El cazador de almas perdidas – Creepypasta 298.
La Cacería de la Bestia.
La noche estaba en su punto más oscuro, solo iluminada por la luna llena que colgaba sobre las montañas de El Quinche. El aire era frío y denso, cargado con el aroma de la tierra húmeda y el inminente derramamiento de sangre. La manada había salido de caza, pero esta noche sería diferente. Olfuma y Tatiana serían las encargadas de liderar, una como cazadora transformada, y la otra como estratega. Ambas sabían que esa cacería no solo era importante para alimentar a la manada, sino también para su propio crecimiento.
Diana, Tiranus, y Drex seguían a corta distancia, observando en silencio mientras Tatiana y Olfuma se preparaban. Sabían que era la oportunidad de Olfuma para probarse como una cazadora completa, y para Tatiana era una nueva prueba: aunque no podía transformarse, su liderazgo táctico y su conexión con la bestia de Drex la habían llevado a un lugar de respeto en la manada. Pero las expectativas pesaban sobre ambas.
—Están cerca —murmuró Tatiana, agachándose entre la maleza mientras sus ojos se enfocaban en las figuras que divisaba a lo lejos. El viento traía consigo el sonido de risas y pasos. Un grupo de cinco personas, posiblemente excursionistas, que caminaban sin sospechar el peligro que los acechaba.
Eran cinco: tres hombres, una mujer, y lo que parecía un niño de unos ocho o nueve años. La visión de los inocentes no causó dudas en Tatiana ni en Olfuma. Esta cacería no era sobre moralidad, era sobre supervivencia. Un corazón por cada miembro de la manada. Ninguna presa escaparía esa noche.
—Son nuestros —dijo Tatiana, susurrando a Olfuma con firmeza—. Esta es tu cacería. Recuerda, yo no puedo transformarme. Tú debes hacerlo. Cuando yo dé la señal, atacamos. Deben caer rápido, sin ruidos que puedan alertar a nadie.
Olfuma respiró hondo, sintiendo cómo la adrenalina empezaba a correr por sus venas. La bestia dentro de ella rugía, ansiosa por salir. Asintió, sabiendo que debía liderar la matanza.
Tatiana levantó la mano, indicando que debían moverse en silencio. Diana, Tiranus, y Drex observaban desde las sombras, listos para ayudar si algo salía mal, pero sabían que este momento pertenecía a Olfuma y Tatiana. La conexión entre ellas se había vuelto más fuerte con el tiempo, y ahora era el momento de demostrarlo.
Se acercaron lentamente al grupo de cinco. Las risas y las voces despreocupadas de los excursionistas se mezclaban con el crujido de las hojas bajo sus pies. No tenían idea de lo que se les venía encima.
Cuando estuvieron lo suficientemente cerca, Tatiana dio la señal. Con un susurro bajo, casi inaudible, dijo:
—Ahora.
En un instante, Olfuma dejó que la bestia tomara control. Su cuerpo comenzó a transformarse rápidamente, huesos crujientes mientras su tamaño aumentaba, sus manos se alargaban en garras afiladas y su rostro adquiría la forma de un lobo salvaje. En cuestión de segundos, Olfuma ya no era la joven asustada que se había transformado por primera vez, sino una cazadora completa, bañada en poder y hambre.
El primer ataque fue tan rápido que el grupo de excursionistas apenas tuvo tiempo de reaccionar. Olfuma se lanzó sobre la mujer, destrozándola con un solo movimiento de sus garras. Su garganta fue cortada, y el cuerpo cayó inerte en el suelo, el grito sofocado por la muerte rápida. Mientras tanto, Tatiana, aunque no transformada, se movió con precisión letal. Con una daga en la mano, cortó la pierna de uno de los hombres, haciéndolo caer al suelo, indefenso, pero dejando el trabajo final a Olfuma.
Olfuma no perdió el tiempo. Con su mandíbula abierta, hundió los dientes en el pecho del hombre, desgarrando carne y hueso hasta llegar al corazón. Lo sacó con un rugido feroz, sangre salpicando su rostro y brazos. El corazón palpitante fue levantado en el aire antes de lanzárselo a Diana, quien lo atrapó sin palabras.
El resto del grupo intentó correr, pero no tenían oportunidad. El niño gritó, pero Tatiana lo interceptó, colocándose delante de él con una mirada fría. No sentía compasión en ese momento. La necesidad de la cacería lo superaba todo. Aunque ella no podía transformarse, su instinto predador estaba claro. Golpeó con precisión, dejándolo inmóvil para que Olfuma pudiera hacer lo suyo.
Olfuma, ya completamente inmersa en su bestia, se abalanzó sobre los últimos dos hombres. Las garras rasgaron la carne con facilidad, y en cuestión de segundos, ambos estaban en el suelo, desangrándose. Olfuma no dudó en arrancar los corazones, uno tras otro, hasta que ambos latieron entre sus manos ensangrentadas. La cacería había sido rápida, implacable.
—Cinco corazones —dijo Tatiana, su voz calmada mientras observaba los cuerpos a sus pies. Su cuerpo estaba cubierto de sangre, aunque no había sido ella quien los arrancó. Olfuma, ahora destransformada y agotada, jadeaba pesadamente, su cuerpo bañado en sangre y su mirada aún febril por la adrenalina.
Las presas yacían en el suelo, cuerpos abiertos, corazones extraídos. Todo había salido como lo planearon. La manada no solo se alimentaría esa noche, sino que había sido testigo de la evolución de Olfuma como cazadora y de Tatiana como líder táctica, a pesar de no tener la habilidad de transformarse.
Diana y Tiranus se acercaron, ambos aún maravillados por lo que acababan de presenciar. Tatiana y Olfuma, cubiertas en sangre, se mantenían de pie con orgullo. La cacería había sido un éxito total. A pesar de ser humana, Tatiana estaba cada vez más cerca de ser parte integral de la manada, y Olfuma, con la sangre aún goteando de sus manos, había demostrado ser una cazadora capaz.
—Cinco corazones —repitió Tatiana, mirando a Drex a los ojos, su voz llena de satisfacción—. La manada se alimentará bien esta noche.
El aire frío de la noche acariciaba los cuerpos cubiertos de sangre de Tatiana y Olfuma mientras los miembros de la manada se acercaban para el momento más importante: la alimentación. Los cinco corazones, aún latiendo débilmente, estaban listos para ser consumidos. Diana y Tiranus observaban con atención, mientras Drex se acercaba lentamente hacia Tatiana, con la mirada fija en su cuerpo cubierto de sangre.
Olfuma, por su parte, se preparaba para algo que nunca había hecho antes: transformarse por segunda vez en el mismo día. Sabía que era un riesgo, pero la manada estaba a su lado para apoyarla. Para lograrlo, debía tomar una poción de alquimia, un brebaje diseñado específicamente para forzar la segunda transformación en un licántropo. Esta poción era poderosa, y aunque estaba diseñada para ayudar, siempre existía el riesgo de que algo saliera mal.
—Esta es tu primera vez —dijo Tiranus, observando a Olfuma con una mezcla de respeto y advertencia—. No tengas miedo, pero también no lo subestimes. Todos estamos aquí si algo sale mal.
Olfuma asintió, nerviosa pero decidida. Abrió el pequeño frasco que Diana le había entregado, y el olor metálico y acre de la poción llenó sus sentidos. Sabía que una vez que la bebiera, no habría vuelta atrás. Levantó el frasco hasta sus labios y bebió el contenido de un solo trago.
El efecto fue casi inmediato. Olfuma dejó escapar un gruñido mientras su cuerpo se estremecía. Los músculos comenzaron a tensarse y su piel a estirarse, los huesos crujían bajo la presión de la transformación. En cuestión de segundos, su cuerpo volvió a asumir la forma de la bestia: enorme, salvaje y poderosa. Pero esta vez, con un control que no había tenido en la primera transformación.
—Lo hiciste —murmuró Tatiana, observando con orgullo cómo Olfuma completaba la segunda transformación del día, sin perder el control.
Con la manada ya lista, Tatiana se acercó a los corazones, preparados para el banquete. Aunque no podía transformarse, había aprendido algo que solo los más antiguos licántropos podían hacer: alimentarse sin asumir la forma de la bestia. Un logro que ni siquiera Diana o Tiranus habían presenciado antes de Tatiana. Tatiana ya había comido tres corazones de esta manera, y para todos los presentes, ver a alguien en forma humana alimentarse de corazones era algo extraordinario y profundamente impactante.
Tatiana se inclinó sobre uno de los corazones. Su mirada se encontró con la de Drex durante un breve instante, y sin decir una palabra, hundió los dientes en la carne aún caliente del corazón. El sabor metálico de la sangre llenó su boca, y el poder de la bestia recorrió su cuerpo sin la necesidad de cambiar de forma. Sus ojos se iluminaron con una luz salvaje mientras consumía el corazón, cada bocado lleno de energía pura.
La manada observaba, fascinada por la escena. Diana no pudo evitar sonreír con admiración. Aunque Tatiana no era capaz de transformarse, el vínculo que había desarrollado con la bestia la hacía parte de ellos de una forma única y poderosa.
Olfuma, ya completamente transformada, se acercó a su propio corazón, la sangre goteando de sus mandíbulas mientras sus ojos brillaban con la intensidad de la cacería. Sabía que este era su momento, su verdadera entrada a la manada como cazadora y guerrera. Arrancó un pedazo del corazón con sus colmillos, y con un rugido gutural, se unió al banquete.
Los corazones restantes fueron devorados rápidamente por Diana, Tiranus, y Drex, cada uno transformándose con un solo movimiento antes de alimentarse, como mandaba la tradición de los licántropos.
El silencio de la noche solo era roto por los sonidos de la alimentación, el crujir de los huesos y el desgarro de la carne. La manada se alimentaba, cada uno de ellos fortaleciéndose con la sangre y los corazones de sus presas.
Cuando todo terminó, Tatiana se levantó lentamente, su boca y manos cubiertas de sangre. Olfuma, aún en su forma de bestia, se acercó a ella. Ambas se miraron en silencio, comprendiendo que habían alcanzado un nuevo nivel de conexión y poder dentro de la manada. La cacería había sido un éxito, y ambas habían demostrado su valía.
Con las estrellas brillando sobre ellos y la luna llena bañando el claro en su luz pálida, la manada se reunió, sabiendo que ese momento marcaría el inicio de algo más grande. Tatiana y Olfuma ya no eran simplemente parte de la manada; ambas eran ahora cazadoras completas, unidas a la bestia de maneras únicas.
Gracias por acompañarnos en este viaje al terror. ¡Nos vemos en el próximo episodio!”
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