Creepypasta 292 Los Doble Agentes

El cazador de almas perdidas – Creepypasta 292.

Los Doble Agentes.

La enorme sala de la sede de la Purga estaba bañada en una luz tenue. Un silencio expectante flotaba en el aire mientras Andrés, Fabián y Julián se encontraban frente a Asha Latshiktor Vambertoken y Seraph Vambertoken Latshiktor. La pareja, siempre majestuosa y dominante, ocupaba el centro del salón. Vambertoken, vestido con su característico traje carmesí, lucía la calma helada de un estratega imbatible. A su lado, Asha brillaba en su vestido negro, sus ojos seguían cada movimiento de los tres hombres como si evaluara sus almas.

Vambertoken fue el primero en hablar, su voz suave pero cargada de autoridad.

—Sabemos lo que viene —dijo mientras sus dedos recorrían el borde de su escritorio—. En tres días, estarán frente al Vaticano, y lo que debemos discutir hoy es lo que realmente van a decir.

Fabián y Julián se miraron brevemente. Ambos sabían que se avecinaba algo más que un simple informe. Trabajaban como doble agentes, filtrando información delicada, y cualquier paso en falso podía ser catastrófico. Pero el verdadero desafío era mantener la máscara frente al Vaticano mientras, al mismo tiempo, cumplían con las órdenes de Vambertoken.

Vambertoken continuó, caminando hacia ellos con la precisión de un depredador.

—Lo primero que deben entender es que los grupos a los que filtran información son diferentes —se dirigió a Julián—. Tú te ocupas de uno de los círculos de poder dentro del Vaticano, mientras que Fabián se ocupa del otro. Ambos necesitan recibir exactamente lo que les doy —señaló los informes sobre el escritorio—. Ni una palabra más, ni una palabra menos.

Julián asintió con respeto, tomando el informe que Vambertoken le ofreció.

Asha Latshiktor Vambertoken, con su sutil sonrisa afilada, añadió con un tono cargado de dulzura venenosa:

—Mis queridos, este es un momento crucial. Cualquier error, por pequeño que sea… —hizo una pausa, deleitándose en el suspenso—, no será tolerado.

Sus ojos se fijaron en Fabián, y su voz bajó, casi como si compartiera un secreto.

—Mi Seraph y yo confiamos en que no repetirás los errores del pasado —le recordó, y Fabián sintió un nudo de incomodidad. Sabía a qué se refería Asha. La entrevista con Valeria Dupont, esa periodista del Vaticano, aún era un tema delicado.

Fabián respiró hondo, controlando la tensión. No era el primer comentario que Asha lanzaba con su estilo manipulador. Andrés, que estaba a su lado como su escudero, mantenía la cabeza baja, pero su lealtad hacia Fabián lo hacía sentir cada una de las palabras de Asha como un golpe propio. La admiración que sentía por su líder se mezclaba con el temor de que algo pudiera salir mal.