Creepypasta 268 El Dilema de la Fe

El cazador de almas perdidas – Creepypasta 268.

 El Dilema de la Fe.

Fabián y Julián se encontraban en un rincón apartado de La Purga, lejos de las risas y bromas del equipo. La luz tenue que se colaba por las grietas en las paredes parecía coincidir con sus expresiones, tensas y llenas de incertidumbre. Ambos tenían la boda de Drex y Tatiana fresca en sus mentes, pero lo que los había dejado inquietos no había sido solo la ceremonia formal, sino el ritual que siguió, el que sellaba su unión oficial como parte de la manada.

—No dejo de pensar en la ceremonia de la manada —comenzó Fabián, con los ojos fijos en el suelo—. Fue algo tan brutal, tan salvaje… comerse medio corazón y ofrecer el otro como símbolo de unión. —Sus palabras quedaron suspendidas en el aire, cargadas de confusión.

Julián asintió lentamente, recordando cada detalle con la misma inquietud. —Lo sé. Fue… difícil de asimilar. Como hombres de fe, predicamos sobre el amor como un acto puro, bendecido por Dios. Pero ver a Drex y Tatiana, después de esa boda formal y preciosa, jurarse lealtad comiendo ese corazón… me dejó sin palabras.

Fabián levantó la mirada y la dirigió a su amigo, su expresión era la de alguien que buscaba respuestas en un lugar donde no las había. —Parte de mí quería apartar la vista, pensar que era un ritual impío, una abominación. Pero, al ver cómo se miraban… Julián, era imposible negar la conexión que había allí. —Se pasó una mano por el rostro, como si intentara borrar la confusión que sentía—. Fue como si… —hizo una pausa, dudando en decir lo que pensaba—. Como si Dios mismo estuviera presente en ese momento.

Julián exhaló, compartiendo el peso de esa revelación. —Eso es lo que más me preocupa. Sentí lo mismo. Es como si hubiera algo sagrado en su unión, algo que va más allá de nuestras enseñanzas. Pero… ¿cómo podemos justificarlo? Esa ceremonia va en contra de todo lo que hemos defendido. ¿Es posible que lo sagrado y lo profano se mezclen de esa forma?

Fabián se quedó en silencio un momento, las palabras de Julián resonando en su mente. —Estamos viendo un amor tan genuino que duele —continuó él—. Drex, un licántropo que debería estar perdido en la oscuridad, y Tatiana, con su fuerza y pureza, unidos de una manera que no habíamos presenciado antes. No puedo negar que, al verlos juntos, sentí algo… —hizo una pausa, buscando las palabras—. Algo puro, algo que me recordó a la obra de Dios.

Julián bajó la cabeza, su tono más introspectivo. —Dios está en todas partes, nos han enseñado eso. Pero, ¿cómo reconciliamos lo que vimos con lo que creemos? —dijo, su voz apenas un susurro—. La ceremonia de Drex y Tatiana fue un acto que, por fe, deberíamos condenar, pero en el momento… era como si algo más estuviera guiándolos.

Fabián apretó los puños, sintiendo el conflicto arder en su pecho. —Drex y Tatiana no son solo una pareja cualquiera. Tatiana lo ha cambiado, y Drex, siendo un licántropo, ha mostrado un lado que nunca creí posible en un ser como él. Tal vez estamos presenciando algo más grande de lo que entendemos. —Hizo una pausa antes de continuar—. ¿Cómo negarlo, cuando sus miradas, sus gestos… transmitían amor verdadero?

Julián asintió lentamente. —A veces siento que nuestra fe no nos ha preparado para entender la totalidad de lo que hay ahí fuera. Todo lo que hemos aprendido es blanco o negro, pero esto… esto es algo que no encaja en ninguna categoría.

El silencio que siguió fue pesado, cargado de las dudas y dilemas que ambos compartían. Por un momento, parecía que ninguno de los dos sabía qué más decir, pero finalmente Fabián rompió la quietud.

—Si Drex y Tatiana están equivocados, ¿por qué siento que lo que tienen es sagrado? ¿Por qué parece tan real y tan… bendito? —preguntó, más para sí mismo que para Julián.

Julián lo miró, compartiendo esa mirada de incertidumbre. —Quizás nuestra fe, tal y como la conocemos, no es suficiente para comprender todo lo que existe en este mundo. Tal vez estamos viendo algo que desafía nuestra comprensión. Y eso, Fabián, me asusta más que cualquier monstruo.

Fabián asintió, y ambos se quedaron en silencio, compartiendo una verdad incómoda: a veces, lo sagrado y lo profano se entrelazan, y lo único que queda es enfrentarse a ese dilema sin respuestas claras.

Fabián bajó la mirada, pensativo. —Es una contradicción, Julián. Como cuando pienso en María… —murmuró, las palabras cargadas de un sentimiento profundo—. Sé que ella está preocupada por la entrevista con Valeria Dupont, y la inseguridad que siente… esos celos. No es fácil para ella, y yo… no sé cómo ayudarla.

Julián, conociendo la relación profunda y delicada entre Fabián y María, eligió sus palabras con cuidado. —María siempre ha sido fuerte, pero también es humana. Y es natural que sienta inseguridad, especialmente con Valeria rondando. Tatiana intenta apoyarla, pero sé que es difícil cuando una persona se enfrenta a sus propios miedos.