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El cazador de almas perdidas – Creepypasta 238. Cuentos de Hombres Lobos

La Cacería y el Elixir.

La luz de la mañana en Cochabamba se filtraba por las ventanas del apartamento de Tatiana y Drex, iluminando un escenario que revelaba rastros de la noche anterior. Las garras marcadas en las paredes, muebles volcados y ropas dispersas eran un testimonio evidente de la intensidad que había estallado en el lugar. Los instintos desatados en la cacería se habían llevado al interior del apartamento, donde la poción de lujuria había potenciado sus impulsos hasta límites insospechados.

Tatiana, aún envuelta en las sábanas y con el cabello enmarañado, se recostaba sobre el pecho de Drex, quien descansaba con la expresión serena de un depredador saciado. Ambos compartían una sonrisa perezosa, satisfechos de una noche que había sido descomunal en todos los sentidos. La sincronía que existía entre ellos se había manifestado no solo en la cacería, sino en la pasión desenfrenada que los había consumido.

El timbre de la puerta sonó, rompiendo el momento de calma. Tatiana levantó una ceja, y Drex, sin abrir los ojos, dejó escapar un suspiro. —Están aquí.

—Obvio que son ellos —respondió Tatiana con una risa suave, mientras se levantaba y se ponía una camiseta larga que cubría lo necesario. Aún así, las marcas en su piel y los rastros de garras en sus piernas eran un indicio claro de lo salvaje que había sido la velada.

Al abrir la puerta, se encontró con María y Fabián, ambos con sonrisas divertidas en sus rostros. María, con su cabello perfectamente peinado y una expresión entre curiosa y juguetona, fue la primera en hablar. —Hermana… —dijo, mirando las marcas en las paredes y las huellas de garras en el sofá—. No se supone que las cacerías terminen de esta forma, ¿o sí?

Tatiana se encogió de hombros, un destello de picardía en sus ojos. —Bueno, algunas noches son excepcionales. —Hizo un gesto para que entraran—. ¿Desayuno?

Fabián se rió mientras entraba, mirando alrededor y observando las marcas de la noche anterior. —A esto llamo yo un rastro de una buena batalla. —Sus ojos brillaron con la camaradería que compartía con Drex, a quien vio aparecer desde el pasillo, ya vestido, pero con las marcas de la noche evidentes en su torso.

—Un desayuno suena bien —respondió Drex, frotándose el cuello como si intentara liberar la tensión que aún quedaba en sus músculos—. Y sí, fue una cacería bastante… productiva. —Los ojos de Drex se encontraron con los de Tatiana, y ambos compartieron una mirada que decía mucho más de lo que cualquier palabra podría explicar.

Mientras se dirigían a la cocina, María tomó asiento en el sofá, que aún tenía huellas de garras marcadas en el respaldo. —Supongo que tenemos mucho de qué hablar, ¿verdad, Fabián? —dijo, mirando a su pareja, quien asentía lentamente.

Fabián, con los brazos cruzados, se apoyó en la barra de la cocina, observando cómo Tatiana preparaba café y Drex sacaba algunos ingredientes para el desayuno. —Queríamos hablarles sobre algo… —empezó, con un tono más serio—. Es sobre el Elixir de la Eterna Juventud.

Drex levantó la vista, mientras Tatiana giraba lentamente para prestar atención. —¿Aún estás dudando en tomarlo, Fabián? —preguntó Tatiana, mientras le servía una taza de café a María.

—Sí, es algo complicado —admitió Fabián—. Aún no sé si eso es lo que quiero, pero… —miró a María con una expresión de afecto—. Sé lo que significa para ella.

María tomó la mano de Fabián y lo miró con una mezcla de ternura y determinación. —Quiero estar con él para siempre, como ustedes —dijo, su voz suave pero firme—. Drex, tú eres inmortal por el tótem, y Tatiana… bueno, tú ya tomaste el elixir. No quiero que el tiempo nos separe.

Tatiana se encogió de hombros, bebiendo un sorbo de café. —La decisión de tomar el elixir fue mía. No fue fácil, pero sabía lo que significaba estar al lado de Drex y cómo él ya era inmortal por la sincronía del tótem. —Miró a Fabián—. Pero, Fabián, es tu decisión. Nadie puede tomarla por ti.

Drex asintió, con un tono más reflexivo. —No es solo cuestión de eternidad. Es lo que implica ser eternamente un arma para la purga, ser parte de algo más grande y, sobre todo, seguir las reglas que vienen con eso. Pero debo decir que, cuando tienes a alguien que amas a tu lado, todo se vuelve más fácil. —Miró a Tatiana con una sonrisa leve.

María y Fabián compartieron una mirada cargada de emociones. —Lo sé, pero —dijo María—, si lo hacemos, seremos más fuertes juntos. —El brillo en sus ojos reflejaba la intensidad de su deseo—. No quiero que el tiempo o la mortalidad sean un obstáculo.

Fabián suspiró, indeciso. —Lo pensaré. Pero quiero entenderlo todo antes de tomar la decisión. —Se volvió hacia Drex—. Tú y Tatiana parecen estar bien con su decisión. ¿Qué me dicen, realmente vale la pena?

Tatiana y Drex se miraron, y fue Tatiana quien respondió. —Lo que hemos logrado, y lo que lograremos, solo es posible porque somos lo que somos ahora. Oricalco nos dio un propósito, y si ese propósito nos une y nos da fuerza, entonces sí, vale la pena. Pero la vida eterna es una carga si no estás dispuesto a aceptarla.

La conversación continuó en medio del desayuno, con las risas y comentarios sobre las marcas de garras en las paredes transformándose en reflexiones profundas sobre las decisiones que cada uno tomaba en su vida. La luz de la mañana brillaba en el apartamento, llenándolo de una calidez que parecía alejar las sombras que habían dejado las batallas del día anterior.

A lo lejos, las noticias en la televisión local continuaban hablando del “misterio” de Puma Punku, mientras Oricalco encubría el evento como un fenómeno natural. Pero en ese apartamento, entre risas y reflexiones, se gestaba la próxima decisión que cambiaría la vida de Fabián y María, una que decidiría si estarían juntos eternamente, como ya lo estaban Tatiana y Drex, en un destino que se expandía más allá de la mortalidad y el tiempo.

La luz del sol se filtraba por las ventanas del apartamento de Tatiana y Drex, mientras el aroma del café recién hecho llenaba el ambiente. María y Fabián estaban sentados en la sala junto a ellos, disfrutando de un desayuno relajado después de la intensa misión en Puma Punku. La conversación fluía con risas y comentarios ligeros, pero el ambiente pronto cambió cuando Tatiana, con su teléfono en la mano, mencionó algo que alteró la calma.

—¿Vieron el artículo de Valeria Dupont esta mañana? —preguntó Tatiana, alzando una ceja mientras deslizaba el dedo por la pantalla—. Es sobre Fabián y el evento en el Vaticano.

María, que estaba a medio sorbo de café, sintió que el estómago se le encogía. Aunque intentó mantener la compostura, sus ojos reflejaron la tensión que surgía cada vez que Valeria salía a colación. —¿Otra vez ella? —dijo, tratando de que su tono sonara casual, pero sin éxito.

Fabián miró a Tatiana con curiosidad, pero también con un gesto de cautela, consciente de cómo este tema afectaba a María. —¿Qué dice esta vez?

Tatiana, sabiendo que había tocado un tema delicado, suspiró antes de leer el artículo. —El pescador de hombres: La historia de Fabián y el Ministerio de Vampiros Convertidos. —Miró a Fabián con una sonrisa irónica—. Parece que te están construyendo un altar.

Drex, que estaba apoyado en la encimera de la cocina, rodó los ojos con una sonrisa. —Un altar en el Vaticano, nada menos.

Tatiana continuó leyendo con calma: —La presencia de Fabián en el acto del Ministerio de Vampiros Convertidos ha conmovido a la comunidad sobrenatural y ha atraído fondos de todo el continente. Su humildad y devoción son prueba viva de que, quizás, el Espíritu Santo lo ha escogido para guiar las almas en la oscuridad.

María apretó la mandíbula y dejó la taza en la mesa con un golpe suave. —Claro… siempre el “pescador de hombres” —murmuró, sin poder ocultar el tono amargo en su voz.

Tatiana levantó la vista de la pantalla, notando el gesto tenso de María, pero siguió leyendo. —Incluso en sus reconocimientos, Fabián siempre valora a otros antes que a sí mismo. Y cuando no está combatiendo la oscuridad en la Purga, convierte vampiros al cristianismo e inspira corazones como el del ex cazador y ahora escudero, Andrés, quien encontró la redención gracias a él. —Tatiana hizo una pausa antes de cerrar el artículo—. Después del evento, tuve el privilegio de tomarme unas fotos con Fabián y los vampiros convertidos, capturando momentos que demuestran el amor y la fe que este hombre inspira.

María apretó los labios, sus manos temblando ligeramente mientras sus pensamientos se agitaban. —Siempre es lo mismo, ¿no? —dijo en un susurro—. Ella, siempre cerca, siempre hablando de ti como si… —hizo una pausa, tratando de contener la marea de emociones—, como si fuera la única que realmente te comprende.

Fabián se acercó y tomó sus manos con suavidad, sus ojos buscando los de ella. —María, sabes que no es así. Valeria puede escribir lo que quiera, pero tú eres la única que está a mi lado, la única que importa.

María intentó sonreír, pero la frustración seguía ahí, latente. —No puedo evitarlo, Fabián. —Su voz tembló ligeramente—. Es tan hermosa, tan perfecta… y siempre está ahí, tan cerca de ti. —Miró a Tatiana por un momento, como buscando apoyo—. ¿Cómo se supone que deba sentirme?

Tatiana suspiró y dejó el teléfono a un lado. —Entiendo que es difícil ver todo esto, pero Valeria solo está haciendo su trabajo, y… bueno, ella se aprovecha de su acceso a Fabián.

María forzó una sonrisa. —Lo sé, y trato de ignorarlo, pero es difícil… —dijo mientras se giraba hacia Fabián—. ¿Qué piensas hacer al respecto?

Fabián apretó su mano con firmeza. —Voy a hablar con ella si eso es lo que quieres, María. Pero nada va a cambiar lo que siento por ti. —La besó suavemente en la frente, como una promesa silenciosa de que, sin importar lo que dijera Valeria o cualquier otro, él siempre la elegiría a ella.

María asintió y respiró hondo. —Gracias, eso me alivia un poco. —Hizo una pausa y, con un tono un poco más relajado, intentó cambiar el tema—. Por cierto, ¿les gustaría acompañarnos a una cita doble para almorzar? Queríamos celebrar un poco después de todo lo de Puma Punku.

Drex y Tatiana intercambiaron una mirada rápida. Tatiana negó con la cabeza. —Nos encantaría, pero hoy estaremos ocupados. La manada estará presente en el acto de conversión de Olfuma.

María sintió un escalofrío. El nombre de Olfuma le trajo recuerdos del pasado, de la misión en la que ella misma había participado. Durante un momento, se quedó en silencio, perdida en sus pensamientos.

—Recuerdo… —murmuró María—, recuerdo cuando Fabiola se convirtió en Olfuma. —Sus ojos se nublaron—. Me prometí a mí misma que sería su amiga, que la apoyaría para compensar lo que había pasado, pero… —hizo una pausa, mirando sus manos—, no he cumplido esa promesa.

Fabián la observó, apretando ligeramente su mano para reconfortarla. —Has hecho lo que has podido, y ahora ella está encontrando su lugar.

—Me alegra que Olfuma haya encontrado un hogar en la manada —continuó María, sintiéndose aliviada a pesar del peso en su pecho—. Es bueno saber que, al menos, ahora tiene algo que yo no supe darle.

Tatiana le dedicó una sonrisa comprensiva. —Olfuma es fuerte, y este es un paso que ella quiere tomar. —Luego, miró a Drex—. La conversión es un acto profundo, y es bueno que ella esté rodeada de quienes la apoyan.

Drex asintió. —La manada es su hogar ahora. Diana la guiará en este proceso y estará a su lado, así como nosotros.

María, aunque sentía una punzada de culpa por no haber estado tan presente en la vida de Olfuma, se sintió aliviada de que al menos hubiera encontrado un lugar. —Me alegra saber que ella está en buenas manos. Y aunque no pueda estar ahí, sé que estará bien.

Tatiana se acercó y la abrazó suavemente. —Ella estará bien, y tú también, hermana. A veces, todo encuentra su lugar, aunque no sea como lo imaginábamos.

El ambiente se relajó un poco, y aunque la tensión por Valeria Dupont seguía presente en el fondo de la mente de María, el apoyo de Fabián y la cercanía de Tatiana le dieron un momento de calma. La luz del sol continuaba iluminando el apartamento, y aunque las sombras de sus preocupaciones seguían ahí, al menos por ahora, la sensación de unidad los mantenía fuertes.

Gracias por acompañarnos en este viaje al terror. ¡Nos vemos en el próximo episodio!”

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