su entrenamiento.

Nephthys le enseñó los secretos de la momificación y la protección de los muertos, mientras que Upuaut lo entrenó en el arte de la guerra y la estrategia. Anubis se dedicó a su entrenamiento con una pasión y una dedicación que sorprendieron a sus maestros.

Practicaba día y noche, perfeccionando sus habilidades y aprendiendo nuevas técnicas.

Aprendió a controlar el viento y la arena, a comunicarse con los espíritus y a proteger a los muertos de los depredadores.

Pero su entrenamiento no fue fácil. Anubis enfrentó desafíos y pruebas que pusieron a prueba su valentía y su determinación. Enfrentó a monstruos y demonios que intentaban destruir la necrópolis, y luchó contra otros dioses que buscaban desafiar su autoridad.

A pesar de los obstáculos, Anubis perseveró y creció en poder y sabiduría. Su reputación como dios de la necrópolis se extendió por todo el universo, y los muertos lo veneraron como su protector y guía.

Su relación con Nephthys y Upuaut también se profundizó durante este período. Nephthys se convirtió en su guía espiritual, enseñándole los secretos de la muerte y la resurrección. Upuaut se convirtió en su amigo y aliado, luchando a su lado en las batallas contra los enemigos de la necrópolis.

Y así, Anubis creció en poder y sabiduría, convirtiéndose en el dios de la necrópolis que estaba destinado a ser. Su entrenamiento y crecimiento lo prepararon para los desafíos que vendrían, y lo convirtieron en un defensor formidable de los muertos y del equilibrio del universo.

 

Grandes hazañas.

Anubis, el dios de la necrópolis, había crecido en poder y sabiduría, y estaba listo para enfrentar los desafíos que le presentaba el universo. Su primera gran hazaña fue la batalla contra el demonio Apep, que amenazaba con destruir la necrópolis y perturbar el equilibrio del universo.

Anubis, con su ejército de muertos y su aliado Upuaut, se enfrentó a Apep en una batalla épica.

El demonio era formidable, con su cuerpo de serpiente y su aliento de fuego, pero Anubis no se intimidó. Con su poder y su estrategia, logró vencer a Apep y salvar la necrópolis.

Después de esta victoria, Anubis se convirtió en un héroe para los muertos y los dioses. Su fama se extendió por todo el universo, y se le pidió que realizara misiones imposibles. Una de ellas fue el rescate de la diosa Isis, que había sido secuestrada por el dios Set.

Anubis, con su astucia y su valentía, logró infiltrarse en el palacio de Set y rescatar a Isis. La diosa, agradecida, le otorgó un lugar especial en su corazón y lo convirtió en su aliado más

cercano. Otra de sus grandes hazañas fue la protección de la necrópolis contra la invasión de los demonios del caos. Anubis, con su ejército de muertos y su poder, logró repeler la invasión y mantener el equilibrio del universo.

Y así, Anubis continuó realizando grandes hazañas, protegiendo a los muertos y manteniendo el equilibrio del universo. Su fama y su poder crecieron, y se convirtió en uno de los dioses más importantes del panteón egipcio.

Interacciones con otros dioses y mortales.

 

Anubis, el dios de la necrópolis, no era un dios solitario. Tenía relaciones complejas con otros dioses, héroes y mortales. Una de sus relaciones más cercanas era con la diosa Isis, a quien había rescatado de las garras de Set.

Isis, agradecida, se convirtió en su aliada y amiga. Juntos, trabajaban para mantener el equilibrio del universo y proteger a los muertos. Anubis también tenía una relación especial con el dios Osiris, su padre. Aunque Osiris había muerto, Anubis lo veneraba y seguía sus enseñanzas.

Con los mortales, Anubis era un dios justo y compasivo. Los protegía de los depredadores y les daba guía en el más allá. Muchos mortales lo veneraban como su protector y guía. Uno de ellos era un joven llamado Imhotep, que se convertiría en un gran sabio y arquitecto.

Anubis también tenía enemigos, como el dios Set, que lo veía como una amenaza a su poder.

Set intentaba constantemente destruir la necrópolis y perturbar el equilibrio del universo.

Anubis, sin embargo, siempre estaba listo para defender su reino y proteger a los muertos.

Otra de sus interacciones fue con el héroe Heracles, que había venido al inframundo en busca de una de sus doce tareas. Anubis, impresionado por la valentía de Heracles, lo ayudó en su misión y lo guió a través del inframundo.

Y así, Anubis continuó interactuando con otros dioses, héroes y mortales, mostrando su carácter y relaciones. Era un dios complejo, con una personalidad profunda y rica. Su papel en el universo era crucial, y su legado continuaría vivo por siempre.

 

Enemigos y rivales.

Anubis, el dios de la necrópolis, tenía muchos enemigos y rivales que buscaban destruir su reino y perturbar el equilibrio del universo. Uno de sus principales enemigos era el dios Set, que lo veía como una amenaza a su poder.

Set, el dios del caos y la destrucción, había sido derrotado por Osiris, el padre de Anubis, en una gran batalla. Desde entonces, Set había jurado venganza contra la familia de Osiris, y Anubis era su principal objetivo.

La batalla entre Anubis y Set fue épica. Los dos dioses se enfrentaron en el desierto, con sus ejércitos de muertos y demonios. Anubis, con su poder y su estrategia, logró vencer a Set y proteger la necrópolis.

Otro de sus rivales era el dios Apep, un demonio serpentino que buscaba destruir el sol y perturbar el equilibrio del universo. Anubis, con su aliado Upuaut, logró vencer a Apep y proteger el sol.

También había otros enemigos, como el dios Sobek, un demonio cocodrilo que buscaba destruir la necrópolis y devorar a los muertos. Anubis, con su poder y su astucia, logró vencer a Sobek y proteger a los muertos.

Y así, Anubis continuó luchando contra sus enemigos y rivales, protegiendo la necrópolis y manteniendo el equilibrio del universo. Su valentía y su poder lo convirtieron en un dios legendario, venerado por los muertos y los dioses.

 

Pruebas y tribulaciones.

Anubis, el dios de la necrópolis, no solo enfrentaba enemigos y rivales, sino que también debía superar pruebas y tribulaciones personales. Una de las más difíciles fue la pérdida de su madre, Nephthys, quien había sido su guía y mentor.

La muerte de Nephthys dejó a Anubis devastado. Se sintió solo y sin dirección, y comenzó a cuestionar su propio propósito. Pero, con la ayuda de su aliado Upuaut y la diosa Isis, logró superar su dolor y encontrar una nueva razón para seguir adelante.

Otra prueba que debió superar fue la tentación del poder. Como dios de la necrópolis, Anubis tenía acceso a un gran poder y sabiduría. Pero, con ese poder, también vino la tentación de abusar de él y convertirse en un tirano.

Anubis, sin embargo, resistió la tentación y se mantuvo fiel a sus principios. Se dio cuenta de que su poder debía ser utilizado para proteger y servir, no para dominar y controlar.

Y así, Anubis continuó creciendo y evolucionando, superando pruebas y tribulaciones personales. Se convirtió en un dios sabio y compasivo, respetado por los muertos y los dioses.

Su legado como protector de la necrópolis y mantenedor del equilibrio del universo quedó asegurado.

 

Últimos años.

Los años pasaban y Anubis, el dios de la necrópolis, comenzaba a sentir el peso de su edad.

Aunque seguía siendo un dios poderoso, su influencia empezaba a declinar. Los nuevos dioses, como Horus y Hathor, ganaban popularidad y poder, mientras que Anubis se mantenía en las sombras.

Una profecía comenzó a circular entre los dioses y los mortales, hablando del fin de Anubis y el declive de su reino. Se decía que el dios del sol, Ra, había declarado que el tiempo de Anubis había llegado a su fin, y que pronto sería reemplazado por un nuevo dios.

Anubis, sin embargo, no creía en la profecía. Seguía siendo un dios poderoso y sabio, y estaba seguro de que su reino permanecería intacto. Pero, a medida que pasaban los años, comenzó a notar cambios en el mundo. Los muertos ya no lo veneraban con la misma devoción, y los dioses jóvenes empezaban a desafiar su autoridad.

Un día, mientras caminaba por las calles de la necrópolis, Anubis vio una señal que lo hizo dudar. Un chacal, su animal sagrado, yacía muerto en el suelo, con una mirada vacía en sus ojos. Anubis sabía que era un mal presagio, y que su tiempo estaba llegando a su fin.

A pesar de todo, Anubis siguió siendo fiel a su deber. Seguía protegiendo a los muertos y manteniendo el equilibrio del universo. Pero, en su corazón, sabía que su tiempo estaba llegando a su fin, y que pronto tendría que enfrentar su destino.

 

Muerte.

El día de la muerte de Anubis llegó de manera inesperada. El dios de la necrópolis se encontraba en su trono, rodeado de sus servidores y sacerdotes, cuando sintió un dolor agudo en su pecho. Intentó levantarse, pero sus piernas no respondieron. Cayó al suelo, rodeado de sus seguidores, que gritaban y lloraban.

La noticia de la muerte de Anubis se extendió rápidamente por el mundo mitológico. Los dioses y diosas se reunieron para lamentar su pérdida, y los muertos se congregaron en la necrópolis para rendir homenaje a su protector.

Isis, la diosa de la magia y la protección, fue la primera en llegar al lado de Anubis. Lloró sobre su cuerpo y cantó un lamento que hizo que las estrellas se detuvieran en el cielo. Upuaut, el dios de la guerra y la protección, también llegó, y juntos, los dos dioses llevaron el cuerpo de Anubis al río Nilo, donde fue enterrado con todos los honores.

La muerte de Anubis tuvo un impacto profundo en el mundo mitológico. Los muertos ya no tenían un protector, y los dioses jóvenes se pelearon por el control de la necrópolis. Pero, a pesar de todo, el legado de Anubis vivió. Su sabiduría y su poder fueron recordados por siempre, y su imagen siguió siendo venerada en las tumbas y templos de Egipto.

Y así, la historia de Anubis llegó a su fin. El dios de la necrópolis había vivido una vida larga y plena, y había dejado un legado que nunca sería olvidado. Su muerte fue un recordatorio de que, incluso los dioses, son mortales, pero su espíritu sigue vivo en la memoria de los que los veneran.

 

Impacto y legado.

La vida y acciones de Anubis han dejado una huella imborrable en la mitología y en los mortales. Como dios de la necrópolis, protegió a los muertos y mantuvo el equilibrio del universo. Su sabiduría y poder han sido recordados por siempre, y su imagen sigue siendo venerada en las tumbas y templos de Egipto.

Después de su muerte, surgieron leyendas y cultos en su honor. Se decía que Anubis seguía protegiendo a los muertos en el más allá, y que su espíritu vagaba por la necrópolis, asegurándose de que los muertos fueran tratados con respeto y dignidad.

En el templo de Karnak, se erigió una estatua de Anubis, que se convirtió en un lugar de peregrinación para los devotos. Los sacerdotes de Anubis ofrecían sacrificios y oraciones en su honor, y se decía que el dios seguía comunicándose con ellos a través de visiones y sueños.

La influencia de Anubis también se extendió a la vida cotidiana de los mortales. Los egipcios creían que Anubis protegía a los difuntos en el viaje al más allá, y que su presencia aseguraba una transición segura y pacífica. Por eso, se colocaba una estatua de Anubis en las tumbas, para que el dios protegiera al difunto en su viaje.

Y así, el legado de Anubis sigue vivo, recordándonos la importancia de honrar a los muertos y proteger el equilibrio del universo. Su historia es un testimonio del poder y la sabiduría de los dioses antiguos, y un recordatorio de que, incluso en la muerte, hay vida y protección.

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