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El cazador de almas perdidas – Creepypasta 278.

 La Sombra del Cazador.

El cielo sobre la Purga se oscurecía a medida que el día llegaba a su fin, y Fabián observaba en silencio cómo Andrés procesaba sus palabras. El hombre que antes había sido un implacable cazador del Vaticano, ahora parecía una sombra de sí mismo, atrapado en una red de contradicciones y sin propósito claro. Después de unos minutos de reflexión, Andrés levantó la mirada, sus ojos mostrando una mezcla de angustia y confusión.

—”Hay algo más,” —dijo Andrés, su voz tensa—. “Algo que lo hace aún más complicado.”

Fabián asintió, dándole espacio para continuar. Sabía que Andrés estaba cargando con un peso enorme, y lo que estaba a punto de decir sería crucial.

—”Laura sabe quién fui,” —soltó finalmente Andrés—. “Sabe lo que hice, cómo cazaba vampiros… como ella. Durante los primeros años de su conversión, vivió con miedo de que yo apareciera en cualquier momento para matarla. ¿Te imaginas lo que es hablar con alguien que te temía, que probablemente oraba por no cruzarse nunca en tu camino?”

Fabián lo miró con una mezcla de sorpresa y empatía. No era solo que Andrés estuviera hablando con una vampira; era el hecho de que esa misma vampira había pasado los primeros años de su vida inmortal temiendo que él la cazara. Y ahora, en lugar de ser enemigos mortales, estaban a punto de encontrarse cara a cara, sabiendo todo lo que había pasado entre ellos, aunque nada de eso fuera explícito en sus conversaciones.

—”Eso complica aún más las cosas,” —dijo Fabián suavemente—. “Sabes que no es solo una vampira cualquiera. Ella tiene una historia contigo, aunque indirectamente.”

Andrés asintió, su rostro mostrando la lucha interna que lo consumía. —”Lo sé. Y por eso no sé qué hacer. Me he estado preguntando todo este tiempo por qué sigue hablando conmigo, sabiendo quién fui. ¿Es solo curiosidad? ¿O es algo más? No lo sé. Y en dos días, tenemos que vernos cara a cara en el Vaticano. ¿Cómo puedo enfrentarla después de todo lo que fui?”

Fabián observó a Andrés, comprendiendo la magnitud del dilema. Laura era la hija de Julián, pero también era una vampira que había vivido los primeros años de su inmortalidad con el miedo constante de ser cazada por alguien como Andrés. Y ahora, ambos se encontraban en una situación en la que sus caminos no solo se habían cruzado, sino que se habían enredado.

—”¿Qué te ha dicho Laura sobre todo esto?” —preguntó Fabián finalmente.

Andrés suspiró, pasando una mano por su cabello, frustrado. —”No hemos hablado de mi pasado como cazador en profundidad. Ella sabe quién fui, pero nunca lo mencionamos directamente. Me pregunto si sigue hablando conmigo porque está tratando de entender cómo alguien como yo puede ser parte de la Purga ahora. O tal vez solo está buscando alguna clase de cierre para sus propios miedos.”

Fabián asintió lentamente, viendo el cuadro más amplio que Andrés pintaba. Era posible que Laura estuviera buscando respuestas, intentando comprender cómo el hombre que representaba todo lo que ella temía ahora era parte del mismo equipo que la protegía. Pero eso solo añadía una capa de tensión y ambigüedad a su relación.

—”Es probable que Laura también esté buscando respuestas,” —dijo Fabián, su tono reflexivo—. “Ella ha vivido con el miedo de que alguien como tú la cazara. Ahora que te conoce, es posible que esté tratando de reconciliar lo que sabe de ti con lo que ve ahora. Pero no es una conversación fácil, Andrés. Debes estar preparado para lo que puede salir de todo esto.”

Andrés apretó los puños, su rostro sombrío. —”Eso es lo que más me asusta, Fabián. No sé cómo enfrentarla. No tengo propósito, no tengo una misión clara. Mi cruzada terminó cuando firmé el contrato de sangre con Asha. Ahora, solo sigo órdenes, pero ya no sé por qué. Y encontrarme con Laura solo me recuerda todo lo que ya no soy. El cazador, el hombre de fe, todo eso quedó atrás. ¿Qué me queda ahora?”

Fabián observó el dolor en el rostro de Andrés, comprendiendo la profundidad de su desesperación. Sabía que la vida de Andrés había cambiado irrevocablemente desde que se unió a la Purga, pero lo que más le dolía a Andrés era la sensación de estar sin propósito, de haber perdido lo que una vez definía su vida. Laura, de alguna manera, representaba todo lo que Andrés había perdido, pero también era una oportunidad para confrontar ese pasado y encontrar algo nuevo.

—”No puedes seguir viviendo sin propósito, Andrés,” —dijo Fabián finalmente, su voz firme pero compasiva—. “Tu cruzada anterior puede haber fracasado, pero eso no significa que tu vida esté vacía. Puede que no tengas una misión clara ahora, pero eso no significa que no la encontrarás. A veces, el propósito surge cuando menos lo esperas.”

Andrés lo miró, sus ojos llenos de dudas.

—”Pero no sé cuál es ese propósito, Fabián. Y mientras tanto, sigo bajo la voluntad de Asha y VamberToken. Todo lo que hago es cumplir órdenes. No soy más que una herramienta ahora.”

Fabián lo observó en silencio por un momento, pensando en lo que podía decir para ayudar a su amigo a encontrar algo de claridad.

—”Puede que no tengas control sobre tu situación actual, Andrés, pero eso no significa que no puedas encontrar un sentido en lo que haces. Mira a tu alrededor, mira a la gente con la que estás trabajando. Todos tienen historias complicadas, todos han pasado por su propio infierno, y sin embargo, seguimos adelante. No siempre podemos controlar el curso de nuestras vidas, pero sí podemos elegir cómo respondemos a las pruebas que enfrentamos.”

Andrés dejó escapar un largo suspiro, sintiendo el peso de las palabras de Fabián. Sabía que tenía razón, pero eso no hacía que fuera más fácil.

—”Y respecto a Laura,” —continuó Fabián, con un tono más suave—, “cuando la veas en el Vaticano, tal vez sea el momento de enfrentar todo esto de una vez. No puedes seguir escondiéndote detrás de tu pasado sin resolverlo. Habla con ella. Sé honesto. Tal vez ambos encuentren algo de claridad en esa conversación.”

Andrés asintió lentamente, aunque todavía había una nube de incertidumbre en su mirada.

—”Gracias, Fabián,” —dijo finalmente—. “No sé qué va a pasar, pero hablar de esto me ha ayudado. No puedo seguir evitando esta situación.”

Fabián colocó una mano en su hombro, dándole un apretón de apoyo.

—”No estás solo, Andrés. Ninguno de nosotros lo está. Todos estamos buscando algo, y aunque no siempre encontramos respuestas de inmediato, seguimos adelante.”

Ambos permanecieron en silencio, compartiendo un entendimiento tácito. La lucha de Andrés no había terminado, pero al menos ahora tenía una dirección. Sabía que, en dos días, cuando viera a Laura en el Vaticano, tendría que enfrentar sus propios miedos, su propia incertidumbre. Pero ya no estaba completamente perdido.

El viento arrastraba las hojas por el patio de la Purga mientras Andrés y Fabián permanecían en silencio. La confesión de Andrés sobre su contacto con Laura aún flotaba en el aire, y ambos sabían que la situación no era sencilla. Andrés observaba el suelo, con los puños cerrados, intentando contener la tensión que lo devoraba desde adentro.

Finalmente, rompió el silencio.

—”Sé que tú y Julián notaron las miradas entre Laura y yo,” —dijo con un tono bajo, casi resignado—. “La primera vez fue en la ceremonia del Vaticano, cuando tú presidiste la conversión de esos vampiros. No sé cómo, pero lo sentí. Las sospechas estaban ahí. Y luego… el almuerzo antes de la boda de Tatiana y Drex. Estoy seguro de que lo vieron también.”

Fabián lo miró, asintiendo lentamente. Había sido evidente para ambos en esas ocasiones. Sabían que algo más estaba ocurriendo, pero ninguno había querido presionar a Andrés. Sabían que la situación era más compleja de lo que parecía.

—”Lo vimos,” —respondió finalmente Fabián, con un tono sereno pero firme—. “Pero no quisimos forzar nada. Sabíamos que, eventualmente, esto iba a salir. Julián lo notó, igual que yo. No hemos hablado del tema directamente, pero no es algo que haya pasado desapercibido.”

Andrés suspiró profundamente, sintiendo el peso de sus decisiones.

—”No sé cómo decírselo,” —admitió—. “¿Cómo le explico a Julián que he estado en contacto con Laura? Ella lo sabe todo sobre mí. Sabe que fui un cazador brutal. Laura vivió con miedo de que yo fuera a cazarla cuando recién fue convertida. Y ahora, después de todo eso, estamos… hablando. Y no sé cómo lo va a tomar.”

Fabián observó a Andrés por un momento, comprendiendo la mezcla de miedo y culpa que lo carcomía. Andrés había sido un regalo de Vambertoken al Vaticano, una forma de silenciar sus brutales cacerías que habían avergonzado a la Iglesia. Y ahora, ese mismo hombre se encontraba atrapado en una situación emocional con la hija de su compañero.

—”Es complicado,” —reconoció Fabián—. “Pero no puedes seguir ocultándolo. Julián merece saber lo que está pasando. Ha confiado en ti como compañero, y aunque no haya pasado nada inapropiado entre tú y Laura, si sigue sin saberlo, esa confianza se romperá.”

Andrés asintió, su mente en conflicto.

—”Eso es lo que más me aterra,” —dijo, su voz llena de inquietud—. “Sé que Julián ya sospecha, pero no quiero que piense que estoy cruzando una línea. Yo fui un cazador, uno de los peores. ¿Cómo le explico que estoy hablando con su hija, una vampira que probablemente temió que fuera tras ella?”

Fabián respiró hondo, sabiendo que la única salida era enfrentar la verdad.

—”Tienes razón en que será difícil,” —dijo finalmente—, “pero el silencio solo empeorará las cosas. Julián ha notado las miradas, y si no le cuentas la verdad, lo tomará como una traición. Es mejor que escuche de ti lo que está ocurriendo antes de que lo descubra por otro lado.”

Andrés apretó los puños, sus nudillos tensos por la presión.

—”¿Y si se lo toma mal?” —preguntó, sus ojos mostrando la lucha interna que lo consumía—. “¿Y si piensa que estoy traicionando su confianza?”

Fabián observó a su amigo en silencio, sabiendo que no había una respuesta fácil. Julián era un hombre de fe, pero también era un padre protector. La revelación de que su hija estaba en contacto con el hombre que alguna vez cazaba vampiros como ella podría ser devastadora, pero ocultarlo no era una opción.

—”No puedes controlar su reacción,” —dijo finalmente Fabián, con un tono suave pero firme—. “Pero lo que sí puedes controlar es cómo enfrentas la situación. Julián ya ha notado algo, así que no puedes seguir ocultando esto. Ser honesto con él es lo único que puedes hacer. Tal vez no lo tome bien al principio, pero es mejor que lo escuche de ti antes de que lo descubra de otra manera.”

Andrés asintió, aunque la preocupación aún era palpable en su rostro.

—”Sé que tienes razón,” —murmuró—. “Pero me aterra perder su confianza. Él ha sido un buen compañero, y no quiero arruinar eso.”

Fabián colocó una mano en su hombro, dándole un apretón firme.

—”No será fácil,” —admitió—, “pero tienes que hacerlo. Julián merece saber la verdad, y tú mereces liberarte de este peso. Habla con él antes de que vayamos al Vaticano. Dale la oportunidad de entender lo que está pasando.”

Andrés lo miró, sus ojos mostrando una mezcla de determinación y miedo. Sabía que Fabián tenía razón, pero eso no lo hacía más sencillo. Laura era alguien con quien había formado un vínculo, y aunque no había cruzado ninguna línea, sabía que su pasado con ella —como el cazador brutal que fue— haría que cualquier relación con Julián se volviera tensa.

—”Lo haré,” —dijo finalmente, con un suspiro largo—. “No puedo seguir evitando esto. Le diré la verdad.”

Fabián sonrió levemente, sabiendo que Andrés había dado un paso importante.

—”No estarás solo en esto,” —dijo, dándole un último apretón en el hombro—. “Recuerda, somos un equipo. Y pase lo que pase, estaremos ahí para apoyarnos.”

Andrés asintió una vez más, sintiendo un leve alivio. Sabía que la conversación con Julián no sería fácil, pero también sabía que debía enfrentarla con honestidad. Los secretos solo lo habían estado hundiendo más en su propio conflicto, y era momento de liberarse de esa carga.

El aire en el patio se sentía denso, como si cada palabra que había dicho Andrés estuviera suspendida en el viento, a la espera de una respuesta que nunca llegó. Fabián lo observaba en silencio, pero algo en su mirada indicaba que había más por revelar. Con una calma deliberada, Fabián finalmente habló.

—”Creo que ya es hora de que lo sepas,” —dijo, señalando hacia las sombras—. “Julián ha estado aquí todo el tiempo.”

El corazón de Andrés se detuvo por un momento. Giró lentamente, sintiendo cómo la tensión lo apretaba desde el interior. Allí, en la penumbra, Julián estaba de pie, con los brazos cruzados, observándolos con una expresión seria y cargada de emociones contenidas. Había estado escuchando cada palabra de la conversación.

Andrés sintió un escalofrío recorrerle la espalda. No había esperado tener esta conversación tan pronto, y menos de esta manera. Pero ahora, enfrentarse a Julián era inevitable.

Julián dio un paso adelante, su mirada fija en Andrés, mientras el silencio se volvía casi insoportable. Cuando habló, su voz era baja, pero cargada de la tensión que se había acumulado en su interior.

—”Así que has estado hablando con Laura,” —dijo, más como una declaración que como una pregunta. Su tono no era agresivo, pero había un peso emocional detrás de esas palabras que Andrés no podía ignorar.

Andrés tragó saliva y asintió, sin apartar la mirada de Julián.

—”Sí,” —dijo con firmeza—. “He estado hablando con ella, pero no hay nada inapropiado. Solo hemos hablado, y sé que parece… extraño, pero quería ser honesto contigo.”

Julián se quedó en silencio por un momento, estudiando cada palabra que Andrés decía. Durante años había vivido con el miedo constante de perder a su hija, y ahora el hombre que más temía estaba en contacto con ella. Andrés, el cazador brutal que había aterrorizado a vampiros como Laura.

—”Sabes lo que significabas para mí,” —dijo Julián, su voz apenas contenida—. “Pasé años temiendo que alguien como tú encontrara a mi hija. Andrés, tú fuiste ese nombre que más me aterraba, y ahora me dices que hablas con ella… ¿Qué esperas que piense?”

Las palabras de Julián cayeron pesadas, como una daga que se clavaba en el aire entre ellos. Andrés sintió el golpe de esas palabras, y lo entendía. Sabía lo que había sido, y sabía el temor que había provocado en padres como Julián. Pero ahora, la realidad era diferente, y aunque Andrés se había transformado, eso no borraba lo que había hecho en el pasado.

—”Lo sé,” —dijo con sinceridad—. “Sé lo que fui, y lo que significó para ti y para Laura. No tengo ninguna excusa para lo que hice en el pasado, pero no quería mantener esto en secreto. Quería ser honesto contigo.”

Julián apretó los labios, su rostro tenso mientras procesaba lo que acababa de escuchar. El hombre que alguna vez fue su mayor miedo estaba parado frente a él, diciendo que estaba hablando con su hija. Laura, quien había sido apartada de su vida y convertida en vampira por Vambertoken para salvarla del Vaticano, ahora estaba en contacto con uno de los cazadores más temidos.

Fabián, que había estado callado hasta entonces, decidió intervenir, su tono calmado pero firme.

—”No es fácil,” —dijo Fabián, mirando a Julián—. “Pero necesitabas escucharlo de Andrés. No era algo que pudiera ocultarse por mucho más tiempo. Quería darle la oportunidad de decírtelo sin la presión directa de una confrontación.”

Julián asintió lentamente, entendiendo lo que Fabián había hecho. Había dejado que Andrés hablara, y aunque la situación era extremadamente tensa, Julián podía percibir la sinceridad en sus palabras. No estaba seguro de cómo sentirse sobre todo esto, pero al menos había algo que comenzaba a aclararse.

—”Esto no se va a resolver de inmediato,” —dijo finalmente Julián, con un tono más bajo pero aún cargado de tensión—. “Sé que no soy un padre perfecto. Mi hija ha estado lejos de mí por tanto tiempo, y no sé cómo lidiar con esto. Pero no voy a ignorar lo que he escuchado hoy.”

Andrés sintió un leve alivio al escuchar esas palabras, aunque sabía que la herida no se curaría tan fácilmente. Había mucho dolor y desconfianza aún presente, pero al menos Julián estaba dispuesto a escuchar.

—”Gracias por escucharme,” —dijo Andrés con un tono bajo, genuino—. “No quería traicionarte ni ocultarte esto. Sé que no va a ser fácil, pero quería ser honesto contigo.”

Julián lo miró, su expresión suavizándose solo un poco. Había mucho que todavía debía procesar, pero al menos había visto algo de sinceridad en Andrés. Eso no lo eximía de todo, pero era un paso hacia una conversación más profunda que necesitaba tener con su hija.

—”No sé cómo tomar esto,” —admitió Julián, su mirada fija en Andrés—. “Pero… puedo ver que intentas ser honesto. Solo espero que Laura también lo sea conmigo.”

Andrés asintió, sin saber cómo responder a eso, consciente de que no conocía el lado de la historia de Laura.

Fabián dio un paso atrás, reconociendo que había cumplido su papel en esa conversación.

—”Voy a dejarlos hablar,” —dijo suavemente—. “Este es un tema que deben discutir ustedes dos.”

Con un asentimiento, Fabián se retiró lentamente, dejando a Julián y Andrés solos en el patio. Ambos hombres permanecieron en silencio durante un largo momento, mientras el viento acariciaba las hojas caídas a su alrededor. Había mucho por decir, pero al menos el primer paso, el más difícil, ya se había dado.

Gracias por acompañarnos en este viaje al terror. ¡Nos vemos en el próximo episodio!”

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